Capítulo 32

Dejo que el agua resbale por mi garganta luego de engullir una aspirina, el dolor de mi cabeza era insoportable, respiro profundo e intento aclarar mi mente y despejarla de todo mal pensamiento, no tenía escapatoria de Lenin, en especial cuando ayer por la tarde poco después de que me dejara sola, con el coño impregnado y untado de su semen, me llamó el gerente del restaurante avisándome que podía pasar por mi cheque, no me dio explicaciones, solo me dijo que ya no podía seguir trabajando con él.

Lo que me llevó directo a la amenaza sutil de Lenin, me estaba acorralando y no quería sufrir más, era apuesto y un hijo de puta, cualquiera en su sano juicio estaría huyendo de él pero no, yo como toda demente, por más que deseaba temerle y odiarlo como creo que lo hago, la realidad es que no puedo

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