Y empezaron la sospechas. 😎 Para quien pensaba que Marcos se había olvidado de su venganza. Viene curvas, mi gente😒😲😲😲
Sam terminó el análisis que había hecho media hora antes del consejo de accionistas. Era extraordinario como un simple número podía cambiar todo un sistema. A pesar de haber realizado ese informe tres veces antes y de que Gin había dejado lo que estaba haciendo y la ayudara, no habían podido terminarlo cuando habían querido. Pero ya lo tenía. Solo esperaba que los compañeros que llevaban tantos años trabajando con su padre tuvieran una visión de futuro y no le pusieran trabas. Y aunque sabía que al final las decisiones importantes caían en las manos de los Montenegro, contar con el apoyo valía la pena. — ¿Estás lista, Ron? —le dijo Gin a Samantha poco antes de entrar en el amplio salón.—Nerviosa. En mi vida laboral solo he necesitado contar con dos personas. Mi antiguo jefe confiaba en mí con los ojos cerrados y tú no te metías en esos asuntos. Es decir que jamás tuve las manos atadas. Hoy es diferente. — ¿Ya Marcos lo vio? —No, él querido enseñárselo. Nuestra relación ha avanzado
La marcha de Samantha dejó a las personas dentro de ese salón con diferentes expresiones. Ninguna buena, ninguna bonita. La vergüenza y el bochorno eran las que más abundaban.—Me dejan a solas con mi hija por favor. —pidió Eduardo. Marcos y Benjamín salieron a la par pensando que las revoluciones que se armaban dentro de la familia Montenegro eran dignas de hacer un guión de teatro. Eduardo esperó que Marcos cerrara la puerta para mirar de forma condenatoria a su hija. Esa mirada la utilizaba pocas veces, con sus princesas, aún menos. Solo recordaba tres ocasiones en que la había empleado. Cuando sus tres hijos eran pequeños y se habían metido en un lodazal acabados de vestir de blanco, cuando Sam y Ale le dijeron que habían besado por primera vez a un hombre y cuando de forma entrecortada le contaron que habían perdido la virginidad. En ese momento tuvo el mismo efecto. Alejandra no era capaz de alzar la cabeza.—Estoy esperando una explicación, cielo. Vamos a continuar lo que
Los días fueron pasando entre avasalladores besos y calientes caricias. Cada vez era más complicado no ceder al deseo que regía sus cuerpos. Un mes exacto fue lo que habían acordado. El máximo tiempo que tendrían antes de ceder a la locura de la lujuria. Pero bendita locura. Hubo una ocasión que habían llegado un poco más allá. Las caricias se había extralimitado y Sam había terminado con los labios hinchados, la vista turbia y la falda subida hasta la cintura. La mirada que Marcos le había dado, al darse cuenta que las medias eran hasta medio muslo y no hasta arriba era algo con lo que Sam soñaba a diario. Siempre y cuando las pesadillas no visitaran el pasillo de su mente. Habían pasado diez días y la relación entre Alejandra y Samantha seguía igual. Totalmente estancada. Sam no había regresado por la casa que la había visto crecer. Al siguiente día de la discusión, Nana se había aparecido con todo tipo de calderos, vasijas y cacharros. Una cantidad inagotable de comida que todav
— ¿Por qué me mandaste a llamar, guapetón? —le dijo Sam a Marcos una vez en la oficina.—Le cediste el proyecto a tu hermana —comentó de mala forma. Ni siquiera le hizo caso a los brazos que Sam había puesto alrededor de su cuello. Al tenerla tan cerca solo se fijó en sus pupilas que estaban tan dilatadas que el color dorado casi estaba desaparecido. Incluso su piel parecía más fina. Características que provocaban la cocaína o la metanfetamina y otras drogas similares.—Wow los chismes vuelan ¿Quién te lo dijo?— ¿Por qué lo hiciste? —Evitó su pregunta y siguió su propio cuestionario— ¿Por qué, gatica? —Porque en estos momentos no puedo con todas las cosas que conlleva. Tengo demasiadas cosas en la cabeza.— ¿No tienes nada que contarme, Samantha? ¿No me estás ocultando nada?— ¿Pero a dónde quieres llegar, rayos? No sé de lo que estás hablando.—Sabes, es mejor así —le dijo quitando las manos de su cuello y los dedos que le estaban acariciando suavemente la nuca—, esta empresa no t
