94. El regalo de navidad de Yonel

Ya sé cómo tratar con Yonel. Conozco su debilidad: el sadismo es su pasión, algo que parece escaparse del radar de Murgos. Pero claro, ¿cómo podría saberlo si es un gusto tan oculto, tan privado? Murgos ha planeado esta presentación minuciosamente, sin que Yonel tenga idea de lo que le espera. Hoy es mi primer cliente. Aprovechando que Yonel va a pasarla en una de sus lujosas suites, debo infiltrarme en su apartamento con la ayuda de Murgos, quien ha pagado una generosa suma a una de las mucamas del hotel para asegurarnos acceso. Según ella, no fue complicado; la mucama ya la conoce, dado que Gabriel tiene una suite en el mismo lugar, y es bien sabido que son familia.

Y aquí estoy, dentro de una caja de regalos que está forrada con papel blanco y adornada con un lazo rojo brillante. Hace un minuto, Murgos llamó desde una cabina telefónica y me alertó: Yonel acaba de llegar al hotel. No hay tiempo que perder. Me tapo la boca con un pañuelo y ato mis muñecas con unas cadenas, lo suficie
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