Capítulo 2: Malas noticias

El día termina y yo recojo todas las cosas para marcharme a mi solitaria casa. Es en este momento que mi jefe sale listo para marcharse a su hogar, por lo que, lo sigo hasta el ascensor donde bajamos juntos.

El señor Castagnoli, tiene dos asistentes, Louis que es con quien prácticamente vive porque es quien me entrega al señor Castagnoli y se marcha y yo lo entrego cuando vamos a salir de nuestro horario laboral.

Por lo que, todos los días en un horario de ocho horas a doce, estoy con el hombre que me gusta coordinando muchas cosas relevantes de su trabajo y día a día, como también, ayudándolo a desplazarse o responder adecuadamente a invitaciones donde debe hacer discursos y conocer personas.

Mi jefe no es bueno con las palabras, por lo que, de eso me encargo yo y su secretaria, se encarga de cosas generales de la empresa, yo me encargo que esas funciones puedan ser atendidas adecuadamente como al jefe le gusta, también me hago cargo de su alimentación y que todo lo personal que necesite este cuando él lo requiera. 

— Es tan molesto siempre hacer lo mismo, señorita Hill. — dice el señor Castagnoli y yo asiento.

— Bueno, la vida por muy emocionante que sea, llega a la monotonía cuando uno trabaja, señor Castagnoli. — respondo y él comienza a reírse.

— Debí tomar el trabajo de mi padre, ese trabajo no es monótono. — dice mi jefe y yo me quedo confundida por sus palabras.

‘¿Qué trabajo no es monótono y muchas veces aburrido?’ me pregunto mentalmente.

— Entonces, si desea cambiar de trabajo, no me olvide. Si es tan increíble como dice, deben pagar bien, así que, yo también quiero ir señor Castagnoli.

— No creo que puedas venir conmigo. Eres muy distinta a lo que normalmente las personas son en ese tipo de trabajo, serias tú quien se aturdiría y saldría huyendo de inmediato.

— Señor Castagnoli, no soy una cobarde, ni mucho menos débil. — digo mientras mi teléfono suena.

— Claro, seguramente no eres eso. — dice el señor Hill, mientras yo miro mi teléfono confundida — ¿Por qué no contestas?

— Es un número privado. Me da miedo que sea una persona queriéndome extorsionar.

— A esto me refiero en que no eres apta para donde quiero moverme, eres muy cobarde cuando algo que no conoces aparece— dice el señor Castagnoli y yo comprendo que es un reto, por lo que, respondo. Pero, lo pongo en altavoz.

Algo que le causa una sonrisa a mi jefe, porque ve que aunque muestro valentía, no lo enfrento sola.

— ¿Hola? ¿Estoy hablando con la señorita Dove Hill? — pregunta un hombre en un perfecto castellano que me preocupa.

‘¿Acaso es un estafador de otro país?’ me pregunto mentalmente.

— Con ella habla. — digo con voz temblorosa.

— La llamamos de la aerolínea volar seguro. — dice el hombre y yo de inmediato me tenso.

Es la aerolínea que mi madre y hermana usaron para marcharse a San Andrés.

— ¿Qué sucede? ¿Está mi hermana y mi madre bien? — pregunto preocupada.

— Por eso la hemos llamado, el avión en que sus familiares viajaban, ha sufrido un accidente. — dice el hombre y yo siento como mi cuerpo se debilita. 

Mis piernas flaquean y antes de que el teléfono se caiga, el señor Castagnoli toma este, mientras Louis baja del auto que recién estaciona cerca de nosotros.

— ¿Qué está pasando? No es un momento ni la manera de bromear— dice el señor Castagnoli con evidente firmeza, una que no tengo siquiera en mi cuerpo para levantarme.

— ¿Qué sucede? — pregunta Louis.

— Si ha llamado a extorsionarnos, déjeme decirle que no vamos a caer en su juego solo porque te esfuerces en ocultar tu número y sonar profesional.

— Señor…

— Dice que el avión en el que iban mi hermana y mi madre ha sufrido un accidente.

— ¿Es el avión de Viajar seguro que iba a San Andrés? — pregunta Louis y yo levanto mi mirada para mirarlo con miedo y asentir— si se han accidentado, cayeron en el mar y parece que los sobrevivientes son pocos.

Mi corazón deja de latir y yo siento que mi mundo se ha derrumbado sin que yo pueda hacer algo. No podía ser posible, hace solo unas horas ellas habían estado bromeando conmigo, es imposible que haya muertos.

— Ellas están bien. Debe haber un error. — murmuro.

— Sus cuerpos fueron encontrados, necesitamos que venga a identificar sus cuerpos, por favor, señorita Hill. Lamentamos llamar para dar una mala noticia, pero, es el protocolo para estos casos.

— ¿Protocolo? ¡¿no es también un protocolo vigilar que los aviones están en óptimas condiciones para que cumplan con el nombre de la empresa sobre ‘volar seguro’?! — grita el señor Hill, mientras yo solo puedo negar y llorar.

Es imposible que esto me esté sucediendo esto. Ellas son mi única familia. No puede pasarme algo así, debe haber un error.

— Señorita Hill, reaccione, por favor— me dice mi jefe y yo lo observo con mis ojos nublados.

— Dígame que es mentira. Dígame que es una e****a, por favor. — suplico y mi jefe suspira profundo.

Sabía que los humanos mentimos muchas veces por placer o aburrimiento, pero, en el tiempo que había tenido con mi jefe, he notado que él no mentía. Mi jefe es una persona tan correcta y segura de lo que dice que aunque la verdad sea dolorosa o le genere desventajas, la dice.

Por lo que, si él decía que era una e****a, le creería ciegamente y me reiría por ser tan inocente de caer en un juego tan terrible. Pero, él no me daba esas palabras que necesitaba de él.

— Lo estamos averiguando, no te preocupes, pronto vamos a saber lo que sucede. Louis esta averiguándolo. — dice mi jefe y yo miro hacia Louis que habla por teléfono.

— Debe ser una e****a, mi madre y hermana están bien, voy a llamarlas y ellas me dirán que han estado tan emocionadas explorando la isla que por eso, no me han llamado— digo buscando mi teléfono y mi jefe me lo extiende.

De inmediato, tomo el dispositivo móvil de su mano y temblando, intento desbloquear la pantalla. Pero, mi mente ni siquiera recuerda cual es la clave, por lo preocupada que me siento.

— Ten calma, señorita Hill. No es algo que hemos confirmado. — dice mi jefe sosteniendo mis manos.

Aunque deseo concentrarme en la emoción que debería sentir por ese toque y cercanía de mi jefe, el temor de quedarme sin familia, supera mi enamoramiento no correspondido del señor Castagnoli.

— Todo va a estar bien. Mantente tranquila. Llama, ellas podrían contestarte. — dice mi jefe y yo asiento llamando a mi hermana.

El teléfono suena, pero, nadie contesta.

— Señor…

El contestador de mi hermana es lo que recibo después de varios intentos, por lo que, llamo a mi madre, que me da la misma respuesta, aumentando mi angustia.

— ¿Qué te han dicho, Louis? — pregunto y él no responde, por lo que, miro a mi jefe.

— Señorita Hill…

— Dígalo, señor. Debe decirlo o no podré creerlo.

— Si se estrellaron y su hermana y madre, no está en la lista de los sobrevivientes— informa mi jefe y yo siento como todo se vuelve negro.

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