El vestíbulo estaba bien iluminado, con enormes ventanales que permitían la entrada de luz natural y hacían brillar el suelo de mármol blanco. El sonido de nuestros pasos resonaba mientras caminábamos a la salida. Afuera esperaba Daniel, me sentía algo nerviosa con todo lo que estaba pasando, no porque temiera que la información pudiera ser usada para rastrearme, sino por la terrible anticipación que amenazaba con hacerme actuar de forma impaciente o estúpida.
Durante el viaje en auto me concentré en mi respiración mientras repetía en mi mente “Esto ya lo sabías, sabías que sentirías la tentación de hacer algo pronto… pero recuerda que tienes todo el tiempo del mundo, no te vas a conformar, no ahora. Una victoria pequeña no será suficiente”. Todo el tiempo del mundo a veces no parecía suficiente para la tarea que me había propuesto, quizás por eso me sentía tan impaciente a la primera señal de verdadera cercanía a mi meta. Afortunadamente Daniel y Christian estaban demasiado ocupados platicando de la vida familiar del primero y ninguno notó mi temporal distracción. A mí no me interesaba escuchar sobre los problemas del matrimonio de Daniel, segun su esposa trabajaba demasiado.
El edificio de la compañía era casi una fotocopia del que había visitado en la Ciudad de México, tanto que si me hubiera dormido durante el vuelo quizás creería que todo fue una broma y nunca partimos de la ciudad. La similitud me sorprendió, ¿tendría la misma cantidad de pisos? ¿En dónde acababa el parecido? atravesamos el vestíbulo, todos guardaron silencio al ver a Christian, su presencia tras el artículo sólo demostraba una preocupación que nadie quiere ver en su jefe. Apostaría cualquier cosa a que muchos de ellos ya habían comenzado a planear entrevistas con otras compañías y a actualizar su currículo, yo haría lo mismo en su lugar.
-Bien, ¿estarán todos presentes? -Preguntó Christian al cerrarse las puertas del ascensor.
-Si quieres saber... si llamé a Luisa, claro que lo hice, es tu ex prometida, pero también es la mejor en relaciones públicas de toda la empresa. -Replicó Daniel, miraba su teléfono a cada rato, revelando su nerviosismo. - Necesitamos toda la ayuda posible.
-No niego que sea la mejor, sólo recuerda lo que pasó la última vez.
-Ya pasó el tiempo, quizás empezó a olvidarlo. No puede estar amargada toda su vida.
-Es como si no la conocieras, Daniel.- Se quejó Christian.- Luisa Montemayor nunca perdona a nadie.
Luisa, Luisa Montemayor…había escuchado sobre ella, aunque si la mitad de los rumores eran ciertos en menos de media semana haría que todos se olvidaran del tema. Carajo. Era eficiente, meticulosa y demasiado buena como para limpiar los desastres del señor Daleman. Lo que me sorprendió fue escuchar del compromiso, ese tipo de cosas no suelen quedarse fuera de las noticias sensacionalistas, mucho menos la cancelación del compromiso de uno de los solteros más cotizados de América Latina.
Llegamos a una sala de conferencias donde esperaban Luisa y otros tres trabajadores, quizás abogados de la compañía. Ella era una mujer alta, a pesar de que su estatura debía rondar el 1.75 llevaba zapatos de tacón extra alto. Vestía un traje ajustado capaz de resaltar sus marcadas curvas sin dejar de lucir profesional.
-Rachel, ¿Podrías traerme un café? Hay una sala de descanso al final del pasillo. Ah y tráeme los documentos del caso, deberían estar en la oficina de Daniel.
-En seguida, señor. - Respondí antes de salir.
- ¿Es tu nueva amante? -Escuché preguntar a Luisa.
-Por favor, ¿podemos ser profesionales?
-Eso depende de ti, Christian…-Entonces la puerta se cerró, impidiéndome escuchar el resto de la conversación.
Las ordenes de Christian me daban una perfecta excusa para entrar a la oficina de uno de los encargados de la sucursal, la perfecta oportunidad para profundizar en ciertos temas y por fin encontrar la debilidad del señor Daleman, que por lo que veía no era su único hijo. La oficina de Daniel estaba sorprendentemente echa un desastre, con mil folders llenos de papeles sobre cada superficie, envolturas vacías tiradas en el piso y varios cables que parecían no conectar con nada.
- ¿Dónde estarán los que me pidió? -Le pregunté a la nada.
