¡PAS!
—¡Eres una zorra! Con los ojos completamente abiertos y llena de incredulidad, Estefanía miró a la mujer frente a ella. No podía dar crédito a lo que había dicho, al punto en el que ni siquiera había procesado la fuerte bofetada. —¡No puedes simplemente escudarte en todo tu dinero y tus padres para arruinarle la vida a los demás! ¡Richard estaba comprometido! mocosa engreída y arrogante. La mujer completamente hecha un mar de lágrimas y rabia, se alejó caminando con firmeza del lugar. Estefanía por otro lado, parecía haber perdido la noción del tiempo y únicamente las palabras; “estaba comprometido” se repitieron una y otra vez en su mente, mientras la palidez de su rostro se intensificaba. —Comprometido… Muchos a su alrededor miraban la escena curiosos, algunos, con algo de vergüenza y otros con burla, pero a ella no le importó en lo más mínimo debido a la fuerte noticia. Zulema, su mejor amiga, se acercó a ella y la llevó a un lugar apartado de las miradas. —Ni siquiera quiso decirme que estaba saliendo con alguien… Le dijo a su amiga mientras con el corazón roto, trataba de controlar su llanto. Zulema únicamente suspiró profundamente mientras se mordía el labio con un arrepentimiento que no sería capaz de sentir nuevamente el resto de su vida. Durante la cena esa tarde, la casa estuvo envuelta en un ambiente tenso. —Mamá… yo… —Espero que seas consciente de lo que hiciste, debes saber que ese tipo de acciones son intolerables en nuestra familia y espero también, que hagas algo por tratar de compensar a Richard, eres mi hija y te amo, pero eso es algo imperdonable. Él será libre de irse con una compensación o hacer lo que quiera de igual manera con una compensación que tú misma pagarás. Ante las palabras “libre” e “irse” Estefania entró en pánico.—¡No! ¡Mamá! Richard no puede… —¡Ya basta! Tragó y de igual manera todos en la mesa se quedaron en silencio, Irene su madre, había desarrollado una intolerancia terrible ante ese tipo de trucos baratos debido a sus traumas del pasado. Tanto, que incluso estaba pensando en pedir disculpas a Richard personalmente y alejarlos definitivamente. Estaba comenzando a arrepentirse de hacerse de la vista gorda todos esos años. Richard no era malo, al contrario, en varios aspectos era muy parecido a su antiguo efímero amor, Carlos, pero desafortunadamente, lejos de ser una buena influencia para Estefania, estaba convirtiéndose en un agravante de su carácter. «No puedo permitir que mi hija se convierta en algo parecido a esa mujer…»En algún momento se notó la disposición de Richard hacia ella, a leguas se podía notar el afecto mutuo que sentían, ella personalmente había pasado por algo similar, por lo que no quiso “encadenar” a su hija con sus “responsabilidades” y agobiarla toda su vida con ello, quería que ella viviera como quisiera y no se sintiera atada a todo lo que esa posición conllevaba, si podía hacer su vida con Richard, o con quien fuera de manera libre y feliz, lo permitiría felizmente, no obstante, para Richard aun parecía ser muy difícil, por lo que decidió por fin tomar cartas en el asunto. Sin mencionar la visible tensión que se provocaba con Dante cada que los veía juntos. Aunque no lo relaciona exactamente a algo malo, con el tiempo se daría cuenta de que era mejor seguir el instinto algunas veces antes de hacer suposiciones aceleradas. Negó con la cabeza ante todos, mientras se perdía en sus pensamientos, y, aunque no lo expresara en palabras, todos podían adivinar lo que pasaba por su cabeza. Tobias, suspiro por lo bajo al recordar a su fallecida madre. Y Alan que aun no podía interceder en ese momento, no creyó que lo que su hija hiciera por obtener lo que quería estuviera tan mal, no obstante, lo que Irene dijera era ley. El abuelo Arturo por su parte y debido a su avanzada edad, tampoco la refutó y al contrario se sintió muy orgulloso de ella, así que únicamente asintió dándole la razón. Estefanía no se había sentido tan perjudicada y decepcionada de todo el mundo en ningún momento de su vida como en ese instante. Ni siquiera su propia madre podía entender o se molestaba en preguntarle lo que sentía. Lo peor, es que pese a transformarse en la villana de la familia, en el fondo no se