- ¿Los policías sospechan de Christian? -pregunto Lucía.
Nos reunimos enfrente de las rejas de Chapultepec a la media noche, aun había algunas personas, pero no había suficiente luz para que nos vieran bien. La mejor forma de esconderse es a plena vista, al ojo ajeno éramos dos amigas caminando juntas hacia la estación del metro, platicando de cualquier tontería con tal de pasar el tiempo.
Comenzó nuestro trayecto por el metro Chapultepec, de camino a la estación Auditorio, no tenía mucho sentido el trayecto en sí, su única razón de ser era darnos todo el tiempo posible para hablar y pasar un poco desapercibidas. Guardábamos silencio cuando alguien pasaba cerca y Lucia cada cierto tiempo miraba alrededor, cuidadosa incluso de los coches que pasaban en la avenida.
Lucía era alta y delgada, de ojos oscuros que parecían estar an
Dormir resultó una mala idea, cada vez que cerraba los ojos escuchaba los pasos sobre hojas secas, sentía una agitación inigualable como si corriera un maratón, mis piernas avanzaban sin detenerse por una norme pesadez que volvía lento cada movimiento. Necesitaba apurarme. No llegaría a tiempo… Veía destellos en la oscuridad que iluminaban rostros cubiertos y desconocidos de repente el sonido de dos disparos me despertó.Instintivamente llevé mi mano primero a mi corazón acelerado, luego la pasé por mi cabello, tenía la frente empapada de un sudor helado y había pateado las cobijas al suelo en algún punto de la noche. Entré al baño y me mojé el rostro con agua fría, mis ojos se veían rojizos en el espejo y no fue difícil notar que había vuelto a llorar dormida. “Odio esto” pensé, la imposibilidad de olvida
Un día libre no fue en realidad el descanso que esperaba. Mantuve mi promesa de no ver las noticias, tan sólo imaginar la reacción del señor Daleman a toda la situación me hacía querer vomitar. Había logrado su cometido, manchó la reputación de su propio hijo con tal de quitarlo del camino. No importa que su imagen nunca volvería a ser la misma. Sería recordado con esposas de camino a una patrulla aun cuando su inocencia fuera demostrada. Hay imágenes capaces de arruinar una vida entera, una vez es plantada la semilla de la duda es imposible eliminarla por completo.Christian no parecía preocupado, ya fuera por que de verdad no había razones para temer o por dar una apariencia fuerte enfrente del resto del mundo. No era el tipo de persona que muestra su debilidad a los demás, después aprendería que esto era por culpa de su padre, Christian aparentaba un
Llegué al trabajo con cierta prisa, llevaba dos vasos con café, ambos sin azúcar y sin leche, para sorprender a Christian, una de las pocas cosas que no pudimos instalar en la oficina temporal era la cafetera, algo que todos los empleados lamentábamos mucho. La cafetería más cercana no podía en realidad llamarse “cercana”, había que caminar media hora para llegar y tenía siempre una fila enorme. Pasar por a dosis diaria de cafeína se volvió una travesía contra el tiempo y la creciente clientela del café, ahí es donde agradecía mi suerte, había una excelente cafetería a una cuadra de mi casa. Lo entretenido fue llevar balanceando los vasos en las calles llenas de personas, baches y conductores d
Varios años atrás me presentaron al señor Daleman por primera vez de una forma bastante parecida, pretendía comprar la mitad de las casas cercanas para crear lo que algún día sería un centro turístico completo, con hoteles, centros comerciales y demás. En ese momento no me llamaba Rachel Guerra y aun creía en la bondad de las personas. Nunca me agradó, pero tampoco sospeché que llegaría a tanto…-Señorita Guerra, qué inusual apellido. Se me hace conocida, ¿de casualidad trabajó como acompañante hace dos años? Siento que la conozco, pero no logro decir de dónde. -respondió el empresario, sus inexpresivos ojos, semejantes de los de un peligroso depredador, fijos en mí. - Caray, por lo general no tengo problemas para recordar a las personas, ¿sabe?-Me han dicho que mi rostro es bastante com&
Christian me llevó a una pequeña cafetería a tan sólo dos cuadras de distancia. Afuera el letrero mostraba una docena de mariposas con libros en vez de alas. El interior era encantador, con paredes de madera y cubierto de suelo a techo con libreros lleno de tomos antiguos que despedían ese olor a libro viejo que al mezclarse con el aroma a café creaba un ambiente relajante. ¿Por qué acepte? ¿Por qué seguía pasando tiempo junto al hijo de mi enemigo? La situación en general me desconcertaba, por primera vez mi capacidad de pensar con la cabeza fría estaba comprometida, mi juicio nublado por esa sonrisa honesta y esos ojos brillantes como estrellas.Intentando no verlo muy fijamente miré arriba, del techo colgaban pequeñas mariposas de papel en colores brillantes.- ¿Nunca habías venido a esta cafetería? -preguntó Christian al notar la mane
El fin de semana, como todos los eventos temidos primero parecía muy distante y de repente ya estaba ahí, amenazante. En ese corto tiempo el señor Daleman cambio tantas veces el lugar y fecha que terminamos regresando al plan original; cena en casa de Christian. Me gustaría decir que fui valiente y que llegue sintiéndome invencible pero la realidad no podía estar más alejada de eso.La noche precia apenas logré dormir unos minutos sin pesadillas, a cada instante regresaba a ese claro, con los fuertes disparos, gritos y despertaba con lágrimas rodando por mis mejillas. Recordé que mi padre murió en silencio y en cuestión de segundos, mientras los hombres se divirtieron usando a Antonio como saco para golpear antes de darle el tiro de gracia. Aun en mi mente prefería pensar en dos ejecuciones limpias, porque el rostro deformado de mi amado, lleno de pequeños cortes y moretones que
En cuanto nos separamos supe que fue un error, que aún no estaba lista y tardaría mucho tiempo en estarlo. El beso era perfecto, sus dulces labios podrían volverse mi definición del paraíso, pero fue entonces cuando el recuerdo de Antonio se volvió más nítido. Me aparté un poco.-Lo lamento, yo… debería irme. -alcancé a decir antes de salir corriendo, apenas pude recoger mi bolsa.Ni siquiera con el paso del tiempo he logrado imaginar cómo debi&oacu
Dalia, al igual que tantas personas que había conocido en los últimos días resulto no ser como esperaba o temía. Era una chica bastante educada, de cabello negro, saltones ojos castaños y usaba tanto maquillaje como si estuviera a punto de caminar en una pasarela en Paris: pestañas postizas, sombra para ojos dorada y labial rojo oscuro. Llevaba puesto un vestido verde esmeralda con un delicado bordado de flores multicolores complementado por unos altos tacones dorados.-Supongo que conoces la razón de mi visita. -dijo Christian cuando se sentó a la mesa después de saludarla. - ¿Ya te dieron la noticia?