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5. Capítulo: Una Nueva Versión

A los días, Luna recibió la llamada de Warren. Todavía no podía hacerse a la idea de que era su padre, incluso cuando el sujeto le mostró las pruebas de paternidad, que realizó con su consentimiento.

—¿Cómo estás? Puedo pasar a buscarte.

—Tal vez debería decidirme pronto, luego no podré hacerlo —emitió tocando su abdomen.

La consecuencia habitaba en su interior. Dos meses de embarazo y varios días. ¡Un bebé a la espera, complicando las cosas!

—¿Hablas del bebé?

—Sí, y no es que sea un error, ese día no bebí la píldora porque no quise hacerlo, Ethan me confundió por un momento, soy tan patética —se acusó a sí misma, resoplando.

—Sabes que no debes hacerlo si no quieres. ¿Se trata de dinero? Entonces me encargaré, es lo mínimo que puedo hacer por ti, después de ausentarme mucho.

—No quiero molestar, no es tu responsabilidad, solo mía.

—Y de Ethan... Pero no es un incordio en absoluto. Deja que te ayude, me sentiré mejor al saberte estable... Supongo que quieres conseguir estudiar en la universidad, tal vez realizar un sueño. En todo lo que te propongas, tendrás mi apoyo...

Ella se quitó una lágrima que escapó de su ojo derecho.

—Cumpliré veintiún años, por eso dudo de cuidar de un bebé, actué irresponsable por no prevenirlo, es obvio que Ethan no quiere un hijo. Él me detesta.

—Ese infeliz... —siseó molesto por el comportamiento de ese tipo con su hija —. Luna, veámonos hoy, tengo que platicar contigo.

—Muy bien, estaré pendiente... —emitió.

—Pasaré por ti en menos de media hora, solo espérame.

(...)

Ethan recibió los exámenes médicos y la explicación de parte del doctor. Estaba exhausto con todo el trabajo que tenía, pero escucharlo declarar que su padre tuvo un infarto, lo dejó en alerta.

—Se ha estabilizado, aún así, debería seguir manejando su problema con la hipertensión, ¿tiene un tratamiento? —quiso saber, lleno de inquietud, a lo que él asintió.

—Sin falta toma los fármacos. Aún así, pudo haber descuidado en algún momento las pastillas.

—Suele pasar. En dos días podrá ir a casa, seguiré monitoreando su estado. Quería asegurarme de que supiera los detalles, su padre debe cuidarse —recomendó retirándose, debiendo atender a alguien más.

El CEO se retiró del consultorio, dirigiendo sus pasos a la habitación en donde se encontraba su padre, sin embargo, antes de que pudiera siquiera dar un paso dentro, su progenitora hizo acto de presencia.

Era más que evidente en su expresión que estaba enojada.

—Nunca contemplas nada, ¿no es así? —reclamó su madre, mirándolo con furia —. Todo esto es tu culpa, ya me enteré de lo que hiciste, Ethan.

No era la primera vez que sus ojos acusadores se encontraban sobre él. De hecho, el temperamento de su madre había heredado, por eso chocaban tanto. Aunque en esas instancias lo señalaba otra vez. Volvía a ser el malo en todo eso que tanto ella y su padre iniciaron.

—No es el momento ni el sitio para hablar sobre eso —expresó, plagado de furia —. Y sí, el rumor es cierto. Luna y yo nos hemos divorciados.

—¡Agh! —maldijo negando con la cabeza.

A él le importaba un bledo.

—Me iré, aún debo ocuparme de unos asuntos.

—¿Es más importante el trabajo que tu padre? —exclamó haciendo que se volviera a ella.

—Supongo que siempre vas a minimizar lo que hago, madre. Aquí siempre obtendré el papel secundario —escupió alejándose molesto.

La señora Kingsman resopló. Sin duda, Jonas, su hijo fallecido, no habría soltado la mano de su padre postrado en esa cama de hospital.

Pero Ethan era todo lo contrario a él.

El CEO subió a su auto y condujo a la compañía, volviendo a dar órdenes, sumergido en el papeleo y revisión de documentos. En eso era un experto.

Por otra parte, Luna llegó al lugar acordado por su padre. Pidió un capuchino nada más, su padre un café macchiato.

Seguía siendo irreal que aquel trajeado frente a ella, era su padre. Joven, porque tan solo atravesaba los cuarenta.

