Al día siguiente,
Melisa
Desperté muy temprano con la luz entrando tímida por las rendijas de las cortinas, observe mi teléfono y todavía faltaban muchos minutos para que mi despertador haga su trabajo, pero asi fue mejor. Tardé unos segundos en recordar dónde estaba, por qué estaba aquí… y lo más importante con quién.
Gire lentamente y ahí estaba él. El presidente de la empresa Novak dormía acompasadamente sobre el sofá que estaba junto a la ventana, verlo ahí tan incomodo hizo que una sonrisa pequeña, privada, casi culpable se deslizara por mis labios. A pesar de todo lo que había pasado la noche anterior, del roce incómodo de la verdad, del fuego que se había encendido entre nosotros cuando su cuerpo estuvo sobre el mío... él había elegido no cruzar la línea. Y eso, viniendo de un hombre que podría tener a quien quisiera, era… inesperadamente tierno y yo no podía decir si estaba agradecida o desilusionada.
Me senté en la cama y pude ver mi aspecto, el pijama no era nada provocativo, mi cabello estaba todo enredado por la noche que pasé y mi rostro debía estar pálido debido a la falta de maquillaje, levantó la mirada para verlo a él y peco de envidia… mi jefe está ahí, sin camisa y doblado en dos, sin embargo, así como esta se ve tan… atractivo y encantador.
Como si dormir incómodo fuera otro de sus talentos ocultos.
Me levante con sigilo, camine casi de puntitas hasta llegar al baño, debía estar lista antes de que él abriera un ojo y asi fue. Cuando salí, él seguía dormido, pero se había movido, dejando un brazo colgando por el borde del sillón. Sonreí. No pude evitarlo. Me había olvidado de que debajo de toda esa fachada de CEO exitoso existía un ser humano, y uno capaz de amar con fiereza a una mujer.
Tengo que despertarlo, pero no sé cómo, me acerco lentamente, estiro mi mano para tocar su hombro, de pronto lo veo bien, sus ojos estaba abiertos y antes de que pudiera decir algo senti como me jalo hacia él… ¡Oh Dios! Mi corazón comenzó a latir acelerado.
Estaba sentada sobre él, incluso podía sentir algo duro debajo de mío, sabia que me estaba avergonzando, solo a mi se me ocurren estás cosas, debí salir de allí y dejarlo solo, pero ahora ya no sé qué hacer.
-- Buenos días señor Novak – dijo casi en un susurro, no quiero mirarlo a los ojos, sería demasiado peligroso hacerlo, necesito levantarme sin mirar atrás.
-- Lo lamento señor, pero tenía que despertarlo – me disculpe sin saber por qué.
-- Esta bien Melisa, no tienes que disculparte. Fue solo una reacción, discúlpame tu por jalarte asi – me dice y yo asiento. Es bueno saber que un hombre asi reconoce cuando comete un error.
-- Vas a levantarte o quieres terminar lo que debimos hacer aquella mañana – oírlo me recordó que estaba sobre él, no espere que diga nada más, me levante tan rápido como pude y salí de la habitación, no solo eso, salí huyendo de la suite.
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Melisa cerro la puerta y corrió por el pasillo hasta llegar al ascensor, pero pudo oír la risa de su jefe mientras se alejaba.
Sebastian luego de levantarse con algo de dificultad debido a su estado de excitación, ingresó al baño, una ducha fría antes de empezar no le venía nada mal.
El desayuno fue tranquilo. Una conversación superficial sobre los ponentes del día, los temas a tratar y el café demasiado amargo del hotel. Pero la tensión sexual que existía entre ellos, esa que había flotado en el aire desde anoche, seguía ahí, invisible pero espesa.
Ingresaron al salón donde sería la conferencia, el ambiente era formal, lleno de empresarios y asistentes con tarjetas colgando de su cuello, risas fingidas y frases vacías.
Fue en medio de ese murmullo elegante cuando una mujer apareció… alta, pelirroja y de cuerpo delgado, perfectamente consciente de lo que tenía por mostrar, y mientras todas las miradas se posaron en ella, Mariel solo tenía ojos para alguien más, y ese era su jefe Sebastian Novak.
