2 MESES DESPUÉS
La abuela Vera oyó comentarios desagradables en contra del Alfa, Estos se debían a la persecución que el viejo Jeremith estaba contra de Rous y su familia y supo que los miembros de la manada estaban haciendo comentarios poco favorables acerca de su líder, catalogándolo como un ser injusto y autoritario.
Siendo ella la Luna de la manada no podía permitir que su esposo cometiera semejante tontería dañando la reputación de su familia.
Como el Alfa siempre estaba ocupado dirigiendo los asuntos de la manada o las empresas, ella decidió desayunar a solas con él en el jardín y hablar del asunto mientras comían. Primero desayunaron, después ella le dijo:
—Quiero que hablemos un asunto antes que te vayas a trabajar. —Él tomó la servilleta y la pasó por su boca.
—¿De qué se trata?
—Se trata de lo que estás haciéndole a la familia de Rous, ¿Cómo has podido dejarlos sin sus empleo? ya todos en la manada comentan que eres muy injusto. —El viejo refunfuñó.
—¿Injusto? acaso piensas que dejaré que esas serpientes se mantengan cerca de mis nietos para que alguna de esas mujerzuelas se les metan por los ojos? Además no me interesa que la gente hable; sabes perfectamente que me vale una bola lo que comenten de mí.
—Está bien que no hayas aprobado ese matrimonio repentino de Jeremith, sabes como era de caprichoso cuando algo se le metía en la cabeza; pero tú debes cuidar tu reputación y la de nuestra familia. Muchos dicen que Rous era la indicada para nuestro nieto, hablan muy bien de ella, por eso debes tener cuidado con lo que haces en su contra, o terminaras dañando tu reputación.
—¿Cómo demonios pueden pensar que una débil omega podría ser la esposa indicada de mi nieto? ¿Acaso perdieron la cabeza? Tal parece que no comprenden que es una Verdunk-Moon; Jeremith jamás habría podido fortalecerse con ella siendo su Luna. ¿Y desde cuando en esta manada simpatizan con esos rebeldes omegas?
—Desde que decidiste convertirlos en mártires. —Tiró la servilleta sobre la mesa.
—Esto es increíble.
—No me agrada los comentarios que se están haciendo de ti y de toda nuestra familia. Con tu proceder nos estas afectando a todos, eso es muy vergonzoso.
—Esa cuerda de lobos rebeldes de los Verdunk-Moon se habrían adueñado de nuestra manada y la habrían conducido a la perdición… La perdición la llevan en su sangre, te lo aseguro. Mi nieto ciertamente era un muchacho caprichoso cuando se trataba de conseguir algo productivo, siempre fue un estudiante brillante, el mejor de la clase, Jeremith era un hombre de negocios, como su padre y como yo, jamás se enredó con asuntos de faldas, ¿y de pronto perdió la cabeza con una zorra oportunistas que fue a hacer sus prácticas en uno de nuestras empresas? ¿Te parece que eso era habitual en tu nieto? Es evidente que le hicieron brujería.
—Nuestro nieto está muerto —Dijo ella con tono de reproche—. ¿No es eso suficiente sufrimiento para todos? Jeremith cometió un grave error, pero tú estás empeorando las cosas.
El Alfa al verla tan enojada se quedó en silencio por algunos segundos y no le replico más. Después abrió su boca y le dijo:
—Está bien, les devolveré sus puestos de trabajo, pero no dentro de nuestras empresas, los quiero lejos de mi familia; le pediré a mis amistades que les den empleos similares al que tenían, con eso creo que es suficiente para parar las habladurías que tanto te preocupan. Pero quiero que tú les hables a todos nuestros hijos y nietos acerca de ese tipo de amoríos como el que Jeremith tuvo con esa omega; diles que son inaceptables en nuestra familia. Me reuniré con todos mis abogados y podré cláusulas estrictas en mi testamento, no pienso permitir que lo del repentino matrimonio de Jeremith con esa mujer se vuelva a repetir en mi familia. El que se atreva de ahora en adelante a cansarse con una mujer sin buena dote se quedará en la calle.
—¿De verdad piensas dejar a nuestros nietos en la calle?
—No los dejaré en la calle, solo quiero que tengan conciencia de lo que les puede suceder si ponen sus ojos en gente que nada puede aportar a esta familia.
***
MISURI
Las semanas transcurrieron, la recuperación de fue muy lenta, pero de pronto un día él recordó su nombre y algunos eventos de su vida y su origen.
