Lucas llegó destrozado a la casa luego de la muerte de su padre. El magnate solo deseaba ser abrazado por su amada y que le dijera que todo iba a estar bien, aunque él sabía que no era cierto. Su padre había partido para siempre, pero aún estaba Victoria y su hijo. La piedra en su zapato que seguramente destruiría lo que alguna vez deseó con Sofía. Entró a la casa arrastrando los pies y se hundió en la oscuridad, sin ganas de encender la luz, no se sentía merecedor de nada. -¿Sofí?- exclamó con fuerza para que la joven pudiera escucharlo en toda la casa, imaginando que ya se encontraba acostada a esa hora de la noche. No recibió respuesta y sin alarmarse entró al cuarto, pero cuando vio que la cama estaba vacía y sin rastros de que su amada estuvo durmiendo allí, ya que la cama estaba perfectamente hecha, entró en pánico. En tan solo unos segundos ya había recorrido todas las habitaciones de la casa, sin encontrar a su amada. Ahora si estaba en pánico, la llamó, pero no atendió y
-Meli…-¿Si?-¿Ya es tarde para hacerme para atrás?Melisa no pudo evitar reírse con fuerza del disparate que decía su amiga.-Si cariño, ya es tarde, tu prometido te está esperando en el altar- rió divertida, mientras le acomodaba la cola del largo vestido blanco de su amiga. – No vas a salir corriendo ahora como novia fugitiva ¿O sí?-Es que… siento que me voy a desmayar- exclamó nerviosa, ventilándose con sus manos.-¿Qué es lo que te tiene tan nerviosa? Ya se vieron hasta el apellido, esto es solo formalidad.-Ay cállate- la golpeó en la cabeza- es que…- se mordió el labio- ¿Y si me veo ridícula?Melina abrió la boca sorprendida, mirando de arriba hacia abajo a su querida amiga.La castaña llevaba el pelo suelto porque se había negado a hacerse un peinado rebuscado y complicado, dejando que sus bucles cayeran a los costados de sus hombros, en la parte de arriba de su cabeza llevaba una pequeña tiara con piedras brillantes del mismo color verde que sus ojos. El vestido solo ajustab
Sofía Navarro, una hermosa joven de cabellos rizados un poco más abajo de sus hombros color castaño con tintes cobrizos cuando brilla el sol sobre ella, de rostro redondo y de mejillas infladas y sonrojadas, con ojos redondos y grandes, de color avellana que brillan llenos de vida. O brillaron alguna vez... Porque su mirada cargada de felicidad ha sido apagada, sus ojos intensos y llenos de vitalidad ahora parecen tener un velo gris, manchados por las lágrimas cristalinas que no dejan de caer de su rostro húmedo e hinchado de tanto llorar. Sofía corre, o eso intenta con las pocas fuerzas que le quedan en su pequeño y delgado cuerpo que ha sido ultrajado en contra de su voluntad. El rostro de su abusador, ese hombre sádico de rostro perfecto pero maligno jamás se borrará de su memoria, esa sonrisa despiadada y llena de lujuria, clavándole sus ojos negros llenos de deseo impuro a su piel enrojecida por su brutalidad. Sus manos grandes y callosas rasgando su vestido favorito, es
Lucas Montenegro no lo podía creer lo que estaba viendo frente a sus ojos, en la pantalla de su computadora tenía un mail abierto de una persona anónima que le revelaba secretos de Victoria, la mujer con quien había compartido su vida durante los últimos 2 años, en quien había confiado ciegamente y ahora resultaba ser toda una mentira. -Señor, su mujer está aquí- indicó su asistente. -Dígale que pase- ordenó secamente el magnate de la más grande industria hotelera y del entretenimiento, a quien todos amaban y por lo tanto no podía confiar en nadie que se le acercara, pero había sido vulnerable con esa mujer, abriéndose por completo a ella. -Hola cariño- exclamó la alta y esbelta mujer de cabello lacio hasta las orejas color rubio. Victoria se acercó contoneándose hasta su pareja, con su amplia y hermosa sonrisa que ahora para el Magnate era grotesca y falsa. La rubia intentó besarlo como era de costumbre, pero el joven corrió la cara y se alejó de ella como si el tacto de la muje
