Capítulo 301
—Porque realmente eres la única persona por quien puedo olvidar todos mis principios —suspiró Sergio con resignación.

Hablaba con tanta naturalidad, sin intención alguna de ser romántico, pero cada frase suya era un verdadero poema de amor. Como dicen en internet: sin mencionar la palabra amor, pero rebosante de él en cada sílaba.

Se me hizo un fuerte nudo en la garganta y, con la boca llena de tortilla, le dije:

—Sergio, ven aquí.

—¿Para qué? —me miró confundido.

—Tú solo ven y listo —insistí caprichosamente.

Se acercó y apenas se sentó, apoyé mi cabeza en su hombro.

Se sorprendió de forma notable y le dije:

—La comida sabe mejor así, junto a ti.

Su suave risa me hizo sonreír en secreto.

Después de comer, volvimos a casa. Mientras me acomodaba, le pregunté cariñosa:

—¿Dormirás aquí o en tu cuarto?

—¡Aquí! —respondió sin dudarlo.

Recordando cuando hacía flexiones y se duchaba con agua fría, me mordí curiosa el labio:

—Pero nada de hacer flexiones a medianoche.

Sus mejillas se sonrojaro
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