Rosario al conocer que había recuperado parte de su memoria se puso muy contenta y lo abrazó.
—¡Esto es estupendo!
—No he recuperado mi memoria del todo, sé quién soy y de donde provengo, pero no recuerdo nada del invierno ni del otoño pasado; no logro recordar los últimos seis o siete meses de mi vida.
—Por eso no debes preocuparte, ya verás que pronto recordarás todo.
—¿Dime, cuál es tu nombre? —Él la agarró de ambas manos y con una sonrisa le dijo:
—No solo recuerdo mi nombre, desde anoche comencé a recordad quien soy, donde vivo, recuerdo a mi familia, también recordé a mi prometida.
—No sabes cuánto me alegra, pero ya, dime tu nombre.
—Me llamo Jeremith Reymond Remington, soy nieto del Alfa de la manada Hochfinster, y soy el CEO de empresas de mi familia. —La mujer se quedó boquiabierta.
—¿Hablas en serio?
—Sí.
—Ya sabía yo que eras demasiado elegante y sofisticado para ser un simple obrero. ¿Entonces tienes prometida?
—Sí, es la más preciosa mujer que conozco, desde ya te digo que estas invitada a nuestra boda.
—¿Y cómo se llama tu prometida?
—Bridget Harrison, te va a encantar, es una chica muy dulce y educada.
—¿Y ya le avisaste a tu familia? deben estar muy preocupados por ti.
—Sí, hablé por teléfono con mi tío Frederick, más tarde vendrán por mí.
***
El Alfa salió de una reunión y se fue a su oficina, apenas llegó su hijo le dio la noticia acerca de que Jeremith estaba con vida en Misuri. Cuando el abuelo se enteró en vez de ponerse alegre estaba como horrorizado.
—Mi nieto Jeremith Reymond?
—Si papá, no he logrado entender cómo apareció en Misuri, pero está vivo, yo mismo hablé con él por teléfono. Todo este tiempo había estado sin memoria, pero ya empezó a recuperarla.
—Pero... y el que...
—Recuerda padre que no realizamos el examen de ADN al cuerpo que encontraron en el rio, solo vimos su ropa y la insignia de la familia en su chaqueta. —El viejo tenía una expresión de terror en su rostro, se acercó hacía la ventana para coger aire.
—¿Papá estás bien? —El viejo de agarró el pecho.
—Hay algo que Ignoras de Jeremith.
—¿Qué me estas queriendo decir papá? —El viejo Jeremith se acercó a su silla detrás del escritorio y se sentó como muy cansado. Su mirada no estableció contacto con si hijo. Tardó unos segundos hasta que dijo:
—Tengo que decirte la verdad de lo que sucedió con Jeremith meses atrás cuando viajamos a Misuri.
—Papá me estas asustando, no me gusta ver ese horror en tu cara.
—Hice algo para conservar el control de la manada y el poder de nuestra familia; también hice cambios a mi testamento para evitar que se repitiera otro matrimonio como el de Jeremith y Rous; ahora que Jeremith Reymond apareció vivo debo arreglar este desastre que yo mismo propicié.
—Papá el matrimonio de Jeremith con esa muchacha no dañará la fortuna de nuestra familia. —El viejo empezó a respirar con agitación. Frederick se acercó al dispensador de agua, le sirvió un vaso y se lo entregó en sus manos.
—Toma papá, bebe agua. Como te decía, ese matrimonio no afectará la fortuna de la familia. Además dudo que mi sobrino soporte por mucho tiempo a esa muchacha, él tiene otros gustos, esto es solo un capricho suyo, es mejor dejarlo tranquilo y que se le pase el encanto que tiene con esa joven tan corriente.
—Mandé a poner unas cláusulas en mi testamento que lo obligarán a estar casado con ella por tres años o perderá la mitad de su herencia.
—Pero... ¡¿Por qué hiciste eso papá!?
—Se suponía que Jeremith estaba muerto, después de su deceso decidí poner esas cláusulas; tenía planeado reunir a todos los solteros de la familia y enseñarles esas cláusulas; con eso quería dejarles la advertencia de lo que les podía suceder en caso de que se quisieran casar con oportunistas como Rous. —Frederick impresionado con las nuevas cláusulas del testamento agregó:
—Ya entiendo, Jeremith está sujeto a esas cláusulas, lo que beneficia a esa mujer. Debes cambiar eso papá.
—Por supuesto que debo hacerlo, de no ser así mi nieto quedará sujeto a ella los próximos tres años de su vida sin que él tenga la culpa de nada.
