—¿Estefanía?
Se escuchó en el auto del otro lado de la calle. Irene que regresaba de la oficina se sorprendió al ver a Richard bajando del auto casi a mitad de la nada, pero al ver la expresión de Estefanía, pudo entender parte del problema.
Sentía que le explotaría la cabeza con su hija.
—Richard, tráela de regreso a casa.
Él rodeó el auto y abrió la puerta, Estefanía que no esperaba la situación, lo miró molesta y sorprendida.
“¡Este maldito hombre se está volviendo demasiado arrogante!”
Se movió del asiento y él rápidamente dio la vuelta y alcanzó el auto de Irene.
Estefanía tenía una terrible incomodidad que no podía describir, y no tenía con quien desahogarse, después de que Tobías hubiera comenzado su empresa de ciberseguridad y desde que Alana había nacido parecía haberle robado su atención por completo.
Además de ser igual o más molesto que Richard, era demasiado estricto y brutalmente sincero como siempre, pero su sinceridad siempre daba justo donde le molestaba. Y eso ya la había hartado.
Mientras tenía los labios fuertemente apretados, miro por la ventana y no le dedico la más mínima mirada. Su sorpresa había sido terriblemente arruinada, mientras la frustración y la indignación iban apoderándose cada vez más de ella.
En la cena, todo estuvo relativamente tranquilo, no obstante…
—¿Ahora qué hiciste?
Preguntó Tobías al notar la tensión entre Estefanía, Irene y Alan. Ella sin poder tolerarlo más, se puso de pie y subió a su habitación.
—Debemos tomar una decisión ya.
Dijo Irene mientras miraba directamente a Alan.
Él se masajeó la frente y asintió en acuerdo.
—Mañana mismo lo resolveré.
Arturo negó preocupado y miró a su familia con cierto rastro de pesar. Irene al notar su reacción se puso de pie y le dio un beso en la frente.
—No te preocupes abuelo, ya lidiaste con un niño así, creo que ahora tomaré tus consejos y los pondré en acción.
Dijo Irene con una dulce sonrisa mientras miraba a Alan con una sonrisa traviesa. Arturo sonrió mientras negaba como si todas sus mortificaciones tuvieran frente a él y palmeó suavemente la mano de Irene tratando de mostrar su apoyo.
—Sé que lo harás bien cariño.
Alan frunció el ceño algo indignado, pero no se sintió capaz de interrumpir.
Tobías terminó de comer y fue a su habitación. Mientras Alana le pedía a su madre que la llevara a dormir.
Al día siguiente, Alan le expuso el plan de acción a Irene y esta aceptó, esperando que fuera la mejor decisión.
Un poco preocupada se mordió el labio pensando en cómo decírselo, pero Alan levantó su mentón y le dió un suave beso mientras le dedicaba una sonrisa tranquilizadora.
—No te preocupes, yo me encargo.
*********
—Irás a Europa a estudiar. Ya está listo todo, saldrás en un par de semanas.
—¡¿Qué?! ¡No puedes estar hablando en serio! ¿Mamá está de acuerdo?
Alan asintió y continuó sin prestar atención a su tono ni sus quejas..
—Una cosa más. Richard desde mañana se convertirá en guardaespaldas de Tobías, Luisa y Albert cuidarán de ti a partir de hoy.
Estefanía sintió como si su sangre se hubiera drenado y hubiera recibido un fuerte golpe en la cabeza.
—¿Por qué están haciendo esto? ¡Ya soy mayor de edad, puedo tomar mis propias decisiones y de ninguna manera me iré! ¡Richard no ha hecho nada, no tienes por qué hacer cambios de esta manera!
—No hay negociación, todo este tiempo te has comportado de una manera desastrosa. No tienes control ni respeto por nada ni nadie. Y siendo honestos, hemos sido más que tolerantes.
Y en cuanto a Richard, no tienes porque alterarte, él mismo fue quien solicitó su cambio. Espero que esto te ayude en algo a recapacitar o por lo menos a abrir tus horizontes. Ya no estás en edad de comportarte como una chiquilla. A ningún hombre le gustará lidiar con alguien así…
—¡Ja! ¿De verdad papá? ¡¿Y quién eres tú para hablarme de esas cosas?! ¿No eran ese tipo de mujeres con las que te gustaba estar?
