Andrew se encontraba en su coche, camino al apartamento de Amelie. Había pasado toda la tarde pensando en ella y en lo ocurrido en la oficina. Aquel momento en que estuvieron a punto de besarse había sido mágico, pero la interrupción del empleado había cortado el momento y lo había dejado con un sabor agridulce.Durante la reunión importante que había tenido que atender, no había podido dejar de pensar en Amelie. La imagen de sus ojos claros y su sonrisa le habían acompañado durante todo el tiempo, pero no podía evitar sentirse incómodo por cómo habían quedado las cosas entre ellos.Además que con la noticia de que Lorena se había ido de repente, decidió dejar para después lo que quería hablar con Amelie.Finalmente, al terminar la reunión, Andrew se había dirigido a la oficina de Amelie para hablar con ella, pero se encontró con que ya se había ido a casa. Intentó llamarla varias veces, pero no recibió respuesta. Sabía que algo andaba mal, y eso le preocupaba.Decidió entonces ir per
La noche estaba fresca y la luna llena iluminaba el camino hacia el lugar donde se llevaría la fiesta de compromiso de Patrick. El italiano había decidido celebrar la reunión en su gran jardín, ya que el espacio sería más cómodo para todos. Amelie y Andrew caminaban por el sendero empedrado, rodeado de árboles frondosos que parecían proteger la casa de la vista de los curiosos. Al llegar a la entrada del jardín, fueron recibidos por un hombre con uniforme impecable, quien los condujo hacia su mesa.Amelie se sintió un poco intimidada por el ambiente sofisticado, pero Andrew le tomó de la mano y le sonrió con confianza.—Tranquila, no me alejaré de ti —aseguró y se encaminaron a la mesa que les correspondía.Allí encontraron a Patrick rodeado de amigos y familiares, todos vestidos elegantemente y con copas de champagne en la mano.—¡Amigo, al fin estás aquí! —exclamó Patrick levantándose de la mesa y dándole un abrazo.Se separó para saludar a Amelie de la misma manera.—Felicidades a
Mientras el sol empezaba a asomarse por encima de las montañas, Amelie se despertó temprano y decidió salir al jardín para disfrutar de la tranquilidad del amanecer. Se sentó en una silla de mimbre y abrió su libro favorito, dejándose llevar por las palabras mientras el mundo a su alrededor cobraba vida.El señor Patrick y Andrew aún se encontraban durmiendo, por lo visto la fiesta había terminado tarde. Solo recordaba haber oído ruidos en la habitación contigua y supuso que se trataba de Andrew quién al notar la hora, había decidido retirarse de la fiesta que había en el jardín e ir a su dormitorio.Andrew se despertó minutos después y decidió tomar una ducha antes de bajar al comedor para desayunar. Al llegar, se encontró con una mesa llena de comida, pero notó que Amelie no estaba allí. Decidió que sería buena idea ir a despertarla, así que subió las escaleras hasta su habitación.—Amelie, despierta —dijo Andrew mientras abría la puerta del dormitorio.No hubo respuesta. Andrew se
Amelie se encontraba en su habitación haciendo la maleta, había llegado la hora de regresar a casa donde su hermana la esperaba. Jade no estaba al tanto de la relación falsa que estaban fingiendo ella y Andrew, por lo que solo creía que había venido allí hasta los Ángeles por motivos de trabajo. Terminó de guardar sus pertenencias en la valija, no había traído muchas cosas así que no le tomó mucho tiempo estar lista. Salió de la habitación arrastrando la maleta por el pasillo encontrándose con Andrew quién venía saliendo del dormitorio frente a su puerta. —¿Estás lista? —le preguntó a la pelinegra y ella asintió.Ambos se dirigieron a la primera planta donde se hallaba Patrick quién al verlo bajar, se levantó del sofá.—Me hubiera encantado que se quedaran otro día más —dijo un poco triste por tener que despedirse de ellos.—Haremos planes para visitarte más seguido, ¿vale? —prometió Andrew dándole un abrazo.—Hace años dijiste lo mismo y perdiste contacto conmigo —comentó el itali