Sam llegó a su apartamento completamente agotada. Física y mentalmente. Se fue quitando la ropa que pesaba 15 kilos cada pieza a medida que avanzaba dentro del apartamento. Cuando se detuvo frente al espejo y vio su cuerpo hizo una mueca, esa había sido la peor crisis que había vivido. Incluso cuando se despertó de una inconsciencia de dos semanas y le habían dicho que su hermano mayor estaba muerto y enterrado había vivido algo parecido. Llevaba quince minutos bajo el chorro de agua caliente cuando al mirar hacia el suelo vio el agua saliendo roja. La regla había hecho su anuncio y de paso le hizo trabajar que no había ningún bebé. Se sintió decepcionada como nunca antes. No entendió como se podía extrañar algo que nunca se había tenido. Pero después de que se había hecho la idea de que una criatura podía estar creciendo en su vientre, había querido que se hiciera realidad. Aunque en esos momentos era mejor que el bebé demorara, sobre todo después de tener en cuenta, la relación q
Ambos se sentaron en el sofá. Sam eligió una distancia prudencial pues no quería confundir las cosas. Más de lo que ya estaban. Sin embargo los planes de Marcos fueran diferentes. Sam no se había sentado en el cómodo sofá cuando la jaló a sus brazos y la sentó en sus muslos. A horcajadas. Se sintió mal al ver sorpresa en esos ojos dorados pero no lo demostró, se merecía que Sam le diera unos cuantos golpes, su actitud había sido desastrosa. Sobre todo con alguien con quien estaba saliendo. Con alguien que lo más probable era que tuviera una relación en un futuro. Pero saber que ingería drogas lo había turbado. Hacía días que no pensaba en su venganza, no había pensado en ella cuando le había cuestionado a Samantha su consumo de sustancias ilícitas. Y en menos aún había pensado en ella, cuando le había rogado a Georgina que le diera la dirección exacta del apartamento. Sólo quería consolar a su mujer, no herirla. Colocó las manos debajo de las costillas de Sam y empezó a acariciarle
Habían pasado ocho días desde el momento que Sam le había contado a Marcos el recuerdo más doloroso de su vida. Ocho días angustiosos pero en cierta manera más fáciles de sobrellevar. Ocho días en los que Marcos dormía abrazado a ella cada noche. Incluso cuando Sam se despertaba dando gritos y empapada en sudor, él estaba ahí. Lograba calmarla contándole historias de cuando era pequeño y al cabo de un rato volvía a quedarse profundamente dormida. Jamás se asustó, nunca la dejó sola. Esa primera noche que durmieron juntos en el fresco abrazo de la tarde, fue la primera vez que Samantha no tuvo miedo de cerrar los ojos. Y aunque le había hecho daño con sus palabras, no dudó en acurrucarse dentro de esos fuertes brazos. Había una frase que decía que cuando se amaba, inevitablemente se lastimaba, pues el amor y el dolor iban de la mano. Una persona no podía evitar equivocarse, no podía evitar dañar a los que quería. Esa era la naturaleza humana. Era de humanos fallar, pero era de human
El cantar de los pajarillos hizo que Sam abriera los ojos y viera la luz del sol que se estaba colando por las múltiples rendijas de esa casa. Y aunque por fuera lucía espantosa por dentro no estaba tan mal. Era cierto que no contaba con las cosas básicas pero para una escapada romántica se podía utilizar. Un vistazo a su lado le mostró un Marcos totalmente dormido y con varios mechones de su cabello oscuro cayendo sobre su rostro. Una imagen super cautivadora. Sam se sonrojó al pensar en la noche anterior. Como una vez acabada la primera tanda caliente se bañaron desnudos en el lago. El agua había acariciado su piel ardiente pero le había refrescado el cuerpo. Habían sido unos cortos minutos de paz. Hasta que Marcos la había agarrado por la cintura y habían hecho que se zambulleran. Jugaron y se tiraron agua como si fuera simples críos y no un hombre y una mujer. Pasaron un rato divertido, hasta que la diversión se convirtió en pasión y se habían unido de forma desenfrenada una v