Oxford, Inglaterra.
Los días se fueron lentamente y llenos de una nubosidad terrible.
Aunque para ella los días parecieran grises y sin sentido, en realidad eran brillantes y pacíficos para todos los demás.
—Lo entiendo perfectamente… señorita, que tenga un buen viaje.
Esa m*****a voz, irritante, triste y casi al borde del llanto. Estaba tan furiosa por la cobardía de Richard, que ella misma se cegó y decidió irse llena de rabia y decepción, para darle una lección.
Pero a final de cuentas, parecía como si la que estuviera muriendo en vida, fuera ella misma.
Desde el día en que le había entregado todo de sí, ella creyó que por fin podrían vivir juntos y gritarle su amor al mundo.
No obstante…
No solo eso nunca pasó, sino que Richard cada vez fue alejándose más. Hasta el punto de abandonarla por completo. Desde que le dió fríamente la últime advertencia ese día, no se sintió con la misma capacidad, menos aun, al enterarse de que él ni siquiera la tomaba en cuenta debido a que estaba por casarse.
La determinación que le había mostrado a Zulema, con el paso del tiempo iba haciendosé más una presión y maldición, que un alivio y/o motivación.
Eso le rompió por completo el corazón, orgullo y dignidad.
—¡Ay!
Estaba tan inmersa en sus pensamientos, que no se percató de que alguien más dio la vuelta en el pasillo. El chico logró mantenerse en pie, pero ella cayó toscamente al suelo.
—Que tonta, ¿Por qué no te fijas por dónde caminas?
Ella rechinó los dientes mientras lo miraba con ganas de golpearlo. Él por un segundo se quedó sin palabras debido a que la mayoría de las veces las chicas buscaban cualquier motivo o ridículo pretexto para hablar con él.
Creyó por un momento que se trataba de lo mismo, por lo que harto reaccionó molesto. Sin embargo, la irritación se convirtió en algo extraño al ver la actitud de la chica desconocida.
De una manera sorprendente vio casi en cámara lenta, cómo se ponía de pie y con todas su fuerzas le propinaba una fuerte bofetada.
¡PAS!
—¡Cretino idiota! ¡¿Eso es lo que le dices a una chica que tú mismo arrojaste prácticamente al suelo?! Imbécil.
Levantó sus cosas del suelo y se fue sin más ante la mirada completamente aturdida del chico.
—¡Conrad! ¡¿Estás bien?! ¡¿Cómo puede ser tan ruda?!
Gritó una chica que estaba cerca y unas más de sus amigas la siguieron de cerca.
—No deberías hablar así de ella Lari, ella es la hija del señor Alan de la familia Martínez, te meterás en problemas si su familia se entera.
Larissa se quedó sin palabras debido a que ellas tenían razón, por lo que torció la boca y trató de dedicarle una linda sonrisa a Conrad para tratar de hablar un poco más con él, no obstante…
Este estaba completamente sumido en sus pensamientos de una manera bastante extraña, mientras miraba la dirección en la que Estefanía se había marchado.
Conrad Whitaker, único heredero de las empresas Whitaker, había sido molestado por su padre durante semanas para dejarle claro que debía acercarse a la hija de los Martínez.
No era un secreto para nadie que su padre había estado perdidamente enamorado de “esa” mujer durante gran parte de su vida. Y ahora quería emparentar de alguna manera con ella usando de una manera tan estúpida a su hijo.
Furioso apretó los puños y se mordió el labio con fuerza.
—Mierda.
Estefanía había dejado una impresión muy profunda en él en cuestión de segundos. Eso era lo que le molestaba y al mismo tiempo lo intrigaba de una manera paradójicamente confusa.
Las chicas se sorprendieron debido a que nadie jamás había visto a Conrad reaccionar así y menos hablar de esa manera.
Sin más, se dio la media vuelta y se fue a su última clase.
**********
—No quiero excusas baratas, ¿No pueden desarrollar un prototipo lo suficientemente bueno para competir en el mercado? ¿Qué clase de inútiles son?
Tobías que estaba comenzando un proyecto por petición de Alan, estaba regañando como de costumbre a los diseñadores.
Irene lo había apoyado para desarrollar su propia empresa, y debido a su obsesiva personalidad perfeccionista, sus aparatos y sistemas de seguridad, se estaban volviendo los preferidos en el mercado, había arrasado con la mayoría de su competencia en tan solo tres años.
Aún no era lo suficientemente fuerte, pero debido a los consejos de Irene y su apoyo, su introducción al mercado había sido sólida y estable.
—Oye, necesito que hagas algo por mí.
Poniendo los ojos en blanco, miró a Alan y se quedó en silencio esperando a que hablara.