—En parte si tiene culpa, pues decidió casarse con ella aun por encima de tu voluntad.
—Hay algo más que ignoras acerca de esa decisión que él tomó de casarse con esa…
De pronto el abuelo se apretó el pecho y su voz se puso ronca. —Frederick se preocupó al ver que a su padre se le enrojeció la cara.
—¿Papá qué te sucede? —El viejo comenzó a respirar con mucha agitación, Frederick tomó el teléfono y con afán le dijo a su asistente.
—Priscila llama una ambulancia de inmediato, creo que papá tiene un ataque.
El Alfa de la manada Hochfinster murió de un infarto mientras lo llevaban en la ambulancia hacia el hospital.
Cuando Jeremith Reymond regresó a Chicago debió ponerse uno de sus costosos trajes de color negro para asistir al funeral de su adorado abuelo. La noticia fue impactante para todos. Por un lado había muerto el Alfa de la manada; por el otro su heredero había aparecido vivo.
La vida de Jeremith era una gran alegría para todos en casa, pero esta fue opacada por la muerte del abuelo. Sin embargo para algunos miembros había más preocupaciones por los asuntos de la herencia y el futuro de la dirección de las empresas, ya que era obvio que estas quedarían en manos de Jeremith Reymond, además del liderazgo de la manada. El joven había regresado para dominar. Eso no era secreto para nadie, aunque muchos de los miembros de la familia no estaban de acuerdo en que el caprichoso Jeremith tomara el control de la fortuna y las empresas; sobre todo sus tíos que creían que por derecho propio de ser hijos debían ser ellos los que tomaran el control, y no el nieto favorito del viejo. Pero Jeremith no era un turroncito de azúcar al que ellos pudieran hacerle oposición, el tipo solo contaba con 29 años de edad, pero era una roca contra la que muchos se habían estrellado; y los que habían intentado oponerse en su camino habían salido mu
Por algunos días Jeremith prefirió no conocer a su supuesta esposa, sin embargo no podía evitar sentir curiosidad y ganas de saber cómo era ella. Días después de su regreso mando a buscarla. Rous se encontraba en la granja de su familia a varias horas de distancia. Habían transcurrido tres meses desde la muerte de Jeremith. Ella ya no estaba tan afligida, pero lo extrañaba mucho y lo tenía en sus pensamientos a toda hora y en todo momento; incluso dormida soñaba con él. Una tarde muy asoleada se animó de ir al arroyo. Le avisó a la tía Loren. —Iré al arroyo tía. —¿Pero vas sola? ¿No es mejor que esperes que tus primos estén aquí y te acompañen? —No te preocupes tía, me vendrá bien estar a solas un rato. —Te pondrás triste. —Siempre lo estoy, pero estar a solas con mis pensamientos me ayuda a reconfortante. Me iré en el cabello de Carl. Se puso un vestido fresco, unas sandalias y amarró su cabello de manera descuidada. S
Arribaron al territorio de la manada Hochfisnter. Un auto los esperaba en el helipuerto, George de inmediato la llevó a la mansión. Hans el mayordomo salió a recibirlos. —Hans por favor lleva a la señora a la habitación para descanse mientras el señor Jeremith regresa. —En seguida. ¿La llevo a la habitación del señor Jeremith? —George miró a la joven por unos segundos, después al mayordomo. —Mejor asígnale otra mientras él da sus instrucciones. Hans mandó a preparar una habitación, como ella no había almorzado el mayordomo ordenó que le sirvieran. Mientras comió sola en el gran comedor, Rous se preguntó por qué Jeremith no había estado para recibirla, el esposo que recordaba lo habría hecho, incluso él mismo habría ido a buscarla a la granja, ese era el patrón de comportamiento que conocía de él. Jeremith no era de esos tipos que acostumbraba a enviar a otros a hacer sus cosas, menos aún si se trataba de la mujer que tanto amaba. <
