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Capítulo 5 -Tranquila, estas aquí conmigo

Sofía se detuvo un momento a admirar la lujosa suite.

La amplia habitación estaba decorada con un gusto exquisito que la joven sospechaba que eran del estilo del hombre.

Las paredes estaban revestidas con un papel verde agua con detalles dorados que generaban paz con tan solo verlo.

Una iluminación tenue que resaltaba la belleza de los muebles antiguos y las obras de arte que de seguro valían una millonada.

La cama de tamaño king-size cubierta por sábanas de lujo color negro y múltiples almohadas mullidas hizo que la castaña deseara zambullirse en ella en un profundo sueño reparador.

Pero Sofía sabía que primero debía bañarse, había estado posponiendo eso por bastante tiempo y su cuerpo lo pedía a gritos.

Caminó hacia la puerta cerrada donde el magnate le había indicado que estaba el baño privado, sorprendiéndose de ver que el tamaño era como otra casa entera.

Las paredes estaban revestidas de mármol color negro, a un costado había un jacuzzi que no iba a usar, no podía abusar de la hospitalidad.

Caminó directamente a la bañera de gran tamaño en la que pensó que podría sumergirse para disfrutar de un baño relajante.

Pero antes de encender la ducha, notó que había a su costado derecho un amplio espejo iluminado y lentamente giró su rostro angustiado para ver por primera vez su reflejo en todo el día.

Sofía liberó un gemido de tristeza al ver en el estado en que se encontraba, nunca se había definido a ella misma como una mujer hermosa, pero el aspecto que tenía en ese momento era su peor versión.

Su cabello pegado a su cabeza como una pasta húmeda, su vestido que alguna vez fue de un color vívido ahora era de un color marrón por el lodo y la suciedad, su cuerpo completamente magullado por donde lo mirase y su rostro demacrado de tanto llorar, no haber dormido en horas y no haber probado un bocado de comida.

Estaba fatal y sintió vergüenza por ella misma, sin poder creer que ese hombre millonario que se relacionaba con gente sofisticada la hubiese levantado de la calle, la dejase sentarse en su vehículo de millones dólares y ahora estar en su habitación más lujosa, contaminando todo el lugar con su suciedad.

Ahora entendía porque la recepcionista la había mirado de esa forma, ella hubiese hecho lo mismo.

Sintió náuseas por verse de esa forma y corrió hacia la ducha, entrando con la ropa puesta y encendiendo el grifo, sin esperar a que el agua se calentase, dejando que su cuerpo delgado y frágil sea golpeado por la ráfaga helada de agua.

Entumeciendo su cuerpo, por lo menos de esa forma dejaría de sentir dolor por un rato.

Lucas miró su reloj de muñeca, verificando que ya había pasado una hora desde que dejó a la chica de la calle en la suite, con el bolso en sus manos tocó la puerta suavemente para no asustarla y esperó.

Nadie respondió del otro lado.

“Quizás se quedó dormida” Pensó a sus adentros dejando el bolso en el suelo.

“¿Pero y si le sucedió algo? ¿O si escapó por la ventana?”

“Eso es ridículo Lucas, estamos en el piso 27” se retó a sí mismo por la estúpida idea.

Aún así la curiosidad y la preocupación lo invadieron y no iba a poder irse de ahí sin confirmar que la muchacha se encontraba bien.

-Voy a pasar- advirtió antes de abrir la puerta.

Lucas se asomó lentamente, encontrando la habitación tal como la había dejado, la cama estaba hecha como si nadie la hubiese usado y todo parecía estar en su lugar.

Entró por completo al cuarto y dejó el bolso en el sueño.

-¿Hola? ¿Estás bien?- Quiso llamarla correctamente, dándose cuenta de que jamás le había preguntado por su nombre y tampoco se había presentado educadamente.

“Eres un idiota ¿Cómo esperabas que no desconfiara de ti?”

Caminó hacia la puerta del baño, notando que estaba entreabierta y que el vapor del agua salía de la abertura.

A medida que se acercaba sus oídos empezaron a escuchar un muy bajo sonido agudo y mientras más avanzaba confirmó que era un llanto de tristeza.

Sintió un nudo en su corazón al escucharla llorar de esa forma, no pudo evitar asomarse y espiar sin malas intenciones.

¿Qué le había sucedido a esa joven para llorar de esa forma tan dolorosa?

Vio que estaba dentro de la ducha, podía ver su silueta borrosa detrás del panel de la ducha, como estaba hecha un bollito en el suelo, con el chorro hirviendo de agua golpeando su delgada espalda, apenas se podía estar en ese baño, parecía un sauna.

Una parte de Lucas quiso entrar y tirarse con todo y ropa en la ducha para abrazarla y decirle que iba a estar todo bien ahora que él estaba ahí para ella, pero sabía que no debía, tenía que respetar su privacidad.

Así que salió del baño lleno de impotencia y dejó el bolso para que se pudiera cambiar y dormir más cómoda.

