Todos comenzaron a tomar sus puestos habituales, Rous no sabía dónde sentarse y Jeremith no se preocupó en señalarle en donde debía ir ella como su esposa, ya que él estaba a la cabecera en lugar de su abuelo.
Vera miró a la joven y con un tono frio le dijo:
—Siéntate al lado izquierdo de tu mate. —cuando la abuela dijo mate, Alan se tapó la boca con el puño y comenzó a reírse de su primo, él lo miró con recelo.
La abuela miró a Jeremith y le dijo:
—Jeremith, ¿Qué esperas para sacar la silla de tu esposa? qué mal educado regresaste de la tumba.
Jeremith se ruborizó de la rabia que le dio el mal comentario de la abuela, sin embargo obedeció y sacó la silla para Rous.
—Gracias. —Le dijo ella tímidamente mientras se sentaba, él no contestó nada y evitó verla a los ojos.
Elisa con descaro ojeó el atuendo de Rous, su objetivo era incomodarla, lo cual fue efectivo pues la joven se percató y descubrió la situación en la que se encontr
C14 Rous se encontraba triste a la vez que indignada, y estaba esperando que Jeremith se apareciera en cualquier momento en la habitación, sabía que él estaba molesto, más que molesto furioso con ella. En sus adentros pensó: “Me iré de esta mansión, no me importa si Jeremith desaprueba mi decisión, no pienso quedarme.” Aún estaba pensando en ello cuando de pronto Jeremith entró sin llamar a la puerta, ella se sentó al borde de la cama. Por la talante con la que él ingresó en la habitación confirmó lo que ya esperaba, Jeremith estaba furioso. —¿Me puedes explicar por qué bajaste con esas fachas? me dejaste en vergüenza delante de toda mi familia. —Ella con una voz calma respondió: —No tenía ropa de etiqueta en la granja, la dejé en mi casa, tampoco me dijiste que acostumbraban a usar sus mejores atuendos para cenar. Jeremith la observó de arriba abajo. —No quiero que eso vuelva a suceder. —Se acercó y se paró fren
Rous insistía en querer marcharse. Si Jeremith ya no la recordaba y tampoco la amaba, su permanencia en esa mansión no tenía ningún sentido. Ella intentaba ser fuerte y no perder la compostura, pero por dentro tenía el corazón roto, Jeremith había vuelto a la vida solo para rechazarla.Deseaba tirarse a la cama a llorar, de sus ojos se desprendieron pequeñas lágrimas, pero ella no se permitió rendirse ante su dolor.Saco del closet la pequeña maleta que aun contenía parte de sus cosas; la puso sobre la cama y la abrió, buscó lo que tenía en la cómoda y en el baño, trajo todo, lo empacó y cerró de nuevo la maleta. Ya estaba lista para marcharse esa misma noche.Esperó un rato a que se hiciera más de noche. Llegado el momento tomó la maleta y se dirigió a la puerta y la abrió con cuidado; prim
Esa noche Jeremith no pudo dormir, dio vueltas de un lado a otro en la cama pensando en Rous, de todo tipo de pensamiento con respecto a ella le pasaba por la mente. Pensaba en los planes que tenía para deshacerse de ese matrimonio, en castigarla si descubría que era una embaucadora. Por otro lado su lobo interior le recordó en el momento cuando hicieron el amor; cerró los ojos y podía sentir la deliciosa sensación que le provocaba su piel cuando deslizó sus manos sobre su cuerpo desnudo; recordó sus besos húmedos y tiernos, los gemidos involuntarios que escapaban de su garganta producto del placer. Ansiaba repetir ese momento y estar junto a ella. Lleno de deseo pensó en darle una buena dosis de besos y caricias, explorar las zonas de su cuerpo que aún no conocía, y dejar caer el muro de dudas y prejuicios que lo apartaban de ella. Dejándose vencer por el sentimiento y el deseo de su lobo interior, se levantó de la cama, por momentos razonaba en el asu
