Rous tenía puesto un sencillo atuendo de color negro, no usaba maquillaje y las pecas de su blanco rostro resaltaban junto con el verde de sus ojos. Su cabello rojo lo tenía amarrado en una cola baja un poco descuidada y dejaba escapar algunos mechones que bailaban alrededor de su cara.
Cualquiera que la viera podía pensar que se había levantado después de una noche de copas y había salido a la farmacia a comprar algún medicamento para la resaca. Pero era todo lo contrario; Rous no iba a la farmacia, tampoco había pasado una noche de copas; pero si la había pasado en vela sin poder dormir; no solo la noche anterior, sino varias noches, desde que su esposo fue raptado días atrás; en ese momento ya todos conocían su paradero, pero eso no eximió a Rous de sus penurias, pues su esposo fue hallado muerto.
DÍAS ATRÁS
(El día de la boda)
El alfa muy enojado le dijo a su nieto:
—¡No puedes casarte con esa omega cuando estas usurpando el lugar de tu hermano!
—Entonces no seguiré con esta mentira, ya es hora de que todos se enteren que Jeremith Reymond está muerto.
—¡No puedes hacerme esto!
—No podré seguir toda mi vida ocupando el lugar de mi hermano, somos personas muy distintas, lo único que tenemos en común es el parecido porque somos gemelos.
—Sabes que en las reglas de nuestra familia no está permitido casarse con omegas, y menos aún si no tiene una dote como esa trepadora oportunista.
—Lo siento abuelo, yo soy Jeremith Rey, no soy Jeremith Reymond, mi hermano seguía tus reglas, por eso lo elegiste a él como tu heredero, mientras que a mí me mantuviste exiliado de la manada por tantos años; Ahora no pretendas que yo renuncie a la mujer que amo. Ya es hora de que todos se enteren que Jeremith rey murió en ese accidente de avioneta.
El tío Frederick intervino:
—Rey, deberías pensar mejor las cosas, papá solo desea el bien de la manada.
—Me quedaré, pero no seguiré usurpando más el lugar de mi hermano. Hoy me casaré con Rous y nada me hará cambiar de parecer. —Jeremith Rey le entregó una carpeta al abuelo.
—Ahí está la división de bienes que Rous ya firmó, que no te quepa duda que ella no se casa conmigo por el dinero.
Jeremith Rey salió de la oficina de su abuelo decidido a casarse con Rous. Ella era una chica muy dulce y encantadora, llena de alegría; con su personalidad y su belleza cautivó el corazón del nieto del Alfa.
El alfa Reymond eligió a Jeremith Reymond como su heredero; cuando él muriera su nieto lo sucedería en el trono de la manada, pero meses atrás la avioneta donde el joven viajaba se estrelló en una montaña, los restos de sus tripulantes y pasajeros fueron casi imposibles de identificar. Al heredo lo dieron por muerto.
Jeremith Reymond en realidad sobrevivió al accidente, pero perdió la memoria, y deambuló por el bosque durante varios días. Fue hallado por un grupo de hombres lobo nativos de la selva, quienes lo llevaron a su comunidad y cuidaron de su salud.
El Alfa para cuidar su dinastía, trajo de Ucrania a Jeremith Rey, el gemelo del heredero, quien se crió lejos de la familia y de sus rigorosas reglas. Jeremith Rey era muy distinto a su hermano. este en cuando vio a la chica pelirroja llamada Rous, no lo dudó un segundo, él supo de inmediato que ella era la indicada, su lobo interior estaba muy de acuerdo, ella debía ser su compañera.
***
A pesar del percance que tuvo con su abuelo, Jeremith Rey se puso su traje de novio y llegó al consejo a contraer nupcias con la chica que amaba.
Ella ya lo estaba esperando con un sencillo vestido de novia, Rous se veía reluciente con su encantadora belleza, y su cabello rojo como de rubí. La ceremonia se haría solo por el civil, cuando llegara la noche de la luna llena sellarían su pacto de amor bajo el ritual de la luna.
—¡Te ves hermosa! —Ella sonriendo le dijo:
—Y tú te ves aún más guapo de lo que eres con ese traje de novio. ¿Y tu abuelo aprobó nuestro matrimonio?
—No. —Le agarró el mentón y con dulzura le dijo:
—Pero eso no importa, esto es entre tú y yo, no necesito a nadie más. —Él inclinó la cabeza y le dio un suave beso en sus labios—. Te amo.
—Yo te amo más. —Le dijo ella sonriendo y se volvieron a besar.
Esa tarde se casaron, y se fueron juntos a pasar tres días en una cabaña fuera de la ciudad, esta estaba ubicada en el territorio de la manada Verdunk-Moon, Rous era miembro de dicha manada.
Cuando estacionó el auto frente la cabaña, Bajaron de este, Jeremith Rey cargó a Rous y la llevó adentro.
—¡Bienvenida a nuestro provisional nido de amor! —La bajó en la sala y la besó apasionadamente—. Ya quiero hacerte el amor y no perder el tiempo para estar contigo. —Besó su cuello y tocó sus caderas. Ella se rió.