Más tarde Gabriel se retiró a su habitación y Alan se marchó a su apartamento de soltero; Jeremith se quedó a solas en la biblioteca pensando en cómo abordar su primer encuentro con Rous; no lo lograba comprender, pero estaba muy turbado por la situación. Envió al mayordomo por ella. Hans llamó a la puerta de la habitación en donde se encontraba Rous. —Señora Remington, su esposo desea verla en el despacho. Rous se puso de pie casi brincado de la emoción que tenía, sus ojos parecían un par de chispas a punto de volar de la alegría junto con una alegre sonrisa que se dibujó en su cara. Hans la condujo hasta abajo y la dejó frente a la puerta de madera del estudio. Tocó un par de veces. —Señor aquí está su esposa. —Él gritó desde adentro. —Déjala pasar y retírate Hans. Que nadie me interrumpa. —Como usted mande señor. —Hans abrió la puerta. —Siga adelante señora Remington. —Ella ingresó al estudio, el cual no
Jeremith parpadeó dos veces seguido y agachó la mirada consternado, Rous se percató, la confusión de su esposo se apoderó de ella, entonces quitó sus manos que las tenía encima de él y también agachó lamirada. —Disculpe por abordarte de esta manera, no pude contenerme, en verdad me siento muy feliz porque estas con vida, pero también conozco que no me recuerdas. —Siento mucho no poder recordarte, de hecho no recuerdo nada de los últimos meses, deseo con todas mis fuerzas poder hacerlo. —Sí, supongo que debes sentirse demasiado confundido. —Hay muchas cosas que necesito saber. —Quiero ayudarte en tu recuperación, sé que lo vas a lograr. —Gracias. Vamos a sentarnos. —La tomó de la mano y la llevó a la mesa de lectura que tenía cerca de la ventana de la habitación. Saco la silla para que ella se sentara, Jeremith era un tipo bastante educado. Luego él se sentó, tenía el semblante serio y cabizbajo. Jeremith deseaba despertar de un
A la hora de la cena la familia acostumbraba como todos los de la clase alta vestirse con los mejores y más costosos atuendos y joyas. Pues era considerado como una gran reunión en donde todos los de la familia se encontraban en casa y podían compartir. Todos se alistaron, Jeremith no fue la excepción. Se puso un costoso traje como si fuera a una gran fiesta. Después le dijo a Hans que le avisara a Rous que se alistara para la cena, pero ella no estaba de humor para bajar a comer con la familia. Hans fue a decírselo a Jeremith. —Señor, su esposa no desea bajar a comer con la familia. —Jeremith estaba acomodándose la corbata. —Ordena que le suban la cena a su habitación. —Sí señor. Todos los que se encontraban en casa se reunieron en la sala como a las seis de la tarde, aún faltaba más de una hora para comer. Cuando Jeremith bajó a la sala la abuela Vera con una voz imponente preguntó: —¿Y dónde está tu esposa Jeremi
A los pocos minutos salió vestido; notó que ella lo miraba con algo de desconcierto. —¿Qué sucede? —No sucede nada, ¿por qué lo preguntas? —Él se acercó y la agarró con delicadeza del mentón. —Cuando hacíamos el amor me detuviste y sostenías esa misma mirada que tienes ahora —Ella desvió sus ojos a otra parte—. Responde mi pregunta. Ella intentó apartarse, pero Jeremith la agarró con fuerza de la cintura y no le quitaba sus ojos de encima. —¿No vas a responder mi pregunta? —Solo me siento algo confusa, es que te percibo muy distinto, tu aroma es muy diferente ahora. —Él sonrió y le dijo: —¿A qué olía antes y a qué huelo ahora? —Antes emanabas el aroma de un almíbar de fresas con canela en los días de verano; también a aceite de roble oscuro de los bosques densos y oscuros… era un aroma dulce y delicioso. —Él se carcajeó. —Muy empalagoso mi aroma. —Rous lo miraba con sus ojos llenos de duda y continuó:
Todos comenzaron a tomar sus puestos habituales, Rous no sabía dónde sentarse y Jeremith no se preocupó en señalarle en donde debía ir ella como su esposa, ya que él estaba a la cabecera en lugar de su abuelo. Vera miró a la joven y con un tono frio le dijo: —Siéntate al lado izquierdo de tu mate. —cuando la abuela dijo mate, Alan se tapó la boca con el puño y comenzó a reírse de su primo, él lo miró con recelo. La abuela miró a Jeremith y le dijo: —Jeremith, ¿Qué esperas para sacar la silla de tu esposa? qué mal educado regresaste de la tumba. Jeremith se ruborizó de la rabia que le dio el mal comentario de la abuela, sin embargo obedeció y sacó la silla para Rous. —Gracias. —Le dijo ella tímidamente mientras se sentaba, él no contestó nada y evitó verla a los ojos. Elisa con descaro ojeó el atuendo de Rous, su objetivo era incomodarla, lo cual fue efectivo pues la joven se percató y descubrió la situación en la que se encontr