Corría de un lado al otro porque no encontraba mi bolso. Estaba en graves problemas, el señor Castagnoli no le agradaba la impuntualidad y yo estaba por hacer enojar a mi jefe por ser tan tonta.
— ¡Madre, ¿has visto mi bolso?! — grito mientras me peino el cabello en el moño que siempre uso.— ¡Debería estar en el sofá! —grita mi madre desde su habitación y yo corro hacia este sin poder encontrarlo.— ¡No esta!— Busca en las divisiones del espaldar y donde te sientas, seguramente esta allí! — grita mi madre mientras sale de su habitación con su pasaporte en manos.Casi metiéndome en el sofá, encuentro la billetera que llevaba media hora buscando.— ¡Eureka! — grito levantando en alto mi billetera.— Siempre es lo mismo, me sorprende que seas tan organizada en un trabajo tan exigente y en casa seas un desastre. — se queja mi madre.— Mamá, estas hablando de tu hija. No seas así de cruel — me quejo y mi hermana sale de su habitación con su pasaporte.— No dice mentiras, Dove. Eres un desastre aquí. Se te olvida donde dejas todo, menos mal tienes tu cabeza pegada al cuerpo o se te olvidaría donde la tienes — dice mi hermana mayor Marcela y yo gimoteo.— Claro, como se van de paseo para San Andrés, ahora están molestándome para que llore.— Ya lloraste lo suficiente porque tu jefe no te dejó ir a este paseo, decir algo más es innecesario— dice mi madre y yo quiero llorar nuevamente.— Ve a tu trabajo. Solo serán dos días lejos. Quedamos en volver a ir cuando tengas tus vacaciones. Así que, solo has pospuesto nuestras vacacione familiares, hermana— dice Marcela y yo gimoteo.— Creo que te quedan solo diez minutos para llegar a tu trabajo. — dice mi madre y yo abro mis ojos.— ¡Debo marcharme ahora! — digo y de inmediato, abrazo y beso a mi madre y hermana— ¡Que tengan buen viaje, las amo!— ¡Y nosotras a ti, Dove! — gritan las dos y yo me marcho corriendo hacia la entrada del pequeño apartamento donde vivimos.Sabiendo que no me queda mucho tiempo, tomo mi bicicleta y pedaleo tan rápido como puedo, sintiendo mi corazón en mis oídos, porque si no llego a tiempo, mi jefe podría matarme.Tan rápido como mis piernas me lo permiten, paso a cada lado de los autos detenidos por el trancón que hay por todos tener que ir al trabajo. Con mi alarma del reloj sonando, diviso la empresa en la que trabajo y como si estuviera por morir si no hago las cosas rápido, dejo la bicicleta en su puesto lanzándola desde lejos y corro hacia el ascensor que esta por cerrarse.— ¡Un momento! — grito colocando mi mano justamente en medio de las dos puertas que golpean mi mano cuando estaban por cerrarse completamente.El dolor me hace emitir un quejido lastimero, pero, ignoro este cuando las puertas se abren sin algún problema.‘Hoy es mi día de suerte…’ me digo mentalmente, pero, esa frase queda en el olvido cuando veo el rostro frio de mi jefe.— Louis, creo que además de ser un hombre paralitico, tengo problemas visuales o mentalmente, porque estoy viendo más desarreglada a mi secretaria causando daños a mi empresa, cosa que es imposible que ella haga porque debería estar en su puesto de trabajo esperándome, ¿no es así, Louis? — pregunta mi jefe mirándome con frialdad.— L-lo siento, señor— digo con voz temblorosa.