En el juego de la venganza, todos somos daños colaterales. Hace varios años el señor Daleman me arrebató lo que más amaba en la vida, es hora de regresarle el favor. Sólo se interpone alguien en mi camino: su hijo, un hombre apuesto y agradable que además es mi jefe...
Leer másMiré el pasillo, las sillas vacías acomodadas a cada lado y el altar al otro lado. Todo estaba listo para la boda, adentro de la cabaña se preparaba la comida para la fiesta y Christian se arreglaba, sería la boda perfecta, de eso no tenía la mejor duda. - ¿Estas lista?- Le pregunté a Luisa, ella esperaba cerca, una bata larga cubría su vestido blanco. Nunca esperé que una noche de copas después de aventarle huevos a la casa de su ex fuera a convertirnos en buenas amigas, o que después de eso él le suplicaría que regresaran o que ella aceptaría gustosa. Mi vida cambió radicalmente mientras esperaba a que Christian saliera del hospital y cuando al fin lo hizo pude estar a su lado durante su recuperación, conciente de que cada instante de su sufrimiento pudo ser evitado si tan solo hubiera confiado un poco más en él. Cuando lo vi salir del hospital, pálido y con una mueca de dolor en sus delgados labios, me prometí que nunca volvería a verlo lastimado por mi causa. - Así es, nunca pe
Decir que me sorprendió ver a mi madre sería restarle importancia al suceso. No la había visto desde el funeral… nuestra última reunión fue hostil y yo decidí no buscarla cuando decidió irse a la ciudad a perseguir su olvidado sueño de ser actriz. Las dos dijimos, más bien gritamos, cosas terribles que probablemente ninguna había olvidado o perdonado, palabras dichas con la única intención de lastimar. Nunca fui muy cercana a ella, mucho menos después de la muerte de mi padre. Su muerte también fue la de nuestra familia como la conocíamos. No había cambiado mucho desde la última vez que la vi, solo lucía más arreglada. Ahora llevaba el cabello rizado y teñido de un color cobrizo. Llevaba un abrigo negro, zapatos de tacón alto, labios pintados de rojo... nunca la había visto lucir tan bien. Una parte de mi ser la odiaba por eso. Quizás nunca podría mirarla tan feliz sin recordar el pasado, cuando le dio la espalda a todos. - ¿Podemos hablar? Hay una cafetería cerca de aq
El momento pareció congelarse, con nosotros tres ahí, en la encrucijada al final del camino. Era el problema final… Sentía mi respiración demasiado fuerte y tanto Christian como Antonio parecían dos gatos a punto de destrozarse con colmillos y garras. Por lo menos Antonio tendría que decidir a quién intentaría matar primero, eso considerando, claro está, que estuviera solo.-Vete, Daleman. - Solo me iré si ella me lo pide. -respondió él con mirada desafiante.- Si quieres que siga con vida… deberías pedirle que se vaya. Ahora. - Advirtió Antonio.- Christian…-comencé a decir, no estaba muy segura de qué palabras usar para decirle lo mucho que lamentaba toda la situación, nunca debí involucrarlo, nunca debí dejarlo sin una explicación, nunca debí enamorarme de él, sin embargo, ahí estábamos, los dos en el claro del bosque donde mi vida se hizo pedazos.- No.- Aún no digo nada…- La respuesta es no. Sé que quieres protegerme de todo esto, pero no lo necesito y yo decidí buscarte y dec
Si pensábamos que tendríamos tiempo para prepararnos antes de tener que confrontar Antonio, estábamos completamente equivocados. No nos permitimos ni una noche de libertad, sabíamos que debíamos aparentar normalidad y tranquilidad mientras en realidad nos encontrábamos planeando una salida a la situación.- Antonio no es tan impulsivo como mi padre, pero no va a desperdiciar el tiempo.- Eso no puedo asegurarlo. - respondí recordando cómo Antonio solía ser conocido por su espontaneidad y por saltar antes de mirar abajo. - Ahora me confunde mucho… siento que en realidad nunca lo conocí.- Debió ser toda una sorpresa para ti. -Christian tomó mis manos entre las suyas, estábamos sentados en la sala de su apartamento.- Solo un poco… digo, sí me sorprendió, pero Lucía me lo advirtió justo a tiempo. Si no, ¿Quién sabe si lo habría creído?- Me gusta pensar que habrías visto la verdad. Quizás no al inicio, pero eventualmente.Miré sus manos, dobladas sobre su regazo. Me sentía tan cobarde,
