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4. Capítulo: En Consecuencia...

—Te estuve buscando durante mucho tiempo, Luna. Créeme que esperé después el mejor momento, considerando que podrías sentirte noqueada por una noticia así. Aunque ahora estás...

—¡¿Por qué me dice esas cosas?! —con brusquedad se levantó de la banca y lo enfrentó, aún sin dar crédito a una cuestión como esa, era imposible que fuera su padre —. ¿Ha perdido la cabeza?

—Luna...

—¡Deje de pronunciar mi nombre! —rugió envalentonada, tuvo que volver a sentarse debido a un mareo de súbito.

—Lo siento, tal vez debería irme, no debí decirte la verdad así, lo siento mucho —emitió apenado.

—¿Qué le hace pensar que voy a creerle? Usted está inventando todo esto, ¿por qué? —una sonrisa forzada escapó de sus labios.

Warren se rascó la nuca.

—Para tu madre la hoja de arce se volvió especial, porque nos conocimos en otoño, yo... le di ese colgante que llevas puesto, Luna —explicó, una prueba fehaciente de que sí era su progenitor.

Aún así, seguía atrapada en toda la situación.

De inmediato tocó ese accesorio, boquiabierta. ¿Y si todo lo maquinó en ese momento? Sacudió la cabeza.

—¿Mi madre? Por favor no hable de ella como si la conociera.

Luna estaba a punto de irse, pero Warren apresó su muñeca, sin intenciones de hacerle daño, solo quería darle un abrazo.

Él rodeo surgió dejando a la chica paralizada, sin devolver el adoso, aunque extrañamente un poco familiarizada con el desconocido. Las emociones estaban saturando su ser, tanto así, que acabó correspondiendo, sollozando sin parar.

Guido, el hombre que conocía desde que tuvo uso de razón, era el único al que consideraba un padre, pero siempre se preguntó... ¿por qué cambió con ella y se volvió un tipo despectivo y malo?

No siempre fue así de cruel.

Ahora todo tenía sentido.

—Quiero recuperar el tiempo perdido, que estés en mi vida y me permitas entrar en la tuya. Al fin pudimos coincidir, no es tarde aún, Luna... Mi Luna —declaró a su oído, sin separarse ni un milímetro.

Ella apretó los párpados con fuerza, todavía inmersa en toda la información que la dejaba incrédula. No se lo podía creer.

—Hay muchas cosas que quiero saber... —se dirigió a él, tenía los ojos cristalizados.

—Lo sé, te responderé cada duda que tengas —acunó su rostro —. No espero que me digas papá de la noche a la mañana, pero deseo que con el paso del tiempo, puedas verme como un amigo, al menos.

Ella no dijo nada, solo asintió.

Entonces, cuando menos lo esperó, llegaron las arcadas. Warren se hizo a un lado a tiempo, antes de que la joven terminara vomitando sobre él.

El sujeto lo primero que hizo fue tomar su cabello y con suavidad acarició su espalda.

Avergonzada por el desastre no quiso ni verlo a los ojos.

—Lo siento...

—¿Has comido algo que te hizo daño?

—No —se tapó la cara —. Debería encontrar un baño, no... Iré a casa.

—¿Tienes donde quedarte? —quiso saber, lleno de preocupación, y la chica asintió sin más —. Espera, déjame llevarte.

—No es necesario —insistió cohibida por lo ocurrido.

Pero Warren no dio su brazo a torcer y no le quedó de otra, que subir a su auto. Pronto le indicó la dirección.

—Es un edificio...

—Estoy arrendada, pero no todo es malo. Al menos tengo donde pasar la noche, un techo que es lo importante —subió los hombros —. Por otra parte, no se trata de un virus, no comí nada en mal estado, en realidad estoy esperando un bebé. Hoy me enteré, por eso no he dejado de llorar.

Frenó el auto de golpe, mostrándose sorprendido. Volteó a mirarla, la chica también lo hizo y se topó con esa mirada azulada.

—¿Es de Ethan Kingsman? —quiso saber.

—¿Cómo sabe eso?

—Bueno... —suspiró y se aclaró la garganta —. Para poder encontrarte, tuve que buscar información de ti. Por eso y más sé de él...

—Ya nos hemos divorciado. Es algo de lo que no quiero hablar, por otro lado, me tomaré unos días para pensar que hacer con esto —se tocó el vientre —. El hecho de que haya una vida en mi interior es atemorizante.

—"Esto" es tu bebé también, no soy quien para decirte qué decisión tomar, solo elige lo que no te haga daño. Luna... ahora que sabes la verdad, ¿aceptarías ocupar el lugar que te corresponde?

—¿A qué se refiere?

—Eres una Baxter también —recordó —. Por lo tanto perteneces a una familia poderosa —reveló y ella se quedó reflexiva.

¿Cómo podía dar un giro de nuevo su vida?

(...)

El padre del CEO entró a la oficina sin avisar.

—¡¿Por qué Luna aún no regresa?! Quiero una explicación válida, nada de pretextos. ¿Me crees idiota, Ethan? —elevó la voz, enfurecido por el rumor del que se puso al corriente, luego de escuchar a Liam, el guardaespaldas, comentarle a su hermano.

En un descuido se enteró.

—¿Luna? Padre, lo siento mucho, pero no tengo cabeza para pensar en ella. ¿Podrías dejarme hacer mi trabajo? Hay cuestiones relevantes qué hacer...

—¡Me importa un bledo! Estoy hablando de tu esposa. ¿Es cierto que huyó?

—¿De donde sacaste eso? —se levantó de la silla con prisa. Y él lo tomó por la camisa.

—¡¿Sabes lo que significa terminar una relación en estas instancias?! Es absurdo porque ahora tienes mucho poder y peso. ¡Pones en un hilo mi propia reputación con tus acciones! —lo soltó y se alejó con la respiración alterada.

—¡De acuerdo! Nos hemos divorciado padre, y esa es la verdad. ¿Qué harás al respecto? Mira como todo va bien con la compañía —se carcajeó furioso —. ¿Acaso vas a quitarme lo que me diste? ¡Lo que he defendido estos dos años, consiguiendo más éxito! Luna nunca fue importante, nunca la quise, me impusiste casarme con ella, hice bien en darle su libertad, yo también me siento libre al ni estar con alguien como ella.

—Maldición, recapacita, debes hacerlo —pidió sintiéndose mal, apoyándose de la pared; una molestia opresiva en el pecho, antes de caer al suelo desplomado.

Ethan llegó a él lo más pronto que pudo, su pulso era débil, no había tiempo que perder.

—¡Padre!

El temor lo sacudió, pensado en que su padre podría ser atrapado por lo fatídico.

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