Capítulo 2
A la mañana siguiente, Nicolás despertó a Diana con su habitual beso de buenos días.

—Diana, ayer me perdí nuestro aniversario. ¿Qué te parece si lo celebramos hoy?

—Vamos al parque de diversiones. ¿No me dijiste que querías ir?

Diana la verdad, no tenía ganas y estaba a punto de negarse, pero Nicolás ya había empezado a preparar todo lo necesario para salir, incluso había elegido la ropa que ella usaría.

Una vez en el parque, no dejó de atenderla ni un momento.

Apenas ella se humedecía los labios, él le ofrecía agua.

Si miraba un peluche por más de un segundo, él corría apresurado a comprárselo.

Carrusel, autos chocadores, rueda de la fortuna... No le importaba lo infantil que pudieran parecer las atracciones, si a ella le gustaban, él con agrado la acompañaba.

Nicolás no soltó su mano en ningún momento. Incluso cuando ella intentaba esquivarlo, él la sujetaba con más seguridad de lo habitual.

Al final, le compró un globo y lo ató a su bolso mientras sonreía:

—Diana, así nunca te perderás.

"¿Nunca me perderé?... Pero a donde voy esta vez, jamás podrás encontrarme. Nicolás, tú ya me perdiste hace mucho tiempo."

La atractiva pareja llamaba demasiado la atención, y pronto los reconocieron.

—¡Mira, son el señor y la señora Paredes! ¡No puedo creer que los encontremos aquí! ¡Qué lindos se ven juntos!

Una joven pareja se le acercó emocionada. La chica, prácticamente saltando de alegría, se dirigió emocionada a Diana:

—Disculpen... ¿podríamos tomarnos una foto con ustedes? ¡Somos sus más grandes fans!

Diana, al ver su entusiasmo, no quiso decepcionarla y con gusto aceptó. Aunque a Nicolás no le gustaban las fotos, accedió por ella.

Después de la foto, la pareja exclamó:

—¡Son tan perfectos juntos! ¡Les deseamos que sigan así por siempre!

Nicolás afirmó sonriendo, sin notar que Diana había permanecido en completo silencio. Solo ella sabía que no habría un "por siempre".

Durante el almuerzo, él revisaba de manera constante su celular. Al notar la mirada de Diana, se disculpó:

—Perdón, amor. Tengo que atender unos asuntos pendientes del trabajo. Come tranquila, en un momento estoy contigo.

Pero en ese preciso instante, Diana alcanzó a ver un regalo con forma de castillo brillar en su pantalla.

Mentía. No era trabajo, estaba viendo un livestream.

Con una sonrisa amarga, Diana abrió el stream de Mariana Escobar en su propio teléfono.

Mariana era una influencer poco conocida hasta que Nicolás la contrató en su empresa y la convirtió en la imagen de D'Gems. Todos especulaban sobre quién la respaldaba.

Lo que nadie sabía era que ese alguien era precisamente Nicolás.

En ese momento, Mariana transmitía desde la entrada del parque, presumiendo ante su audiencia:

—Miren todos, este parque me lo regaló mi novio. Si mencionan mi nombre, tienen un fabuloso descuento. ¡Vengan a divertirse!

Las manos de Diana se enfriaron al sostener el teléfono.

¿El parque donde la había llevado era un regalo para Mariana?

Los comentarios constantes comenzaron a llegar uno tras de otro en señal de duda:

—No inventes, una influencer de tu nivel no puede conseguir alguien tan rico.

—Eso es pura publicidad, cualquiera puede pararse en la entrada y decir que el parque es suyo.

—El hambre de fama te está volviendo loca, ¿sabes cuántos millones cuesta este lugar?

Mariana hizo un repentino puchero:

—¡No miento! Miren, ¿ven mi nombre aquí?

Sacó los documentos de propiedad donde claramente aparecía su nombre.

El chat comenzó a llenarse de comentarios:

—Perdón por dudar, hoy conocimos a alguien importante.

—¡Regalar un parque entero! Este hombre compite con el señor Paredes en demostraciones de amor y afecto.

—Dicen que el dinero de un hombre va donde está su corazón. ¿Por qué no encuentro yo uno así?

—Porque solo hay dos hombres perfectos en el mundo: el señor Paredes y el novio misterioso de Mariana. ¿Quién ama más a su pareja? Escriban 1 para el señor Paredes, 2 para el novio de Mariana.

La mayoría votó por el número 1, pues la admiración de Nicolás por su esposa era extraordinaria.

De pronto, apareció una cuenta llamada "Mari Corazón" y envió diez mil regalos virtuales de yates, llenando la pantalla de efectos especiales.

Los espectadores se multiplicaron de cientos de miles a millones en poco tiempo.

Un mensaje inesperado cruzó la pantalla: "Por supuesto que yo amo más a Mariana".

El chat enloqueció por completo:

"¡Apareció el novio! ¡Qué generoso eres!"

Mariana sonrió con un aire de inocencia:

—¿Ven? Les dije que mi novio me ama.

Las manos de Diana temblaban sosteniendo el teléfono. Al levantar la vista, captó la sonrisa satisfecha de Nicolás, sus ojos llenos de admiración.

Él era "Mari Corazón".

Sintió como si le hubieran retorcido el corazón con todas sus fuerzas. Aunque el dolor inicial había pasado, la angustia persistía cada vez más.

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