Cuando Melisa despertó la luz le caía sobre una parte de la cara, todavía no llegaba a amanecer del todo, pero por una rendija de la cortina la luz se filtraba llegando justo a donde estaba ella.
Melisa abrió un ojo y luego el otro, el techo que veía frente a ella era de un blanco insultante, su departamento no tenía los techos asi. El dolor de cabeza que sintió era proporcional al desastre que había sido su noche en la reunión.
Se sentó lentamente, las sabanas cayeron mostrando su desnudes. A su lado un hombre dormía de espaldas,
-- ¡Oh no! – quiso gritar, pero no pudo, las palabras no salían de su boca. Ella miró la habitación y se dio cuenta que no era su departamento y ese hombre obviamente no era Francisco.
El tipo de espaldas era mucho más alto, mucho más atlético y por lo que podía recordar, estaba muy bien dotado.
Su cabello oscuro completamente desordenado y su respiración tranquila le indicaban que seguía dormido.
-- Me tengo que ir… ¿Qué carajo me pasó? – susurró nuevamente para sí, se levantó con extremo cuidado, no quería que él la sintiera y despertara en ese momento, no tenía cara para enfrentar a ese desconocido.
Al conseguirlo miró la habitación, su ropa junto a la de él, estaban tiradas por toda la entrada, Melisa se sonrojo al recordar cómo llegó hasta ahí. Recogió cada prenda y se la iba poniendo en completo silencio, caminando de puntitas para no hacer ruido, la alfombra de la suite la ayudo con eso. Al llegar a la puerta se dio cuenta que no tenía su bolso, miró a todas partes, pero no estaba ahí, luego recordó que lo había dejado en el salón donde fue su reunión. Esperaba que alguna de sus amigas lo haya tomado antes de irse.
Antes de salir, quiso ver el rostro del desconocido, al menos debía dejarle algo de dinero por haberla satisfecho la noche anterior pero no tenía nada, aunque al intentar buscar su bolso ella vio un talonario con post it, tomo uno y escribió algo breve como agradecimiento, antes de dejar la nota en la mesita y ver el rostro de su salvador.
Mientras se acercaba pudo ver el perfil, Melisa se detuvo en seco. Ese perfil era inconfundible, ella se acercó un poco más sin respirar. Y entonces lo vio. Ahí durmiendo en la cama como un bebé estaba quien sería su jefe oficial en solo dos semanas, el CEO de la empresa donde trabajaba, el mismísimo heredero de la familia Novak… Sebastian Novak.
-- ¡No puede ser! – jadeo sin voz, Melisa se tapo la boca y retrocedió dos pasos, tropezando con la alfombra y la billetera del hombre, ella la miró y la recogió del suelo, estaba repleta de billetes. Sin pensarlo tomo un fajo y lo dejó al lado de la nota. Luego lanzó la billetera en otra dirección. Caminó apresurada hasta la puerta, no podía dejar que él se despertara. ¡Tenía que irse y ya! Si su jefe descubría que se había acostado con su secretaria… ¡seguro la despedirían! ¡quizás hasta la demandarían! ¡publicarían su rostro como no deseada en la empresa! En solo dos semanas sería nombrada secretaria oficial luego de terminar un periodo de prueba, y estar ahí no la ayudaría con eso.
Tomó las sandalias en su mano y huyo descalza de ahí, preguntándose en todo momento como era posible que no la haya reconocido… y después de salir recordó que el pasillo había estado a oscuras y la habitación también.
-- ¿Por qué hice esto? – sé preguntó mientras bajaba por el ascensor. Y su mente misma le daba algunas respuestas:
Porque estaba ebria, porque estaba oscuro o quizás porque su cerebro decidió apagarse en ese momento y el universo tenía una forma cruel de desquitarse con ella. Llegó hasta la salida y subió sin pensar en el primer taxi que pasó por ahí, dejando a un confundido Sebastián despertando solo en su habitación minutos después, preguntándose quién era esa mujer con quien había pasado la noche y que lo había vuelto loco.
Melisa ya en el taxi no recordaba la última vez que había corrido descalza por un hotel cinco estrellas. Probablemente nunca, pero esa mañana, con sus sandalias de tacones en una mano, la dignidad colgando de un hilo y el corazón latiendo como una locomotora fuera de su carril, no tuvo otra opción.
La pobre recordaba como rezó para que la puerta del ascensor se cerrara antes de que su jefe saliera al pasillo en su búsqueda, la misma que tardo segundos que a ella le parecieron minutos en cerrarse, como si quisiera que ella fuera descubierta. Imaginando que en cualquier momento su jefe el mismísimo Sebastian Novak saldría envuelto en la sábana blanca diciendo algo asi como “Olvidaste tus bragas aquí señorita Hart”
-- Muy bien, Melisa. Tranquila. Respira hondo, total eso no pasó. Esto… No... Pasó – se dijo tratando de convencerse a sí misma de que lo mejor era olvidar, mientras se arreglaba el cabello y trataba de verse como alguien que no había escapado de un cuarto de hotel como una ladrona en pijamas invisibles.