arrepentía de nada. Ella sabía perfectamente que él la amaba, aun podía sentir sus besos, sus abrazos, sus sus caricias, esos susurros y sus miradas llenas de pasión, deseo y… amor. «No lo soñé, sé que no lo soñé…»Apretó los puños con fuerza, y decidida, se prometió a sí misma descubrir lo que ocurría con él y poder confesarle su amor algún día. Mientras tanto Richard… ¡PAS! —¡Eres un imbécil! ¡Habías prometido casarte conmigo! ¡¿Crees que soy una anciana?! ¡¿Eso es?! ¡¿Soy demasiado vieja para tus gustos?! ¡No tienes idea de cuanto te odio! ¡Escúchame bien! Jamás, ¡Jamás! Tendrás una buena vida. La mujer terminó de sacar todo lo que pudo del departamento y salió por la puerta azotándola fuertemente. Richard que no prestó atención a los golpes ni a los gritos, únicamente se quedó de pie mirando a la nada sin saber qué hacer. Todo se quedó en silencio, hasta que una llamada rompió la tensa atmósfera. Respondió sin siquiera ver quién era. —Espero que lo que me hayan dicho no sea una estupidez. No olvides cuál es tu lugar y la clase de vida que lleva ella, ¿Entendido? Después de hablar, su padre colgó de inmediato. Con un terrible dolor de cabeza, se despeinó frustrado, enojado y perjudicado. —¡Gggrrraaa! ¡Ni siquiera yo mismo, sé que demonios pasó! Gritó furioso arrojando el teléfono y partiéndolo en pedazos contra la pared. ***************** La noche había sido agitada y ruidosa, para Richard que ya estaba cansado del ajetreo, era más que un simple dolor de cabeza, por más que intentó hacer memoria, su mente en ese momento seguía clara en ese aspecto, bebió una sola copa y no supo qué pasó hasta el día siguiente. La luz del sol que se filtraba por la ventana le dio el indicio de que ya era bastante tarde, por lo que se levantó inmediatamente debido a que tenía que llevar a Estefanía a la universidad. Pero para su sorpresa, no solo estaba muy mareado aun, sino que se encontraba completamente desnudo. Bastante irritado y molesto, miró hacia la cama por reflejo, pero se quedó casi horrorizado al ver a Estefanía perdidamente dormida. —¡Oye! ¡Despierta! ¡Estefanía! ¡¿Qué rayos significa esto?! La chica únicamente se cubrió con lo que restaba de la sábana que logró rescatar de manos de Richard y se quejó como todas las mañanas. —Ahora no, deja que Susy me despierte más tarde. —Esta no es tu m*****a habitación, esto es… Al percatarse de en donde se encontraban, casi quería llorar pero no tenía lágrimas. —Un hotel barato… Estefanía como si se tratara de un interruptor, se levantó de inmediato. —¡¿Qué?! ¡Ay! ¿Por qué me duele…? Al tratar de masajear su parte baja, el color se fue de su rostro y miró a Richard con incredulidad. —Yo… Tú… Él, que estaba tratando de controlar su temperamento lo mejor posible, estaba por perder la paciencia. —¡¿Quieres dejar de hacerte la tonta?! ¡¿Qué demonios significa esto?! Ella, que tampoco tenía idea de lo que estaba pasando, se sulfuró al instante. —¿Yo? ¡¿Quién carajos se supone que es el guardaespaldas?! ¡Eres un imbécil! Ay… Al tratar de levantarse nuevamente se quejó por lo bajo y se puso de pie para dirigirse al baño. Richard completamente furioso comenzó a vestirse, estaba por salir a conseguirle ropa, cuando vio las manchas rojas en la sábanas de la cama. —Carajo Al dejar Richard la habitación, Estefanía llamó por teléfono a una de sus amigas con la que se encontraba la noche anterior. Esta sin siquiera dejarla hablar casi gritó emocionada del otro lado de la línea. —¡¿Cómo te fue?! ¡Cuéntame todo! Estefania casi escupía sangre en cuanto la escuchó. —¡¿Estás loca Zulema?! ¡¿Qué demonios hicieron?! La chica se quedó sin palabras al escuchar la voz casi quebrada de Estefanía. —O… Oye, creí que ustedes… —¡Creíste un carajo! ¡¿Tienes idea de lo que hiciste?! ¡Yo era virgen idiota! Al recordar la expresión de Richard, la vergüenza que hacía mucho no sentía y la decepción la invadieron de golpe. —Debiste ver como me miró… Wuuuu Dijo mientras se cubría la boca tratando de no hacer mucho ruido mientras lloraba, Zulema que no se esperaba ninguna de las situaciones, no supo qué hacer en el momento. —Santo cielo... ¿Sigues en el hotel? Iré por ti…Estaba por ir a buscarla, cuando la voz de Richard se escuchó del otro lado de la