Caí en la realidad, al escuchar todo lo que me decía, como se comportaba, y ser la espectadora principal de tan inesperado y desesperado espectáculo acosador, supe que estaba en lo correcto, nuestro presidente no era más que un idiota, mujeriego y petulante, él sabía que con palabras dulzonas, miradas que derrochaban deseo, y con tan solo chasquear los dedos, tenía a sus pies a cualquier mujer, pero no a mí, tenía a Jonathan, y eso me bastaba.
—Escuche, no sé a qué está jugando, pero yo no soy como todas las mujeres que caen rendidas a sus pies —teniendo suficiente con los sucesos del día de hoy, me atrevo a poner una mano en su pecho y lo alejo de mí, con delicadeza, algo que le sorprendió—. No me gusta, no me atraen sus insinuaciones, y por supuesto que no estoy interesada en obtener el puesto de su asistente, y disculpe que se lo diga, pero en lugar de estar perdiendo el tiempo en coqueteos inútiles, debería estar al pendiente de los problemas que tiene nuestro país, buscar soluciones, no aventuras.
Me las apaño para escabullirme de su encarcelamiento corporal, y comienzo a dirigirme hacia la puerta, valiéndome de las consecuencias que sabía que tendría mi sinceridad.
—Por lo que veo es usted muy directa y sincera, señorita Sotonell, creo que eso es lo que necesita alguien de mi gabinete —sus palabras suenan tan falsas que me dan ganas de vomitar.
—Siempre digo lo que pienso —encojo los hombros y toco la perilla de la puerta pero al intentar abrir noto que está cerrada con llave.
—Eso ya lo he comprobado —se ríe mostrándome victorioso una llave—. Yo mismo cerré para que nadie nos molestara, pensando que quizá usted podría ofrecerme más.
«Ok, esto ya se estaba tornando demasiado extraño»
—Señor presidente...
—Lenin, de ahora en adelante, cuando estemos a solas, llámeme Lenin —susurra.
—No, y no creo que volvamos a estar a solas, compórtese a la altura —tomo una amplia bocanada de aire y lo suelto con pesadez lentamente—. Escuche...
—Contratada —me interrumpe.
—¿Qué? —abro los ojos como platos.
—He dicho que usted se queda con el puesto, y su hermano como mi chófer personal —esta vez actúa distante y frío al tiempo que se acomoda la corbata y vuelve a tomar asiento, se trataba de una persona distinta—. Tengo aquí los contratos, pero necesito que usted traiga a su hermano... el joven Jonathan Torrence mañana a las diez de la mañana, debido a que tengo una agenda muy apretada, comenzarán el miércoles, y es necesario que usted se mude a la Casa Blanca, será solo por los meses en los que estamos preparando los trabajos de viviendas, ayudas económicas, y despensas para los ciudadanos de bajos recursos, también es el tiempo en el que estaremos de gira en algunos estados y países para buscar la buena relación entre nuestros aliados y los futuros.
«Ok, es oficial, este sí que está chiflado»
—¿Pero qué le sucede? —enarco una ceja y cruzo los brazos, una muestra que demuestra mi espera por recibir una buena explicación de su parte.
—No entiendo lo que quiere decir, señorita Sotonell —se hace el inocente pero no se atreve a mirarme.
—Si lo sabe, primero me trata como si quisiera meterse entre mis piernas, y luego...
Un fuerte golpe hace que de un respingo y que detenga mi estúpido vómito verbal. ¿Acababa darle un golpe a la mesa con la mano?
—En primer lugar señorita Sotonell, esa no es la manera que debe usar para dirigirse a mí, así que le pido de la manera más amable que mida su distancia y busque las palabras adecuadas para conmigo —su voz resuma impaciencia—. Y en segundo lugar, todo fue una mera actuación, no intento meterme entre sus piernas, como me asegura, necesitaba saber si usted era capaz de no intentar colarse en mi cama, como Anna, quien habrá echo un intento por hacer que tenga una aventura con ella al aventarme esa prenda que vio cuando llegó.
