Después del incidente con Elisa cargaron las pocas pertenencias que ella tenía en la casa de donde se suponía viviría con su esposo.
El abuelo y su tía se fueron afuera. Ella quería pasar un momento a solas en la casa que estaba cargada de muchos recuerdos.
Fue al salón de piano de Jeremith, entró allí caminado despacio como si necesitara permiso para a hacerlo. La habitación se sentía tan sola y silenciosa, triste como estaba el corazón de Rous en ese momento.
Encima del piano había un portarretrato donde estaba Jeremith tocando su adorado piano. La foto la había tomado Rous días antes de él morir, Jeremith estaba tan sonriente ese día. Aquella alegría reflejada en la imagen contrastaba con la tristeza en la que Rous estaba sumida en ese momento.
Con sus ojos puestos sobre esa foto sus lágrimas sin pedir permiso comenzaron a bajar por su rostro, sintió un duro golpe en el pecho al pensar que nunca más volvería a oír su risa, su voz, sus bromas, el calor de sus manos y sus brazos fuertes que la hacían sentir tan protegida, y se aferraba al recuerdo de esos maravillosos momentos.
Decidió llevarse el portarretrato consigo como el único recuerdo de todos aquellos momentos junto a él; Jeremith había sido lo más hermoso que le había sucedido en su vida.
Salió del salón, cuando llegó a la sala ojeó a todas partes, la casa estaba representaba muchos recuerdos felices, como el ultimo cumpleaños de Jeremith.
Una gran lágrima recorrió su mejilla, Rous sintió más que nunca la ausencia de Jeremith, sus ojos continuaron observando la casa que se sentía muy vacía. Estalló en llanto, su cuerpo perdió fuerzas y cayó al suelo de rodillas. Un doloroso gemido que salió de su garganta y dijo:
—Jeremith porque te fuiste y me dejaste, debiste llevarme contigo, así los dos estaríamos muertos y yo no sentiría este inmenso dolor que no mata pero tampoco me deja vivir. Llévame contigo Jeremith, no quiero seguir viviendo sin ti.
Rous se desmayó en la sala, se hacía tarde para el viaje entonces el abuelo fue a buscarla. La encontró tendida sobre la alfombra, el viejo sintió que su corazón se compadeció de su nieta que en verdad estaba sufriendo.
Rous llegó muy deprimida a la casa de su familia y se metió a su cuarto, de tanta tristeza no podía llorar, si podía sentir como un gran vacío se abría en su pecho; había perdido todo de Jeremith; no poder regresar a la casa del lago fue para ella como si le hubieran arrebatado lo que le quedaba de él.
MISURI
En lo recóndito de una hacienda dedicada a la actividad agrícola en Misuri, dos jornaleros encontraron a un hombre que estaba herido, este era rubio y de alta estatura, se trataba de Jeremith Reymond Remington, que había escapado de un enfrentamiento que hubo entre tribus de lobos de la montaña.
Este salió herido, aun así logró escapar de aquel lugar. Los hombres que lo vieron improvisaron una camilla y lo llevaron a la casona de la hacienda.
—Patrona, lo encontramos dentro de los linderos de la hacienda. —La mujer se quedó observándolo. Uno de ellos agregó:
—Creo que tiene mucha fiebre.
—Lleven a es pobre muchacho al dispensario del pueblo para que él médico lo vea.
El hombre recibió tratamiento médico en el dispensario, él estaba delirando cuando lo encontraron con mucha fiebre. Con los días mejoró su estado de salud. Rosario era la dueña de la hacienda, ella se hizo cargo de todos los gastos médicos como si se tratase de su propio hijo. El joven tenía heridas que se fueron sanando.
Con los días pudo al fin valerse por sí mismo para caminar. Pero tenía un problema aún peor, había perdido la memoria, no sabía cuál era su nombre, tampoco recordaba a su familia.
Rosario le brindó toda la ayuda que pudo, sintió compasión de él porque lo veía muy agobiado, el muchacho estaba afligido porque no recordaba nada de su pasado.
