11. Enfrentando el pasado.

Melisa parpadeo sin responder, luego lentamente, acercó su mano a la de él, entrelazando los dedos sin más palabras.

-- ¿Sabías que él estaría aquí? – le preguntó el presidente sin mirar en su dirección.

Ella negó.

-- Y no está solo –

-- Me lo imaginé –

-- No quiero huir, pero tampoco quiero fingir que no me afecta. Así que... quiero lucir feliz, fuerte. Que se ahoguen con su culpa. Si es que tienen alguna –

Sebastián apretó un poco más su mano, sin dejar de mirarla.

-- Entonces anzuelo, vamos a darles un espectáculo – le dijo y la acercó a él. La jornada del día terminó con una fiesta cocktail en la noche, ninguno de los dos quería asistir, pero debían hacerlo si querían dejar clara su posición.

Como en el itinerario que le envío Daniel aparecían todos los eventos, Melisa llevó vestimenta para cada ocasión, sin embargo, al querer pasar desapercibida de su jefe, colocó en su maleta trajes pasados de moda, nada que pudiera mostrar su verdadera belleza y cuando Sebastian observó sus vestidos casi muere de la risa… si su acompañante se ponía eso con sus ex novios presente, él sabía que estaban perdidos. Así que envío traer de la mejor boutique del hotel, varios de los vestidos que estaban de moda. Y luego de escoger minuciosamente se quedó con tres que le parecieron los más hermosos.

Una hora después.

-- ¿Estas lista anzuelo? – le preguntó él desde el salón de la suite. Melisa estaba en la habitación dando sus últimos toques, al mirarse al espejo supo que había conseguido lo deseado, era ella nuevamente, hermosa, audaz y extremadamente atrevida.

-- Se siente bien estar de vuelta Melisa Hart – susurró con un suspiro.

Para esa ocasión Melisa escogió el más sencillo de los atuendos, un vestido oscuro, simple y elegante, de esos que te dan poder sin necesidad de enseñar demasiado. Y su cabello lo dejo suelto, con perfectas hondas que caían como cortinas onduladas sobre su espalda.

El cóctel era una mezcla de música ambiental, copas de vino tinto y conversaciones estratégicas disfrazadas de charlas para conseguir nuevos clientes. El salón estaba elegantemente decorado, con luces cálidas que colgaban como estrellas tímidas, y camareros que serpenteaban los ambientes con sus bandejas llenas de bocadillos.

Melisa llegó a la puerta principal, seguida por Sebastian quien estaba a su lado como una sombra.

-- Pareces un guardaespaldas de película de misterio Sebastian – le dijo tuteándolo, lo habían conversado y esa era la única forma de que su plan no sea descubierto.

Sebastian estiro su mano y le entrego una copa de vino, luego besó su mejilla con suavidad, esperando que más de uno de los presentes los pudiera ver, Marcelo el amigo de la universidad ingresaba al salón en ese momento, él sabía que Francisco también estaba ahí y con Sofia, quiso decírselo a Melisa más temprano pero ella no se lo permitió, ahora al verla junto al presidente de la empresa Novak en actitud tan intima solo sonrío, esperando que Francisco y su amante también hagan su aparición, pues ya se imaginaba lo divertido y escandaloso en que terminaría todo.

Sebastian en cambio estaba atento a la presencia de ese trio que no era bienvenido por él y en respuesta a ser comparado con un guardaespaldas se limitó a decir.

-- ¿Guardaespaldas? Soy más interesante que eso cariño. Soy el galán irresistible que quiere robarte esta noche – susurró haciendo que brinden con sus copas antes de beber el delicioso elixir morado.

-- Cuidado, podrías terminar creyéndotelo – susurró Melisa, quienes lo vieran pensarían que estaban coqueteando.

-- Tarde – le respondió orgulloso, dándole un sorbo a su copa sin dejar de mirarla. Pero justo de pronto, como si fuera una escena escrita por el destino, Francisco apareció a pocos pasos de ellos, sus miradas se cruzaron, la de ella se mostraba indiferente, la de él completamente sorprendida.

No esperaba encontrarse en ese lugar a Melisa, menos ahora que estaba acompañado de Sofia. Melisa había desviado su mirada, pero todo en ella se tensó, sus hombros, la mandíbula, hasta los dedos que sujetaban la copa de vino.

Sebastian lo sintió y recorrió el lugar con su mirada, hasta que lo vio. Presionó la mano de Melisa con cariño, quería hacerla sentir mejor.

-- ¿Lo enfrentas tu o quieres que lo enfrente yo? – le preguntó en voz baja.

-- Lo enfrento yo – le respondió con firmeza, y se giró hacia el lugar por donde se estaba acercando Francisco justo cuando él se detenía frente a ella.