- ¿Eres una espía? -Preguntó una voz desde la puerta haciéndome saltar.
-No, soy la nueva secretaria del señor Christian. -Respondí, ante mí estaba una joven de unos veinte años, con bonito cabello dorado y vestida de traje. -Rachel Guerra…
-Karla Ruiz. -Se presentó. -Lamento lo de… bueno, no pareces secretaria y nunca te había visto aquí. No quiero ser la chica que vio a alguien en la oficina del jefe y no hizo nada…
-No te preocupes, está bien. ¿Trabajas aquí?
-Soy pasante, aunque espero pronto una oferta de empleo. No sé si debería decirte eso, pero hay algo importante que al señor Christian le conviene saber en el cajón inferior del escritorio. Si te lo llevas ahora con los papeles nadie se dará cuenta.
- ¿Por qué me dices eso?
-Por que creo que a diferencia de muchos aquí, tu harás lo correcto. No me pareces una mala persona.
Asentí, ella se fue, tardé varios minutos en encontrar el folder correcto, después hice lo que ella sugirió, abrí el cajón sin hacer ruido, adentro había un sobre color manila cerrado.Tuve un instente de duda ¿Y si alguien notaba lo que hice? Rápido miré afuera, el pasillo estaba casi vacío. Regresé al escritorio y tomé el sobre, Por puro instinto dlo doblé y lo guardé en mi bolsa, si bien nadie más sabría lo que hice, quizás Daniel lo reconocería de inmediato. No iba a arriesgarme por un Daleman. ¿Entonces porqué me llevaba el sobre? ¿Por qué pensaba en esos ojos claros tan peculiares llenos de agradecimiento?
Cerré la puerta y caminé a la sala de descanso, aun me faltaba el café. El sonido de mis zapatos de tacón anunciaba mi presencia a todos en el pasillo, si algo no extrañaba de trabajar como secretaria era tener que usar tacones.
Casi no me topé con nadie en los pasillos, las pocas personas que vi evitaban hablar conmigo y se apresuraban a alejarse. Las noticias volaban, todos lucían preocupados, cualquier problema en la compañía tendría horribles consecuencias para ellos.
En la sala de conferencia reinaba el silencio, Luisa miraba a Christian como si hubiera pateado a un cachorrito indefenso y él por su parte escribía notas en un cuadernillo. Le entregué el café y el folder del caso, sentía mi corazón latir desbocado, había hecho peores cosas mucho más ilegales en los años previos, aun así me ponía muy nerviosa al hacerlo. Quizás nunca me acostumbraría a la mezcla de temor y adrenalina que fluía por mis venas.
-Su café, señor. No sabía cómo le gusta así que traje cremas y azúcar…-Dejé el vaso desechable a su lado antes de retroceder un poco.
-No te preocupes, toma el café oscuro. - Interrumpió Luisa. -Ahora retírate, debemos hablar de asuntos confidenciales de la compañía.
-Gracias Rachel, si quieres regresa al hotel, hoy no haremos la reunión.
- ¿Desesperado por ocultarme algo?
-Bien,entonces quédate cerca, podría necesitar otros papeles.
Asentí, Luisa me seguía mirando de una forma que me hacía sentir muy observada y juzgada. Recordaba cuando me miraban de esa manera las personas que me subestimaban, primero en la escuela, después en el trabajo. No me agradaba, ella tenía cierta postura que parecía gritar “Soy mejor que tú y ni siquiera mereces ser m****a embarrada en la suela de mi zapato”.
En silencio me senté en una de las sillas pegadas a la pared, lejos de la mesa donde los demás hablaban. No tenía mucho que hacer. Los tres abogados parecían molestos de tener que hablar enfrente de mí, era una conversación demasiado delicada como para tenerla ante una simple secretaria recien contratada. Por su parte Luisa no dejaba de mirarme, no tenía la menor idea de por qué había terminado su relación, aunque la palabra infidelidad venía a mi mente. No era bueno tener enemigos, son quienes es más probable que comiencen a hacer preguntas incómodas y vigilen cada pequeño movimiento.
Al final decidieron seguir el consejo del señor Daleman e investigar a la supuesta víctima. Sabía a dónde llevaría eso, cualquier pequeño detalle de su vida sería retorcido con tal de salvarse ellos. Y lo peor, todos les creerían, muy pocas personas dudan de la palabra de alguien tan importante como el señor Daleman. Ignoran que su riqueza, su prestigio fueron obtenidos de maneras tanto inmorales como ilegales, ignoran que su palabra no vale nada. Yo había pasado por eso, recordaba cómo sus abogados hicieron parecer a mi padre y a Antonio como los peores enemigos, capaces de pelearse a tiros en el bosque. Ahora por mi culpa alguien más sufriría así.