—¡Pero acabamos de llegar!
—Sabes que te amo y solo deseo estar contigo. —Ella le agarró la mejilla.
—¡Yo también lo deseo y te amo! te amo mucho. Me encanta como eres, un hombre cariñoso, sincero… tienes muchas virtudes, eres mi hombre perfecto. —Él la sujetó de la cintura y mirándola a los ojos le dijo:
—Hay algo que debo decirte. —Puso el rostro serio—. No soy quien todos en la manada piensan, en realidad soy otro hombre. —Ella mantuvo su inocente sonrisa.
—¿Qué me quiere decir?
ÉL estaba a punto de decirle a Rous la verdad, que estaba usurpando el lugar de su hermano, pero de pronto la cabaña fue invadida por un grupo de hombres armados, uno de ellos disparó varias veces al techo para amedrentar a los recién casados. Jeremith agarró a Rous y la sostuvo entre sus brazos protegiéndola, pero uno de los hombres le dijo:
—Usted vendrá con nosotros o ella se muere.
Le apuntaron a Rous, Jeremith Rey se rindió para evitar que la mataran y fue con ellos. Ella comenzó a gritar por ayuda y corrió tras ellos, uno de los hombres regresó y le dio un fuerte golpe por la cara, Rous cayó al piso inconsciente.
***
Rous despertó al rato, todo estaba en silencio en la cabaña, ella de inmediato recordó lo que había sucedido, salió a donde se encontraba el auto y sacó de allí el bolso donde tenía el teléfono celular. De inmediato marcó al 911 y pidió ayuda.
La policía tardó varios días buscando al heredero, hasta que un día hallaron un auto en el río con un cuerpo en avanzado estado de descomposición.
Cuando avisaron a la familia Remington, Frederick fue a reconocer sus restos en lugar del Alfa, pues él se rehusaba aceptar que su otro nieto también estaba muerto.
Cuando Frederick regresó con su padre le dijo:
—Esto fue hallado en la ropa del cuerpo que encontraron en el río. —Le entregó la insignia del heredero—. Eso y el traje de novio son las pruebas… era él.
El Alfa consternado se puso de pie, tomó la insignia y con tristeza dijo:
—¡Mi otro nieto muerto!
—Los siento padre. —El Alfa con soberbia le dijo:
—¡Esa m*****a omega condujo a mi nieto a la muerte, atrajo hacia él la desgracia.
Rous tenía una inocencia que se reflejaba en su rostro; sin ningún rastro de maquillaje y sin algún indicio de ser la esposa del heredero del Alfa y de una gran fortuna se asomó a la sala fúnebre donde tenían a Jeremith. Su corazón se encogió cuando percibió el aroma de las flores que había en cada rincón; al observar el ataúd en el fondo de la sala sintió que un gran abismo se abría en su estómago. Un sentimiento de negación se alzó en su ser con mucha fuerza. “Jeremith no puede estar muerto” Sus ojos se llenaron de lágrimas y sus pies se petrificaron, ella se paralizó y no pudo continuar su marcha. El señor Rémington, quien era el abuelo de Jeremith y el Alfa de la manada Hochfinster, tenía una gran aflicción en su rostro; su nieto favorito y su heredero había muerto, él estaba desbastado. Elisa la hermana de Jeremith se percató de la presencia de Rous en la puerta y le dijo su abuelo: —Mira quien se atrevió a aparecerse. —El viejo volteó
Los días siguientes días Rous fue en repetidas ocasiones a visitar la tumba de Jeremith, allí renovaba las flores que se habían marchitado; después permanecía un rato contemplando la lápida donde estaba grabado el nombre de su mate en letras doradas. Sus sentidos agudizados por la depresión percibían el reinante silencio y soledad que rodeaba el entorno, tal y como se encontraba su alma. En los ojos de Rous se podía apreciar una gran tristeza, éstos ya no tenían lágrimas para llorar. *** El abuelo que rechazó rotundamente a Rous desde que se enteró que su nieto se iba a casar con ella, se encargó de hacerles la vida imposible a la muchacha y a toda su familia. No estaba conforme con que Jeremith y Rous hubieran hecho la división de bienes antes de contraer matrimonio. Estaba muy enojado y Elisa con veneno en sus parrabas se encargó de alimentar su ira contra la joven viuda. A Rous no le importaba el dinero de su esposo, pero nunca se imaginó la persec
Después del incidente con Elisa cargaron las pocas pertenencias que ella tenía en la casa de donde se suponía viviría con su esposo. El abuelo y su tía se fueron afuera. Ella quería pasar un momento a solas en la casa que estaba cargada de muchos recuerdos. Fue al salón de piano de Jeremith, entró allí caminado despacio como si necesitara permiso para a hacerlo. La habitación se sentía tan sola y silenciosa, triste como estaba el corazón de Rous en ese momento. Encima del piano había un portarretrato donde estaba Jeremith tocando su adorado piano. La foto la había tomado Rous días antes de él morir, Jeremith estaba tan sonriente ese día. Aquella alegría reflejada en la imagen contrastaba con la tristeza en la que Rous estaba sumida en ese momento. Con sus ojos puestos sobre esa foto sus lágrimas sin pedir permiso comenzaron a bajar por su rostro, sintió un duro golpe en el pecho al pensar que nunca más volvería a oír su risa, su voz, sus bromas,
