Capítulo 3: La noticia

El olor a alcohol me hace negar y quejarme. Mi cuerpo dolía, pero, no era un dolor físico, si no, algo más que no podía describirlo. Solo podía saber que era algo malo. El malestar me lo decía.

— Ya ha despertado— dice alguien y yo abro mis ojos con dificultad.

— Señorita Hill— dice mi jefe y yo abro mis ojos aún más por la sorpresa.

Muchas veces había soñado despertar y escuchar la voz de mi jefe hablándome, pero, algo me decía que aunque se estaba cumpliendo mi deseo, no era por algo agradable.

— Señor… ¿Qué…?

— Debe despertar completamente para que atienda lo que le voy a decir. — dice el señor Castagnoli.

— Sí, señor…

— Louis va a viajar con usted. Así que, necesito que nos diga donde está su pasaporte para que pueda marcharse pronto. — dice mi jefe y yo lo observo aturdida.

— ¿Por qué necesitaría mi…? — pregunto, pero, los recuerdos vienen a mi mente y me bloquean.

Mi hermana, mi madre… no puede ser posible.

— No... no puede ser posible. —Digo de inmediato.

— Eso es lo que van a confirmar al viajar allí. A usted solo la llamaron porque no aparece entre la lista de los sobrevivientes, su hermana y su madre. Pero, cada minuto que pasa, pueden encontrar sobrevivientes que aún no han registrado En la lista.

>> Así que, lo mejor es que usted vaya y confirme si los cuerpos que han encontrado con la documentación de su hermana y su madre, son ellas o si solamente fue el agua el que causó que toda la documentación fuera un desastre y la confundieran con esas mujeres muertas, sólo porque eran las más cercanas en sus facciones a dicha documentación encontrada. — dice el señor Castagnoli y yo asiento más tranquila.

— Seguramente es eso lo que sucedió. Lo mejor es que yo me marche entonces a averiguar cómo se encuentran mi familia— digo levantándome del asiento del auto del señor Castagnoli

— Debe viajar con Louis. Ya estamos fuera de la casa donde vives, así que ve a buscar tu pasaporte y regresa, que te llevaremos al aeropuerto.

— No es necesario que Louis me acompañe. Es su asistente y seguramente tiene muchas cosas que hacer con usted esta noche.

— No fue una sugerencia, fue una orden, así que ve a buscar tu pasaporte, nosotros te esperamos mientras vamos averiguando qué vuelo más cercano hay para que te vayas sin inconvenientes lo más pronto posible.

— Entiendo. Ya regreso, señor. — digo y corro tan rápido marchándome hasta mi casa de donde busco mi pasaporte y salgo tan rápido, mientras deseo volver a casa con mi hermana y mi madre sonriendo por el susto que hemos sufrido.

Salgo tan rápido como puedo, mientras me preocupo porque mi jefe me espere tanto. Ya que, a él no le gusta esperar y posiblemente, si lo hago enojar, no me ayude como lo necesito. Corriendo, llego a su auto y es él quien me calma.

— Estamos a tiempo, no corras, puedes lastimarte.

— No le gusta esperar, señor.

— Ahora no me importa eso, estamos a tiempo, podremos hacer las cosas bien sin correr como si estuvieras saliendo de un incendio. — dice el señor Castagnoli y yo asiento.

— Entiendo, señor. Gracias por entender.

— El vuelo saldrá en dos horas. Por lo que, tenemos tiempo. Mientras vamos a averiguar qué sucede. No estás sola, tienes mi respaldo, así que, independientemente de lo que descubras, recuerda que no estás sola. No debes estarlo.

— Muchas gracias, señor Castagnoli. — digo conmovida.

— Vamos, es mejor estar pronto en el aeropuerto.

Me sentía feliz. Mi jefe, era un hombres de pocas palabras, pero, estaba claro que cuando hablaba, lo hacía porque iba a ayudar o decir algo bueno y no porque dijera cosas sin sentido. Ahora, me estaba diciendo lo que necesitaba y me agradaba tenerlo, porque sentía que no podría lograr salir de este asombro sin su ayuda.

Él tenía razón, no era una persona fuerte, esta situación dejaba claro ello y por eso, necesitaba ayuda. Necesitaba con urgencia ayuda y el señor Castagnoli y Louis, me la estaban dado.

No pague algo, ellos se encargaron de todo, mientras yo suplicaba que mi familia estuviera bien, mientras subíamos a un avión que imploraba que volara más rápido porque necesitaba encontrar a mi familia.

Por fortuna, Louis no me dice algo y yo agradezco, porque no sé qué decir. Bajo del avión y nos llevan hacia el lugar donde debemos tomar un nuevo transporte aéreo para poder llegar al lugar donde nos esperan para darnos la información de mi madre.

Al llegar, bajo rápido del auto en el que siento que he durado un siglo, porque mucho trayecto de la carretera, no estaba en óptimas condiciones, pero, finalmente llegamos al destino donde familiares como yo gritan o celebran dependiendo de la noticia que reciben.

Mi corazón está que sale de mi pecho y yo continúo suplicando para que las cosas salgan bien y mi familia corra a abrazarme, pero, Louis es quien me toma del brazo cuando estoy frente a uno de los encargados de informarnos sobre nuestros conocidos

— Necesito saber sobre dos mujeres de apellido Hill, ¿está en la lista de sobrevivientes? — pregunto con temor y el hombre traga duro.

— Mi superior hablará con usted. Gire a la derecha y en segunda puerta a la izquierda lo encontrará. — dice el hombre y yo camino implorando que con su superior, este mi madre y mi hermana.

Pero, cuando llego al lugar y no veo a mi hermana o mi madre, trago duro.

— Buenas noches, soy Dove Hill. Me han enviado aquí para hablar con usted.

— Siéntese, señorita Hill. Debemos hablar.

— Sea directo, ¿están o no vivas? — pregunto si deseos de siquiera acercarme al hombre que tiene una corbata negra.

— Lo siento, señorita Hill. Se les ha hecho muestras para confirmar si son ellas y si lo son. Las dos pasajeras de apellido Hill, han muerto— dice el hombre y yo trago duro.

Mis piernas dejan de tener fuerza y son unos brazos los que me impiden caer al suelo. Mi mundo se había derrumbado y no encontraba una sola manera para poder quedarme en un mundo donde mi madre y mi hermana, ya no están.

— ¿Qué queda ahora para mí? — pregunto mientras los recuerdos me invaden.

Ellas me habían prometido que viajaríamos juntas después. Que tendríamos unas vacaciones familiares, entonces, ¿Por qué estoy quedando sola? ¿Por qué ya no será posible que cumplan esa promesa tan importante? 

Me he quedado sola. Estoy sola en una casa que será demasiado grande y solitaria para mí. Mis mejores amigas, mi única familia, mi motivación, se ha ido. Entonces, ¿Qué va a ser de mí?

— Señorita Hill… señorita Hill.

— Déjenme morir también. Dejen que muera. — suplico sin tener fuerzas para decir algo más cuando todo me duele.

Lo mejor es morir. Así, no estaré sola despidiendo dos personas que han sido mi vida siempre. No puedo lidiar con esto. Lo mejor es que todo acabe para mí también. Es lo mejor.

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