Luisa se levantó, pensé que por fin se iría, en vez de eso se dirigió hacia mí, con sus tacones era más alta que yo por al menos media cabeza.
-Secretaria Guerra, ¿podría traerme un café? Caliente, dos cremas, cuatro de azúcar.
-Si, señora. -Salí, no me molestaba llevar su café, si tan sólo supiera que en mis peores momentos tuve que alternar un trabajo en un bar de mala muerte con una cafetería con más cucarachas que clientes, entonces entendería que de ninguna forma me sentía inferior por servirle un café.
-Al menos esta tiene buenos modales, han mejorado tus gustos Christian…-Se burló aquella, en voz tan alta que todos en el pasillo la escucharon sin problemas. -Eso me recuerda, deberías pedirle a tu padre que se reúna con los inversionistas, su ausencia los tiene angustiados…
“No le hagas caso, ella no tiene importancia” pensé, sus problemas de confianza no debían afectarme. En esos momentos, cuando necesitaba un instante de calma para controlar mi temperamento, me ayudaba recordar a Antonio. Opuestos perfectos, él nunca estaba enojado, nunca se molestaba y si su jefe le hacía la vida pesada se limitaba a encogerse de hombros y seguir adelante. Siempre envidié su forma de ser, a mi cualquier ofensa me hacía hervir la sangre y como podrán notar nunca fui muy buena en eso de perdonar y olvidar.
Las palabras de Luisa resonaban en mi mente "deberías pedirle a tu padre que se reuna con los inversionistas, su ausencia los tiene angustiados..." sentía algo importante contenido en oración ¿qué mantenía alejado al señor Daleman de sus negocios? nada le importaba más que su empresa, ni su familia, ni las leyes, ni las vidas ajenas...
Al terminar el día tenía una considerable lista de razones por las que no quería volverme a topar con Luisa y al menos una para buscar alejarme lo más posible. Había olvidado el sobre, doblado en mi bolsa con todas la vueltas que me hizo dar por la compañía sacando copias innecesarias y haciendo llamadas de las cuales se arrepentía en menos de cinco minutos. Lo recordaría horas después, tras regresar al hotel.
El sobre resultó ser más importante de lo que jamás hubiera imaginado, algún día tendría que agradecerle a Karla por su sugerencia. Después de ver el contenido no creía volver a ver a Christian de la misma manera, antes lo consideraba casi tan responsable como su padre por todas las malas acciones de la compañía, el sobre lo cambiaba todo. Era una prueba de ADN con una nota escrita por el mismísimo señor Daleman.“Daniel:Ha llegado el momento de confirmar mis sospechas, se acerca el momento de nombrar un heredero y necesito saber si Christian es mi hijo. Nada en su carácter se parece a mí. Recuerda lo que podrías perder si decido volverlo mi sucesor y lo que ganarás si me ayudas. - D.”Me quedé sorprendida. ¿Daleman creía que Christian no era su hijo? Debía tener sospechas, si no ¿solicitaría una p
La reunión no fue suficiente para convencer a los encargados del centro comercial, no después de todos los artículos especulando sobre la reputación de la empresa. La no tan mala idea de Christian resultó ser organizar una comida para ellos, una cena que los hiciera notar lo bien que le iba a la compañía al igual que su compromiso con el proyecto. Había sólo un detalle inesperado.-Luisa llevará a su nuevo novio. -dijo Christian en la mañana, jugueteaba con sus manos nerviosamente. -Y quería saber si… podrías ir conmigo. Todos asumirán que eres mi pareja, sólo te pido que no los corrijas, por favor. No quiero parecer un perdedor mientras ella continúa con su vida, le deseo lo mejor, de verdad, pero aun así es incómodo.-Yo…-comencé a punto de negarme, entonces vi esos claros ojos prácticamente rogándome y cambi
Despertar con resaca es una de las cosas más incómodas que puede experimentar una persona, recordaba distantemente las sensaciones de esos periodos alejados de la conciencia en los que reinaban el dolor y la confusión, cuando después de una noche de descontrol me arrepentía de todos mis pecados. Christian seguía dormido cuando desperté, en silencio me di un baño con agua caliente y salí por el otro cuarto, con un poco de suerte cierta persona ya no estaría dormida contra la puerta del mío cuando regresara.Compré aspirinas en la farmacia cercana y el vaso de café más grande que pude encontrar para él, unos sandwiches para desayunar y un vaso de jugo de naranja para mí. El problema fue balancear todo en mis manos mientras caminaba de regreso, temía tirar todo y tener que repetir el viaje.A pesar de lo cuestionable que podría ser salir con la ex
Regresar a la Ciudad de México no trajo consigo las vacaciones que Christian y yo esperábamos o necesitábamos, apenas aterrizó el avión su teléfono comenzó a sonar sin pausa. Los problemas no se hicieron esperar ni un minuto. Por mi parte tenía mucho por hacer, comenzando por revisar los archivos de Luisa. Me esperaban tediosas horas leyendo lo que bien podría ser su diario.-Iremos de inmediato a la compañía. -Christian miró su reloj preocupado, pasaba del medio día y el tráfico era insoportable. -Eso si logramos llegar, claro.