-- Meli… – dijo su nombre como si fuera un hechizo.

-- Francisco – le respondió mirándolo a los ojos, fría. Se había dado tanto valor al sentir la mano de Sebastian sobre la suya, que estaba dispuesta a comerse el mundo entero en ese momento.

Francisco tragó saliva. Llevaba un traje sencillo, ninguno a los que acostumbraba a usar cuando salía con ella, que eran muy pocas veces debido a la coyuntura sanitaria, la corbata estaba floja, como si todo le pesara. O como si no hubiera dormido en semanas.

-- Meli, ¿podemos hablar? – le preguntó dudoso, miraba a Sebastian con precaución. Lo conocía y sabía que era el jefe de ella, es más él estaba enterado de la situación de Melisa en la empresa, sabia que estaba a días de ser contratada formalmente, asi que no prestó atención a la unión de sus manos.

-- Lo estamos haciendo – fue su respuesta sarcástica para él, y se sintió bien al hacerlo.

-- ¡oh! Lo sé. Yo decía que… si podemos hacerlo a solas – Melisa no dejaba de mirarlo a los ojos, no podía negar que algo de atracción seguía latente en ella, sería falsa si pudiera negarla, pero lo que le hicieron borraba todo el sentimiento que pudo quedar hacia él.

-- Lo que sea que tengas que decirme, puedes decirlo aquí. Sebastian y yo no tenemos secretos – al oírla decir aquello Francisco se sintió desolado, Sebastián por el contrario se mantuvo firme, silencioso, pero sin soltarle la mano.

Francisco dudó por un segundo, miró la mano entrelazada de los dos. Luego la miró a ella. Melisa lo observaba sin pestañear.

-- Debes entender que lo que pasó con Sofia fue un error – le dijo él, su voz apenas era un murmullo. Tenia miedo de que Sofia aparezca en cualquier momento y le arruine la actuación.

-- Un error… ¿Te refieres a la foto que Sofía mandó para arruinarme la vida en plena reunión? ¿O al hecho de que tú, su “error”, no hiciste nada para detenerla? – Francisco parpadeó, desconcertado.

-- No lo sabía, ¿Cómo podría saber lo que ella iba a hacer? – el hombre no sabía que decir para disculpar el acto de su amante. -- Ella estaba dolida… --

-- ¿Dolida? ¿Y tú qué? Ahora te has convertido en su calmante… no seas patético por favor – lo interrumpió ella, sin perder la calma. -- No te preocupes Francisco, ya te superé, ya superé el hecho de que mi novio me haya sido infiel con mi mejor amiga y  ¿Sabes cómo? Estando aquí, dedicándome a mi trabajo. Siendo fuerte y estando – ahora quien interrumpió fue Sebastian, se dio cuenta que era mejor que él anunciara la bomba.

-- Estando conmigo señor Colt. Porque Melisa se merece lo mejor y yo… Sebastian Novak lo soy – él los miró desconcertado, luego sin decir más giró sobre sus talones y se marchó.

Sebastián no dijo nada al principio. Solo la miró con admiración.

-- ¿Dónde aprendiste a lanzar ese tipo de dardos? – bromeo,

-- En la escuela de las traiciones – le respondió bebiendo su copa de un trago. Su jefe la observaba pensando que cada día estaba más interesado en ella, ahora que estaban solos en el exterior, en esa isla tropical y afrodisiaca usaría de todas sus tácticas para conseguir tenerla para él.

Melisa sonrío al oírse, realmente estaba llena de valor, Sebastian la había ayudado con eso, y comenzó a reír, pero la carcajada se ahogó al percatarse de otra presencia en el salón… Sofia.

Sofia entraba en busca de su pareja, pero la presencia de Melisa llenaba en lugar, sintiéndose victoriosa caminó hacia ella, altiva, vestida como si fuera a recibir un premio especial, se acercó con esa sonrisa de superioridad que Melisa conocía muy bien y que ahora solo le provocaba nauseas.

-- Vaya, vaya. Mel, nunca espere encontrarte acá – canturreó, como si fueran las mejores amigas. Luego su mirada se dirigió hasta su mano, y al verla enlazada con la Sebastian frunció en ceño, miró detenidamente al heredero de los Novak y sus puños se cerraron a un costado de su cuerpo, no le gustaba que Melisa estuviera ahí como si fuera una diosa, y menos que estuviera acompañada del mejor de los presentes.

-- Te ves… diferente – soltó al final. Nunca le diría que en realidad estaba fenomenal, fantástica, increíblemente hermosa y especial…

Tiur Writer

Melisa por fin se sintió aliviada... destrozo a Francisco. ¿hará lo mismo con Sofia?

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