-- ¡Sebastian! – la voz cantarina de la mujer hizo que hasta las paredes voltearan a mirarla. Sin embargo, su jefe solo resopló.
-- ¿Quién es esa mujer? – pensé y al oír la respuesta de mi jefe supe que había hecho la pregunta en voz alta, arrepintiéndome de aquello.
-- Mariel – respondió entre dientes él.
-- ¿Mariel? – repetí como boba,
-- Asi es, Mariel. Un error del pasado que no sabe irse –
a mujer se acercó con paso seguro, con la sonrisa ladeada de quien no teme una negativa.
-- Hace siglos que no te veía. Que coincidencia encontrarnos justó acá, en esta isla tan paradisiaca – le dijo, ignorando mi presencia como si fuera parte del decorado.
-- Sigues igual de guapo, me encantaría saber la receta – Sebastian lanzó una sonrisa diplomática, no quería llamar la atención de la gente, mucho menos de quien había llevado como acompañante.
-- Me cuido de no mezclarme con gente indebida – le lanza él y Melisa abrió los ojos al oír lo que decía, durante la noche anterior él pudo humillarla, hacerla sentir menos o incluso aprovecharse de ella, pero no lo hizo. Y ahora ¿Qué estaba pasando con esta mujer?, ¿Por qué la esta tratando tan mal? Se preguntaba Melisa asombrada.
-- Vamos Sebastian no es bueno guardar rencores – respondió Mariel.
Melisa estaba perdida en la conversación, no sabía lo que había pasado entre ellos, pero algo dentro de su interior la instaba a averiguarlo, aun cuando ninguno de los dos se daba cuenta de su presencia.
-- ¡Melisa! – de pronto todo cambio, alguien decía su nombre a gritos, ahora no solo Sebastian giró para prestarle atención, lo hizo también la mujer que estaba frente a él. Melisa con la mirada erguida observaba como su compañero de universidad se acercaba a ella.
Después de lo que pasó en la fiesta de graduación, lo último que quería era encontrarse con alguien de allí, pero el destino era muy cruel con ella, y ahí estaba nada más y nada menos que Marcelo el amigo de todos, el mismo que había activado el teléfono con la imagen de su ex y Sofia.
-- Marcelo – respondió ella levantando la mirada,
-- Lo siento mucho mujer, nunca espere que ese teléfono mostrara tal situación. Te estuve buscando para aclararlo, pero tu teléfono – ella no lo dejó continuar, estaba ahí como la secretaria de Sebastian, no sería de buena educación hablar de cosas personales con un amigo, sobre todo porque esas cosas personales, le recordaban su humillación y dolor.
-- Será mejor que lo dejemos asi. Prefiero no volver a hablar del asunto –
-- ¡Oh! Lo siento, esta bien. Si eso quieres será lo mejor, pero debes saber que… –
-- No necesito saber nada Marcelo, la relación entre Francisco y yo se terminó – lo aclara y el hombre a su lado mira por sobre su hombro, desde ahí podía ver a Francisco acompañado de Sofia, el joven empresario había sido enviado por la empresa donde trabajaba, y Sofia siempre arrastrada había decidido acompañarlo.
Melisa no los podía ver, estaban detrás de ella. Marcelo se limitó a sonreír con duda, sabia que cuando esos tres se juntaran ardería Troya, y sonrío esperando el mejor lugar cuando ocurriese la confrontación.
Sebastian por su parte miraba a Marcelo con precaución, no le gustaba que estuviera cerca de ella, mientras que Mariel levantó una ceja al notar lo que pasaba…
¿Quién es Mariel y que quiere de Sebastian? ¿se volverán a enfrentar Melisa con Francisco y Sofia...? si te gusta mi novela inscríbete a ella. Suerte!