Este frunció levemente la ceja algo irritado por su actitud, no obstante, al ser quien necesitaba un favor lo dejó pasar.
—Necesito que averigües todo de esos Whitaker, hay algo que no me termina de agradar. Y me refiero a TODO, incluso si han tenido una multa de tránsito, quiero saberlo.
Mientras recapacitaba también sobre el tema, asintió algo convencido. Irene no había hecho una sola declaración y prohibió a cualquiera hacerla o hablar siquiera de la situación con la prensa.
Estefanía no había hablado con nadie y la apariencia de Richard aunque quisiera negarlo, era cada vez peor. Y eso lo estaba irritando bastante.
Después de que Alan se fue, llamó a Estefanía para saber su versión. Y esta, que aparentemente ya estaba trabajando en eso, respondió rápidamente.
—De verdad, esto no es lo que parece... ¡Ayúdame!
Su voz desesperada y cerca del llanto debido al enojo, lo hicieron fruncir el ceño mientras escuchaba su versión.
Hace varios años atrás... —¡¿Eres estúpido?! ¡Déjate de idioteces y haz tu trabajo! Dante, padre de Richard llegó cierto día a su departamento. —¡Tienes estrictamente prohibido pasar a otro nivel, si te rehúsas, ¡Será mejor que te largues la ciudad lo más pronto posible! El hombre que estaba por retirarse así como había llegado, se detuvo un momento y se dirigió a Richard nuevamente con una voz apagada y llena de dolor y pena, mientras le daba la espalda. —No olvides la razón de porqué me odias tanto… Después de un momento, la puerta se cerró y de nuevo el lugar, se envolvió en un silencio terrible. El atroz y doloroso pesar en el pecho se volvió tal, que ni si quiera era capaz de formular una idea o pensamiento decente. La aterradora y dolorosa experiencia de su niñez, olvido de golpe tras esas palabras. Palideció aun más, y su respiración se cortó de golpe provocandole náuseas. Entendía el por qué de la reacción de su padre, incluso, si él mismo fuera un espectador y s
Después de la visita a su padre, Richard comenzó a desarrollar una idea extraña. Había odiado y extrañado a esa terrible mujer desde una edad temprana. Pero a fin de cuentas, se trataba de su madre. El hecho de que siguiera con vida, le llenó de felicidad en algún momento, no obstante, todo se convirtió en horror, odio y desesperación, al recapitular todo lo sucedido con su padre, él y su pequeña hermanita…No supo en qué momento, pero en el móvil de su mano, ya tenía marcado el número de teléfono que había guardado hacía mucho tiempo en lo más recóndito de un cajón.Estaba por colgar, cuando la voz firme pero al mismo tiempo atrayente y elegante se escuchó del otro lado.—¿Diga? Su corazón dio un vuelco como nunca había sentido, y por un segundo sintió algo terriblemente atascado en su garganta, al punto que al querer articular palabra, le causó cierto dolor. —¿Quién es?Preguntó nuevamente la mujer con un tono de voz que ya denotaba algo de irritación. Después de no obtener respu
Los días pasaron y Tobías después de interferir el sistema de seguridad del edificio en dónde vivía Richard debido a su no reconocida preocupación, se sintió más tranquilo al ver que su padre estaba ocupándose de él. No tenía idea de lo que había pasado realmente en sus vidas, y pese a sus investigaciones, no había ninguna huella digital de Dante en línea, como para averiguar a ciencia cierta, sobre su pasado. Después de hablar con varios empleados antiguos de la casa, llegó a la conclusión, de que únicamente Arturo sabía lo más importante. Cosa que no estaba dispuesto a averiguar. No había puesto mucho empeño en buscar información en alguien aparentemente inútil y fracasado. No obstante, la curiosidad tomó el control en cuanto descubrió las enormes y obvias inconsistencias en el informe que el mismísimo Arturo había ingresado al archivo. —Esto parece ser más complicado. —¿Señor? Preguntó su asistente. Ignorandolo deliberadamente, comenzó a buscar en el pasado, pero de Arturo.
—¡Richard! ¡Gracias al cielo! ¿Cómo estás? ¿Te sientes bien? ¿Cómo…? Estefanía que había intentado comunicarse con él cerca de un mes. Casi tenía un pie en el avión de vuelta a casa cuando Richard respondió. Nunca en todo el tiempo que tenía de conocerlo se había sentido tan preocupada y nerviosa. —¿Se le ofrece algo? Respondió él de manera tajante. Estefanía se quedó sin palabras por un momento, no obstante y recapitulando todo lo pasado esos meses suspiró profundamente. Trató de mantener su paciencia lo mejor posible y hablar civilizadamente.—Richard, sobre lo que salió en los medios…—No tiene de qué preocuparse, eso no es de mi…—¡Cierra la boca y escucha! Ella se encontraba completamente irritada y frustrada con él. Era un completo imbécil cuando se trataba de sobrepensar y sacar conclusiones apresuradas, por lo que tratando de contener su enojo quiso aclarar. Mientras Richard, pillado por sorpresa se quedó en silencio un segundo. —¡No tengo nada que ver con ese zoquete!