La policía se negó terminantemente a dejarnos sacar cualquier objeto de la escena del crimen, ni siquiera la placa en la puerta del señor Daleman pudo ser salvada. Todo podía ser evidencia y cada detalle contaba ante la ausencia de cámaras de seguridad, un movimiento cuestionado por el detective a cargo, Javier Olmos y su compañera en el caso, Silvia Islas.Ambos solicitaron reunirse con Christian a la brevedad, lo cual él decidió sería a las seis de la mañana del día siguiente. Los dos llegamos casi a la misma hora, había dos patrullas en la puerta y las cintas amarillas impedían el acceso al edificio. Cualquiera podía notar que se trataba de una escena de crimen. Caminé a su lado hasta la cinta, donde dos policías nos detuvieron.-Nombres. -Dijo uno de ellos, claramente generoso con las palabras.-Soy Christian Daleman, pidieron verme. Ella es Rachel
- ¿Los policías sospechan de Christian? -pregunto Lucía.Nos reunimos enfrente de las rejas de Chapultepec a la media noche, aun había algunas personas, pero no había suficiente luz para que nos vieran bien. La mejor forma de esconderse es a plena vista, al ojo ajeno éramos dos amigas caminando juntas hacia la estación del metro, platicando de cualquier tontería con tal de pasar el tiempo.Comenzó nuestro trayecto por el metro Chapultepec, de camino a la estación Auditorio, no tenía mucho sentido el trayecto en sí, su única razón de ser era darnos todo el tiempo posible para hablar y pasar un poco desapercibidas. Guardábamos silencio cuando alguien pasaba cerca y Lucia cada cierto tiempo miraba alrededor, cuidadosa incluso de los coches que pasaban en la avenida.Lucía era alta y delgada, de ojos oscuros que parecían estar an
Dormir resultó una mala idea, cada vez que cerraba los ojos escuchaba los pasos sobre hojas secas, sentía una agitación inigualable como si corriera un maratón, mis piernas avanzaban sin detenerse por una norme pesadez que volvía lento cada movimiento. Necesitaba apurarme. No llegaría a tiempo… Veía destellos en la oscuridad que iluminaban rostros cubiertos y desconocidos de repente el sonido de dos disparos me despertó.Instintivamente llevé mi mano primero a mi corazón acelerado, luego la pasé por mi cabello, tenía la frente empapada de un sudor helado y había pateado las cobijas al suelo en algún punto de la noche. Entré al baño y me mojé el rostro con agua fría, mis ojos se veían rojizos en el espejo y no fue difícil notar que había vuelto a llorar dormida. “Odio esto” pensé, la imposibilidad de olvida
Un día libre no fue en realidad el descanso que esperaba. Mantuve mi promesa de no ver las noticias, tan sólo imaginar la reacción del señor Daleman a toda la situación me hacía querer vomitar. Había logrado su cometido, manchó la reputación de su propio hijo con tal de quitarlo del camino. No importa que su imagen nunca volvería a ser la misma. Sería recordado con esposas de camino a una patrulla aun cuando su inocencia fuera demostrada. Hay imágenes capaces de arruinar una vida entera, una vez es plantada la semilla de la duda es imposible eliminarla por completo.Christian no parecía preocupado, ya fuera por que de verdad no había razones para temer o por dar una apariencia fuerte enfrente del resto del mundo. No era el tipo de persona que muestra su debilidad a los demás, después aprendería que esto era por culpa de su padre, Christian aparentaba un