Lo llevó por algún tiempo a una clínica mental donde un buen equipo médico se hizo cargo del caso y le pusieron en tratamiento para que recuperara la memoria. Pero no fue fácil, él no recordaba ni su nombre.
El alfa se encargó de despedir a todos los empleados que eran familia de Rous, no solo los que trabajaban en esa región, sino los que tenían algunos puestos dentro de las empresas en distintos estados del país, lo cual atrajo hacia la joven problemas extras con su propia familia que la culpaban por sus desgracias económicas y laborales. Rous que sufría fuertemente la muerte de su esposo, no recibió el consuelo de su familia, solo recibió de ellos reproches. ‹‹Eres una inconsciente, por tu vanidad ahora todos estamos pagando" ‹‹¿Si Jeremith te quería por qué te dejó tan desprotegida?›› Decían sus primos reprochándole la situación en la que se encontraban para entonces, ella no les respondía, parecía no oír sus duras afirmaciones. Pasaron algunos días; Loren, la hija de Sabrina fue la última en ser despedida de las empresas Remington, ella no vivía en casa de su familia, pero enojada fue a quejarse con el abuelo y el res
2 MESES DESPUÉS La abuela Vera oyó comentarios desagradables en contra del Alfa, Estos se debían a la persecución que el viejo Jeremith estaba contra de Rous y su familia y supo que los miembros de la manada estaban haciendo comentarios poco favorables acerca de su líder, catalogándolo como un ser injusto y autoritario. Siendo ella la Luna de la manada no podía permitir que su esposo cometiera semejante tontería dañando la reputación de su familia. Como el Alfa siempre estaba ocupado dirigiendo los asuntos de la manada o las empresas, ella decidió desayunar a solas con él en el jardín y hablar del asunto mientras comían. Primero desayunaron, después ella le dijo: —Quiero que hablemos un asunto antes que te vayas a trabajar. —Él tomó la servilleta y la pasó por su boca. —¿De qué se trata? —Se trata de lo que estás haciéndole a la familia de Rous, ¿Cómo has podido dejarlos sin sus empleo? ya todos en la manada comentan que eres muy injus
La vida de Jeremith era una gran alegría para todos en casa, pero esta fue opacada por la muerte del abuelo. Sin embargo para algunos miembros había más preocupaciones por los asuntos de la herencia y el futuro de la dirección de las empresas, ya que era obvio que estas quedarían en manos de Jeremith Reymond, además del liderazgo de la manada. El joven había regresado para dominar. Eso no era secreto para nadie, aunque muchos de los miembros de la familia no estaban de acuerdo en que el caprichoso Jeremith tomara el control de la fortuna y las empresas; sobre todo sus tíos que creían que por derecho propio de ser hijos debían ser ellos los que tomaran el control, y no el nieto favorito del viejo. Pero Jeremith no era un turroncito de azúcar al que ellos pudieran hacerle oposición, el tipo solo contaba con 29 años de edad, pero era una roca contra la que muchos se habían estrellado; y los que habían intentado oponerse en su camino habían salido mu
Por algunos días Jeremith prefirió no conocer a su supuesta esposa, sin embargo no podía evitar sentir curiosidad y ganas de saber cómo era ella. Días después de su regreso mando a buscarla. Rous se encontraba en la granja de su familia a varias horas de distancia. Habían transcurrido tres meses desde la muerte de Jeremith. Ella ya no estaba tan afligida, pero lo extrañaba mucho y lo tenía en sus pensamientos a toda hora y en todo momento; incluso dormida soñaba con él. Una tarde muy asoleada se animó de ir al arroyo. Le avisó a la tía Loren. —Iré al arroyo tía. —¿Pero vas sola? ¿No es mejor que esperes que tus primos estén aquí y te acompañen? —No te preocupes tía, me vendrá bien estar a solas un rato. —Te pondrás triste. —Siempre lo estoy, pero estar a solas con mis pensamientos me ayuda a reconfortante. Me iré en el cabello de Carl. Se puso un vestido fresco, unas sandalias y amarró su cabello de manera descuidada. S
