Sofía Navarro, una hermosa joven de cabellos rizados un poco más abajo de sus hombros color castaño con tintes cobrizos cuando brilla el sol sobre ella, de rostro redondo y de mejillas infladas y sonrojadas, con ojos redondos y grandes, de color avellana que brillan llenos de vida. O brillaron alguna vez... Porque su mirada cargada de felicidad ha sido apagada, sus ojos intensos y llenos de vitalidad ahora parecen tener un velo gris, manchados por las lágrimas cristalinas que no dejan de caer de su rostro húmedo e hinchado de tanto llorar. Sofía corre, o eso intenta con las pocas fuerzas que le quedan en su pequeño y delgado cuerpo que ha sido ultrajado en contra de su voluntad. El rostro de su abusador, ese hombre sádico de rostro perfecto pero maligno jamás se borrará de su memoria, esa sonrisa despiadada y llena de lujuria, clavándole sus ojos negros llenos de deseo impuro a su piel enrojecida por su brutalidad. Sus manos grandes y callosas rasgando su vestido favorito, es
Lucas Montenegro no lo podía creer lo que estaba viendo frente a sus ojos, en la pantalla de su computadora tenía un mail abierto de una persona anónima que le revelaba secretos de Victoria, la mujer con quien había compartido su vida durante los últimos 2 años, en quien había confiado ciegamente y ahora resultaba ser toda una mentira. -Señor, su mujer está aquí- indicó su asistente. -Dígale que pase- ordenó secamente el magnate de la más grande industria hotelera y del entretenimiento, a quien todos amaban y por lo tanto no podía confiar en nadie que se le acercara, pero había sido vulnerable con esa mujer, abriéndose por completo a ella. -Hola cariño- exclamó la alta y esbelta mujer de cabello lacio hasta las orejas color rubio. Victoria se acercó contoneándose hasta su pareja, con su amplia y hermosa sonrisa que ahora para el Magnate era grotesca y falsa. La rubia intentó besarlo como era de costumbre, pero el joven corrió la cara y se alejó de ella como si el tacto de la muje
Sofía, a quien sus padres le habían enseñado ser servicial y ayudar a los demás, sin importar como la tratasen, ignoró el trato del hombre refugiado dentro del calor y la sequedad de su coche y observó el vehículo con sus ojos analíticos. -Mhhh… Veo que has pinchado una rueda, ¿Tienes una llave y un cricket? Él hombre se giró desconcertado por la pregunta inesperada de la mujer de la calle y comenzó a balbucear. -Eh.. yo… no lo sé. -Abre el baúl, yo me fijo. Lucas dudó, mirándola con sospecha, seguro era una de esas trampas en las que la más linda del grupo lo distraía y luego aparecían 10 vagabundos más y le robaban todo. -Oh vamos, no voy a robarte nada- exclamó con impaciencia. El magnate apretó un botón que abrió el baúl automáticamente sin siquiera detenerse a pensarlo y cuando escuchó el clic sintió miedo, mirando hacia todos lados, esperando que salgan del puente o de los matorrales. Pero nadie vino. Miró desde el espejo retrovisor como la mujer empapada sacaba del ba
Sofía escuchó gritar al hombre desconocido cargado de ira, que luego arrojó su teléfono al asiento del copiloto con brusquedad. “¿En qué carajos estaba pensando cuando subí a este vehículo?” Se dijo a sí misma y comenzó a sentir que el pánico la inundaba. De repente sintió que el asiento trasero de ese vehículo no era el del magnate hotelero, sino aquel auto del hombre que la había engañado, quien se había aprovechado de su inocencia y de su vulnerabilidad. Sintió el olor a tabaco inundar sus fosas nasales y el aliento rancio a cigarrillo del cruel hombre contra su rostro mientras gemía de placer a costas de ella. Comenzó a sentir que las paredes del auto se encerraban al rededor suyo y que nuevamente estaba aprisionada y sin escapatoria. Intentó quitarse el cinturón de seguridad sin éxito, como si fuera una cadena que la mantenía atada y lista para la bestia que la atacaría. Intentó abrir la puerta, cayendo en la cuenta de que estaba trabada con la seguridad para niños. -No..