puerta. —Será mejor que te apresures, tenemos mucho que explicarle a tus padres en un momento. Zulema no trataba mucho con él, sin embargo, esa voz llena de enojo y fría era algo que jamás había escuchado de su parte. Aunque tratara de ocultarlo, sus miradas hacia ella siempre habían sido de afecto, no era hablador, pero nunca la “escoltaba” como si fuera una jefa, sino como algo preciado. Pero en ése momento, parecía haber retrocedido en lugar de avanzar. Comenzó a arrepentirse de lo que había hecho, en pos de “ayudar a una amiga”.Después de que Estefanía se cambiara, salieron hacia el auto, ella en ningún momento volvió a hablar debido a la a la incomodidad y vergüenza, conocía a su amiga, y en parte entendió su propósito, no obstante, desafortunadamente para ella, fue un muy mal movimiento. Lo que consideraba retórico, era que no se sentía mal, y no se arrepentía en absoluto de ello, lo único malo…—Toma. Dijo Richard dándole una botella de agua y una caja de pastillas. —No tengo idea de como diablos debes tomarlas, lee las instrucciones con atención. Y no quiero ningún otro truco, ¿Entendiste?Al leer ella sintió un ligero frío en la espalda. Sus ojos se llenaron de lágrimas, y pese a todas las sensaciones negativas logró sentir un poco más de dolor y ahora humillación. Pero mordiéndose los labios rehusandose a llorar y tratando de mantener su dignidad, bebió las pastillas anticonceptivas después de leer todo con cuidado. Richard que ocasionalmente veía por el retrovisor se dio cuenta de lo que pasaba,
—¿Estefanía?Se escuchó en el auto del otro lado de la calle. Irene que regresaba de la oficina se sorprendió al ver a Richard bajando del auto casi a mitad de la nada, pero al ver la expresión de Estefanía, pudo entender parte del problema.Sentía que le explotaría la cabeza con su hija.—Richard, tráela de regreso a casa.Él rodeó el auto y abrió la puerta, Estefanía que no esperaba la situación, lo miró molesta y sorprendida.“¡Este maldito hombre se está volviendo demasiado arrogante!”Se movió del asiento y él rápidamente dio la vuelta y alcanzó el auto de Irene.Estefanía tenía una terrible incomodidad que no podía describir, y no tenía con quien desahogarse, después de que Tobías hubiera comenzado su empresa de ciberseguridad y desde que Alana había nacido parecía haberle robado su atención por completo.Además de ser igual o más molesto que Richard, era demasiado estricto y brutalmente sincero como siempre, pero su sinceridad siempre daba justo donde le molestaba. Y eso ya la
Los meses pasaron, el tiempo para Richard se volvió monótono, y vacío. Se sentía como si algo indispensable faltara en su vida, la tristeza y el desamparo se volvieron cosa cotidiana para él. Tobías solo viajaba de su oficina a casa, no salía y la mayoría del tiempo solo hacía rondas por la casa o edificio. La fuente en la que ella se sentaba a fumar a "escondidas", la mesa en la que se quedaba horas castigada por orden de su madre y el rincón que acostumbraba frecuentar para despotricar, cada que se enfurecía con su padre. Todos los sitios seguían igual que siempre, pero estar ahí solo, lo hacían sentir vacío. Recargando sus codos en sus rodillas, entrelazó los dedos de sus manos y suspiró profundamente mientras se cubría el rostro con ambas manos. —¿Por qué me hiciste sentir así? De todas las cosas molestas e irritantes… Sintiendo como el malestar se intensificaba, levantó la mirada al cielo ya provisto de algunas estrellas. —Tu eres lo mejor que me ha pasado en todo
Oxford, Inglaterra. Los días se fueron lentamente y llenos de una nubosidad terrible. Aunque para ella los días parecieran grises y sin sentido, en realidad eran brillantes y pacíficos para todos los demás. —Lo entiendo perfectamente… señorita, que tenga un buen viaje. Esa m*****a voz, irritante, triste y casi al borde del llanto. Estaba tan furiosa por la cobardía de Richard, que ella misma se cegó y decidió irse llena de rabia y decepción, para darle una lección. Pero a final de cuentas, parecía como si la que estuviera muriendo en vida, fuera ella misma. Desde el día en que le había entregado todo de sí, ella creyó que por fin podrían vivir juntos y gritarle su amor al mundo. No obstante… No solo eso nunca pasó, sino que Richard cada vez fue alejándose más. Hasta el punto de abandonarla por completo. Desde que le dió fríamente la últime advertencia ese día, no se sintió con la misma capacidad, menos aun, al enterarse de que él ni siquiera la tomaba en cuenta debido a que
