Capítulo 2 - De esposa a vagabunda

Lucas Montenegro no lo podía creer lo que estaba viendo frente a sus ojos, en la pantalla de su computadora tenía un mail abierto de una persona anónima que le revelaba secretos de Victoria, la mujer con quien había compartido su vida durante los últimos 2 años, en quien había confiado ciegamente y ahora resultaba ser toda una mentira.

-Señor, su mujer está aquí- indicó su asistente.

-Dígale que pase- ordenó secamente el magnate de la más grande industria hotelera y del entretenimiento, a quien todos amaban y por lo tanto no podía confiar en nadie que se le acercara, pero había sido vulnerable con esa mujer, abriéndose por completo a ella.

-Hola cariño- exclamó la alta y esbelta mujer de cabello lacio hasta las orejas color rubio.

Victoria se acercó contoneándose hasta su pareja, con su amplia y hermosa sonrisa que ahora para el Magnate era grotesca y falsa.

La rubia intentó besarlo como era de costumbre, pero el joven corrió la cara y se alejó de ella como si el tacto de la mujer le quemase.

- ¿Qué sucede mi amor?

Con el profundo dolor de la traición todavía fresco en sus retinas, giró su computadora hacia la mujer, mostrándole fotos de ella con importantes empresarios tecnológicos y políticos muy peligrosos de la ciudad.

-¿Qué significa esto Victoria?

Por un milisegundo el rostro de horror apareció en la cara de la mujer, para luego ser convertido en una expresión tonta y divertida.

-¿Qué hay con eso cariño? No me digas que estás celoso…

-No me trates de idiota Victoria, por lo que veo ya me lo has hecho durante dos años, sabes muy bien que esos hombres son mis enemigos.

-Yo… no lo sabía…

-Eso de hacerte la tonta ya no te va a servir más - exclamó dolido- ¡Me dijiste que eras una huérfana que vino de Rusia, que no tenías dinero, ni estudios y que intentaste probar suerte en este país para ser modelo! ¡Y yo te creí!  Y ahora resulta que no te conozco….

-C-cariño, puedo explicarlo…

-No hay nada más que explicar, aquí lo dice todo. ¿Ellos te pagaron por conquistarme? ¿Has estado estos dos años fingiendo que me amabas para robarme mi invento secreto? No debí contarte nada…

-¡No es cierto!- sollozó la rubia, tirándose hacia adelante y colgándose del cuello de su pareja- Me han obligado, lo juro, pero me he enamorado de ti y les he dicho que no quiero seguir más con esto.

-No te creo nada, farsante- gruñó quitando las manos de su cuello de quien era el amor de su vida. - Ya no sé quién eres…

Se alejó de ella nuevamente, girando su rostro hacia un lado, tratando de que las lágrimas de dolor no salieran de sus ojos azules.

-Realmente te amaba Victoria.

-Lucas… Por favor…

-¡Seguridad! ¡Llévense a esta mujer! - ordenó con dolor, cerrando los ojos con fuerza y dándole la espalda a quien creyó que sería el amor de su vida y la madre de sus hijos.

Dos hombres corpulentos entraron a su oficina y tomaron de los brazos a la rubia, quien comenzó a patalear y chillar, mostrando su verdadera cara

-¡Me las vas a pagar Lucas Montenegro! ¡Nadie me humilla de esta forma! Te estas metiendo con gente peligrosa, ¡Te vas a arrepentir! ¡Tienes los días contados!

Lucas miraba desde el gran ventanal como la lluvia comenzaba a golpear contra el vidrio.

“Es como me siento por dentro” Pensó mirando el cielo nocturno tapado por las nubes grises. “Nunca más voy a confiar en una mujer”

Sofía se arrodilló en el jardín delantero de su casa, que ahora estaba lleno de lodo, manchando sus rodillas desnudas mientras intentaba sin éxito salvar algo de la ropa que había caído sobre el charco de agua.

Todo estaba arruinado y mojado y la valija se había llenado de agua por la lluvia torrencial que parecía que nunca iba a parar.