Arribaron al territorio de la manada Hochfisnter. Un auto los esperaba en el helipuerto, George de inmediato la llevó a la mansión. Hans el mayordomo salió a recibirlos. —Hans por favor lleva a la señora a la habitación para descanse mientras el señor Jeremith regresa. —En seguida. ¿La llevo a la habitación del señor Jeremith? —George miró a la joven por unos segundos, después al mayordomo. —Mejor asígnale otra mientras él da sus instrucciones. Hans mandó a preparar una habitación, como ella no había almorzado el mayordomo ordenó que le sirvieran. Mientras comió sola en el gran comedor, Rous se preguntó por qué Jeremith no había estado para recibirla, el esposo que recordaba lo habría hecho, incluso él mismo habría ido a buscarla a la granja, ese era el patrón de comportamiento que conocía de él. Jeremith no era de esos tipos que acostumbraba a enviar a otros a hacer sus cosas, menos aún si se trataba de la mujer que tanto amaba. <
Más tarde Gabriel se retiró a su habitación y Alan se marchó a su apartamento de soltero; Jeremith se quedó a solas en la biblioteca pensando en cómo abordar su primer encuentro con Rous; no lo lograba comprender, pero estaba muy turbado por la situación. Envió al mayordomo por ella. Hans llamó a la puerta de la habitación en donde se encontraba Rous. —Señora Remington, su esposo desea verla en el despacho. Rous se puso de pie casi brincado de la emoción que tenía, sus ojos parecían un par de chispas a punto de volar de la alegría junto con una alegre sonrisa que se dibujó en su cara. Hans la condujo hasta abajo y la dejó frente a la puerta de madera del estudio. Tocó un par de veces. —Señor aquí está su esposa. —Él gritó desde adentro. —Déjala pasar y retírate Hans. Que nadie me interrumpa. —Como usted mande señor. —Hans abrió la puerta. —Siga adelante señora Remington. —Ella ingresó al estudio, el cual no
Jeremith parpadeó dos veces seguido y agachó la mirada consternado, Rous se percató, la confusión de su esposo se apoderó de ella, entonces quitó sus manos que las tenía encima de él y también agachó lamirada. —Disculpe por abordarte de esta manera, no pude contenerme, en verdad me siento muy feliz porque estas con vida, pero también conozco que no me recuerdas. —Siento mucho no poder recordarte, de hecho no recuerdo nada de los últimos meses, deseo con todas mis fuerzas poder hacerlo. —Sí, supongo que debes sentirse demasiado confundido. —Hay muchas cosas que necesito saber. —Quiero ayudarte en tu recuperación, sé que lo vas a lograr. —Gracias. Vamos a sentarnos. —La tomó de la mano y la llevó a la mesa de lectura que tenía cerca de la ventana de la habitación. Saco la silla para que ella se sentara, Jeremith era un tipo bastante educado. Luego él se sentó, tenía el semblante serio y cabizbajo. Jeremith deseaba despertar de un
A la hora de la cena la familia acostumbraba como todos los de la clase alta vestirse con los mejores y más costosos atuendos y joyas. Pues era considerado como una gran reunión en donde todos los de la familia se encontraban en casa y podían compartir. Todos se alistaron, Jeremith no fue la excepción. Se puso un costoso traje como si fuera a una gran fiesta. Después le dijo a Hans que le avisara a Rous que se alistara para la cena, pero ella no estaba de humor para bajar a comer con la familia. Hans fue a decírselo a Jeremith. —Señor, su esposa no desea bajar a comer con la familia. —Jeremith estaba acomodándose la corbata. —Ordena que le suban la cena a su habitación. —Sí señor. Todos los que se encontraban en casa se reunieron en la sala como a las seis de la tarde, aún faltaba más de una hora para comer. Cuando Jeremith bajó a la sala la abuela Vera con una voz imponente preguntó: —¿Y dónde está tu esposa Jeremi