Sentí como el alma se caía a mis pies.
—Yo... —mi voz suena delgada y tensa, como un hilo a punto de romperse—. Jonathan no es mi hermano, y creo que debió empezar con eso desde el principio antes de hacerme ideas absurdas en la cabeza, ¡estuve a punto de darle un golpe!
—Y es por eso que la contrato a usted y a su novio, aunque prefiero imaginar que son hermanos, para que no afecte nuestro trato laboral —esta vez suena ansioso—. Lamento si le hice pasar un mal momento, pero ya suficiente tengo con que la mayoría de mis empleadas intenten colarse en mi cama todo el tiempo, ya no soy el joven que daba de que hablar, ahora tengo una responsabilidad impresionante, y le repito, solo trataba de asegurarme que no fuera como las demás, Albert me habló de usted, dijo que era una joven temeraria, decidida, y lo que más me atrajo... sincera, tanto como he comprobado.
Mi mirada se queda fija en aquel hombre, y sé que en cuanto Jonathan se enteré, tendré problemas, era muy celoso y más si se trataba de hombres apuestos. Pero por otra parte... necesitábamos el dinero.
—Gracias por el empleo, es una oportunidad que no pienso desaprovechar —las palmas de mis manos empiezan a sudar mientras observo su hermoso perfil.
—No nos defraude, señorita Sotonell —sus labios se curvan en una deliciosa sonrisa—. Haremos buen equipo.
Su voz burlona genera un rubor en mis mejillas y asiento con la cabeza.
—Su tío está ocupado en estos momentos, por lo que por hoy sería todo, tengo sus datos y...
Su voz comenzó a escucharse lejana... un hormigueo recorrió todo mi cuerpo, de pronto comencé a sentirme débil, el aire me faltaba y un sudor frío recorrió mi espina dorsal.
—¿Se encuentra bien señorita Sotonell? —Me pregunta el presidente pero mi vista comienza a nublarse, me tambaleo y logro sostenerme de la pared al girar hacia la puerta—. ¡Mierda!
Entonces todo se oscurece a mí alrededor.
—¿No es nada grave? —pregunta una voz muy masculina que me cuesta trabajo identificar.—No señor, pero necesita hacerse unos estudios generales si piensa trabajar aquí, el desmayo probablemente se deba a una ligera anemia, necesita alimentarse bien y tomar mucho líquido, le he dejado unas vitaminas para que...Me dolía la cabeza, ¿anemia? ¿Yo? Imposible. La segunda voz se perdió entre mis divagaciones mentales.—Yo me encargaré de darle aviso a su tío, muchas gracias doctor... —la primera voz es tan varonil que logro sentirme dentro de algún drama de Hollywood—. Y la fiebre...Comienzo a abrir los ojos poco a poco cuando es
Si de situaciones extrañas se hablaba, la que se presentaba frente a mi, se llevaba todos los galardonados, mi padre estaba aún dormido y agradecía el hecho de que tuviera el sueño pesado, igual que yo, o de lo contrario los echaría de nuestro departamento con una escopeta apuntando a sus traseros, y por supuesto sin importarle que se tratara del presidente.Mi mente no dejaba de divagar sobre los posibles escenarios y sobre el posible tema de conversación que tendría mi novio con él. Estaba fuera de mi departamento cruzada de brazos, recargando mi espalda sobre la pared, y acompañada de los guaruras disfrazados del presidente. Movía los dedos de mis manos con impaciencia, ¿por qué querían tanta privacidad? Al final Jonathan me contaría todo… ¿cierto? ¿Por qué hab
—¡No hablarás en serio!Fruncí el ceño.—No grites, no estoy sorda y me encuentro a unos pasos de ti —espeté con irritación—. Necesitamos el empleo.—Buscaremos otro, pero no con ese tío que te quiere follar —me señaló con el dedo—. Tu eres mía, mi propiedad, nadie te toca, ni te mira sin mi permiso.Odiaba cuando se ponía en plan obsesivo macho alfa. Tampoco me agradaba la idea de trabajar para él, pero… las deudas nos ahogaban, yo tenía que pagar la enorme cantidad que pedí prestada al hospital cuando mi padre estuvo internado, los medicamentos, la recuperación, cosas de la casa, pr