El alfa se encargó de despedir a todos los empleados que eran familia de Rous, no solo los que trabajaban en esa región, sino los que tenían algunos puestos dentro de las empresas en distintos estados del país, lo cual atrajo hacia la joven problemas extras con su propia familia que la culpaban por sus desgracias económicas y laborales. Rous que sufría fuertemente la muerte de su esposo, no recibió el consuelo de su familia, solo recibió de ellos reproches. ‹‹Eres una inconsciente, por tu vanidad ahora todos estamos pagando" ‹‹¿Si Jeremith te quería por qué te dejó tan desprotegida?›› Decían sus primos reprochándole la situación en la que se encontraban para entonces, ella no les respondía, parecía no oír sus duras afirmaciones. Pasaron algunos días; Loren, la hija de Sabrina fue la última en ser despedida de las empresas Remington, ella no vivía en casa de su familia, pero enojada fue a quejarse con el abuelo y el res
2 MESES DESPUÉS La abuela Vera oyó comentarios desagradables en contra del Alfa, Estos se debían a la persecución que el viejo Jeremith estaba contra de Rous y su familia y supo que los miembros de la manada estaban haciendo comentarios poco favorables acerca de su líder, catalogándolo como un ser injusto y autoritario. Siendo ella la Luna de la manada no podía permitir que su esposo cometiera semejante tontería dañando la reputación de su familia. Como el Alfa siempre estaba ocupado dirigiendo los asuntos de la manada o las empresas, ella decidió desayunar a solas con él en el jardín y hablar del asunto mientras comían. Primero desayunaron, después ella le dijo: —Quiero que hablemos un asunto antes que te vayas a trabajar. —Él tomó la servilleta y la pasó por su boca. —¿De qué se trata? —Se trata de lo que estás haciéndole a la familia de Rous, ¿Cómo has podido dejarlos sin sus empleo? ya todos en la manada comentan que eres muy injus
La vida de Jeremith era una gran alegría para todos en casa, pero esta fue opacada por la muerte del abuelo. Sin embargo para algunos miembros había más preocupaciones por los asuntos de la herencia y el futuro de la dirección de las empresas, ya que era obvio que estas quedarían en manos de Jeremith Reymond, además del liderazgo de la manada. El joven había regresado para dominar. Eso no era secreto para nadie, aunque muchos de los miembros de la familia no estaban de acuerdo en que el caprichoso Jeremith tomara el control de la fortuna y las empresas; sobre todo sus tíos que creían que por derecho propio de ser hijos debían ser ellos los que tomaran el control, y no el nieto favorito del viejo. Pero Jeremith no era un turroncito de azúcar al que ellos pudieran hacerle oposición, el tipo solo contaba con 29 años de edad, pero era una roca contra la que muchos se habían estrellado; y los que habían intentado oponerse en su camino habían salido mu
Por algunos días Jeremith prefirió no conocer a su supuesta esposa, sin embargo no podía evitar sentir curiosidad y ganas de saber cómo era ella. Días después de su regreso mando a buscarla. Rous se encontraba en la granja de su familia a varias horas de distancia. Habían transcurrido tres meses desde la muerte de Jeremith. Ella ya no estaba tan afligida, pero lo extrañaba mucho y lo tenía en sus pensamientos a toda hora y en todo momento; incluso dormida soñaba con él. Una tarde muy asoleada se animó de ir al arroyo. Le avisó a la tía Loren. —Iré al arroyo tía. —¿Pero vas sola? ¿No es mejor que esperes que tus primos estén aquí y te acompañen? —No te preocupes tía, me vendrá bien estar a solas un rato. —Te pondrás triste. —Siempre lo estoy, pero estar a solas con mis pensamientos me ayuda a reconfortante. Me iré en el cabello de Carl. Se puso un vestido fresco, unas sandalias y amarró su cabello de manera descuidada. S
Arribaron al territorio de la manada Hochfisnter. Un auto los esperaba en el helipuerto, George de inmediato la llevó a la mansión. Hans el mayordomo salió a recibirlos. —Hans por favor lleva a la señora a la habitación para descanse mientras el señor Jeremith regresa. —En seguida. ¿La llevo a la habitación del señor Jeremith? —George miró a la joven por unos segundos, después al mayordomo. —Mejor asígnale otra mientras él da sus instrucciones. Hans mandó a preparar una habitación, como ella no había almorzado el mayordomo ordenó que le sirvieran. Mientras comió sola en el gran comedor, Rous se preguntó por qué Jeremith no había estado para recibirla, el esposo que recordaba lo habría hecho, incluso él mismo habría ido a buscarla a la granja, ese era el patrón de comportamiento que conocía de él. Jeremith no era de esos tipos que acostumbraba a enviar a otros a hacer sus cosas, menos aún si se trataba de la mujer que tanto amaba. <