La tristeza me invade cuando él me dice ello, porque yo más que nadie sé que no soy la mujer que aceptó casarse con su jefe. Las experiencias vividas, me han hecho paranoica y aunque me recuerdo que todo está bien, para no hacer ello más grande, las heridas siguen en mí.
— No soy pura, hace tiempo deje de serlo, Felipe. Es solo que no lo ves porque me ves con ojos de admiración. Pero, no es así, Felipe. Solo Jesucristo pasa por el mal no es contaminado, yo soy solo una humana que sobrevive a todas las cosas que nos han pasado.>> Así como tú lo haces. Porque aunque tienes tu marca física, estoy segura de que tienes muchas más internamente, unas que intentas sanar, pero, te cuesta. A todos nos cuesta, Felipe. Porque intentando hacer las cosas bien, terminamos sufriendo. — digo y Felipe sonríe.— Usted siempre sabe cómo se sienten todos, se&ntLo observo finamente, pero, Danell huye de inmediato, mirando a los pequeños que están en sus tapetes didácticos jugando, mientras bostezan un poco. Por lo que, Danell se baja de la silla de ruedas y toma al pequeño Dalton que se acomoda en sus brazos, listo para ser dormido.— Danell…— Vamos a dormir a los chicos primero. Tenemos muchas cosas de las cuales conversar. — dice Danell y yo asiento sabiendo que lo mejor es que los bebés no estén despiertes.— Está bien, hagamos eso. — digo con seriedad.Danell y yo nos encargamos de dormir a los niños y yo me marcho hacia la habitación de ellos, donde dejo a mi hija, para después buscar a Dalton, cuando se lo quito, él se coloca en su silla de ruedas y me extiende sus manos, para después recibir al pequeño que se mueve un poco por el cambio constante de brazos.Él mismo lleva a
Días despuésDespués de días pensando en lo que debería ser, avanzo un paso hacia el lugar donde tanto temí volver. Con mis dos hijos en sus respectivos coches infantiles, camino por el solitario lugar donde, muchas personas están descansando. Oh bueno, su cuerpo material descansa, mientras su alma está donde debería encontrarse.Suspirando profundo y recordándome que debo hacer esto en cualquier momento, avanzo hasta llegar a las dos tumbas que tiene el apellido Hill en sus lápidas. Después de haber enterrado a mi madre y a mi hermana, no había vuelto a este lugar.Han pasado más de dos años desde que ellas murieron y siento como si hubiesen pasado más de cinco décadas, desde la última vez que las vi antes de irse al aeropuerto para tener las vacaciones que tanto había deseado vivir.En silencio, observo sus lápidas y comien
Como lo hemos hablado, le presento mis hijos al hombre que ayudó mucho para que yo tuviera un lugar seguro, comida e incluso, un transporte para salir de la isla. Siendo sincera, Susan y su padre, fueron esa voz de aliento y apoyo que sin esperarlo, pero, necesitándolo, lo tuve.— Te dejaré a solas unos momentos, para que tengas tu espacio. — digo colocando a mi hija en su coche y Dan, toma a Dalton para hacer lo mismo.— Yo también te daré el espacio que necesitas, prima. — dice Dan y es él quien me acompaña hasta la tumba de mi madre, donde limpio la suciedad con mis manos, mientras en mi mente, le digo todas las cosas que he vivido y me han impedido visitarla en el pasado.Con tristeza, veo la tumba de las dos mujeres que son mi apoyo incluso después de muerta y miro a mis hijos que juegan con sus sonajeros.— Aquí esta su abuela y su tía, mis niños. La &
Tres años despuésCorro con mis carpetas de un lado al otro para dejar todo listo. Susan, aunque también está corriendo, me regaña por no estar lista, cuando falta poco para el gran momento e incluso, Danell quien se había llevado a los niños, aparece con ellos manchados de helado de chocolate.— Pensé que ya estabas lista, Dove. — dice Danell.— Estamos a cierre de mes, debo tener todos los detalles antes de irme de luna de miel. Eso tardó mucho más tiempo del que pensé. — digo terminando de arreglar todo.— Y ahora estará más atrasada porque están manchados de chocolate. — dice Susan limpiando sus mejillas con el dedo húmedo de ella por su saliva.— ¡Tía, no seas extraña! — se queja Dana aunque no se aleja del toque de Susan— Si no fuera extraña, no sería Susan
