Los días siguientes días Rous fue en repetidas ocasiones a visitar la tumba de Jeremith, allí renovaba las flores que se habían marchitado; después permanecía un rato contemplando la lápida donde estaba grabado el nombre de su mate en letras doradas.
Sus sentidos agudizados por la depresión percibían el reinante silencio y soledad que rodeaba el entorno, tal y como se encontraba su alma. En los ojos de Rous se podía apreciar una gran tristeza, éstos ya no tenían lágrimas para llorar.
***
El abuelo que rechazó rotundamente a Rous desde que se enteró que su nieto se iba a casar con ella, se encargó de hacerles la vida imposible a la muchacha y a toda su familia. No estaba conforme con que Jeremith y Rous hubieran hecho la división de bienes antes de contraer matrimonio. Estaba muy enojado y Elisa con veneno en sus parrabas se encargó de alimentar su ira contra la joven viuda.
A Rous no le importaba el dinero de su esposo, pero nunca se imaginó la persecución que los Remington armarían en su contra y en contra de toda su familia con el propósito de alejarlos de la ciudad.
Lo peor del problema es que varios de los primos de Rous eran empleados de las empresas Remington, y pronto las cosas se pondrían de color de hormiga.
Habían pasado pocos días de la muerte de Jeremith; Rous sabía que debía irse de la casa del lago, pues pertenecía a los Remington, conocía que no debía permanecer allí por mucho tiempo.
Y no estaba equivocada, el Alfa ordeno el desalojo, envió a un par de guardias para que la sacaran sin contemplación.
Elisa le dijo al abuelo:
—Déjame a mí darme el gusto de sacarla como a un gato sucio de la casa.
—Si hija, ve y echa a esa arribista. Que se busque a otro que la recoja con sus cuatro trapos.
Cuando Elisa llegó a la casa del lago, Rous ya tenía empacadas casi todas sus cosas.
Por el luto de la acaudalada familia, Elisa tenía puesto un costoso vestido color negro que resaltaba su flaca figura. Cuando llegó a la casa del lago, vio que la joven no estaba sola, el abuelo y su tía la estaban ayudando.
Irrespetando el dolor de la viuda que apenas días atrás había perdido a su esposo, se burlaba observando cómo empacaba sus cosas. Con una voz chillona le dijo:
—¿En verdad creíste que casándote con mi hermano te convertirías en la señora de la mansión? pues ya ves que no fue así, ya no eres la dueña ni de esta pocilga de los sirvientes. —Sabrina era la tía de Rous y le dijo:
—Váyase de aquí, Rous está sufriendo demasiado por la muerte del señor Jeremith y usted debería estar consolando a su abuela en vez de estar aquí echando su veneno. Parece que no siente la muerte de su hermano.
—Por supuesto que si la siento, más aún porque esta arribista es la culpable de su muerte, él nunca habría ido al territorio de los Verdunk-Moon, pero la conoció a ella y se acercó a ese maldito lugar donde murió.
—Eso no es culpa de ella.
—Mejor cierre la boca, no olvide que usted y toda su familia son nuestros sirvientes y empleados, no igualada.
Rous dejó lo que estaba haciendo, con sus ojos hinchados de tanto llorar se acercó a Elisa, la agarró del brazo y la sacó fuera de la pequeña propiedad.
—Salga de aquí lagartija, hágase cargo de sus asuntos. —Elisa se rió.
—Por supuesto que me voy, pero lo hago porque ya disfruté lo suficiente viendo como al fin se largan de nuestras vidas, espero que nunca más los tenga que volver a ver, igualados trepadores. Ah, y dile a todos tus primos y a tus tíos que están despedidos de sus empleos; la familia Remington no desea tener gente arribista y trepadora en sus empresas.
—¿Ya terminó?
—Espero que te pudras trepadora y que se pudra toda tu familia. —El abuelo de Rous intervino.
—Señora Elisa, no se preocupe que nosotros en unos minutos nos iremos. —Elisa lo miró con desdén.
—Viejo sinvergüenza, permitir que su nieta enamorara a mi pobre hermano, después que mi familia le dio empleo por tantos años.