Sofía, a quien sus padres le habían enseñado ser servicial y ayudar a los demás, sin importar como la tratasen, ignoró el trato del hombre refugiado dentro del calor y la sequedad de su coche y observó el vehículo con sus ojos analíticos. -Mhhh… Veo que has pinchado una rueda, ¿Tienes una llave y un cricket? Él hombre se giró desconcertado por la pregunta inesperada de la mujer de la calle y comenzó a balbucear. -Eh.. yo… no lo sé. -Abre el baúl, yo me fijo. Lucas dudó, mirándola con sospecha, seguro era una de esas trampas en las que la más linda del grupo lo distraía y luego aparecían 10 vagabundos más y le robaban todo. -Oh vamos, no voy a robarte nada- exclamó con impaciencia. El magnate apretó un botón que abrió el baúl automáticamente sin siquiera detenerse a pensarlo y cuando escuchó el clic sintió miedo, mirando hacia todos lados, esperando que salgan del puente o de los matorrales. Pero nadie vino. Miró desde el espejo retrovisor como la mujer empapada sacaba del ba
Sofía escuchó gritar al hombre desconocido cargado de ira, que luego arrojó su teléfono al asiento del copiloto con brusquedad. “¿En qué carajos estaba pensando cuando subí a este vehículo?” Se dijo a sí misma y comenzó a sentir que el pánico la inundaba. De repente sintió que el asiento trasero de ese vehículo no era el del magnate hotelero, sino aquel auto del hombre que la había engañado, quien se había aprovechado de su inocencia y de su vulnerabilidad. Sintió el olor a tabaco inundar sus fosas nasales y el aliento rancio a cigarrillo del cruel hombre contra su rostro mientras gemía de placer a costas de ella. Comenzó a sentir que las paredes del auto se encerraban al rededor suyo y que nuevamente estaba aprisionada y sin escapatoria. Intentó quitarse el cinturón de seguridad sin éxito, como si fuera una cadena que la mantenía atada y lista para la bestia que la atacaría. Intentó abrir la puerta, cayendo en la cuenta de que estaba trabada con la seguridad para niños. -No..
Sofía se detuvo un momento a admirar la lujosa suite. La amplia habitación estaba decorada con un gusto exquisito que la joven sospechaba que eran del estilo del hombre. Las paredes estaban revestidas con un papel verde agua con detalles dorados que generaban paz con tan solo verlo. Una iluminación tenue que resaltaba la belleza de los muebles antiguos y las obras de arte que de seguro valían una millonada. La cama de tamaño king-size cubierta por sábanas de lujo color negro y múltiples almohadas mullidas hizo que la castaña deseara zambullirse en ella en un profundo sueño reparador. Pero Sofía sabía que primero debía bañarse, había estado posponiendo eso por bastante tiempo y su cuerpo lo pedía a gritos. Caminó hacia la puerta cerrada donde el magnate le había indicado que estaba el baño privado, sorprendiéndose de ver que el tamaño era como otra casa entera. Las paredes estaban revestidas de mármol color negro, a un costado había un jacuzzi que no iba a usar, no podía abusar
-No puedo más- exclamó la castaña poniendo sus manos en su barriga sintiéndose satisfecha- Estaba delicioso, gracias.Lucas sonrió orgulloso y alejó la bandeja a un costado, sentándose más cerca de la joven de la calle.-Escucha, tengo una propuesta para ti- exclamó seriamente, como solía manejarse con los negocios.Sofía se mantuvo en silencio, esperando que el magnate mostrara sus verdaderas intenciones con ella. Ya la había endulzado con una lujosa habitación y con un desayuno exquisito, era momento de pedir algo a cambio.Inconscientemente cubrió su cuerpo con la sábana, como si fuera un escudo impenetrable.Estaba en el último piso de un hotel lujoso que le pertenecía al mismo hombre que ahora estaba a solas en esa habitación con ella, un hombre con semejante adquisición seguramente era alguien que conseguía siempre lo que quería. Si habían abusado de ella en un coche en plena vía pública no veía porque no en un lugar tan recóndito como ese.-Como ya habrás visto, soy el dueño de