Tras dos semanas de encierro en la cabaña todos comenzábamos a volvernos un poquito locos. Christian pasaba casi toda la noche despierto haciendo llamadas e investigando, mientras que el ruido despertaba a Antonio y lo hacía pasar el día de mal humor. Sus pesadillas aún lo atormentaban de noche, aunque no eran tan terribles como las de aquel primer día en la cabaña. Yo intentaba mantener la cordura aun cuando escuchaba a uno quejarse del otro a cada oportunidad posible.- No lo soporto. ¿Sabes que es un maldito egoísta? Siempre se acaba el agua caliente y claro, no puedo decir nada porque es su casa… pero también se toma la última taza de café todos los días…-se quejaba Antonio cuando estábamos solos.Christian era menos vocal en su desagrado, solo se apresuraba a salir de cualquier habitación donde estuviera Antonio. “Va a ser imposible que se lleven bien” pensé. Eran peor que perros y gatos, con uno gritando y quejándose como niño chiquito y el otro haciendo lo mejor para manteners
Al día siguiente Christian me despertó con el sonido de sus pasos de un lado al otro de la casa. Solo caminaba así cuando se sentía increíblemente ansioso. En contadas ocasiones lo había visto tan preocupado, y eso incluía varias reuniones con su padre. Debería levantarme del sillón y buscarlo, ¿cómo llegué al sillón? Lo último que recordaba era caer de rodillas en el suelo de madera, incapaz de contener las lágrimas y dos fuertes brazos rodeándome en un cálido abrazo.Mis sueños estuvieron plagados de una mezcla entre recuerdos del pasado y del día anterior. Veía a Antonio, joven, lleno de sueños recostado a mi lado sobre el césped, antes mirábamos las estrellas con los corazones llenos de esperanza… lo veía en el sótano, con el estómago pesado por la culpa y después nos encontrábamos en aquel claro del bosque, bajo un cielo sin estrellas. El olor a pólvora me asfixiaba. Él me miraba, los ojos vacíos de toda emoción… Despertar fue un verdadero alivio.La conversación con Antonio fue
Si pensábamos que tendríamos tiempo para prepararnos antes de tener que confrontar Antonio, estábamos completamente equivocados. No nos permitimos ni una noche de libertad, sabíamos que debíamos aparentar normalidad y tranquilidad mientras en realidad nos encontrábamos planeando una salida a la situación.- Antonio no es tan impulsivo como mi padre, pero no va a desperdiciar el tiempo.- Eso no puedo asegurarlo. - respondí recordando cómo Antonio solía ser conocido por su espontaneidad y por saltar antes de mirar abajo. - Ahora me confunde mucho… siento que en realidad nunca lo conocí.- Debió ser toda una sorpresa para ti. -Christian tomó mis manos entre las suyas, estábamos sentados en la sala de su apartamento.- Solo un poco… digo, sí me sorprendió, pero Lucía me lo advirtió justo a tiempo. Si no, ¿Quién sabe si lo habría creído?- Me gusta pensar que habrías visto la verdad. Quizás no al inicio, pero eventualmente.Miré sus manos, dobladas sobre su regazo. Me sentía tan cobarde,
El momento pareció congelarse, con nosotros tres ahí, en la encrucijada al final del camino. Era el problema final… Sentía mi respiración demasiado fuerte y tanto Christian como Antonio parecían dos gatos a punto de destrozarse con colmillos y garras. Por lo menos Antonio tendría que decidir a quién intentaría matar primero, eso considerando, claro está, que estuviera solo.-Vete, Daleman. - Solo me iré si ella me lo pide. -respondió él con mirada desafiante.- Si quieres que siga con vida… deberías pedirle que se vaya. Ahora. - Advirtió Antonio.- Christian…-comencé a decir, no estaba muy segura de qué palabras usar para decirle lo mucho que lamentaba toda la situación, nunca debí involucrarlo, nunca debí dejarlo sin una explicación, nunca debí enamorarme de él, sin embargo, ahí estábamos, los dos en el claro del bosque donde mi vida se hizo pedazos.- No.- Aún no digo nada…- La respuesta es no. Sé que quieres protegerme de todo esto, pero no lo necesito y yo decidí buscarte y dec