Mariel con una ceja levantada observaba el comportamiento de Sebastian, algo dentro de ella se activó. Hace una década que está detrás de ese hombre, en su vida se había propuesto ser la esposa del Presidente Novak, pero las cosas nunca salían como quería. Cada vez que se enteraba de que él asistiría a una evento lejos de la ciudad ella se las arreglaba para asistir también, sin embargo, su fiel asistente Daniel siempre se había encargado de alejarla, esta vez ella notó que Daniel no estaba allí, viendo la posibilidad de que su esperado plan por fin de frutos.-- Sebas, sabes que estoy con el equipo de inversiones de la Corporación Zafiro – le dijo, y tomó su brazo apoyándose con familiaridad sobre él. -- Me encantaría ponernos al día. ¿Tienes un momento para mí? – su voz melosa comenzaba a molestar al jefe, la forma como lo llamó también, los únicos que podían llamarlo así eran sus abuelos, y no lo hacían nunca porque sabían que a él le molestaba demasiado.De pronto Sebastian giró h
Melisa parpadeo sin responder, luego lentamente, acercó su mano a la de él, entrelazando los dedos sin más palabras.-- ¿Sabías que él estaría aquí? – le preguntó el presidente sin mirar en su dirección.Ella negó.-- Y no está solo –-- Me lo imaginé –-- No quiero huir, pero tampoco quiero fingir que no me afecta. Así que... quiero lucir feliz, fuerte. Que se ahoguen con su culpa. Si es que tienen alguna –Sebastián apretó un poco más su mano, sin dejar de mirarla.-- Entonces anzuelo, vamos a darles un espectáculo – le dijo y la acercó a él. La jornada del día terminó con una fiesta cocktail en la noche, ninguno de los dos quería asistir, pero debían hacerlo si querían dejar clara su posición.Como en el itinerario que le envío Daniel aparecían todos los eventos, Melisa llevó vestimenta para cada ocasión, sin embargo, al querer pasar desapercibida de su jefe, colocó en su maleta trajes pasados de moda, nada que pudiera mostrar su verdadera belleza y cuando Sebastian observó sus ves
La fiesta de graduación estaba llena de luces cálidas y música emocionante, Melisa estaba de pie en la entrada como el hada de un cuento, atrayendo la mirada de todos.Llevaba un vestido de noche blanco tan ajustado que delineaba cada curva de su cuerpo, su cabello de color nogal le llegaba hasta la cintura, cubriendo el enorme escote de su espalda. Su piel blanca como la porcelana, y sus ojos, esos hermosos y rasgados ojos que tenían el magnetismo salvaje de una gata de un color que no podía definirse entre verde uva o celeste. Era el tipo de mujer que recordarías, incluso si solo la conocieras una vez en la vida.Se movía entre sus compañeros con una gracia que atraía miradas de asombro, se podía oír el murmullo de voces conocidas susurrando:-- Por dios mujer ¡Estás guapísima! –-- Esta tan hermosa que no la reconocí –-- Que ha hecho estos meses, la pandemia parece haberle favorecido –Melisa mostraba una leve sonrisa, su corazón estaba llenó de expectativas por su prometido Franc
Cuando Melisa despertó la luz le caía sobre una parte de la cara, todavía no llegaba a amanecer del todo, pero por una rendija de la cortina la luz se filtraba llegando justo a donde estaba ella.Melisa abrió un ojo y luego el otro, el techo que veía frente a ella era de un blanco insultante, su departamento no tenía los techos asi. El dolor de cabeza que sintió era proporcional al desastre que había sido su noche en la reunión.Se sentó lentamente, las sabanas cayeron mostrando su desnudes. A su lado un hombre dormía de espaldas,-- ¡Oh no! – quiso gritar, pero no pudo, las palabras no salían de su boca. Ella miró la habitación y se dio cuenta que no era su departamento y ese hombre obviamente no era Francisco.El tipo de espaldas era mucho más alto, mucho más atlético y por lo que podía recordar, estaba muy bien dotado.Su cabello oscuro completamente desordenado y su respiración tranquila le indicaban que seguía dormido.-- Me tengo que ir… ¿Qué carajo me pasó? – susurró nuevamente