Alan se enfureció al instante y se puso de pie golpeando el escritorio con ambas manos.
—¡Ya basta! ¡Si he tenido tolerancia todo este tiempo ha sido por tu madre y tu abuelo! Pero no creas que todo esto lo pasaré por alto.
Estefanía se sentía tan herida, decepcionada y triste, que no se preocupó por nada ni nadie más en ese momento.
—¿Pasar por alto? Por favor, ¡Tu no tienes derecho de tratarme así o darme “consejos” de moralidad!
—Estefanía… Será mejor que pienses con detenimiento lo que estás por decir a partir de ahora. Si no es una disculpa, no respondo.
Ella con una mirada desafiante frunció el ceño y bajó la voz al igual que su padre.
—No voy a disculparme contigo… Papá… Deberías agradecerle a los cielos que mamá te haya perdonado. Pero no haces más que molestarla siempre con tonterías.
¿La has notado extraña? ¿Distante? ¿No te imaginas por qué?
¡Mejor ocúpate de tus zorras antes de molestarme a mí!
¡PAS!
—¡Lárgate de mi oficina! ¡Tienes estrictamente prohibido salir de tu habitación hasta que tengas que irte!
Ella que sonrió sarcásticamente ante la bofetada, no mencionó nada más y salió de la oficina en silencio. Alan estaba tan furioso que volteó la mesa frente a él en un ataque de rabia.
—¡Grrraaa! ¡¿Por qué demonios…?!
—Parece que no te fue tan bien.
Tobías entró y se sentó en el sofá de la oficina mientras veía a Alan sin aparente interés.
—¿Alguien está molestando a Irene de nuevo…?
El chico se encogió de hombros despreocupadamente antes de empezar a hablar.
Dos semanas después…
—¿Qué fue lo que le dijiste a mi padre?
Estefanía buscó a Richard por toda la mansión durante días, hasta que por fin lo encontró, en una de las partes más alejadas de la casa.
Él no se inmutó e incluso parecía esperarlo. Por lo que con su característica expresión estoica respondió.
—Únicamente expresé mi descontento con la situación. Entregué mi renuncia directamente pero no fue aceptada. En su lugar se me ofreció quedarme con tu hermano y acepté.
Ella sintió un hueco en el pecho, pero apretó los puños y ocultando lo más que pudo su sentir, sonrió con sarcasmo.
—No eres más que una rata cobarde. A partir de hoy, no volveré a mirar a un mísero empleado como tú.
Richard controló hasta el límite sus expresiones, por lo que Estefanía simplemente se alejó.
—Estefanía…
—No quiero que salgas una ridiculez emocional como “nunca te olvidaré” porque juro que te golpearé. Olvida absolutamente todo lo que pasó. Esa ocasión estaba genuinamente drogada, y tal parece que no fuiste tan genial, dado que no recuerdo nada.
Y esta será la última vez que me llames por mi nombre, eres un vil empleado, no seas tan arrogante.
Mientras le daba la espalda, disimuló su tono, pero él podía notar a la perfección lo que sentía. Pero decidió simplemente ignorarlo.
—Lo entiendo perfectamente… Señorita. Que tenga un buen viaje.
Ella no pudo moverse más, por lo que Richard en silencio se alejó del lugar. Ella estaba tan inmersa en su miseria y dolor que no se percató de que ya se había ido.
Por lo que cuando se giró para verlo por lo menos una última vez. Ya no estaba por ninguna parte.
—Eres un maldito desgraciado.
No pudo controlar el llanto, por lo que trato de no hacer ruido y tratar de sacar por lo menos un poco de su dolor alejada de la casa.
Mientras Richard, justo detrás de unos arbustos, sentía un terrible dolor en el pecho, como si algo lo retorciera cruelmente sin piedad. Lo único que le dolía más, era luchar contra las ganas terribles de correr a abrazarla y decirle que él también sentía lo mismo.
No fue sino hasta que ella se alejó, que, solo pudo deslizarse por la pared hasta el suelo y mirar la luna directamente mientras sus lágrimas caían por su rostro lleno de resignación.
—Esto es lo mejor para ti.