— Fuera— ordena él y yo retrocedo para que el ascensor cierre sus puertas.Sabiendo que estaré en graves problemas si no llego primero que él, corro hacia las escaleras, mientras escribo en el grupo de la empresa de solo empleados, un código que ellos conocen a la perfección; código negro.Pocas veces me ha sucedido estos atrasos, pero, para estos momentos, mis amigos me ayudan y comienzan a pedir el ascensor en cada piso dándome tiempo de subir las escaleras y llegar a tiempo a mi lugar de trabajo.Con el alma a punto de abandonar mi cuerpo, llego a mi lugar de trabajo donde enciendo un abanico mientras seco el sudor en mi rostro, porque realmente hice más cardio del pensado y apenas son las ocho de la mañana.Las puertas del ascensor se abren y yo me levanto de mi asiento con la agenda del día. El señor Castagnoli me observa detalladamente desde su silla de ruedas y levanta un lado de sus labios, notando su descontento.— Al parecer fue una alucinación la que tuve en el parqueadero. Es imposible que hayas sido tan rápida— dice mi jefe y yo sonrío mentalmente — como tampoco es posible que no haya visto ese nido de pájaros que seguramente es su cabello.De inmediato, llevo mi mano a mi cabello y tanteando, confirmo que el moño que me había hecho, no sé en dónde quedó, pero, claramente no estaba en mi cabello. Maldigo internamente mientras cierro mis ojos con fuerzas.— Lo lamento, señor. No volverá a suceder. — digo y él respira profundo.— Eres mi asistente, señorita Hill. Eres mi representación visual y también, de la empresa. Así que, ¿Qué crees que pensaran todos si ven que el jefe es un paralitico y su asistente es una mujer con su cabello tan desordenado que parece que un gorrión saldrá de allí? — pregunta mi jefe con evidente molestia.— Mis disculpas, señor Castagnoli. Esto no volverá a suceder.— Espero que no vuelva a pasar. Yo no puedo arreglar mi discapacidad, pero, usted si puede arreglar su cabello. Que sea solo una deficiencia la que los demás vean en nosotros. — se queja mi jefe y yo asiento.— Como usted diga, señor. — digo y él se marcha hablándome— Ven a decirme lo que haremos hoy, quiero distraer mi mente antes que me vuelva loco porque debo conseguir una tonta mujer que sea mi esposa. — dice el señor Castagnoli y yo trago duro.Si mi cabello era ya un desastre, mi corazón acaba de volverse igual, ¿Cómo es eso que mi atractivo jefe va a casarse?Me marcho con el corazón latiendo a mil por el dolor que siento al escuchar lo que mi jefe ha dicho. Aturdida, me peino mientras trago duro. Levanto mi mirada al espejo y suspiro profundo al ver mis ojos nublados— ¿Por qué vas a llorar? ¿Realmente pensaste que estaría eternamente solos? ¿creíste que eso te daría la oportunidad de ser algo suyo románticamente? Baja de esa nube, Dove. Ese hombre solo te ve como su empleada.Lo sabía, podía comprender ello en mi mente, pero, mi corazón se negaba a aceptarlo y por ello, con tristeza, camino hacia su oficina con mi cabello ya con su moño. Como siempre, toco la puerta y él me permite entrar.El brillo del solo sirve como reflector del hombre con su rostro cincelado por Dios, porque solo eso explicaría cuan perfecto es. El mismo creador del cielo y la tierra tuvo que haberlo hecho con sus propias manos.— Tome, señorita Hill. Feliz día de la asistente— dice mi jefe extendiéndome una pequeña caja que de inmediato recibo.Esta molesto porque debe casarse, pero, aun con eso en mente, se ha acordado de mí, ¿no es una buena señal?El día termina y yo recojo todas las cosas para marcharme a mi solitaria casa. Es en este momento que mi jefe sale listo para marcharse a su hogar, por lo que, lo sigo hasta el ascensor donde bajamos juntos.El señor Castagnoli, tiene dos asistentes, Louis que es con quien prácticamente vive porque es quien me entrega al señor Castagnoli y se marcha y yo lo entrego cuando vamos a salir de nuestro horario laboral.Por lo que, todos los días en un horario de ocho horas a doce, estoy con el hombre que me gusta coordinando muchas cosas relevantes de su trabajo y día a día, como también, ayudándolo a desplazarse o responder adecuadamente a invitaciones donde debe hacer discursos y conocer personas.Mi jefe no es bueno con las palabras, por lo que, de eso me encargo yo y su secretaria, se encarga de cosas generales de la empresa, yo me encargo que esas funciones puedan ser atendidas adecuadamente como al jefe le gusta, también me hago cargo de su alimentación y que todo lo personal que nece