Hace varios años atrás... —¡¿Eres estúpido?! ¡Déjate de idioteces y haz tu trabajo! Dante, padre de Richard llegó cierto día a su departamento. —¡Tienes estrictamente prohibido pasar a otro nivel, si te rehúsas, ¡Será mejor que te largues la ciudad lo más pronto posible! El hombre que estaba por retirarse así como había llegado, se detuvo un momento y se dirigió a Richard nuevamente con una voz apagada y llena de dolor y pena, mientras le daba la espalda. —No olvides la razón de porqué me odias tanto… Después de un momento, la puerta se cerró y de nuevo el lugar, se envolvió en un silencio terrible. El atroz y doloroso pesar en el pecho se volvió tal, que ni si quiera era capaz de formular una idea o pensamiento decente. La aterradora y dolorosa experiencia de su niñez, olvido de golpe tras esas palabras. Palideció aun más, y su respiración se cortó de golpe provocandole náuseas. Entendía el por qué de la reacción de su padre, incluso, si él mismo fuera un espectador y s
Después de la visita a su padre, Richard comenzó a desarrollar una idea extraña. Había odiado y extrañado a esa terrible mujer desde una edad temprana. Pero a fin de cuentas, se trataba de su madre. El hecho de que siguiera con vida, le llenó de felicidad en algún momento, no obstante, todo se convirtió en horror, odio y desesperación, al recapitular todo lo sucedido con su padre, él y su pequeña hermanita…No supo en qué momento, pero en el móvil de su mano, ya tenía marcado el número de teléfono que había guardado hacía mucho tiempo en lo más recóndito de un cajón.Estaba por colgar, cuando la voz firme pero al mismo tiempo atrayente y elegante se escuchó del otro lado.—¿Diga? Su corazón dio un vuelco como nunca había sentido, y por un segundo sintió algo terriblemente atascado en su garganta, al punto que al querer articular palabra, le causó cierto dolor. —¿Quién es?Preguntó nuevamente la mujer con un tono de voz que ya denotaba algo de irritación. Después de no obtener respu
Los días pasaron y Tobías después de interferir el sistema de seguridad del edificio en dónde vivía Richard debido a su no reconocida preocupación, se sintió más tranquilo al ver que su padre estaba ocupándose de él. No tenía idea de lo que había pasado realmente en sus vidas, y pese a sus investigaciones, no había ninguna huella digital de Dante en línea, como para averiguar a ciencia cierta, sobre su pasado. Después de hablar con varios empleados antiguos de la casa, llegó a la conclusión, de que únicamente Arturo sabía lo más importante. Cosa que no estaba dispuesto a averiguar. No había puesto mucho empeño en buscar información en alguien aparentemente inútil y fracasado. No obstante, la curiosidad tomó el control en cuanto descubrió las enormes y obvias inconsistencias en el informe que el mismísimo Arturo había ingresado al archivo. —Esto parece ser más complicado. —¿Señor? Preguntó su asistente. Ignorandolo deliberadamente, comenzó a buscar en el pasado, pero de Arturo.
—¡Richard! ¡Gracias al cielo! ¿Cómo estás? ¿Te sientes bien? ¿Cómo…? Estefanía que había intentado comunicarse con él cerca de un mes. Casi tenía un pie en el avión de vuelta a casa cuando Richard respondió. Nunca en todo el tiempo que tenía de conocerlo se había sentido tan preocupada y nerviosa. —¿Se le ofrece algo? Respondió él de manera tajante. Estefanía se quedó sin palabras por un momento, no obstante y recapitulando todo lo pasado esos meses suspiró profundamente. Trató de mantener su paciencia lo mejor posible y hablar civilizadamente.—Richard, sobre lo que salió en los medios…—No tiene de qué preocuparse, eso no es de mi…—¡Cierra la boca y escucha! Ella se encontraba completamente irritada y frustrada con él. Era un completo imbécil cuando se trataba de sobrepensar y sacar conclusiones apresuradas, por lo que tratando de contener su enojo quiso aclarar. Mientras Richard, pillado por sorpresa se quedó en silencio un segundo. —¡No tengo nada que ver con ese zoquete!