Lenin había terminado de firmar los documentos que tenía pendientes sobre el desarrollo de las nuevas viviendas que se les entregaría a los ciudadanos de bajos recursos, cuando alzó la vista y la ancló sobre el reloj de madera barnizada finamente colocado sobre una de las paredes en la parte superior cercana a la puerta, de su oficina, eran las 7:30 pm, por lo que no tardaría en llegar Anelys.Sonrió al recordar que lo llamó hijo de puta, y era cierto, lo era, de eso ni él tenía la menor duda, haría todo lo posible porque ella trabaje para él, su novio era un bonus extra, le mostraría la verdadera cara de la moneda y terminaría con ese gilipollas, esa era una apuesta que ganaría.—Vas a ser mía, quieras o no —susur
Ella no movió un solo músculo hasta que aquel maduro hombre con ojos centelleantes, suspiró y resignado comenzó a caminar hacia la puerta, pasando de lado, pero antes de marcharse, se detuvo y se giró hacia Lenin.—Habló en serio, te damos un plazo de cuatro meses para que consigas eso, no más —recorrió el cuerpo de Anelys y después dirigió nuevamente la mirada hacia Lenin—. Las putas pueden seguir en la lista de espera.Y diciendo esto salió cerrando la puerta como acto vengativo.—Imbécil —resopló Lenin—. Hola Anelys.Ella se le quedó mirando fijamente, sonrió comenzó a caminar hacia &ea
—¿Se puede saber adónde vamos? —cuestioné en cuanto el pánico se apoderó de mí al ver que caminábamos a toda prisa hacia un carro negro blindado.Pero Lenin no dijo nada, se guardó todo para él y con empujones me obligó a entrar al auto, estando dentro, le dio instrucciones precisas al chofer quien echándonos un breve vistazo a través del espejo retrovisor, asintió y encendió motores. No tenía idea alguna del lugar al que nos dirigíamos, pero mi mente revolucionaba y no dejaba de imaginar los posibles escenarios a los que me enfrentaría. Mis ojos localizaron la manija de la puerta pero poniendo los ojos en blanco supe que era la idea más absurda que se pudiera cruzar por mi mente, después de todo estaba segura que todo el auto estaba perfectamen
Una cruel sonrisa se dibujó en sus perfectos labios, y sus ojos avellana se anclaron en los míos.—Buena respuesta, Anelys —musitó al tiempo que se colocaba la capucha de la sudadera, quedándole encima de la gorra y los lentes—. Andando.***Una ligera capa de humo cubría el área VIP del centro nocturno llamado "Gato Negro" La música permanecía a muy alto volumen mientras las risas, las voces incoherentes y los gemidos de placer, se perdían bajo el magnetismo de aquella noche. Jonathan permanecía atento a los movimientos tan sexys de la chica que estaba encima de su mesa, se lamió los labios al tiempo que con una mirada que denotaba lujuria, recorría cada espacio desnudo de su piel.
Alguna vez en alguna etapa de mi vida, había leído en un libro, que es horrible el sonido que hace un corazón roto, bien, pues, ahora me parece que el autor de ese libro no supo describir a detalle lo que se siente. En cuanto subimos las escaleras de metal, ya sentía que mis piernas se convertían en goma de mascar, Lenin había decidido acompañarme, pagó al hombre que estaba a cargo de la zona VIP una cuantiosa cantidad de dinero para permitirnos el acceso sin problema alguno, y ahora estaba frente a la puerta más enorme que había visto en mi vida.Habíamos recorrido un pasillo iluminado por una espantosa y de muy mal gusto, luz roja, el sonido de la música se convirtió en algo sordo y lejano al momento que mi mano derecha estaba tocando con firmeza la manija. Me detuve dejando que el miedo me invad