Corría de un lado al otro porque no encontraba mi bolso. Estaba en graves problemas, el señor Castagnoli no le agradaba la impuntualidad y yo estaba por hacer enojar a mi jefe por ser tan tonta.— ¡Madre, ¿has visto mi bolso?! — grito mientras me peino el cabello en el moño que siempre uso.— ¡Debería estar en el sofá! —grita mi madre desde su habitación y yo corro hacia este sin poder encontrarlo.— ¡No esta!— Busca en las divisiones del espaldar y donde te sientas, seguramente esta allí! — grita mi madre mientras sale de su habitación con su pasaporte en manos.Casi metiéndome en el sofá, encuentro la billetera que llevaba media hora buscando.— ¡Eureka! — grito levantando en alto mi billetera.— Siempre es lo mismo, me sorprende que seas tan organizada en un trabajo tan exigente y en casa seas un desastre. — se queja mi madre.— Mamá, estas hablando de tu hija. No seas así de cruel — me quejo y mi hermana sale de su habitación con su pasaporte.— No dice mentiras, Dove. Eres un de
El día termina y yo recojo todas las cosas para marcharme a mi solitaria casa. Es en este momento que mi jefe sale listo para marcharse a su hogar, por lo que, lo sigo hasta el ascensor donde bajamos juntos.El señor Castagnoli, tiene dos asistentes, Louis que es con quien prácticamente vive porque es quien me entrega al señor Castagnoli y se marcha y yo lo entrego cuando vamos a salir de nuestro horario laboral.Por lo que, todos los días en un horario de ocho horas a doce, estoy con el hombre que me gusta coordinando muchas cosas relevantes de su trabajo y día a día, como también, ayudándolo a desplazarse o responder adecuadamente a invitaciones donde debe hacer discursos y conocer personas.Mi jefe no es bueno con las palabras, por lo que, de eso me encargo yo y su secretaria, se encarga de cosas generales de la empresa, yo me encargo que esas funciones puedan ser atendidas adecuadamente como al jefe le gusta, también me hago cargo de su alimentación y que todo lo personal que nece
El olor a alcohol me hace negar y quejarme. Mi cuerpo dolía, pero, no era un dolor físico, si no, algo más que no podía describirlo. Solo podía saber que era algo malo. El malestar me lo decía.— Ya ha despertado— dice alguien y yo abro mis ojos con dificultad.— Señorita Hill— dice mi jefe y yo abro mis ojos aún más por la sorpresa.Muchas veces había soñado despertar y escuchar la voz de mi jefe hablándome, pero, algo me decía que aunque se estaba cumpliendo mi deseo, no era por algo agradable.— Señor… ¿Qué…?— Debe despertar completamente para que atienda lo que le voy a decir. — dice el señor Castagnoli.— Sí, señor…— Louis va a viajar con usted. Así que, necesito que nos diga donde está su pasaporte para que pueda marcharse pronto. — dice mi jefe y yo lo observo aturdida.— ¿Por qué necesitaría mi…? — pregunto, pero, los recuerdos vienen a mi mente y me bloquean.Mi hermana, mi madre… no puede ser posible.— No... no puede ser posible. —Digo de inmediato.— Eso es lo que van a
De todos los papeles se encarga Louis, mientras yo camino sin saber hacia dónde debo moverme. Es como si fuera alguien sin alma y no era para menos, la había perdido en un accidente aéreo que jamás debió suceder.— Necesitas levantarte, señorita Hill— No puedo. — susurro sin saber quién me habla. Solo puedo mirar a nada en especial y caminar aunque mis pies duelan, porque sentada duele más mi corazón.— No suspendí una reunión tan importante para verte así de derrotada. — dice la voz que anteriormente me hablo y yo lentamente miro hacia la persona a mi lado.La sorpresa me invade al ver como el hombre que debía estar a miles de kilómetros aparece — Señor Castagnoli… — susurro con voz quebradiza.— Puedes llorar, puedes derrumbarte, puedes y necesitas hacerlo, pero, no olvides levantarte de allí, porque no perteneces al suelo. No perteneces a ese lugar en ruina en el que te estas aferrando a estar. — dice el señor Castagnoli y yo no quiero que me vea completamente destruida, pero, ¿C