Los meses pasaron, el tiempo para Richard se volvió monótono, y vacío. Se sentía como si algo indispensable faltara en su vida, la tristeza y el desamparo se volvieron cosa cotidiana para él. Tobías solo viajaba de su oficina a casa, no salía y la mayoría del tiempo solo hacía rondas por la casa o edificio. La fuente en la que ella se sentaba a fumar a "escondidas", la mesa en la que se quedaba horas castigada por orden de su madre y el rincón que acostumbraba frecuentar para despotricar, cada que se enfurecía con su padre. Todos los sitios seguían igual que siempre, pero estar ahí solo, lo hacían sentir vacío. Recargando sus codos en sus rodillas, entrelazó los dedos de sus manos y suspiró profundamente mientras se cubría el rostro con ambas manos. —¿Por qué me hiciste sentir así? De todas las cosas molestas e irritantes… Sintiendo como el malestar se intensificaba, levantó la mirada al cielo ya provisto de algunas estrellas. —Tu eres lo mejor que me ha pasado en todo
Oxford, Inglaterra. Los días se fueron lentamente y llenos de una nubosidad terrible. Aunque para ella los días parecieran grises y sin sentido, en realidad eran brillantes y pacíficos para todos los demás. —Lo entiendo perfectamente… señorita, que tenga un buen viaje. Esa m*****a voz, irritante, triste y casi al borde del llanto. Estaba tan furiosa por la cobardía de Richard, que ella misma se cegó y decidió irse llena de rabia y decepción, para darle una lección. Pero a final de cuentas, parecía como si la que estuviera muriendo en vida, fuera ella misma. Desde el día en que le había entregado todo de sí, ella creyó que por fin podrían vivir juntos y gritarle su amor al mundo. No obstante… No solo eso nunca pasó, sino que Richard cada vez fue alejándose más. Hasta el punto de abandonarla por completo. Desde que le dió fríamente la últime advertencia ese día, no se sintió con la misma capacidad, menos aun, al enterarse de que él ni siquiera la tomaba en cuenta debido a que
Hace varios años atrás... —¡¿Eres estúpido?! ¡Déjate de idioteces y haz tu trabajo! Dante, padre de Richard llegó cierto día a su departamento. —¡Tienes estrictamente prohibido pasar a otro nivel, si te rehúsas, ¡Será mejor que te largues la ciudad lo más pronto posible! El hombre que estaba por retirarse así como había llegado, se detuvo un momento y se dirigió a Richard nuevamente con una voz apagada y llena de dolor y pena, mientras le daba la espalda. —No olvides la razón de porqué me odias tanto… Después de un momento, la puerta se cerró y de nuevo el lugar, se envolvió en un silencio terrible. El atroz y doloroso pesar en el pecho se volvió tal, que ni si quiera era capaz de formular una idea o pensamiento decente. La aterradora y dolorosa experiencia de su niñez, olvido de golpe tras esas palabras. Palideció aun más, y su respiración se cortó de golpe provocandole náuseas. Entendía el por qué de la reacción de su padre, incluso, si él mismo fuera un espectador y s
Después de la visita a su padre, Richard comenzó a desarrollar una idea extraña. Había odiado y extrañado a esa terrible mujer desde una edad temprana. Pero a fin de cuentas, se trataba de su madre. El hecho de que siguiera con vida, le llenó de felicidad en algún momento, no obstante, todo se convirtió en horror, odio y desesperación, al recapitular todo lo sucedido con su padre, él y su pequeña hermanita…No supo en qué momento, pero en el móvil de su mano, ya tenía marcado el número de teléfono que había guardado hacía mucho tiempo en lo más recóndito de un cajón.Estaba por colgar, cuando la voz firme pero al mismo tiempo atrayente y elegante se escuchó del otro lado.—¿Diga? Su corazón dio un vuelco como nunca había sentido, y por un segundo sintió algo terriblemente atascado en su garganta, al punto que al querer articular palabra, le causó cierto dolor. —¿Quién es?Preguntó nuevamente la mujer con un tono de voz que ya denotaba algo de irritación. Después de no obtener respu
Los días pasaron y Tobías después de interferir el sistema de seguridad del edificio en dónde vivía Richard debido a su no reconocida preocupación, se sintió más tranquilo al ver que su padre estaba ocupándose de él. No tenía idea de lo que había pasado realmente en sus vidas, y pese a sus investigaciones, no había ninguna huella digital de Dante en línea, como para averiguar a ciencia cierta, sobre su pasado. Después de hablar con varios empleados antiguos de la casa, llegó a la conclusión, de que únicamente Arturo sabía lo más importante. Cosa que no estaba dispuesto a averiguar. No había puesto mucho empeño en buscar información en alguien aparentemente inútil y fracasado. No obstante, la curiosidad tomó el control en cuanto descubrió las enormes y obvias inconsistencias en el informe que el mismísimo Arturo había ingresado al archivo. —Esto parece ser más complicado. —¿Señor? Preguntó su asistente. Ignorandolo deliberadamente, comenzó a buscar en el pasado, pero de Arturo.