Luego de que Sofía estuviera más de una hora en la ducha, frotándose con una esponja vegetal todo su cuerpo una y otra vez, dañando su piel, llenándola de costas y heridas abiertas, salió de la ducha, con el cuerpo completamente rojo por el agua caliente y el cuero cabelludo ardiendo de dolor, que la joven simplemente ignoró, prefería ese dolor que el otro, el que no se había hecho ella misma.

Salió del baño privado, con un toallón blanco tapando su cuerpo, haciendo que su piel doliera en cada roce y encontró todo igual, excepto un bolso de lujo en el suelo.

Miró alarmada hacia todos lados, pero no había nadie.

¿El joven magnate había estado ahí? Por un momento se sintió invadida, temía que la hubiera visto vulnerable.

Tomó el bolso y sacó lo que había dentro, entre muchas cosas carísimas había un pijama de dos piezas de seda fina color blanco, apreció la tela por un momento.

Eso debía costar carísimo, no debía…

Pero no podía volver a ponerse ese vestido roto, tan solo haría recordarle una y otra vez las manos que lo rompieron sin piedad.

La joven se colocó la prenda, sintiendo la suavidad de la tela y cómo la abrazaba con cariño.

Tímidamente se acostó en la cama, sintiendo la comodidad de la misma, el sueño y cansancio que sentía, que lentamente la llevó a quedarse completamente dormida.

Sofía despertó nuevamente en el asiento trasero de ese auto que olía a tabaco.

Miró su cuerpo y nuevamente estaba con el vestido puesto.

-No… no…- sollozó dándose cuenta lo que vendría a continuación.

La puerta se abrió y rápidamente un cuerpo masculino se abalanzó sobre ella, metiéndose entre sus piernas con una avidez que no le dio tiempo de reaccionar.

-No, por favor…

-Shhh, calladita…- murmuró la voz con aliento a cigarrillo en su cuello- Si te tranquilizas hasta quizás lo disfrutes- dijo burlándose de ella.

-No… no…

-Ey… despierta por favor…

Sintió unas manos en sus hombros

-¡SUÉLTAME!

-Estás bien, estás aquí en el hotel, estás a salvo.

Esa voz… no era la de su abusador, era una voz suave y tierna.

De repente el asiento trasero del auto comenzó a distorsionarse, y la figura cruel encima suyo se empezó a alejar de ella.

-Sí, eso es…. Ven a mí, sigue mi voz, estás a salvo.

Sofía comenzó a llorar entre sueños y se abalanzó hacia la voz, abrazando un cuerpo fornido que la trajo hacia sí y acarició con suavidad su espalda.

-Shhh… tranquila…

Finalmente, Sofía pudo abrir sus ojos llorosos y lentamente su vista se acostumbró a la habitación iluminada por la luz del día que entraba por el amplio ventanal, finalmente sacó su rostro por completo del pecho de la persona, cruzándose cara a cara con ese hombre rubio que la miraba preocupado.

Sintió sus mejillas arder de la vergüenza y se alejó lo más que pudo contra la pared de la cama.

-¡Lo siento!- exclamó avergonzada, tapándose con las sábanas

Lucas no pudo evitar sonreír por lo tierna que se veía y lentamente quitó las sábanas de su rostro rojo como un tomate.

-Está bien… no te preocupes- dijo con una amplia sonrisa, aunque por dentro quería preguntar que había soñado, pero lo iba a dejar para otro momento- Te traje el desayuno- exclamó mostrándole una bandeja con una jarra de jugo de naranja exprimido, tostadas, pasteles, queso, fruta, de todo…

Sofía miró toda esa comida y su estómago gruñó con fuerza.

-Lo siento- volvió a decir avergonzada.

-Deja de disculparte y desayunemos.

-Yo… no debería, ya hiciste mucho por mí- dijo sin poder quitar los ojos de la comida. Realmente estaba muerta de hambre

-Es que es mucha comida para mí solo, no podría con todo esto y la verdad es que me daría pena tirar lo que sobra…

-Sí, sería una pena…- dijo la joven hipnotizada por el exquisito aroma

-¿Qué te parece si desayunamos y luego te propongo algo?

-¿Qué cosa?

-Primero come y luego te digo.

Sofía asintió y con vergüenza dio el primer bocado.

Lucas vio como los ojos de la joven se llenaban de vida por la comida y no pudo evitar mirarla en silencio mientras ella sola desayunaba.

Ahora que la muchacha se había bañado y su pelo se había secado, su belleza natural se había intensificado aún más, sus rizos estaban armados adornando como un marco natural su rostro redondo de mejillas regordetas que se fueron encendiendo mientras comía.

Sus labios rosados y carnosos manchados con mermelada de fresa le dieron ganas de limpiarlos con su boca para saber a qué sabían, pero no… debía contenerse, no quería asustarla y temía que cuando le dijera su propuesta saliera corriendo de ahí.

Lucas no sabía porque, pero no quería que esa muchacha de nombre y paradero desconocido se fuera de su vida, era la indicada, tenía que ser ella quien estuviese a su lado en esos eventos, tenía que decir que sí o sentiría un profundo vacío dentro suyo.

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