Melisa se arregló la blusa por segunda vez mientras caminaba por el largo pasillo. Se sentía ansiosa, estaba segura de que si miraba su rostro en un espejo en ese momento su reflejo le devolvería una mirada de nerviosismo puro. Respiró hondo preguntándose, ¿Cómo era posible que alguien que había enfrentado a su ex prometido y a su ex mejor amiga minutos antes, ahora se sintiera así de vulnerable por una reunión laboral? Pero la respuesta estaba clara.
No era solo una reunión laboral, y no era con su jefe con quien se juntaría en segundos, era “la Reunión” con el hombre con quien pasó una noche de “sexo alocado y salvaje” en la oscuridad de una habitación de hotel…
Sebastian había subido minutos antes, estaba agitado por caminar rápidamente, pero aspiró una buena cantidad de aire antes de que ella ingresara, como un novato inexperto el presidente de las empresas Novak no sabía qué hacer.
-- Melisa puedes pasar el señor Novak te ha estado esperando – le dice Daniel el asistente personal, quien había visto a su jefe salir en busca de la joven, pero lo vio volver apresurado solo minutos atrás.
Sebastian era muy estricto con los horarios, nunca antes nadie había osado presentarse tarde a una citación con él, pero las cosas con Melisa eran diferentes, sobre todo ahora que estaba seguro de que ella era la joven de la nota.
Sebastian ya había sentido una familiaridad en ella cuando ingresó a su oficina llevando los informes que pidió, incluso, le pareció extraña la forma como iba vestida, no recordaba que ninguna mujer en su piso vistiera así de feo, pero lo dejó pasar.
Sin embargo, en ese momento no podía quitar de su mente los recuerdos de aquella noche y mientras estos revivían una y otra vez, la imagen de su futura secretaria aparecía en ella de manera fugaz.
Melisa asintió, apenas se acercaba a la puerta podía sentir como el aire cambiaba, parecía más denso, más exclusivo, más… Sebastian. Melisa tragó saliva y empujó la puerta de la oficina.
Sebastián estaba de espaldas a ella, mirando por la ventana como todo CEO que se respeta cuando quiere parecer introspectivo.
-- Cierra la puerta, por favor – dijo con esa voz que ahora resonaba diferente en su interior. Ya no era solo grave y autoritaria. Ahora también tenía ecos de gemidos, susurros y cuerpos desnudos.
Melisa obedeció en silencio, cerró la puerta y luego giró para observar la enorme espalda de su jefe. De pronto Sebastian sintiendo el peso de su mirada gira para quedar frente a ella, sus ojos se cruzaron una vez, pudo notar que la joven Hart desviaba su mirada, algo extraño, aunque no tanto, al fin de cuentas él era el hombre con el que tuvo sexo salvaje.
La oficina estaba en completo silencio, un silencio tan espeso que podría haber sido cortado con una tarjeta corporativa.
-- Siéntate por favor – le ordenó Sebastian sin dejar de mirarla. Melisa se sentó cruzando las piernas de una manera casual, pero ese simple movimiento a Sebastian le pareció demasiado sensual, desviando la mirada de ella, preguntándose ¿Qué carajo le estaba pasando con esa mujer?
Muchas noches había pasado con mujeres, pero Melisa… ella había sido la única que le dejó dinero por sexo, la única que lo había confundido con un gigolo, la única que se acostó con él, sin saber que era Sebastian Novak…
-- Señor Novak quería disculparme por la tardanza, yo – él la detuvo, no dejó que continúe hablando, sabía muy bien porque se tardó.
-- Esta todo bien Melisa. Te agradezco que hayas venido a pesar de que esta reunión no estaba en tu agenda – le dijo.
-- Siempre estaré disponible para lo que necesite señor – esas palabras sonaron demasiado peligrosas en los oídos de Sebastian, y algunas imágenes y susurros volvieron nuevamente a su mente…
Melisa luego de responder así, se maldijo por la forma como lo dijo, haciendo que su rostro adquiera un tono sonrojado por la vergüenza.
Sebastian la miró con detenimiento, parecía como si la jovencita frente a él también tuviera algo que ocultar, algo intimo relacionado a aquellas palabras, algo que podría destapar de una vez por todas su noche de pasión.