Arrojó las prendas mojadas con bronca al suelo y se levantó a duras penas, porque el dolor en sus entrañas aún latía con fuerza recordando lo ocurrido antes de llegar a la casa.

Salió rendida hacia la calle, completamente empapada y temblando de frío, miró una última vez la casa que creyó que era su hogar y caminó sin rumbo, sin tener un lugar a donde ir.

 De un día para el otro su vida había cambiado rotundamente, de tener un hermoso y cálido esposo a no tener ninguno, de tener una casa acogedora y un techo donde dormir, a ser una mujer de la calle.

Sofía sabía que no obtendría nada de todo lo que había construido en su matrimonio, porque antes de firmar los papeles del matrimonio, Víctor le había hecho firmar un contrato legal de que todo lo que él consiguiera por su cuenta antes o durante su vida juntos, sería de él y solo de él, pase lo que pase.

Ella había firmado sin problemas, sabiendo que jamás se separaría del amor de su vida y del hombre que sus padres habían dado el visto bueno.

“Es un buen hombre Sofía, tiene mucho dinero, no necesitarás trabajar nunca, solo debes consentirlo y hacerlo feliz” Había dicho su madre cuando prácticamente la entregó a ese hombre adinerado quien creyó que la amaría por siempre.

Y ahora aquí estaba, abrazada a sí misma, con el cuerpo empapado, el pelo pegado a su rostro y el dolor ardiendo en todo su cuerpo.

“Nunca más voy a confiar en un hombre”

Vio a lo lejos un puente y para Sofía fue como un destello de esperanza.

Se apresuró a llegar allí, deseando que las pesadas gotas de lluvia dejaran de golpear su débil cuerpo y quizás hasta podría secarse. Esa era su única prioridad en ese momento, luego pensaría que hacer con el resto de su vida.

Luego de la traición, Lucas tomó su vehículo, huyó del hotel y comenzó a manejar sin rumbo fijo, deseando alejarse de toda su vida de mentiras y queriendo ser otra persona.

Su asistente no lo dejaba de llamar, una y otra vez, desesperado por saber a dónde se había metido su jefe.

-¿Puedes dejar de controlar cada paso que doy?- gritó cuando lo atendió y lo puso en altavoz sin dejar de manejar.

-Señor Montenegro, le debo recordar que vienen los eventos y presentaciones empresariales del nuevo hotel y en el que usted debe aparecer con su esposa que acaba de arrojar a la calle- inquirió descaradamente su viejo asistente.

-No quiero ver a esa farsante nunca más, prefiero aparecer solo.

-¿Por qué no pudo esperar un mes más? Tan solo eso necesitaba

-¿Querías que fingiera durante todo un mes? ¿Querías que durmiera con una perfecta desconocida? Lo vi en sus ojos, esa mujer iba a matarme.

Lucas escuchó como su agotado asistente suspiraba del otro lado de la llamada

-Vas a tener que encontrar una solución a esto cuanto antes, sabes que los inversionistas son hombres tradicionales que apoyan la familia tradicional, no a un hombre de 35 años soltero y sin hijos como lo eres ahora.

-Solo... déjame solo un rato, ¿Quieres? ¡Ya voy a encontrar una solución! ¿feliz?- gritó y tomó el celular para cortar la llamada, perdiendo el control del volante por tan solo un segundo, haciendo que el auto se resbalara por el asfalto mojado y golpeara con el cordón una de las ruedas traseras de su coche, haciéndole un gran agujero.

-¡Maldita sea!- gritó golpeando el volante.

Sofía estaba apoyada contra la pared de cemento debajo del puente, esperando a que la lluvia pare cuando vio que a tan solo unos metros que un auto color negro perdía el control. Sin pensarlo dos veces, salió de su refugio para empaparse con la lluvia nuevamente y auxiliar a la persona.

Se apresuró lo más que pudo, mojándose nuevamente de pies a cabezas y se acercó al vidrio del lado del conductor, dándole golpecitos a la ventana.

-Lo que me faltaba, una vagabunda- bufó el joven magnate, bajando el vidrio con fastidio- No gracias, no tengo dinero y no hago caridad. - exclamó con indiferencia y sin siquiera verla a la cara.

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