Pues podía darse cuenta como el chofer del taxi la miraba sin pestañear, con esa mirada como de quien sabe muy bien lo que ella hizo la noche anterior.
El auto ya se había alejado lo suficiente como para que ella comenzara a reflexionar,
-- No puede ser… me acosté con mi jefe – murmuro llevándose una mano a la frente, intentando determinar si estaba enferma o simplemente loca.
-- Ya estamos llegando señorita – dice el conductor y ella se da cuenta que no se quedó con un billete para pagar la carrera, se maldijo en silencio, por suerte el conserje de su edificio era su amigo y podría ayudarle en esta ocasión, lo había hecho antes con otros vecinos, así que estaba segura de que lo haría con ella.
Melisa no se equivocó, el anciano conserje la ayudó pagando la carrera, y luego le entregó una nota con su bolso, al parecer sus amigas habían pasado a buscarla dejando la cartera que había olvidado en la reunión.
-- Tenga usted señor Mendel – le entrega un par de billetes para cubrir lo prestado y una propina por su amabilidad.
Ingresó a su departamento y se quitó la ropa en el pasillo, necesitaba darse una ducha, se sentía que toda ella representaba lo que había hecho, su ropa estaba impregnada del perfume de él, una de sus sandalias tenía el tacón doblado, y su cuerpo… al mirarse en el espejo no pudo evitar sonrojarse. Todo su cuerpo estaba lleno de marcas provocadas por la apasionante y salvaje noche.
Luego de salir buscó su teléfono en su bolso, lo había dejado en modo avión desde que llegó a la reunión. Al encender la pantalla miles de mensajes y llamadas perdidas aparecieron en él.
-- Meli ¿estas bien?, ¿Dónde te metiste anoche? ¡Desapareciste! – le había escrito Carla, quien al darse cuenta de que Melisa no estaba la había buscado sin cesar.
-- Oye… ¿viste la foto? Ay amiga, lo siento tanto – ese mensaje era de alguien con quien estudio, pero no lo tenía gravado, no debía ser alguien importante, pero se imaginó que debía estar feliz enviando ese tipo de mensajes.
-- ¿Estás bien? – ese mensaje era de Jenny, quien había logrado apagar la pantalla luego de una fuerte discusión con Marcelo.
Melisa siguió observando y pudo ver algunos mensajes de la madrugada, eran de Sofia y de Francisco, ella ni siquiera se molestó en leerlos, los borro sin más. Incluso bloqueó sus números antes de que vuelvan a escribirle.
Ella suspiró al ver la cantidad de llamadas perdidas, la mayoría eran de Jenny, asi que respiró hondo, sabía muy bien que debía contarle a alguien lo que pasó, sino lo hacía no podría estar tranquila, además confiaba en Jenny, le había demostrado ser una buena amiga… aunque Sofia también lo había hecho, y terminó durmiendo con su prometido.
Aspiro una buena cantidad de aire y suspiró indignada.
** Terminé de emborracharme más en el bar del hotel, tuve sexo loco con un tipo que no conocía, al menos eso pensé y ahora acabo de llegar a mi departamento luego de huir de la habitación dejándole algo de su propio dinero como pagó ** escribe y envía el mensaje, mientras continúa su redacción.
** ¿Qué hiciste qué? ** fue la respuesta inmediata de Jenny, pero Melisa seguía escribiendo.
** Tuve sexo con un tipo en el hotel y ese hombre resultó ser mi propio jefe **
** No puede ser… ¿te acostaste con Sebastian Novak? ** preguntó Jenny todavía asombrada.
** Si, lo hice. Pero no sabía que era él. Lo supe esta mañana antes de huir de la habitación **
** ¿Te reconoció?, ¿Sabe que eres tú?, ¿Qué pasará con tu contratación? ** le preguntó Jenny preocupada, sabia muy bien que su amiga estaba a prueba y Melisa negaba con la cabeza mientras escribía otro mensaje.
** ¡No! Al menos eso creo. Todo estaba muy oscuro, yo estaba ebria, y creo que… él también, solo quería vengarme amiga **
** Y lo hiciste?... ¿Quiero decir valió la pena? **
Melisa reflexiono un poco antes de responder, recordando cada caricia, cada beso apasionado, todo lo que sintió en una noche de hotel y que no había sentido nunca con su prometido en esos dos años.
** ¡Oh sí! Claro que valió la pena, incluso estoy pensando que… lo que hacía con Francisco era jugar a las muñecas ** sonrío avergonzada, pero debía ser sincera.
