El joven heredero enfurecido se enfrentó a su padre, atónito estaba de solo escucharle decir semejante desatino. —¡¿Te has vuelto completamente loco?! —¡Ethan, vas a casarte y no creas que me voy a retractar! —lo igualó —. Todo este tiempo he permitido que hagas lo que te venga en gana, pero ya estoy cansado de lo mismo, ¡Es una vergüenza verte en los tabloides colgado de cada niñata rica y que a los días estés con otra! Maldijo apretando el tabique de su nariz. —¡¿Y quieres que contraiga matrimonio a la fuerza?! Encima con alguien que no conozco y que no está a nuestro nivel. ¡Es una locura! —¡No me has dejado otra opción! —golpeó con fuerza el escritorio —. ¡Te casas mañana o te olvidas de ser el sucesor de la presidencia de Kingsman! Ethan salió dando un portazo que resonó en el despacho de su padre. Agitado, se encontró al pie de las escaleras, a sabiendas de que arriba en esa habitación estaba la chica. ¡Su padre había perdido la cabeza!Pero habiendo advertido de lo que pe
Al poco tiempo de contraer matrimonio, Ethan fue nombrado el director de Company Kingsman, una de las compañías más influyentes e importantes del país. Su objetivo ya había sido alcanzado. Odió cuándo tuvo que casarse con alguien a quien no amaba, pero llegar a lo más alto significaba hacer un sacrificio. El nuevo ejecutivo alardeaba de su lugar y los medios de comunicación cubrieron la noticia, dejando en el olvido todos los escándalos que lo salpicaron. Se sentía imparable, en un pedestal. Reinando en la cima. Eso no quería decir que la salidas a clubes o enredarse en las piernas de alguna fémina había terminado; aunque sí lo hacía más cauteloso, para no desatar un escándalo. Y esos días, había estado fuera de casa constantemente. Quedándose a dormir en algún hotel, en casa de alguna aventura. El CEO introdujo la contraseña y tuvo acceso al piso. Aún se bamboleaba de un lado al otro debido a los efectos del alcohol. Las luces se encendieron de pronto, dejando ver a Luna cruz
La chica sentía el crudo invierno en su interior. No tenía dinero. Se le detenía el corazón de solo saber que pasaría trabajo, no pudiendo encontrar dónde alojarse. Ya se imaginaba todo tipo de horripilantes escenarios cuando la noche cayera, era terrible encontrarse vagando por las calles y a medida que pasaba el tiempo, la inquietud crecía colosal.Perdió la cuenta de todos los días que estuvo bajo el mismo techo que Ethan, porque solo salía con él, a ciertos lugares que concurría la alta sociedad, ajeno a su ser. Luna expiró tirando de esa valija, bajo la mirada atenta de las personas, ella, una transeúnte más, seguía en la marcha. Se detuvo frente a una cafetería, ansiando comer tan solo un croissant, un trozo de pan que le ayudara a calmar el apetito voraz que sentía; hizo un puchero. —¡Señora Kingsman! —exclamó esa voz conocida, dejándola completamente fría.Tan solo al girar la cabeza, sintió como se le congeló el alma. ¡Eran los hombres de Ethan! Supo que debía correr, qu
Aunque era increíble, aquel sujeto desconocido ese día le dio diez mil dólares. Aún tenía un poco de ese dinero, con el que pudo alquilar una habitación asequible. Al menos tenía un techo donde pasar la noche, era lo que más importante, no tenía de qué preocuparse por el momento. Luna de pronto le echó una mirada a esas sortijas sobre la mesita de noche, la misma que tiraría a un tacho de basura, pero que era incapaz siquiera de hacer el amago. No podía seguir atenazada por el pasado, y menos ser afectada por una persona que no valía la pena. Si tuviera a su madre con ella, tendría a quien aferrarse; Luna inconscientemente atrapó el colgante que tenía una hoja de arce, un recuerdo de su progenitora. Se levantó de la cama y estiró sus extremidades; eran demasiadas cosas girando en su cabeza. —¿Estás allí, Luna? —llamaron a la puerta. Era Sol, una chica que vivía al frente, esa amable vecina que tan solo al llegar fue dulce con ella. —Un momento —tan pronto pudo, le abrió la puer