El olor a alcohol me hace negar y quejarme. Mi cuerpo dolía, pero, no era un dolor físico, si no, algo más que no podía describirlo. Solo podía saber que era algo malo. El malestar me lo decía.— Ya ha despertado— dice alguien y yo abro mis ojos con dificultad.— Señorita Hill— dice mi jefe y yo abro mis ojos aún más por la sorpresa.Muchas veces había soñado despertar y escuchar la voz de mi jefe hablándome, pero, algo me decía que aunque se estaba cumpliendo mi deseo, no era por algo agradable.— Señor… ¿Qué…?— Debe despertar completamente para que atienda lo que le voy a decir. — dice el señor Castagnoli.— Sí, señor…— Louis va a viajar con usted. Así que, necesito que nos diga donde está su pasaporte para que pueda marcharse pronto. — dice mi jefe y yo lo observo aturdida.— ¿Por qué necesitaría mi…? — pregunto, pero, los recuerdos vienen a mi mente y me bloquean.Mi hermana, mi madre… no puede ser posible.— No... no puede ser posible. —Digo de inmediato.— Eso es lo que van a
De todos los papeles se encarga Louis, mientras yo camino sin saber hacia dónde debo moverme. Es como si fuera alguien sin alma y no era para menos, la había perdido en un accidente aéreo que jamás debió suceder.— Necesitas levantarte, señorita Hill— No puedo. — susurro sin saber quién me habla. Solo puedo mirar a nada en especial y caminar aunque mis pies duelan, porque sentada duele más mi corazón.— No suspendí una reunión tan importante para verte así de derrotada. — dice la voz que anteriormente me hablo y yo lentamente miro hacia la persona a mi lado.La sorpresa me invade al ver como el hombre que debía estar a miles de kilómetros aparece — Señor Castagnoli… — susurro con voz quebradiza.— Puedes llorar, puedes derrumbarte, puedes y necesitas hacerlo, pero, no olvides levantarte de allí, porque no perteneces al suelo. No perteneces a ese lugar en ruina en el que te estas aferrando a estar. — dice el señor Castagnoli y yo no quiero que me vea completamente destruida, pero, ¿C
Era mucho que procesar, por eso, era que mi mente estaba intentando alcanzar la velocidad con todo lo que estaba pasando en un día que sentía que no tenía fin. Parece que no tiene fin porque no logro entender cómo es posible que él me diga algo así.— Lo que acabas de escuchar, señorita Hill. Vine a decirle que quiero… no, necesito que seas mi esposa, entonces, ¿Por qué te encuentro así?— Señor Castagnoli… esto me ha tomado por sorpresa.— ¿Por qué debería tomarte por sorpresa? He estado apoyándote en este momento duro como algo más que jefe. Además, ¿crees que dejo que cualquier mujer este sobre mis piernas? — pregunta mi jefe y yo de inmediato, me levanto reaccionado a su comentario.— Lo entiendo, señor. Pero, eso está lejos de lo que podría significar un matrimonio.— Te conozco y me gusta como eres, eso me parece suficiente para mí. — dice el señor Castagnoli y yo respiro profundo.— Aun así.— No voy a obligarte, si no quieres casarte conmigo, lo entenderé.— No somos novios, m