Jeremith salió del comedor enojado y se topó con Hans en la puerta, no lo miró de frente para que el hombre no viera sus ojos llorosos, pero detrás de él venía Rous, le fue imposible evadir su mirada, por varios segundos sus ojos se quedaron paralizados con los de ella.—La señora estaba en el jardín. —Está bien Hans, puedes retirarte.—Con su permiso. —Jeremith escondió el rostro de Rous y con una voz fría le preguntó:—¿Dónde estabas?—En el jardín. —Rous se percató del afligido rostro de Jeremith, con una voz tenue le dijo:—Hans me dijo que te urgía hablar conmigo. —Él parpadeó un par de veces seguida y suspiró en silencio, no quería que ella notara sus ojos que acaban de llorar sin su consentimiento. Con talante erguido le pasó por un lado
Jeremith anheló besarla con ternura debido a la conexión que había entre ellos en ese momento, deseaba tomarla entre sus brazos y llevarla a un lugar apartado para estar solos, refugiarse todo el día en su amor y su dulzura, sentía que eso aliviaría las heridas de su alma entristecida.Se acercó a ella para besarla, Rous se quedó paralizada cuando comprendió cuál era su intención, su cuerpo temblaba y su corazón se aceleró; ella más que nadie deseaba ese beso, sentir su cercanía. Por segundos pareció estar dispuesta a corresponder a su beso.Jeremith dejó sus prejuicios y avanzó sin lugar al arrepentimiento, pero de pronto ella lo evadió con un leve movimiento de su cara a otro lado.Jeremith comprendió perfectamente lo que ella acababa de hacer, “Es más sensata que yo” Pensó y se apart&oac
Jeremith en sus adentros no comprendía la firmeza de Rous en querer separarse, otra estaría buscando el modo de conquistarlo o de por lo menos quedarse con algún tipo de beneficio económico, pero ella tenía un único interés: irse de inmediato, acabar con el lazo que los unía.Su carácter voluntarioso se aplacó y sus hombros cayeron, cabizbajo soltó su brazo y le dijo:—Quiero llevarte a tu casa.—No hace falta, no iré a mi casa.—¿A dónde vas?—Haré algunas cosas por aquí cerca, no es necesario que me lleves. —Rous no sabía de dónde le salían fuerzas para no llorar delante de Jeremith.Él intentó agarrarla de nuevo y ella lo evadió.—Déjame —Dijo serena pero contundente—. Sé cómo arreglármelas sola. —Le dio la espalda y se marchó sin mirar atrás.Jeremith dio un leve movimiento para seguirla pero el orgullo fue más grande. Se quedó inmóvil observando cómo la figura de su esposa se alejaba segundo a segundo, hasta que la perdió
Rous regresó a la casa de su familia, su primo Albert solo al ver su semblante comprendió que algo grave estaba pasando. Rous no quiso hablar y se fue a su habitación a dormir muy desanimada. Albert llamó a la granja y les avisó a que Rous había llegado a la casa y estaba muy afligida de nuevo. —Rous está como cuando Jeremith murió, bueno, cuando lo creíamos muerto. —¿Qué habrá pasado? —Preguntó la tía Sabrina. —Mañana mismo regresáramos a la manada. —Dijo el abuelo. *** Antes que todos los Remington se reunieran en la sala, Elisa buscó a Jeremith en su habitación y llamó a la puerta. —Hermano soy yo. —Puedes pasar hermana. —Elisa entró. —Te traigo buenas noticias, Bridget llegará mañana, y desea verte, le conté que solicitaste la anulación del matrimonio y se puso muy contenta. —Eso ya no será posible. —¿Qué no es posible? —La anulación del matrimonio, ya se vencieron los
Bridget llegó a la manada y fue a encontrarse con Jeremith a escondidas de sus padres, pues aún no se había aclarado el asunto de su pérdida de memoria y menos lo de su loco matrimonio con Rous. Para evitar que los descubrieran, se vieron en la cabaña campestre de los padres de Alan que se encontraban de viaje.Jeremith llegó primero y paró su auto frente a un gran portón negro de hierro, este era la entrada de la propiedad, allí la esperó.Minutos después llegó Bridget, a medida que se acercó bajó la velocidad hasta que paró su auto al otro lado de la carretera, Jeremith cruzó la calle y se acercó.Bridget bajó de su auto, sus grandes ojos estaban puestos sobre Jeremith, ella lo miraba con cierto asombro en su expresión, era la primera vez que lo veía desde que lo habían creído muerto.Se veía pe