—Te estuve buscando durante mucho tiempo, Luna. Créeme que esperé después el mejor momento, considerando que podrías sentirte noqueada por una noticia así. Aunque ahora estás... —¡¿Por qué me dice esas cosas?! —con brusquedad se levantó de la banca y lo enfrentó, aún sin dar crédito a una cuestión como esa, era imposible que fuera su padre —. ¿Ha perdido la cabeza? —Luna... —¡Deje de pronunciar mi nombre! —rugió envalentonada, tuvo que volver a sentarse debido a un mareo de súbito. —Lo siento, tal vez debería irme, no debí decirte la verdad así, lo siento mucho —emitió apenado. —¿Qué le hace pensar que voy a creerle? Usted está inventando todo esto, ¿por qué? —una sonrisa forzada escapó de sus labios. Warren se rascó la nuca. —Para tu madre la hoja de arce se volvió especial, porque nos conocimos en otoño, yo... le di ese colgante que llevas puesto, Luna —explicó, una prueba fehaciente de que sí era su progenitor. Aún así, seguía atrapada en toda la situación. De inmediato toc
A los días, Luna recibió la llamada de Warren. Todavía no podía hacerse a la idea de que era su padre, incluso cuando el sujeto le mostró las pruebas de paternidad, que realizó con su consentimiento. —¿Cómo estás? Puedo pasar a buscarte. —Tal vez debería decidirme pronto, luego no podré hacerlo —emitió tocando su abdomen. La consecuencia habitaba en su interior. Dos meses de embarazo y varios días. ¡Un bebé a la espera, complicando las cosas! —¿Hablas del bebé? —Sí, y no es que sea un error, ese día no bebí la píldora porque no quise hacerlo, Ethan me confundió por un momento, soy tan patética —se acusó a sí misma, resoplando. —Sabes que no debes hacerlo si no quieres. ¿Se trata de dinero? Entonces me encargaré, es lo mínimo que puedo hacer por ti, después de ausentarme mucho. —No quiero molestar, no es tu responsabilidad, solo mía. —Y de Ethan... Pero no es un incordio en absoluto. Deja que te ayude, me sentiré mejor al saberte estable... Supongo que quieres conseguir estudiar
7 años después...A Warren no se le borraba la sonrisa de la cara; ver a su hija convertida en la Creative Design y próxima heredera de la compañía, le inflaba el pecho de orgullo. Llevaba un elegante tafetán negro, recogido y maquillaje apropiado enmarcando su bello rostro. Era ella la viva imagen de su madre, y su mirada se la recordaba. No quería nunca ajar ese brillo y menos quitarle la felicidad que la envolvía. —Padre... ¿cómo me veo? —se acercó a él, con esa carita de ángel y los ojos inyectados de emoción. —Es innecesaria la inquisitiva, estás preciosa, como siempre —aseguró mirándola con amor y llevó una mano a su barbilla, la chica suspiró, el halago de su padre la sonrojaba —. Vale, estás perfecta, más que eso, no hay palabras para describirte. Quiero recordarte que en este día tan importante, estaré siempre allí, así que no te pongas muy nerviosa. —Es inevitable. Mírame nada más, mis palmas no dejan de sudar, incluso se me acelera el corazón de solo pensar en el mar de
En el fondo de su ser, Luna experimentó una serie de sensaciones que la llenaron de enojo; molestia aguda porque lo encontrara demasiado guapo, se suponía que con todo lo que le hizo no debía sino dedicarle acérrimo odio. Por su parte, el CEO, inevitablemente colocó sus ojos sobre la jovencita en medio de todos ellos. Lo más extraño de todo, ¿qué demonios hacia Luna a la par de Baxter? Todo era demasiado loco, no sabía a qué conclusión llegar. —A qué no adivinas quien está aquí —soltó a su padre, mirando fugazmente a su ex. Joseph giró la cabeza a su dirección, lleno de curiosidad. —¿De qué hablas? —Luna Cavalcanti. Su padre se contuvo de no soltar una risotada, no era nada nuevo par él. Ya sabía eso. —Al parecer eres el único que no lo sabe. Y no, ya no es más Cavalcanti, sino Baxter. Casi escupe el vino al escuchar eso.No se lo podía creer. —¿Hablas en serio? —emitió —. ¿Una Baxter? No sé qué clase de chiste has soltado. —Me enteré hace poco. ¿Por qué crees que nunca nece