El fin de semana fue un infierno para Melisa, pasó ambos días en la cama recordando lo que le hicieron Francisco y Sofia y recordando también la agradable manera como tomó venganza, pero no podía evitar pensar en cómo llegaría el lunes al trabajo.Por otro lado, Sebastian Novak no dejaba de pensar en la joven que estuvo con él, esa mañana al despertar y ver la nota con los billetes se sintió iracundo, lleno de furia por haber sido confundido con un gigolo, pero luego cuando encontró su billetera y supo que esos billetes eran suyos no pudo evitar sonreír por la audacia de la jovencita.El importante CEO quería a toda costa saber quien fue la mujer con la que pasó la noche, pero no había forma de hacerlo, el hotel tan lujoso donde estaba tenía una política clara de seguridad, no había cámaras en los pasillo y mucho menos en el bar. El hombre se jalaba los cabellos mientras esperaba que su asistente pase por él, era la ventaja de ser quien era, pues su asistente personal no tenía horario
Sebastian volvió a levantar la mirada con el ceño fruncido, había visto a la joven que postulaba para su secretaria por las cámaras, pero algo no estaba bien, ella parecía diferente ese día, se veía extraña.Luego movió la cabeza tratando de no pensar y volvió a bajar la mirada hacia los documentos que ella llevó, en el momento que su teléfono personal timbró.Melisa salió de la oficina como un misil humano, lo más rápido que pudo. Regresó a su cubículo y se dejó caer en la silla, tapándose el rostro con las manos.-- Ok… estoy segura de ese hombre sospecha de mí. Seguro me va a despedir. O peor… quizás como esas novelas en línea, me va a pedir una relación formal para evitar habladurías, tendré que casarme con él y tener cinco hijos con alguien que ni se acordaba de mi cara – se quejó en voz baja.-- ¿Está todo bien? – le preguntó una de las chicas que estaba cerca de ella.-- Perfectamente. Solo estaba considerando convertirme en monja – bromeo.El resto del día se la pasó evitando
Y tal como lo esperaba, ahí estaba Sofia su ahora ex mejor amiga.Con su vestido ajustado, su sonrisa venenosa y ese perfume caro que siempre usaba como si pudiera esconder la podredumbre que tenía en su interior.-- ¿Dramática? – repitió Melisa furiosa.-- ¿Tú me estás llamando dramática? –-- Vamos mujer fue solo sexo, no matamos a nadie que yo sepa ¿o sí? – dijo Sofia con indiferencia, aunque abrió los ojos asombrada al ver en cambio en su rostro, Melisa siempre perfecta, bella y adorable esta vez estaba con unos lentes que recordaba Sofia haberlos utilizado para un fiesta de disfraces en el departamento de Melisa, pensando que quizás la había tumbado más de lo que imaginaba, sintiéndose triunfadora, al menos esta vez.Por el contrario, Melisa sin darse cuenta de su nuevo look quería gritar que era a ella a quien habían matado en su interior, pero no lo hizo, debía mantener la compostura si aún esperaba que la contraten de manera permanente.-- ¿De verdad vas a hacer una telenovela
Melisa se arregló la blusa por segunda vez mientras caminaba por el largo pasillo. Se sentía ansiosa, estaba segura de que si miraba su rostro en un espejo en ese momento su reflejo le devolvería una mirada de nerviosismo puro. Respiró hondo preguntándose, ¿Cómo era posible que alguien que había enfrentado a su ex prometido y a su ex mejor amiga minutos antes, ahora se sintiera así de vulnerable por una reunión laboral? Pero la respuesta estaba clara.No era solo una reunión laboral, y no era con su jefe con quien se juntaría en segundos, era “la Reunión” con el hombre con quien pasó una noche de “sexo alocado y salvaje” en la oscuridad de una habitación de hotel…Sebastian había subido minutos antes, estaba agitado por caminar rápidamente, pero aspiró una buena cantidad de aire antes de que ella ingresara, como un novato inexperto el presidente de las empresas Novak no sabía qué hacer.-- Melisa puedes pasar el señor Novak te ha estado esperando – le dice Daniel el asistente personal