—¡Richard! ¡Gracias al cielo! ¿Cómo estás? ¿Te sientes bien? ¿Cómo…? Estefanía que había intentado comunicarse con él cerca de un mes. Casi tenía un pie en el avión de vuelta a casa cuando Richard respondió. Nunca en todo el tiempo que tenía de conocerlo se había sentido tan preocupada y nerviosa. —¿Se le ofrece algo? Respondió él de manera tajante. Estefanía se quedó sin palabras por un momento, no obstante y recapitulando todo lo pasado esos meses suspiró profundamente. Trató de mantener su paciencia lo mejor posible y hablar civilizadamente.—Richard, sobre lo que salió en los medios…—No tiene de qué preocuparse, eso no es de mi…—¡Cierra la boca y escucha! Ella se encontraba completamente irritada y frustrada con él. Era un completo imbécil cuando se trataba de sobrepensar y sacar conclusiones apresuradas, por lo que tratando de contener su enojo quiso aclarar. Mientras Richard, pillado por sorpresa se quedó en silencio un segundo. —¡No tengo nada que ver con ese zoquete!
¡PAS! —¡¿Cómo es que puedes ser tan estúpida?! Larissa se cubrió la mejilla después de la fuerte bofetada de su padre. —¡No solo nos han negado cualquier trato con los Whitaker, sino que también los Jhonson y Morozov, ni siquiera una llamada quieren atender! Ella se sorprendió al escuchar que incluso los Jhonson los evitaban. «Esa perra traidora»Se dijo a sí misma recordando la actitud de sus "amigos" esa mañana. «Esos malditos traidores, van a pagar caro…»Y, después de sólo unos pocos días, las empresas de su familia ya eran prácticamente historia. —¡Eres una maldita traidora! ¡¿Cómo pudiste hacerme esto?!Larissa gritó furiosa en cuanto Marissa respondió el teléfono después de varios días. Y esta, a diferencia de toda su vida, únicamente escuchó todo en silencio e indiferente. Justo cuando Larissa estaba calmandose y a punto de disculparse superficialmente como siempre, el teléfono fue colgado del otro lado de la línea. —¿Mari? ¡Marissa! ¡Marissa! ¡Aaah! ¡Demonios! Comp
—¡¿Quién demonios te crees?! ¡Mírate! ¿Qué clase de chica llegaría como pollo mojado a casa de alguien? Ash Alguien venga y eche… —¡Mamá! Conrad desde lo alto de la escalera le gritó disgustado a su madre. Deliberadamente ignoró a la mujer y se dirigió a Larissa.—¿Lari? ¿Qué sucedió? ¿Estás bien? La chica al escuchar su sobrenombre de sus labios y ese cálido tono, sintió como en su pecho parecía florecer algo precioso y cosquilleante. «Si, él es el único que se preocupa por mí…»—¡Conrad! Samantha casi lívida de la ira, tomó el brazo de su hijo antes de que pudiera acercarse más a Larissa. —¡Recuerda quién es… tu prometida! Obviamente ambos entendían la implicación de la involuntaria pausa, no lo eran oficialmente, pero por el momento para el mundo, así era. Y, si algún rumor de infidelidad se esparcía, aún sin existir esa relación, la imagen de la familia sería un desastre. Y, era algo sí provocaría casi la demencia de Leonard. Conrad maldijo internamente debido a su impuls