Decir que me sorprendió ver a mi madre sería restarle importancia al suceso. No la había visto desde el funeral… nuestra última reunión fue hostil y yo decidí no buscarla cuando decidió irse a la ciudad a perseguir su olvidado sueño de ser actriz. Las dos dijimos, más bien gritamos, cosas terribles que probablemente ninguna había olvidado o perdonado, palabras dichas con la única intención de lastimar. Nunca fui muy cercana a ella, mucho menos después de la muerte de mi padre. Su muerte también fue la de nuestra familia como la conocíamos. No había cambiado mucho desde la última vez que la vi, solo lucía más arreglada. Ahora llevaba el cabello rizado y teñido de un color cobrizo. Llevaba un abrigo negro, zapatos de tacón alto, labios pintados de rojo... nunca la había visto lucir tan bien. Una parte de mi ser la odiaba por eso. Quizás nunca podría mirarla tan feliz sin recordar el pasado, cuando le dio la espalda a todos. - ¿Podemos hablar? Hay una cafetería cerca de aq
Miré el pasillo, las sillas vacías acomodadas a cada lado y el altar al otro lado. Todo estaba listo para la boda, adentro de la cabaña se preparaba la comida para la fiesta y Christian se arreglaba, sería la boda perfecta, de eso no tenía la mejor duda. - ¿Estas lista?- Le pregunté a Luisa, ella esperaba cerca, una bata larga cubría su vestido blanco. Nunca esperé que una noche de copas después de aventarle huevos a la casa de su ex fuera a convertirnos en buenas amigas, o que después de eso él le suplicaría que regresaran o que ella aceptaría gustosa. Mi vida cambió radicalmente mientras esperaba a que Christian saliera del hospital y cuando al fin lo hizo pude estar a su lado durante su recuperación, conciente de que cada instante de su sufrimiento pudo ser evitado si tan solo hubiera confiado un poco más en él. Cuando lo vi salir del hospital, pálido y con una mueca de dolor en sus delgados labios, me prometí que nunca volvería a verlo lastimado por mi causa. - Así es, nunca pe
Aún recuerdo esa noche, nunca podré olvidarla... Los gritos, los pasos apresurados y el sonido de dos disparos atravesando el aire nocturno me acompañan a donde vaya. El olor a sangre, una leve llovizna nocturna y un dolor insuperable. Sólo se necesitaron dos balas para destruir mi vida entera sin necesidad de siquiera rozar mi piel. El olor a pólvora impregna mis recuerdos y aviva mis deseos de conseguir justicia y en caso de no lograrlo, venganza.Recuerdo el sonido sordo de un cuerpo cayendo sobre el suelo, seguido de otro. No pude hacer nada, no con un arma apuntada a mi cabeza. Creí que seguía yo...Cada pesadilla me recuerda lo que perdí, no hubo justicia, nadie pagó por las dos vidas que terminaron esa noche, en un lugar perdido en el bosque donde las cámaras y los medios nunca llegaron ni llegarían. Todos en el pequeño pueblo sabían quién lo hizo, pero
Considerando todo, regresé a mi pequeño departamento temprano, apenas iban a dar las tres de la tarde cuando ya estaba sentada ante mi escritorio, sin intenciones de volver a salir. El mundo exterior carecía de atractivo, era como si lo brillante de los colores y lo melodioso de los sonidos se hubiera ido con ellos… La seguridad se fue con mi padre, mientras que la alegría se la llevó Antonio, mi Toño, ya había comprado mi vestido de boda cuando el señor Daleman le arrebató la vida. El departamento era bastante pequeño, sólo vivía yo ahí y nunca invitaba amigos, conocidos o compañeros de trabajo. Consistía en una pequeña sala-comedor-cocina con el inmobiliario básico: un refrigerador, estufa y fregadero componían la cocina en la esquina más l