—Váyase por favor, si nos deja empacar más rápido nos iremos y dejaremos de molestarla a usted y su familia.
En esa desagradable situación se encontraban Rous a tres días de la muerte de su esposo. Junto con su familia quienes sufrían las consecuencias de la decisión que Jeremith había tomado de casarse con ella.
Después del incidente con Elisa cargaron las pocas pertenencias que ella tenía en la casa de donde se suponía viviría con su esposo. El abuelo y su tía se fueron afuera. Ella quería pasar un momento a solas en la casa que estaba cargada de muchos recuerdos. Fue al salón de piano de Jeremith, entró allí caminado despacio como si necesitara permiso para a hacerlo. La habitación se sentía tan sola y silenciosa, triste como estaba el corazón de Rous en ese momento. Encima del piano había un portarretrato donde estaba Jeremith tocando su adorado piano. La foto la había tomado Rous días antes de él morir, Jeremith estaba tan sonriente ese día. Aquella alegría reflejada en la imagen contrastaba con la tristeza en la que Rous estaba sumida en ese momento. Con sus ojos puestos sobre esa foto sus lágrimas sin pedir permiso comenzaron a bajar por su rostro, sintió un duro golpe en el pecho al pensar que nunca más volvería a oír su risa, su voz, sus bromas,
El alfa se encargó de despedir a todos los empleados que eran familia de Rous, no solo los que trabajaban en esa región, sino los que tenían algunos puestos dentro de las empresas en distintos estados del país, lo cual atrajo hacia la joven problemas extras con su propia familia que la culpaban por sus desgracias económicas y laborales. Rous que sufría fuertemente la muerte de su esposo, no recibió el consuelo de su familia, solo recibió de ellos reproches. ‹‹Eres una inconsciente, por tu vanidad ahora todos estamos pagando" ‹‹¿Si Jeremith te quería por qué te dejó tan desprotegida?›› Decían sus primos reprochándole la situación en la que se encontraban para entonces, ella no les respondía, parecía no oír sus duras afirmaciones. Pasaron algunos días; Loren, la hija de Sabrina fue la última en ser despedida de las empresas Remington, ella no vivía en casa de su familia, pero enojada fue a quejarse con el abuelo y el res
2 MESES DESPUÉS La abuela Vera oyó comentarios desagradables en contra del Alfa, Estos se debían a la persecución que el viejo Jeremith estaba contra de Rous y su familia y supo que los miembros de la manada estaban haciendo comentarios poco favorables acerca de su líder, catalogándolo como un ser injusto y autoritario. Siendo ella la Luna de la manada no podía permitir que su esposo cometiera semejante tontería dañando la reputación de su familia. Como el Alfa siempre estaba ocupado dirigiendo los asuntos de la manada o las empresas, ella decidió desayunar a solas con él en el jardín y hablar del asunto mientras comían. Primero desayunaron, después ella le dijo: —Quiero que hablemos un asunto antes que te vayas a trabajar. —Él tomó la servilleta y la pasó por su boca. —¿De qué se trata? —Se trata de lo que estás haciéndole a la familia de Rous, ¿Cómo has podido dejarlos sin sus empleo? ya todos en la manada comentan que eres muy injus
La vida de Jeremith era una gran alegría para todos en casa, pero esta fue opacada por la muerte del abuelo. Sin embargo para algunos miembros había más preocupaciones por los asuntos de la herencia y el futuro de la dirección de las empresas, ya que era obvio que estas quedarían en manos de Jeremith Reymond, además del liderazgo de la manada. El joven había regresado para dominar. Eso no era secreto para nadie, aunque muchos de los miembros de la familia no estaban de acuerdo en que el caprichoso Jeremith tomara el control de la fortuna y las empresas; sobre todo sus tíos que creían que por derecho propio de ser hijos debían ser ellos los que tomaran el control, y no el nieto favorito del viejo. Pero Jeremith no era un turroncito de azúcar al que ellos pudieran hacerle oposición, el tipo solo contaba con 29 años de edad, pero era una roca contra la que muchos se habían estrellado; y los que habían intentado oponerse en su camino habían salido mu
