Como lo hemos hablado, le presento mis hijos al hombre que ayudó mucho para que yo tuviera un lugar seguro, comida e incluso, un transporte para salir de la isla. Siendo sincera, Susan y su padre, fueron esa voz de aliento y apoyo que sin esperarlo, pero, necesitándolo, lo tuve.
— Te dejaré a solas unos momentos, para que tengas tu espacio. — digo colocando a mi hija en su coche y Dan, toma a Dalton para hacer lo mismo.— Yo también te daré el espacio que necesitas, prima. — dice Dan y es él quien me acompaña hasta la tumba de mi madre, donde limpio la suciedad con mis manos, mientras en mi mente, le digo todas las cosas que he vivido y me han impedido visitarla en el pasado.Con tristeza, veo la tumba de las dos mujeres que son mi apoyo incluso después de muerta y miro a mis hijos que juegan con sus sonajeros.— Aquí esta su abuela y su tía, mis niños. La &Tres años despuésCorro con mis carpetas de un lado al otro para dejar todo listo. Susan, aunque también está corriendo, me regaña por no estar lista, cuando falta poco para el gran momento e incluso, Danell quien se había llevado a los niños, aparece con ellos manchados de helado de chocolate.— Pensé que ya estabas lista, Dove. — dice Danell.— Estamos a cierre de mes, debo tener todos los detalles antes de irme de luna de miel. Eso tardó mucho más tiempo del que pensé. — digo terminando de arreglar todo.— Y ahora estará más atrasada porque están manchados de chocolate. — dice Susan limpiando sus mejillas con el dedo húmedo de ella por su saliva.— ¡Tía, no seas extraña! — se queja Dana aunque no se aleja del toque de Susan— Si no fuera extraña, no sería Susan
Corría de un lado al otro porque no encontraba mi bolso. Estaba en graves problemas, el señor Castagnoli no le agradaba la impuntualidad y yo estaba por hacer enojar a mi jefe por ser tan tonta.— ¡Madre, ¿has visto mi bolso?! — grito mientras me peino el cabello en el moño que siempre uso.— ¡Debería estar en el sofá! —grita mi madre desde su habitación y yo corro hacia este sin poder encontrarlo.— ¡No esta!— Busca en las divisiones del espaldar y donde te sientas, seguramente esta allí! — grita mi madre mientras sale de su habitación con su pasaporte en manos.Casi metiéndome en el sofá, encuentro la billetera que llevaba media hora buscando.— ¡Eureka! — grito levantando en alto mi billetera.— Siempre es lo mismo, me sorprende que seas tan organizada en un trabajo tan exigente y en casa seas un desastre. — se queja mi madre.— Mamá, estas hablando de tu hija. No seas así de cruel — me quejo y mi hermana sale de su habitación con su pasaporte.— No dice mentiras, Dove. Eres un de
El día termina y yo recojo todas las cosas para marcharme a mi solitaria casa. Es en este momento que mi jefe sale listo para marcharse a su hogar, por lo que, lo sigo hasta el ascensor donde bajamos juntos.El señor Castagnoli, tiene dos asistentes, Louis que es con quien prácticamente vive porque es quien me entrega al señor Castagnoli y se marcha y yo lo entrego cuando vamos a salir de nuestro horario laboral.Por lo que, todos los días en un horario de ocho horas a doce, estoy con el hombre que me gusta coordinando muchas cosas relevantes de su trabajo y día a día, como también, ayudándolo a desplazarse o responder adecuadamente a invitaciones donde debe hacer discursos y conocer personas.Mi jefe no es bueno con las palabras, por lo que, de eso me encargo yo y su secretaria, se encarga de cosas generales de la empresa, yo me encargo que esas funciones puedan ser atendidas adecuadamente como al jefe le gusta, también me hago cargo de su alimentación y que todo lo personal que nece
El olor a alcohol me hace negar y quejarme. Mi cuerpo dolía, pero, no era un dolor físico, si no, algo más que no podía describirlo. Solo podía saber que era algo malo. El malestar me lo decía.— Ya ha despertado— dice alguien y yo abro mis ojos con dificultad.— Señorita Hill— dice mi jefe y yo abro mis ojos aún más por la sorpresa.Muchas veces había soñado despertar y escuchar la voz de mi jefe hablándome, pero, algo me decía que aunque se estaba cumpliendo mi deseo, no era por algo agradable.— Señor… ¿Qué…?— Debe despertar completamente para que atienda lo que le voy a decir. — dice el señor Castagnoli.— Sí, señor…— Louis va a viajar con usted. Así que, necesito que nos diga donde está su pasaporte para que pueda marcharse pronto. — dice mi jefe y yo lo observo aturdida.— ¿Por qué necesitaría mi…? — pregunto, pero, los recuerdos vienen a mi mente y me bloquean.Mi hermana, mi madre… no puede ser posible.— No... no puede ser posible. —Digo de inmediato.— Eso es lo que van a
