Capítulo 293
Con su metro ochenta de altura, casi me hace caer al jalarme.

Me tambaleé y antes de que pudiera insultarlo, Beatriz ya se había acercado con una expresión lívida en su rostro.

Por un instante, me di cuenta de lo fea que se veía Beatriz, y me pregunté cómo alguna vez pude pensar que era bonita.

Quizás ese dicho de que el rostro refleja el alma era cierto - ahora que Beatriz tenía el corazón retorcido, su fealdad interior se manifestaba en su exterior.

—Alberto, ven acá —Beatriz explotó contra su hermano.

—¡Sálvame, belleza! —Alberto suplicó detrás de mí como un niño inmaduro.

Qué situación más jodida.

Maldije internamente y exclamé irritada:

—¡Suéltame!

—Por favor, ayúdame —pero Alberto se pegó a mí como una lapa, haciendo berrinche.

Apreté los dientes y levanté el pie para pisarle el suyo con el talón.

—¡Ay! —gritó de dolor y me soltó. Me limpié el brazo donde me había agarrado y me aparté.

Pero Beatriz me bloqueó el paso. La miré furiosa:

—Quítate.

—Sara, no pensé que fueras tan crue
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