Con Malcom de su parte, a Jeremith Rey se le facilitaron un poco las cosas. Ahora su madre estaba libre, aunque había una montaña de problemas que debía intentar resolver. Habló con Reina por teléfono y se cercioró que ella estuviera bien, en poco tiempo llegaría a Chicago.
Los Remington estaban enojados con el Alfa por lo que le habían hecho a Alan, y más aún odiaban a Rous porque ella era la causante de tal desgracia.
Rous se quedó dormida después que le administraron tranquilizantes, pero no pasó mucho tiempo cuando despertó y se sentó de golpe. Por algunos segundos no recordó nada, pero de pronto todo llegó a su mente, recordó cuando llegó a la clínica.
"Alan, ¿qué habrá sucedido Alan?"
Se arrancó el yelco y se bajó de la cama. Después se acercó al ventanal
Jeremith se detuvo y volteó a mirarlo. —¿Quién diablos te crees para venir a mi mansión a darme órdenes? Rous observó al otro que era idéntico a su esposo, pero no podía comprender qué sucedía. Jeremith la bajó. —El que seas el Alfa no significa que tienes derecho sobre mi esposa. —Rous lo miró con detenimiento, Jeremith Rey le dijo: —¡Apártate de él! —Rous estaba paralizada. Jeremith la garró con fuerza. —No la apartaras de mí, ella es mía. —¡Es mi esposa! Te prohíbo tocarla. —Demuéstralo. —Ya sé que mandaste a quemar el libro para quedarte con ella, pero si vamos al templo quedará demostrado que yo soy su mate. Rous estaba atónita y no le quitaba los ojos de encima a Jeremith Rey. Observó con detalle cada parte de su cuerpo que podía apreciar, sus manos, su cuello. Sintió que un escalofrió la invadió; ese era su verdadero esposo, todo ese tiempo estuvo bajo una engaño. Jeremith se puso furioso y emitió
Cuando Rous fue arriba a empacar sus cosas, Vera llegó de la clínica; se consternó cuando se enteró de todo lo que estaba pasando en la mansión, Elisa y Arturo se hicieron cargo de contarle todo. Ella miró a todos y con tono rezongón ella les dijo: —Esa omega solo apareció en esta familia para causarnos desgracias. —Jeremith Rey le replicó. —Aquí los únicos que han causado desgracias son Frederick y este canalla —señalo a Jeremith—. Que ha abusado de mi esposa asumiendo sobre ella derechos que no le corresponden. —¿Porque dices que Frederick ha causado desgracias? —Porque él me secuestró en día que me casé con Rous. —¡Eso jamás te lo voy a creer! aquí somos una familia decente. —No espero que me creas abuela, es más, no me importa nada de lo que piensen o hagan con sus vidas. —¿Qué esperas para llevarte a esa que no ha hecho otra cosa que atraer problemas a la familia? —Tu nietecito insiste en hacer creer que es su espo
Cuando el auto salió de la propiedad Jeremith Rey le preguntó:—¿A dónde deseas ir?—Ella solo volteó a mirarlo por un segundo.—Creo que a un hotel, hoy no quiero darle explicaciones a mi familia de todo esto.—Está bien. —Jeremith Rey le ordenó a chofer llevarlos a un hotel. Allí pidió una suite.Rous se sentó a darle el biberón a Julieth. Jeremith Rey se sentó cerca de ella y se quedó observando a la bebé.—Está muy hermosa tu hija.—Gracias. —Hubo silencio por algunos segundos. Después Jeremith Rey agregó:—Siento mucho todo lo que sucedió.—Sé que no es tu culpa, pero si me hubieras dicho que estabas usurpando el lugar de tu hermano todo habría sido muy distinto.—Lo sé, y lo lamento, iba a dec&iacut
En el templo, los sacerdotes le dijeron a Jeremith y a Elisa.—Para hacer este sacrifico debe tener un bien propósito para que la diosa lo acepte.—¿Cómo qué propósito? —Preguntó Jeremith.—Su objetivo debe estar dirigido al bien ajeno. —Elisa agregó:—Mi hermano es el Alfa, necesita rectificar y así poder ser el guardián de la manada, creo que eso cuenta.—Sí, si la diosa lo considera un bien líder sí. Sería ideal que el sacrificio se hiciera en una noche de luna llena, así las heridas solo durarían unas horas, pero si lo hace hoy, usted su alteza deberá permanecer en ese estado de sacrificio los próximos días mientras llega la luna llena. Su hermana no puede acompañarlo en el ritual, ella no tiene culpa alguna.—¡Pero serán muchas heridas para que m