-- ¿Cómo estuvo el fin de semana? – le preguntó de pronto su jefe, Melisa abrió los ojos, no era lo que esperaba.
“No, no, no… ¿Cómo puede preguntarme eso? ¿acaso sabe que fui yo? O ¿será parte de una charla casual?... De verdad… ese era el camino. Melisa no quería mirarlo, sabía que en sus ojos estaba la satisfacción que vivió con él, solo minutos atrás la recordó delante de su ex… asi que intentando sonar tranquila y sin dejar de mirar un punto fijo sobre el escritorio ella respondió”
-- Estuvo tranquilo señor, como siempre – mintió con desfachatez, pero era lo que debía hacer.
-- ¿Asi nada más?, tranquilo como siempre – le volvió a preguntar, y Melisa quería salir corriendo de allí. Era obvio que no fue nada tranquilo, tuvo sexo salvaje con él y lo disfrutó demasiado, más de lo que había disfrutado todo el tiempo que estuvo con su ex…
-- Bueno, algo movido señor. Pero nada fuera de lo común –
“¡Oh sí! Como no, ¡Ja! Una doble traición, una borrachera infernal, sexo con tu jefe y una confrontación estilo serie de N*****x. Lo más común del mundo pensó.
-- Me alegra – respondió Sebastian.
Un segundo después hizo algo fuera de lo común que la descolocó por completo. Su jefe se acercó al escritorio y en lugar de sentarse en su sillón o en la silla al lado de ella, se sentó justo en la orilla de la mesa, quedando demasiado cerca de ella, tanto que Melisa llegaba a oler su perfume, el mismo que invadieron sus fosas nasales el fin de semana.
¿Qué está pasando acá? ¿Por qué esta tan cerca? Melisa comenzaba a levantar los letreros de peligro, ella no podía respirar, aguanto la respiración sin darse cuenta. Quería controlar su corazón que comenzaba a acelerarse por la cercanía de su jefe, estaba segura de que, si ese silencio continuaba así, él podría oír sus latidos como lo hacia ella.
Melisa trago saliva esperando que actúe.
-- ¿Se acaba de graduar no es asi señorita Hart? – le pregunta y Melisa asintió levantando la mirada hacia él. Sebastian ahora no la estaba tuteando como siempre lo hacía,
“¿será que me va a despedir?” esa pregunta rondaba en su cabeza.
-- Entonces… ¿Usted estuvo en el hotel Imperial en la fiesta de graduación este fin de semana, no es asi? – ella abrió los ojos como platos, pero al segundo los cerró.
“¡Bingo! Pensó el detective Novak al ataque. Pronto descubrirá quien soy.
-- ¿Cómo lo supo señor? – le preguntó fingiendo sorpresa, como toda una actriz profesional.
-- Tu nombre apareció en la lista de invitados a uno de los salones del hotel – respondió, y ella abrió los ojos asombrada.
“¡Maldición! Como no recordé que ese hotel pertenecía a la empresa Novak”
Melisa quería jalarse los cabellos, pero eso solo confirmaría que tenía algo que ocultar, así que no lo hizo.
-- ¿Fue una noche larga no es así? – preguntó Sebastian, antes de confirmar que era ella, revisó cada evento ocurrido en el hotel, y solo fueron dos… esa fiesta de graduados y su propia reunión.
Sabía muy bien que la mujer con quien estuvo había acudido a una de ellas, su fiesta quedó descartada al ser de puros hombres, asi que por su vestimenta y la borrachera que traía solo quedaba la fiesta de graduación.
-- Si lo fue – respondió ella, luego bajo la mirada incomoda.
-- Asi es, también estuve en una reunión esa noche – le dijo él con un tono más bajo. Casi… ¿provocador? Le estaba dando la oportunidad perfecta para confesar, pero ella no lo hizo.
Melisa sentía cómo se le aceleraba su corazón. El aire acondicionado estaba a 17 grados, pero ella se sentía ardiente, su cuerpo sudaba como si la estuvieran interrogando bajo una lámpara de calor.
-- Sobre la información pendiente – dijo de pronto cambiando de tema, ella había terminado el informe y pudo notar que algunos de los porcentajes entregados no eran los reales, debía aclarar el tema sino quería tener problemas en el futuro.
