Capítulo 37

La firma queda plasmada en cada una de las hojas que me han dado y siento que con cada una de ellas, le estoy vendiendo mi alma al diablo. Tras una larga y exhaustiva plática hemos llegado a una decisión final que nos favorecerá a ambas partes y que pese a que Lenin no parece estar de acuerdo con lo último que exigí, su abogado le aconsejó ceder para que ambas partes fueran igualatorias.

Había pasado una semana en la que dejó de joderme solo porque tenía asuntos que atender, lo cierto es que aún no superaba la muerte de Jonathan, es decir, llevaba tantos años creyendo estar enamorada de él, y tenía tantos problemas con mi vida y la de mi padre en su momento, que nunca me percaté de que solo estábamos por estar, lo que teníamos era monótono.

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