—¿Quieres irte a casa conmigo? Lo estuve pensando durante estos días, veo que podría ser bueno para ti. Estás a la espera de un bebé, y el lugar donde vives no es bueno. Como tu padre, deseo que puedas establecerte sin inconveniente alguno.

—Yo... no quiero incomodar.

—Ya dije que no es una molestia. Quiero velar por tu bienestar, es así de simple.

—¿Puedo saber de qué trabajas? Me da curiosidad, también tengo otra pregunta... ¿estás casado? No deseo convertirme en una molestia para tu esposa. Supongo que no le has contado de mí, porque...

—Deja de conjeturar —tocó su mano sobre la mesa y le sonrió para aplacar su nerviosismo —. No estoy casado, de hecho no he tenido una relación formal en todo este tiempo, solo algunas citas. Nada serio...

—Oh...

—No pienses mal de mí, el amor no es tan fácil de encontrar. A todo esto, ¿Ethan y tú...

—Aún no me dices de qué trabajas —se apresuró en decir, antes de dar un sorbo a su bebida caliente, no quería tener que lidiar con declarar la razón de su separación.

Él no tenía idea de que todo fue una farsa nada más. Empezando con que Guido, su "padrastro" en realidad, era el causante de su desenlace.

—Cierto. Soy el dueño de una compañía publicitaria. Company Baxter, me he esforzado por mantener una posición buena en el mercado.

—Collinge también es una de las compañías dedicadas a la publicidad —comentó.

Incómodo, Warren asintió. Él lo sabía muy bien.

—La competencia es fuerte, y Kingsman y Baxter no son aliados —reveló.

Ella se cubrió la boca.

—¿Es decir que conoces a Ethan?

—Lo he visto un par de veces, aunque también estuve en su boda como un invitado más, la rivalidad se mantiene, porque nos manejamos en el mismo mundo.

—¿Estuviste en nuestra boda? —susurró boquiabierta.

—Fue una invitación repentina, no creí que podría asistir. Sin embargo, ver tu nombre allí me hizo pensar que no se trataba de una coincidencia, por otra parte, creí que vería a quien te crió contigo... Me refiero a Guido.

¡Lo sabía todo!

Se le crispó la piel de solo escuchar su nombre. Entonces, volvían los trozos de la pesadilla a su mente. Golpes, el maltrato físico y emocional, ultrajada, marcada y herida por ese sujeto al que nunca más quería volver a encontrarse.

Warren se percató de su expresión, afectada. Mientras Luna se preguntaba si él distaba en realidad de ser como su padrastro y ese cruel CEO por quien aún seguía latiendo "estúpidamente" su corazón.

Fue tal la presión, que el mundo se desintegró en contados segundos. Y no supo más.

Fue atendida en una clínica, corriendo Warren con los gastos. La doctora le recomendó que se alimentara lo suficiente si quería estar saludable.

Y a los días, acabó cediendo a irse a vivir a la casa de Warren. Un amplio y suntuoso espacio, que le recordó el piso que compartió con Ethan; aunque allí no había frialdad, Warren se estaba esforzando para entregar calidez y hacerla sentir apreciada.

No sería fácil construir una relación de padre e hija de inmediato. Se lo debatía constantemente, al punto de poner en tela de juicio si podría algún día dirigir esa palabra a él...

—Papá —susurró a solas, en la enorme habitación que volvió suya.

Luna, divorciada, viviendo bajo el mismo techo que su verdadero padre una vida cómoda que no creyó tener, difiriendo de ser lo mismo que vivió con Ethan, donde el lujo sobraba y faltaba la felicidad.

No del todo era feliz allí, aunque sí se sentía acogida y apreciada por Warren.

Ahora dolía pensar en el antaño, pero un día lo tuvo muy claro, sería una mejor versión, ya no se dejaría oprimir por lo que ocurrió.

Y, resolvió salir adelante por su bebé, para darle una buena vida, entonces algún día el destino lo pondría en su camino.

Ethan volvería a cruzarse frente a ella, pero no echaría a correr, lo enfrentaría dejándole saber que no era la misma.

Se revolcaría por la culpa, él de seguro se mostraría arrepentido, por muy lejos que estuviera eso; Luna disfrutaría de verlo arrastrarse hacia ella.

Y en su vocabulario no existían las segundas oportunidades.

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