-- Hay unas modificaciones que debo hacer, si fuera posible que me devuelva el informe – le pide mientras Sebastian no deja de mirarla.
-- ¿Está segura de que solo fue una noche larga? –
Melisa se vio obligada a sonreír con profesionalismo, no le estaba resultando su plan sobre desviar la comunicación.-- Asi es señor Novak, solo fue una noche larga de celebración –-- ¿Y no hay… nada más que quiera contarme? Digo sobre esa noche. ¿te pasó algo interesante? –Melisa abrió los ojos sorprendida, luego bajo la vista. Sabía que estaba caminando sobre cristales ¿Qué tan claro lo tenía todo? ¿La había reconocido o no? Y ahora ¿Solo la estaba tanteando? No podía estar segura de nada, así que decidió arriesgarse.-- No comprendo a que se refiere señor. No entiendo a donde quiere llegar, podría ser más claro –Tenerlo tan cerca la estaba poniendo nerviosa. Sebastian lo notó y se puso de pie. Caminó nuevamente hacia la ventana y dijo algo que la dejó sin aliento.-- ¿Crees en las casualidades, Melisa? – ella trago secó, claro de creía en ellas, si no, nunca le hubiera pasado lo que le pasó.-- Depende de que casualidades señor – se hizo la loca.-- De esas que hacen que termines
Melisa sintió que el suelo desaparecía debajo de ella, el golpe fue directo. Ella sintió como la vergüenza subía desde la boca del estomago hasta la punta de sus orejas, las que comenzaban a ponerse coloradas. Él había dicho aquello de una manera tan directa, tan real, sin anestesia.-- ¿Entonces… lo supiste todo este tiempo? – él asintió y luego negó.-- Algo asi –-- Yo... lo que ocurrió fue un error – murmuró, sus manos pasaron de su rostro hacia su pijama, torciendo los dedos en ella. – Yo estaba... estaba confundida… en realidad no sabía lo que hacía, lo siento… –Sebastián Novak tenía fama de ser un hombre que lo controlaba todo: sus negocios, su empresa, su imagen… incluso sus emociones. Pero en ese instante, con Melisa debajo de él, con su cuerpo latiendo tan cerca, su pijama desordenado, el cabello revuelto sobre su almohada, y sus labios entreabiertos por la tensión, todo su control se tambaleó. Melisa lo provocaba solo con su mirada, con sus labios… sus ojos… toda ella.No
Al día siguiente,MelisaDesperté muy temprano con la luz entrando tímida por las rendijas de las cortinas, observe mi teléfono y todavía faltaban muchos minutos para que mi despertador haga su trabajo, pero asi fue mejor. Tardé unos segundos en recordar dónde estaba, por qué estaba aquí… y lo más importante con quién.Gire lentamente y ahí estaba él. El presidente de la empresa Novak dormía acompasadamente sobre el sofá que estaba junto a la ventana, verlo ahí tan incomodo hizo que una sonrisa pequeña, privada, casi culpable se deslizara por mis labios. A pesar de todo lo que había pasado la noche anterior, del roce incómodo de la verdad, del fuego que se había encendido entre nosotros cuando su cuerpo estuvo sobre el mío... él había elegido no cruzar la línea. Y eso, viniendo de un hombre que podría tener a quien quisiera, era… inesperadamente tierno y yo no podía decir si estaba agradecida o desilusionada.Me senté en la cama y pude ver mi aspecto, el pijama no era nada provocativo,
Mariel con una ceja levantada observaba el comportamiento de Sebastian, algo dentro de ella se activó. Hace una década que está detrás de ese hombre, en su vida se había propuesto ser la esposa del Presidente Novak, pero las cosas nunca salían como quería. Cada vez que se enteraba de que él asistiría a una evento lejos de la ciudad ella se las arreglaba para asistir también, sin embargo, su fiel asistente Daniel siempre se había encargado de alejarla, esta vez ella notó que Daniel no estaba allí, viendo la posibilidad de que su esperado plan por fin de frutos.-- Sebas, sabes que estoy con el equipo de inversiones de la Corporación Zafiro – le dijo, y tomó su brazo apoyándose con familiaridad sobre él. -- Me encantaría ponernos al día. ¿Tienes un momento para mí? – su voz melosa comenzaba a molestar al jefe, la forma como lo llamó también, los únicos que podían llamarlo así eran sus abuelos, y no lo hacían nunca porque sabían que a él le molestaba demasiado.De pronto Sebastian giró h