Sofía se detuvo un momento a admirar la lujosa suite. La amplia habitación estaba decorada con un gusto exquisito que la joven sospechaba que eran del estilo del hombre. Las paredes estaban revestidas con un papel verde agua con detalles dorados que generaban paz con tan solo verlo. Una iluminación tenue que resaltaba la belleza de los muebles antiguos y las obras de arte que de seguro valían una millonada. La cama de tamaño king-size cubierta por sábanas de lujo color negro y múltiples almohadas mullidas hizo que la castaña deseara zambullirse en ella en un profundo sueño reparador. Pero Sofía sabía que primero debía bañarse, había estado posponiendo eso por bastante tiempo y su cuerpo lo pedía a gritos. Caminó hacia la puerta cerrada donde el magnate le había indicado que estaba el baño privado, sorprendiéndose de ver que el tamaño era como otra casa entera. Las paredes estaban revestidas de mármol color negro, a un costado había un jacuzzi que no iba a usar, no podía abusar
-No puedo más- exclamó la castaña poniendo sus manos en su barriga sintiéndose satisfecha- Estaba delicioso, gracias.Lucas sonrió orgulloso y alejó la bandeja a un costado, sentándose más cerca de la joven de la calle.-Escucha, tengo una propuesta para ti- exclamó seriamente, como solía manejarse con los negocios.Sofía se mantuvo en silencio, esperando que el magnate mostrara sus verdaderas intenciones con ella. Ya la había endulzado con una lujosa habitación y con un desayuno exquisito, era momento de pedir algo a cambio.Inconscientemente cubrió su cuerpo con la sábana, como si fuera un escudo impenetrable.Estaba en el último piso de un hotel lujoso que le pertenecía al mismo hombre que ahora estaba a solas en esa habitación con ella, un hombre con semejante adquisición seguramente era alguien que conseguía siempre lo que quería. Si habían abusado de ella en un coche en plena vía pública no veía porque no en un lugar tan recóndito como ese.-Como ya habrás visto, soy el dueño de
Sofía tenía los papeles del contrato frente a sus ojos. La primera hoja tenía en mayúscula el título. “RELACIÓN POR CONTRATO” Para que no se olvidase que era solo eso, un acuerdo y nada más. La castaña pasó hoja por hoja, leyendo muy por arriba, parecía a propósito que todos los contratos tuvieran miles de hojas con letra chica que uno sabía que no leería, y tampoco tenía el dinero para pagar un abogado que lo leyera por ella. -“Ambas partes no pueden revelar que la relación que tienen es un contrato pre acordado”- leyó en voz alta bajo la mirada nerviosa del magnate que la observaba desde una esquina, esperando con impaciencia a que firmara- En caso de que el firmante decida terminar con el acuerdo no recibirá ningún tipo de beneficio que haya ganado durante la relación- “Básicamente como mi matrimonio anterior” Pensó de forma irónica la castaña. “Me vestiría con ropa de lujo para ser su mujer perfecta, con las joyas y los zapatos más caros, todo lo que sea necesario para mostr
-Bueno es aquí- exclamó incómodo el magnate, al presentarle su no muy humilde hogar a la chica de la calle.Sofía se encontraba parada frente a una majestuosa mansión de un blanco pulcro como la nieve, observó con los ojos abiertos de par en par, aquella imponente construcción que se alzaba ante ella como un castillo de ensueño, con sus altas columnas, amplios ventanales.Sus pasos temblorosos la llevaron a través de las puertas dobles de roble macizo, revelando un vestíbulo espacioso y elegantemente decorado. Un candelabro colgante iluminaba el lugar, haciendo brillar mágicamente la habitación.Un hombre, vestido muy elegante, los recibió.-Bienvenidos a casa- exclamó con cortesía, inclinándose ante la pareja.- Señorita Sofía ¿Desearía conocer la mansión Montenegro?La nombrada se giró hacia Lucas, esperando la aprobación de su parte.El magnate sonrió en aprobación.-Después de ti- exclamó dejando que su acompañante tuviera la libertad de conocer el que ahora sería su hogar.Sofía s