Al día siguiente Christian me despertó con el sonido de sus pasos de un lado al otro de la casa. Solo caminaba así cuando se sentía increíblemente ansioso. En contadas ocasiones lo había visto tan preocupado, y eso incluía varias reuniones con su padre. Debería levantarme del sillón y buscarlo, ¿cómo llegué al sillón? Lo último que recordaba era caer de rodillas en el suelo de madera, incapaz de contener las lágrimas y dos fuertes brazos rodeándome en un cálido abrazo.Mis sueños estuvieron plagados de una mezcla entre recuerdos del pasado y del día anterior. Veía a Antonio, joven, lleno de sueños recostado a mi lado sobre el césped, antes mirábamos las estrellas con los corazones llenos de esperanza… lo veía en el sótano, con el estómago pesado por la culpa y después nos encontrábamos en aquel claro del bosque, bajo un cielo sin estrellas. El olor a pólvora me asfixiaba. Él me miraba, los ojos vacíos de toda emoción… Despertar fue un verdadero alivio.La conversación con Antonio fue
Tras dos semanas de encierro en la cabaña todos comenzábamos a volvernos un poquito locos. Christian pasaba casi toda la noche despierto haciendo llamadas e investigando, mientras que el ruido despertaba a Antonio y lo hacía pasar el día de mal humor. Sus pesadillas aún lo atormentaban de noche, aunque no eran tan terribles como las de aquel primer día en la cabaña. Yo intentaba mantener la cordura aun cuando escuchaba a uno quejarse del otro a cada oportunidad posible.- No lo soporto. ¿Sabes que es un maldito egoísta? Siempre se acaba el agua caliente y claro, no puedo decir nada porque es su casa… pero también se toma la última taza de café todos los días…-se quejaba Antonio cuando estábamos solos.Christian era menos vocal en su desagrado, solo se apresuraba a salir de cualquier habitación donde estuviera Antonio. “Va a ser imposible que se lleven bien” pensé. Eran peor que perros y gatos, con uno gritando y quejándose como niño chiquito y el otro haciendo lo mejor para manteners
Una vez que dejé a Antonio acostado en el sillón con ropa limpia salí de la cabaña, necesitaba encontrar a Christian. No tenía forma de ir muy lejos, tenía que aclararle que no pretendía negar nuestra relación, solo… En realidad, no había excusa y me arrepentí apenas lo dije. El mayor problema con las palabras es que pueden ser el arma más poderosa y su doble filo puede herir a las personas sin importar si te retractas. ¿Por qué no pude decirle a Antonio que estaba con alguien, que estaba con un Daleman? - ¿Christian? -lo llamé mientras rodeaba la cabaña con pasos silenciosos.- ¿Christian dónde estás?Por fuera la casa lucía bien cuidada, rodeada por unos setos recientemente podados y atrás tenía un jardín cercado, llegué al jardín esperando que Christian estuviera escondido ahí. Era más hermoso visto desde afuera, con varios pequeños árboles frutales y una especie de pasillo rodeado por rosales de diversos colores y tamaños. Había rosas moradas, rosas, rojas, amarillas y algunas con
Los vi irse unas horas antes, tanto mi padre como Antonio actuaban más temerosos de lo usual, desde que empezó su investigación secreta parecían esperar un suceso terrible. Ambos se volvieron casi paranoicos y no me dejaban enterarme de nada. “Es por tu seguridad” decían, seguros de estar lidiando con un enemigo despiadado y poderoso. Yo nunca tuve el valor para responderles que solo por ser hija de uno y prometida del otro sus investigaciones también me ponían en peligro. Hacían lo correcto, lo que nadie más se había atrevido a hacer y no deseaba detenerlos. La inacción de muchas buenas personas resultó en la terrible, y verdadera, reputación del señor Daleman. Nunca supe si esa noche planeaban confrontarlo al fin o si la reunión fue idea del empresario y acudieron con la intención de terminar aquellos terribles meses de incertidumbre.- ¿Adri? -decía ahora una voz que conocía a la perfección y que nunca esperaba volver a escuchar. Sonaba rasposa por la falta de uso, pero definitivam
- Vine en cuanto recibí tu mensaje, fui un tonto. -contó. No había forma de saber si habían pasado minutos u horas. -Ellos me esperaban, ni siquiera tuve la oportunidad de verte y el tío Ricardo, dijeron que su seguridad y la tuya dependían de que yo fuera con ellos. No quise arriesgarlos, prometieron que ustedes estarían a salvo…- Querido, nunca confíes en la palabra de un secuestrador. -dijo una voz desde la puerta. -Aunque es cierto, no pensamos hacerles daño por ahora.- ¿Quién es? ¿Qué quiere de nosotros? -pregunté acercándome a la puerta.- Destruirlos, claro está. Aunque no necesito una bala para hacerlo.- ¿Qué quiere decir?- Lo averiguaras pronto, Rachel Guerra, ¿o debería decir Adriana?Mierda, nuestro atacante conocía mi verdadera identidad. Eso solo empeoraba la situación. ¿Quién más lo sabía? Solo Christian, Lucía y quizás un par de personas muy cercanas al caso de mi padre y Antonio podían saberlo. Sentí un nuevo temor, el de que esa persona hubiera ubicado a mi famili