** ¡Melisa! **
** ¡Es verdad! No tienes idea de todo lo que ese hombre y mucho alcohol pueden hacer ** suspiró.
** ¿Cómo puedes estar segura de que no sabe que eras tu? **
** Porque me fui antes de que despertara. Me escapé Jenny, hui de ese hotel como una adolescente **
** Meli esto parece irreal, me estas contando una serie de N*****x o una audio novela **
Melisa se quedó chateando con su amiga, Jenny le contó que tanto Sofia como Francisco la habían llamado, ambos parecían estar arrepentidos de lo ocurrido, pero la verdad era una, solo uno de ellos dos pudo enviar esa imagen al teléfono que Marcelo encontró.
El fin de semana fue un infierno para Melisa, pasó ambos días en la cama recordando lo que le hicieron Francisco y Sofia y recordando también la agradable manera como tomó venganza, pero no podía evitar pensar en cómo llegaría el lunes al trabajo.Por otro lado, Sebastian Novak no dejaba de pensar en la joven que estuvo con él, esa mañana al despertar y ver la nota con los billetes se sintió iracundo, lleno de furia por haber sido confundido con un gigolo, pero luego cuando encontró su billetera y supo que esos billetes eran suyos no pudo evitar sonreír por la audacia de la jovencita.El importante CEO quería a toda costa saber quien fue la mujer con la que pasó la noche, pero no había forma de hacerlo, el hotel tan lujoso donde estaba tenía una política clara de seguridad, no había cámaras en los pasillo y mucho menos en el bar. El hombre se jalaba los cabellos mientras esperaba que su asistente pase por él, era la ventaja de ser quien era, pues su asistente personal no tenía horario
Sebastian volvió a levantar la mirada con el ceño fruncido, había visto a la joven que postulaba para su secretaria por las cámaras, pero algo no estaba bien, ella parecía diferente ese día, se veía extraña.Luego movió la cabeza tratando de no pensar y volvió a bajar la mirada hacia los documentos que ella llevó, en el momento que su teléfono personal timbró.Melisa salió de la oficina como un misil humano, lo más rápido que pudo. Regresó a su cubículo y se dejó caer en la silla, tapándose el rostro con las manos.-- Ok… estoy segura de ese hombre sospecha de mí. Seguro me va a despedir. O peor… quizás como esas novelas en línea, me va a pedir una relación formal para evitar habladurías, tendré que casarme con él y tener cinco hijos con alguien que ni se acordaba de mi cara – se quejó en voz baja.-- ¿Está todo bien? – le preguntó una de las chicas que estaba cerca de ella.-- Perfectamente. Solo estaba considerando convertirme en monja – bromeo.El resto del día se la pasó evitando
Y tal como lo esperaba, ahí estaba Sofia su ahora ex mejor amiga.Con su vestido ajustado, su sonrisa venenosa y ese perfume caro que siempre usaba como si pudiera esconder la podredumbre que tenía en su interior.-- ¿Dramática? – repitió Melisa furiosa.-- ¿Tú me estás llamando dramática? –-- Vamos mujer fue solo sexo, no matamos a nadie que yo sepa ¿o sí? – dijo Sofia con indiferencia, aunque abrió los ojos asombrada al ver en cambio en su rostro, Melisa siempre perfecta, bella y adorable esta vez estaba con unos lentes que recordaba Sofia haberlos utilizado para un fiesta de disfraces en el departamento de Melisa, pensando que quizás la había tumbado más de lo que imaginaba, sintiéndose triunfadora, al menos esta vez.Por el contrario, Melisa sin darse cuenta de su nuevo look quería gritar que era a ella a quien habían matado en su interior, pero no lo hizo, debía mantener la compostura si aún esperaba que la contraten de manera permanente.-- ¿De verdad vas a hacer una telenovela
La fiesta de graduación estaba llena de luces cálidas y música emocionante, Melisa estaba de pie en la entrada como el hada de un cuento, atrayendo la mirada de todos.Llevaba un vestido de noche blanco tan ajustado que delineaba cada curva de su cuerpo, su cabello de color nogal le llegaba hasta la cintura, cubriendo el enorme escote de su espalda. Su piel blanca como la porcelana, y sus ojos, esos hermosos y rasgados ojos que tenían el magnetismo salvaje de una gata de un color que no podía definirse entre verde uva o celeste. Era el tipo de mujer que recordarías, incluso si solo la conocieras una vez en la vida.Se movía entre sus compañeros con una gracia que atraía miradas de asombro, se podía oír el murmullo de voces conocidas susurrando:-- Por dios mujer ¡Estás guapísima! –-- Esta tan hermosa que no la reconocí –-- Que ha hecho estos meses, la pandemia parece haberle favorecido –Melisa mostraba una leve sonrisa, su corazón estaba llenó de expectativas por su prometido Franc