Por algunos días Jeremith prefirió no conocer a su supuesta esposa, sin embargo no podía evitar sentir curiosidad y ganas de saber cómo era ella. Días después de su regreso mando a buscarla. Rous se encontraba en la granja de su familia a varias horas de distancia. Habían transcurrido tres meses desde la muerte de Jeremith. Ella ya no estaba tan afligida, pero lo extrañaba mucho y lo tenía en sus pensamientos a toda hora y en todo momento; incluso dormida soñaba con él. Una tarde muy asoleada se animó de ir al arroyo. Le avisó a la tía Loren. —Iré al arroyo tía. —¿Pero vas sola? ¿No es mejor que esperes que tus primos estén aquí y te acompañen? —No te preocupes tía, me vendrá bien estar a solas un rato. —Te pondrás triste. —Siempre lo estoy, pero estar a solas con mis pensamientos me ayuda a reconfortante. Me iré en el cabello de Carl. Se puso un vestido fresco, unas sandalias y amarró su cabello de manera descuidada. S
Arribaron al territorio de la manada Hochfisnter. Un auto los esperaba en el helipuerto, George de inmediato la llevó a la mansión. Hans el mayordomo salió a recibirlos. —Hans por favor lleva a la señora a la habitación para descanse mientras el señor Jeremith regresa. —En seguida. ¿La llevo a la habitación del señor Jeremith? —George miró a la joven por unos segundos, después al mayordomo. —Mejor asígnale otra mientras él da sus instrucciones. Hans mandó a preparar una habitación, como ella no había almorzado el mayordomo ordenó que le sirvieran. Mientras comió sola en el gran comedor, Rous se preguntó por qué Jeremith no había estado para recibirla, el esposo que recordaba lo habría hecho, incluso él mismo habría ido a buscarla a la granja, ese era el patrón de comportamiento que conocía de él. Jeremith no era de esos tipos que acostumbraba a enviar a otros a hacer sus cosas, menos aún si se trataba de la mujer que tanto amaba. <
Más tarde Gabriel se retiró a su habitación y Alan se marchó a su apartamento de soltero; Jeremith se quedó a solas en la biblioteca pensando en cómo abordar su primer encuentro con Rous; no lo lograba comprender, pero estaba muy turbado por la situación. Envió al mayordomo por ella. Hans llamó a la puerta de la habitación en donde se encontraba Rous. —Señora Remington, su esposo desea verla en el despacho. Rous se puso de pie casi brincado de la emoción que tenía, sus ojos parecían un par de chispas a punto de volar de la alegría junto con una alegre sonrisa que se dibujó en su cara. Hans la condujo hasta abajo y la dejó frente a la puerta de madera del estudio. Tocó un par de veces. —Señor aquí está su esposa. —Él gritó desde adentro. —Déjala pasar y retírate Hans. Que nadie me interrumpa. —Como usted mande señor. —Hans abrió la puerta. —Siga adelante señora Remington. —Ella ingresó al estudio, el cual no
Jeremith parpadeó dos veces seguido y agachó la mirada consternado, Rous se percató, la confusión de su esposo se apoderó de ella, entonces quitó sus manos que las tenía encima de él y también agachó lamirada. —Disculpe por abordarte de esta manera, no pude contenerme, en verdad me siento muy feliz porque estas con vida, pero también conozco que no me recuerdas. —Siento mucho no poder recordarte, de hecho no recuerdo nada de los últimos meses, deseo con todas mis fuerzas poder hacerlo. —Sí, supongo que debes sentirse demasiado confundido. —Hay muchas cosas que necesito saber. —Quiero ayudarte en tu recuperación, sé que lo vas a lograr. —Gracias. Vamos a sentarnos. —La tomó de la mano y la llevó a la mesa de lectura que tenía cerca de la ventana de la habitación. Saco la silla para que ella se sentara, Jeremith era un tipo bastante educado. Luego él se sentó, tenía el semblante serio y cabizbajo. Jeremith deseaba despertar de un