Capítulo 29

—Hola tío —cruzo la calle volteando a ambos lados y cruzo la avenida—. ¿Qué hay?

—¿Puedo saber por qué no has aceptado el trabajo que te ofrece el propio presidente? —su tono molesto me hace estremecer.

—Encontré una mejor opción —respondo tajante.

—¡Ningún trabajo es mejor que el ser la asistente personal del presidente! —Exclama haciéndome dar un respingo—. ¿Acaso estás mal de la cabeza? Comienzo a creer que necesitas atención médica.  

Jamás lo había sentido tan alterado por temas como estos, mi tío era el que siempre mantenía la cabeza fr&iacut

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