Melisa parpadeo sin responder, luego lentamente, acercó su mano a la de él, entrelazando los dedos sin más palabras.-- ¿Sabías que él estaría aquí? – le preguntó el presidente sin mirar en su dirección.Ella negó.-- Y no está solo –-- Me lo imaginé –-- No quiero huir, pero tampoco quiero fingir que no me afecta. Así que... quiero lucir feliz, fuerte. Que se ahoguen con su culpa. Si es que tienen alguna –Sebastián apretó un poco más su mano, sin dejar de mirarla.-- Entonces anzuelo, vamos a darles un espectáculo – le dijo y la acercó a él. La jornada del día terminó con una fiesta cocktail en la noche, ninguno de los dos quería asistir, pero debían hacerlo si querían dejar clara su posición.Como en el itinerario que le envío Daniel aparecían todos los eventos, Melisa llevó vestimenta para cada ocasión, sin embargo, al querer pasar desapercibida de su jefe, colocó en su maleta trajes pasados de moda, nada que pudiera mostrar su verdadera belleza y cuando Sebastian observó sus ves
La fiesta de graduación estaba llena de luces cálidas y música emocionante, Melisa estaba de pie en la entrada como el hada de un cuento, atrayendo la mirada de todos.Llevaba un vestido de noche blanco tan ajustado que delineaba cada curva de su cuerpo, su cabello de color nogal le llegaba hasta la cintura, cubriendo el enorme escote de su espalda. Su piel blanca como la porcelana, y sus ojos, esos hermosos y rasgados ojos que tenían el magnetismo salvaje de una gata de un color que no podía definirse entre verde uva o celeste. Era el tipo de mujer que recordarías, incluso si solo la conocieras una vez en la vida.Se movía entre sus compañeros con una gracia que atraía miradas de asombro, se podía oír el murmullo de voces conocidas susurrando:-- Por dios mujer ¡Estás guapísima! –-- Esta tan hermosa que no la reconocí –-- Que ha hecho estos meses, la pandemia parece haberle favorecido –Melisa mostraba una leve sonrisa, su corazón estaba llenó de expectativas por su prometido Franc
Cuando Melisa despertó la luz le caía sobre una parte de la cara, todavía no llegaba a amanecer del todo, pero por una rendija de la cortina la luz se filtraba llegando justo a donde estaba ella.Melisa abrió un ojo y luego el otro, el techo que veía frente a ella era de un blanco insultante, su departamento no tenía los techos asi. El dolor de cabeza que sintió era proporcional al desastre que había sido su noche en la reunión.Se sentó lentamente, las sabanas cayeron mostrando su desnudes. A su lado un hombre dormía de espaldas,-- ¡Oh no! – quiso gritar, pero no pudo, las palabras no salían de su boca. Ella miró la habitación y se dio cuenta que no era su departamento y ese hombre obviamente no era Francisco.El tipo de espaldas era mucho más alto, mucho más atlético y por lo que podía recordar, estaba muy bien dotado.Su cabello oscuro completamente desordenado y su respiración tranquila le indicaban que seguía dormido.-- Me tengo que ir… ¿Qué carajo me pasó? – susurró nuevamente
El fin de semana fue un infierno para Melisa, pasó ambos días en la cama recordando lo que le hicieron Francisco y Sofia y recordando también la agradable manera como tomó venganza, pero no podía evitar pensar en cómo llegaría el lunes al trabajo.Por otro lado, Sebastian Novak no dejaba de pensar en la joven que estuvo con él, esa mañana al despertar y ver la nota con los billetes se sintió iracundo, lleno de furia por haber sido confundido con un gigolo, pero luego cuando encontró su billetera y supo que esos billetes eran suyos no pudo evitar sonreír por la audacia de la jovencita.El importante CEO quería a toda costa saber quien fue la mujer con la que pasó la noche, pero no había forma de hacerlo, el hotel tan lujoso donde estaba tenía una política clara de seguridad, no había cámaras en los pasillo y mucho menos en el bar. El hombre se jalaba los cabellos mientras esperaba que su asistente pase por él, era la ventaja de ser quien era, pues su asistente personal no tenía horario