El joven heredero enfurecido se enfrentó a su padre, atónito estaba de solo escucharle decir semejante desatino. —¡¿Te has vuelto completamente loco?! —¡Ethan, vas a casarte y no creas que me voy a retractar! —lo igualó —. Todo este tiempo he permitido que hagas lo que te venga en gana, pero ya estoy cansado de lo mismo, ¡Es una vergüenza verte en los tabloides colgado de cada niñata rica y que a los días estés con otra! Maldijo apretando el tabique de su nariz. —¡¿Y quieres que contraiga matrimonio a la fuerza?! Encima con alguien que no conozco y que no está a nuestro nivel. ¡Es una locura! —¡No me has dejado otra opción! —golpeó con fuerza el escritorio —. ¡Te casas mañana o te olvidas de ser el sucesor de la presidencia de Kingsman! Ethan salió dando un portazo que resonó en el despacho de su padre. Agitado, se encontró al pie de las escaleras, a sabiendas de que arriba en esa habitación estaba la chica. ¡Su padre había perdido la cabeza!Pero habiendo advertido de lo que pe
Al poco tiempo de contraer matrimonio, Ethan fue nombrado el director de Company Kingsman, una de las compañías más influyentes e importantes del país. Su objetivo ya había sido alcanzado. Odió cuándo tuvo que casarse con alguien a quien no amaba, pero llegar a lo más alto significaba hacer un sacrificio. El nuevo ejecutivo alardeaba de su lugar y los medios de comunicación cubrieron la noticia, dejando en el olvido todos los escándalos que lo salpicaron. Se sentía imparable, en un pedestal. Reinando en la cima. Eso no quería decir que la salidas a clubes o enredarse en las piernas de alguna fémina había terminado; aunque sí lo hacía más cauteloso, para no desatar un escándalo. Y esos días, había estado fuera de casa constantemente. Quedándose a dormir en algún hotel, en casa de alguna aventura. El CEO introdujo la contraseña y tuvo acceso al piso. Aún se bamboleaba de un lado al otro debido a los efectos del alcohol. Las luces se encendieron de pronto, dejando ver a Luna cruz
La chica sentía el crudo invierno en su interior. No tenía dinero. Se le detenía el corazón de solo saber que pasaría trabajo, no pudiendo encontrar dónde alojarse. Ya se imaginaba todo tipo de horripilantes escenarios cuando la noche cayera, era terrible encontrarse vagando por las calles y a medida que pasaba el tiempo, la inquietud crecía colosal.Perdió la cuenta de todos los días que estuvo bajo el mismo techo que Ethan, porque solo salía con él, a ciertos lugares que concurría la alta sociedad, ajeno a su ser. Luna expiró tirando de esa valija, bajo la mirada atenta de las personas, ella, una transeúnte más, seguía en la marcha. Se detuvo frente a una cafetería, ansiando comer tan solo un croissant, un trozo de pan que le ayudara a calmar el apetito voraz que sentía; hizo un puchero. —¡Señora Kingsman! —exclamó esa voz conocida, dejándola completamente fría.Tan solo al girar la cabeza, sintió como se le congeló el alma. ¡Eran los hombres de Ethan! Supo que debía correr, qu
Aunque era increíble, aquel sujeto desconocido ese día le dio diez mil dólares. Aún tenía un poco de ese dinero, con el que pudo alquilar una habitación asequible. Al menos tenía un techo donde pasar la noche, era lo que más importante, no tenía de qué preocuparse por el momento. Luna de pronto le echó una mirada a esas sortijas sobre la mesita de noche, la misma que tiraría a un tacho de basura, pero que era incapaz siquiera de hacer el amago. No podía seguir atenazada por el pasado, y menos ser afectada por una persona que no valía la pena. Si tuviera a su madre con ella, tendría a quien aferrarse; Luna inconscientemente atrapó el colgante que tenía una hoja de arce, un recuerdo de su progenitora. Se levantó de la cama y estiró sus extremidades; eran demasiadas cosas girando en su cabeza. —¿Estás allí, Luna? —llamaron a la puerta. Era Sol, una chica que vivía al frente, esa amable vecina que tan solo al llegar fue dulce con ella. —Un momento —tan pronto pudo, le abrió la puer