No lograba comprender qué era lo que estaba sucediendo, pero, estaba pasando. Por un momento había pensado que había sido todo producto de mi imaginación, que lógicamente, después de reaccionar y va a llegar la realidad.Pero, al tener mi billetera con mi documentación y ver a Louis sonreírme, mientras nos escolta hasta el auto de mi jefe, confirmo que no estoy soñando ni tampoco me lo estoy, imagino.— Señor Castagnoli, Vuelvo a decirlo, ¿realmente desea casarse conmigo? — digo, esperando que me diga que no y que el motivo de haberme llevado hasta su auto fue para hacerme una mala broma.— ¿Usted cree que vine a sacar nada más para bromear, señorita Hill? — pregunta mi jefe con seriedad.— Lo siento, es que me parece tan irreal, señor, Castagnoli.— A mí me parece irreal que usted haya intentado quitarse la vida. Pero, eso no quiere decir que no haya pasado ello. — dice mi jefe, mientras extiende su mano al asiento del conductor donde Louis le entrega un botiquín de primeros auxilios
Después de recapacitar y prometerme que por muy difícil que sea la vida, no puedo acabar con esta. Bajamos del auto y caminamos a una peluquería. Con un estilista que muestra mucho respeto a mi jefe, se inicia la transformación.Corte de cabello, tratamiento facial, maquillaje, ropa que parece hecho con las estrellas por su brillo increíble e incluso, calzado que parecen nubes esponjosas, soy preparada para la boda más relámpago que creí posible realizar.Mi vestido ajustado a mi cuerpo, me hacen creer que esto ha sido preparado desde hace tiempo, porque todo me queda tan perfecto que me resulta extraño.Lista, con un cabello brillante y hermoso, un vestido sencillo, pero, hermoso, un maquillaje acorde a la ceremonia que tendremos y unos zapatos que me hacen ver un poco más alta, salgo del salón para encontrarme con mi jefe.— Señor Castagnoli, estoy lista. — aviso al hombre que habla por su teléfono de una manera tan elegante que parece un modelo.Él ya lleva un traje de color gris,
No sabía que estaba sucediendo entre mi jefe y su padre, pero, no tenía tiempo para estar pendiente de su relación, cuando tenía una vista perfecta de la mandíbula del hombre que me tiene en sus piernas.En mi tiempo trabajando con él, nunca había estado así de cerca, pero, este día he estado sobre sus piernas dos veces y no porque yo lo provoque, si no, porque él así lo quiso.‘Estamos avanzando bastante rápido, Dove’ me digo sonriendo mentalmente mientras siento la mano de mi jefe en mi espalda baja.— Ella está bien y lo estará siempre. No necesitas preocuparte por mi relación, padre. Adiós — dice mi jefe girándose en su silla eléctrica para llevarme hasta donde está el notario.— Señor Castagnoli…— Ya puede iniciar nuestra ceremonia de matrimonio. — dice mi jefe y el hombre asiente.Realmente no comprendo qué es lo que dice el hombre, porque aunque puedo ver que mueve su boca, no puedo entender qué es lo que dice porque estoy más concentrada en lo que siento por estar sentada en
El anillo que ahora está en mi dedo, brilla con una intensidad que calienta mi corazón. Sabía perfectamente que mi boda no era por amor y que ha sido tan apresurada que como decía mi madre: de una decisión apresurada, solo quedaran malas experiencias y cansancio. Ese era un riesgo que tenía una probabilidad grande de experimentar, pero, ahora no quería pensar demasiado en los resultados futuros, si no, en que he avanzado mucho al estar sobre las piernas de mi ahora esposo, que espera que le coloque su alianza de matrimonio.— No seré el esposo perfecto. Pero, prometo que seremos un matrimonio sin restricciones y si en el futuro estas segura de encontrar la felicidad en otro lado, no voy a ser un obstáculo. — No es buena idea hablar de una separación cuando estoy colocando el anillo de matrimonio en tu dedo. — digo terminando de colocar su anillo.— No quiero que sientas que ese anillo es una soga irrompible, Dove. No quiero que te sientas obligada a estar conmigo, quiero que te sien