¡PAS! —¡¿Cómo es que puedes ser tan estúpida?! Larissa se cubrió la mejilla después de la fuerte bofetada de su padre. —¡No solo nos han negado cualquier trato con los Whitaker, sino que también los Jhonson y Morozov, ni siquiera una llamada quieren atender! Ella se sorprendió al escuchar que incluso los Jhonson los evitaban. «Esa perra traidora»Se dijo a sí misma recordando la actitud de sus "amigos" esa mañana. «Esos malditos traidores, van a pagar caro…»Y, después de sólo unos pocos días, las empresas de su familia ya eran prácticamente historia. —¡Eres una maldita traidora! ¡¿Cómo pudiste hacerme esto?!Larissa gritó furiosa en cuanto Marissa respondió el teléfono después de varios días. Y esta, a diferencia de toda su vida, únicamente escuchó todo en silencio e indiferente. Justo cuando Larissa estaba calmandose y a punto de disculparse superficialmente como siempre, el teléfono fue colgado del otro lado de la línea. —¿Mari? ¡Marissa! ¡Marissa! ¡Aaah! ¡Demonios! Comp
—¡¿Quién demonios te crees?! ¡Mírate! ¿Qué clase de chica llegaría como pollo mojado a casa de alguien? Ash Alguien venga y eche… —¡Mamá! Conrad desde lo alto de la escalera le gritó disgustado a su madre. Deliberadamente ignoró a la mujer y se dirigió a Larissa.—¿Lari? ¿Qué sucedió? ¿Estás bien? La chica al escuchar su sobrenombre de sus labios y ese cálido tono, sintió como en su pecho parecía florecer algo precioso y cosquilleante. «Si, él es el único que se preocupa por mí…»—¡Conrad! Samantha casi lívida de la ira, tomó el brazo de su hijo antes de que pudiera acercarse más a Larissa. —¡Recuerda quién es… tu prometida! Obviamente ambos entendían la implicación de la involuntaria pausa, no lo eran oficialmente, pero por el momento para el mundo, así era. Y, si algún rumor de infidelidad se esparcía, aún sin existir esa relación, la imagen de la familia sería un desastre. Y, era algo sí provocaría casi la demencia de Leonard. Conrad maldijo internamente debido a su impuls
—¿Entonces…? —Por ahora, será mejor que mantengas el perfil bajo, te dejaré quedarte en un lugar muy especial para mí, ¿Estás de acuerdo? Larissa sintió como sus ojos se llenaban de lágrimas nuevamente, más no obstante, lo último que quería era volverse irritante para él. Se limpió furiosamente las lágrimas y asintió. —Si, está bien. «De cualquier manera mi padre ni siquiera me notará»**********Y después de varios días, Irene hizo una rueda de prensa, para desmentir chismes y demás, justo estaba subiendo las escaleras al palco, cuando alguien se acercó a entregarle un sobre. No tenía intención de verlo en ese momento, pero una foto que sobresalía llamó su atención. Eran fotos de Estefanía haciendo prácticamente todo, desde un café, la cena, sus clases en la universidad, y en varias de ellas la leyenda era la misma. «No hagas nada de lo que te arrepientas.»Rechinando los dientes, y bastante preocupada subió con una sonrisa profesional y comenzó. Y, para decepción y sorpresa
La familia Martinez de luto… Dos días después de sus confesiones, Arturo murió. La pequeña Alana lloraba desconsoladamente, mientras Irene y Alan miraban el féretro en silencio y con gran pesar. Estefanía, que había llegado tarde, lo miraba también con cierta incomodidad. Mientras Tobías, bastante lejos y algo asqueado, únicamente esperaba que el show terminara. Mientras fumaba miró por un momento las nubes algo grises. —Es increíble lo que un hombre astuto y ambicioso es capaz de lograr si se lo propone. Richard que desde ése día notó el cambio en Tobías, se dió cuenta de que la urgencia de investigar también se había reducido, lejos de instarlo por discreción o rapidez, comenzó a desdeñarlo todo y restarle importancia al grado de deliberadamente arrojar los papeles a un lado. Creyó que el mal hábito de fumar era solo en Estefanía, no obstante, al verlo, se dió cuenta de que probablemente la mala influencia realmente era él. Mientras esperaban en silencio, Tobías de