Bridget logró su objetivo y se embarazó de Jeremith la noche que él la buscó embriagado. Cuando el Alfa regresó del templo los Harrison fueron a la mansión con ella para exigirle que respondiera por su hija. —Usted es el padre y debe responder de manera correcta, Bridget no se merece tener un hijo fuera del matrimonio. —Jeremith la miró. —Está bien señor Petter, cumpliré mi responsabilidad, pero antes necesito hablar a solas con Bridget. —Ella se puso nerviosa, creyó que él le iba a reprochar su embarazo. Fueron al estudio a hablar a solas. Jeremith con un tono frio le dijo: —Siéntate. —Gracias —ella obedeció, luego él se sentó a su lado. —¿Por qué te embarazaste? Sabes que no pretendía esto. —No es mi culpa, tú me llamaste de madrugada, yo estaba desprevenida. —Si claro, te funcionó esa antigua táctica para amarrarme. —No fue táctica te lo juro, fue la voluntad de la diosa, te daré el hijo que siempre soñaste.<
Rous tenía puesto un sencillo atuendo de color negro, no usaba maquillaje y las pecas de su blanco rostro resaltaban junto con el verde de sus ojos. Su cabello rojo lo tenía amarrado en una cola baja un poco descuidada y dejaba escapar algunos mechones que bailaban alrededor de su cara. Cualquiera que la viera podía pensar que se había levantado después de una noche de copas y había salido a la farmacia a comprar algún medicamento para la resaca. Pero era todo lo contrario; Rous no iba a la farmacia, tampoco había pasado una noche de copas; pero si la había pasado en vela sin poder dormir; no solo la noche anterior, sino varias noches, desde que su esposo fue raptado días atrás; en ese momento ya todos conocían su paradero, pero eso no eximió a Rous de sus penurias, pues su esposo fue hallado muerto. DÍAS ATRÁS (El día de la boda) El alfa muy enojado le dijo a su ni
Rous tenía una inocencia que se reflejaba en su rostro; sin ningún rastro de maquillaje y sin algún indicio de ser la esposa del heredero del Alfa y de una gran fortuna se asomó a la sala fúnebre donde tenían a Jeremith. Su corazón se encogió cuando percibió el aroma de las flores que había en cada rincón; al observar el ataúd en el fondo de la sala sintió que un gran abismo se abría en su estómago. Un sentimiento de negación se alzó en su ser con mucha fuerza. “Jeremith no puede estar muerto” Sus ojos se llenaron de lágrimas y sus pies se petrificaron, ella se paralizó y no pudo continuar su marcha. El señor Rémington, quien era el abuelo de Jeremith y el Alfa de la manada Hochfinster, tenía una gran aflicción en su rostro; su nieto favorito y su heredero había muerto, él estaba desbastado. Elisa la hermana de Jeremith se percató de la presencia de Rous en la puerta y le dijo su abuelo: —Mira quien se atrevió a aparecerse. —El viejo volteó
Los días siguientes días Rous fue en repetidas ocasiones a visitar la tumba de Jeremith, allí renovaba las flores que se habían marchitado; después permanecía un rato contemplando la lápida donde estaba grabado el nombre de su mate en letras doradas. Sus sentidos agudizados por la depresión percibían el reinante silencio y soledad que rodeaba el entorno, tal y como se encontraba su alma. En los ojos de Rous se podía apreciar una gran tristeza, éstos ya no tenían lágrimas para llorar. *** El abuelo que rechazó rotundamente a Rous desde que se enteró que su nieto se iba a casar con ella, se encargó de hacerles la vida imposible a la muchacha y a toda su familia. No estaba conforme con que Jeremith y Rous hubieran hecho la división de bienes antes de contraer matrimonio. Estaba muy enojado y Elisa con veneno en sus parrabas se encargó de alimentar su ira contra la joven viuda. A Rous no le importaba el dinero de su esposo, pero nunca se imaginó la persec