Capítulo 4. Nadie se salva de la verdad.

Sebastian volvió a levantar la mirada con el ceño fruncido, había visto a la joven que postulaba para su secretaria por las cámaras, pero algo no estaba bien, ella parecía diferente ese día, se veía extraña.

Luego movió la cabeza tratando de no pensar y volvió a bajar la mirada hacia los documentos que ella llevó, en el momento que su teléfono personal timbró.

Melisa salió de la oficina como un misil humano, lo más rápido que pudo. Regresó a su cubículo y se dejó caer en la silla, tapándose el rostro con las manos.

-- Ok… estoy segura de ese hombre sospecha de mí. Seguro me va a despedir. O peor… quizás como esas novelas en línea, me va a pedir una relación formal para evitar habladurías, tendré que casarme con él y tener cinco hijos con alguien que ni se acordaba de mi cara – se quejó en voz baja.

-- ¿Está todo bien? – le preguntó una de las chicas que estaba cerca de ella.

-- Perfectamente. Solo estaba considerando convertirme en monja – bromeo.

El resto del día se la pasó evitando a Sebastian como si tuviera la peste. Cuando él salía al pasillo, ella se metía al baño. Si él iba a la sala de juntas, ella bajaba a la cafetería. Cada movimiento suyo estaba estratégicamente planeado con el objetivo de NO cruzar palabras más allá de lo laboral con su jefe.

Incluso diseñó una tabla en Excel llamada “Tabla para evitar a Sebastian”… con colores de alerta, tiempos estimados de paso, y posibles rutas de escape. Parecía broma, pero le estaba funcionando. Al menos asi fue durante la semana, hasta el jueves por la mañana donde recibió un mensaje de parte de la dirección.

Melisa lo abrió con manos temblorosas, moría de miedo de encontrar su carta de despido ahí, pero al abrirlo se encontró con un mensaje que no esperaba:

** Reunión urgente. Oficina del CEO. 5:30 p. m. **

El mensaje no estaba claro, muchas veces en el transcurso del mes y medio que tenía trabajando ahí, la habían llamado para reunirse con el jefe, el problema era que nunca después de haber pasado una noche de pasión con él.

Las chicas la miraban de reojo, ninguna de ellas recibió notificación alguna, algo extraño, pues las tres estaban luchando por el mismo puesto. Las que no fueran elegidas serían reubicadas en otro lugar.

De pronto una nueva notificación ingreso a su buzón.

** Señorita Hart, el señor Novak necesita hablar con usted. Tema confidencial, no debe hablar sobre la reunión. No tomará mucho tiempo. D.D **

Daniel Duarte el asistente de Sebastian había enviado el segundo mensaje. Melisa no podía hablar sobre él, asi que no podía saber si alguna de las chicas también estaría presente.

El reloj marcaba las 5:10 de la tarde, faltaban solo veinte minutos para la reunión. Melisa estaba nerviosa, ansiosa, no sabía que hacer. De pronto su teléfono comenzó a vibrar, miró la pantalla, pero era un numero desconocido.

No iba a responder una llamada asi, asi que decidió ignorarla, pero segundo después su teléfono nuevamente volvió a vibrar. Levantó la mirada y otro número desconocido, sonrío sarcástica al pensar que alguien se estaba burlando de ella.

-- Deben saberlo todo – murmuró cuando una tercera llamada ingreso a su celular.

-- ¡Oh vamos! Esto es realmente una plaga – pero antes de que deje el teléfono en la mesita un mensaje ingresó

** Mel, soy Fran. Necesito verte. Es urgente. Estoy abajo, en el lobby. Por favor **

-- ¿Francisco? No puede ser – pero asi era, Francisco su ex… su maldito ex, al enterarse que había sido bloqueado, en lugar de quedarse tranquilo y disfrutar lo que tenía, quiso buscarla y aclarar la situación.

Melisa sintió un calor que le subía por el cuello, recordando la imagen que apareció en tremenda pantalla.

-- Justo ahora no, por dios… justo ahora no – se repetía una y otra vez. Pero algo dentro de ella, probablemente su yo vengativa, dijo baja.

Y bajó. Al abrirse las puertas del ascensor lo vio. Francisco, con su típico look de “soy inocente, aunque la realidad diga lo contrario”, camisa blanca ligeramente abierta, pantalón oscuro que no sabía usar, y esa barba de dos días que antes le parecía sexy y ahora le daba alergia visual.

-- Mel – le dijo al verla acercarse, su rostro mostraba una mezcla de arrepentimiento y alivio al verla ahí.

-- ¿Qué haces aquí? – le preguntó cruzándose de brazos, no pensaba decir nada más ahí, su puesto no era seguro y no quería un motivo más para su despido.

-- Tenía que verte. Necesito hablar contigo, aclarar todo lo que pasó. Intenté llamarte, pero estoy bloqueado. No podemos dejarlo así.–

-- ¿Así cómo? ¿Como cuando te metiste en la cama con mi “mejor amiga”? – la cara de Francisco se descompuso.

-- No es lo que piensas… yo, nosotros… – Melisa lanzo una carcajada sin emoción, luego miró a ambos lados, se había prometido no hablar, pero al tenerlo ahí, frente a ella y tan fresco no pudo contenerse –

-- ¿Y qué es lo que pienso, Francisco? Ilústrame. Porque la imagen era bastante clara en la pantalla. Dos cuerpos, una cama, un beso y una sonrisa. Esa sonrisa de satisfacción que no creo haberte visto antes, no seas tan descarado hombre, el mensaje estaba claro para mi… “te jodi” – Francisco dio un paso hacia ella.

-- Todo fue un error. Las cosas no pasaron como se pintan, no como tú crees. Ella… ella estaba mal. Y yo también… --

-- ¿Tú también qué por favor? ¿Ahora me dirás que estabas tan triste que se te cayó la ropa y tu pene cayó accidentalmente dentro de la flor de alguien… de mi mejor amiga? –

-- ¡Melisa! –

-- ¡No levantes la voz! Respeta mi lugar de trabajo – le dijo, y varios ojos en el lobby se volvieron hacia ellos, Melisa observo el reloj, no tenia mucho tiempo para su reunión con el jefe, y ese mujeriego idiota la estaba deteniendo.

-- Solo quiero que sepas que estoy arrepentido, no tienes idea de cuanto sufro por eso –dijo él bajando su voz.

-- ¡Ja! –

-- Es verdad Meli, no sabía cómo decírtelo. No quería herirte… --

-- ¡Pues te quedó perfecto! – ironizó.

-- Lo hiciste tan bien que hasta se hizo público. ¿fuiste tu quien envío esa imagen, porque, si fue asi, no pensé que cayeras tan bajo – su ex abrió la boca para responder, pero otro personaje apareció en escena.

-- Mel, cariño… no seas tan dramática. No te queda – Melisa no necesito girar para saber quién había llegado, pero debía hacerlo por educación.

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