De todos los papeles se encarga Louis, mientras yo camino sin saber hacia dónde debo moverme. Es como si fuera alguien sin alma y no era para menos, la había perdido en un accidente aéreo que jamás debió suceder.— Necesitas levantarte, señorita Hill— No puedo. — susurro sin saber quién me habla. Solo puedo mirar a nada en especial y caminar aunque mis pies duelan, porque sentada duele más mi corazón.— No suspendí una reunión tan importante para verte así de derrotada. — dice la voz que anteriormente me hablo y yo lentamente miro hacia la persona a mi lado.La sorpresa me invade al ver como el hombre que debía estar a miles de kilómetros aparece — Señor Castagnoli… — susurro con voz quebradiza.— Puedes llorar, puedes derrumbarte, puedes y necesitas hacerlo, pero, no olvides levantarte de allí, porque no perteneces al suelo. No perteneces a ese lugar en ruina en el que te estas aferrando a estar. — dice el señor Castagnoli y yo no quiero que me vea completamente destruida, pero, ¿C
Era mucho que procesar, por eso, era que mi mente estaba intentando alcanzar la velocidad con todo lo que estaba pasando en un día que sentía que no tenía fin. Parece que no tiene fin porque no logro entender cómo es posible que él me diga algo así.— Lo que acabas de escuchar, señorita Hill. Vine a decirle que quiero… no, necesito que seas mi esposa, entonces, ¿Por qué te encuentro así?— Señor Castagnoli… esto me ha tomado por sorpresa.— ¿Por qué debería tomarte por sorpresa? He estado apoyándote en este momento duro como algo más que jefe. Además, ¿crees que dejo que cualquier mujer este sobre mis piernas? — pregunta mi jefe y yo de inmediato, me levanto reaccionado a su comentario.— Lo entiendo, señor. Pero, eso está lejos de lo que podría significar un matrimonio.— Te conozco y me gusta como eres, eso me parece suficiente para mí. — dice el señor Castagnoli y yo respiro profundo.— Aun así.— No voy a obligarte, si no quieres casarte conmigo, lo entenderé.— No somos novios, m
No lograba comprender qué era lo que estaba sucediendo, pero, estaba pasando. Por un momento había pensado que había sido todo producto de mi imaginación, que lógicamente, después de reaccionar y va a llegar la realidad.Pero, al tener mi billetera con mi documentación y ver a Louis sonreírme, mientras nos escolta hasta el auto de mi jefe, confirmo que no estoy soñando ni tampoco me lo estoy, imagino.— Señor Castagnoli, Vuelvo a decirlo, ¿realmente desea casarse conmigo? — digo, esperando que me diga que no y que el motivo de haberme llevado hasta su auto fue para hacerme una mala broma.— ¿Usted cree que vine a sacar nada más para bromear, señorita Hill? — pregunta mi jefe con seriedad.— Lo siento, es que me parece tan irreal, señor, Castagnoli.— A mí me parece irreal que usted haya intentado quitarse la vida. Pero, eso no quiere decir que no haya pasado ello. — dice mi jefe, mientras extiende su mano al asiento del conductor donde Louis le entrega un botiquín de primeros auxilios
Después de recapacitar y prometerme que por muy difícil que sea la vida, no puedo acabar con esta. Bajamos del auto y caminamos a una peluquería. Con un estilista que muestra mucho respeto a mi jefe, se inicia la transformación.Corte de cabello, tratamiento facial, maquillaje, ropa que parece hecho con las estrellas por su brillo increíble e incluso, calzado que parecen nubes esponjosas, soy preparada para la boda más relámpago que creí posible realizar.Mi vestido ajustado a mi cuerpo, me hacen creer que esto ha sido preparado desde hace tiempo, porque todo me queda tan perfecto que me resulta extraño.Lista, con un cabello brillante y hermoso, un vestido sencillo, pero, hermoso, un maquillaje acorde a la ceremonia que tendremos y unos zapatos que me hacen ver un poco más alta, salgo del salón para encontrarme con mi jefe.— Señor Castagnoli, estoy lista. — aviso al hombre que habla por su teléfono de una manera tan elegante que parece un modelo.Él ya lleva un traje de color gris,