El joven heredero enfurecido se enfrentó a su padre, atónito estaba de solo escucharle decir semejante desatino.
—¡¿Te has vuelto completamente loco?!—¡Ethan, vas a casarte y no creas que me voy a retractar! —lo igualó —. Todo este tiempo he permitido que hagas lo que te venga en gana, pero ya estoy cansado de lo mismo, ¡Es una vergüenza verte en los tabloides colgado de cada niñata rica y que a los días estés con otra!Maldijo apretando el tabique de su nariz.—¡¿Y quieres que contraiga matrimonio a la fuerza?! Encima con alguien que no conozco y que no está a nuestro nivel. ¡Es una locura!—¡No me has dejado otra opción! —golpeó con fuerza el escritorio —. ¡Te casas mañana o te olvidas de ser el sucesor de la presidencia de Kingsman!Ethan salió dando un portazo que resonó en el despacho de su padre.Agitado, se encontró al pie de las escaleras, a sabiendas de que arriba en esa habitación estaba la chica. ¡Su padre había perdido la cabeza!Pero habiendo advertido de lo que perdería, se vio atrapado en su demanda....—¿Por qué debo casarme? —soltó perturbada, ante la mirada verdosa de aquel hombre al que no conocía, se unió alguien más, tal vez su esposa.—Tu padre te ha entregado como si nada, piensa en que te acogimos y a cambio sin rechistar debes aceptar casarte con nuestro hijo.—Escucha, Luna —siguió la mujer —. Estamos cambiado tu vida, siendo la esposa de Ethan tendrás una buena posición, nunca más tendrás que preocuparte por el dinero... ¿no buscas estabilidad?Ella se contuvo. Desvió la mirada a esa bandeja sobre la mesita, aún la comida intacta seguía ahí.Se rehusaba a casarse con un desconocido.—Solo quiero que me dejen ir, ¡no tienen derecho a ordenarme nada!—No quería decir esto, pero si aposté con tu padre, es porque lo escuché hablar sobre venderte a alguien más, te he salvado de caer en otras manos, dame las gracias accediendo a la propuesta.Parpadeó con lentitud, impresionada de de lo que Guido intentó hacer. Había llegado muy lejos. Trató de contener las lágrimas a punto de salir.—¿Por cuánto tiempo?—No hay un plazo, Luna.Se le cortó la respiración.¡¿Atada de por vida a un desconocido?!Esa familia estaba demente.Asintió con lentitud.A esas alturas, la docilidad llevaba la delantera, rendición y sumisión.Había cedido a lo inevitable....Vestida de novia, con un bouquet entre sus delgadas y pálidas manos, se reflejó en su mirada azulada; con finura fue arreglada, pero ese sujeto en frente suyo parecía detestarla.Quiso llorar, porque le oprimía el pecho una terrible sensación. De un día a otro su vida cambió.Y eso la destrozaba.Aunque, en casa con su padre no estaba bien, allí tampoco lo estaría.¡¿Qué clase de broma le jugaba el destino?!El joven se vio forzado a insertar emoción en su expresión y pronto dar el voto matrimonial.—Yo, Ethan Kingsman, te quiero a ti, Luna Cavalcanti, como esposa y me entrego a ti, y prometo serte fiel en la prosperidad y en la adversidad, en la salud y en la enfermedad, y así amarte y respetarte todos los días de mi vida.Más hipócrita no podía ser.Era bueno interpretando el papel. Ella, por su parte, recibía aquel anillo, inevitablemente trémula, le quemó la piel con solo el roce.Y cuando era su turno, se quedó en silencio algunos segundos, llenando de expectativa a los presentes.Sus ojos se encontraron con los del padre de Ethan y evocó la noche anterior, entristecida.La oscura noche en la que todo en absoluto cambió.«Recordó lo cansada que estaba, mientras limpiaba con el dorso de la mano, la frente perlada de sudor. Había estado ocupada casi todo el día. Solo quería darse una ducha y dormir, más cuando sabía que en cualquier momento su padre llegaría ebrio, causando cualquier tipo de escándalo, algo de lo que siempre intentaba ocultarse.De pronto escuchó como retumbaban la puerta con golpes fuertes. Se asustó aunque también estaba habituada a ese tipo de situaciones.Apretó los ojos con fuerza al recordar que su padre olvidó las llaves de la casa. A pesar de que no quería verlo, tendría que abrirle o todo sería peor para ella.Lo que no se esperaba es que junto a él, estuviera un sujeto que nunca antes en su vida vio, un completo desconocido que empezó a verle de los pies a la cabeza.En ese momento sintió el verdadero terror.—P-papá... ¿quién es él? —casi inaudible pronunció, mirando sobre sus hombros a dos hombres musculosos vestidos de negros.—Podrás irte de esta casa, Luna. ¿No es eso lo que querías? —y se volvió a Joseph —. Llévatela, es toda tuya.La reacción de la chica fue caer de rodillas, incrédula por lo que estaba pasando, sin tener la capacidad en ese momento de reclamar o hacer algo para detener lo que estaba a punto de suceder.Entonces a rastras se la llevaron.—¡Ya suéltame! Basta, déjame ir —exigió con el corazón en la mano, mientras se apagaba poco a poco la imagen de su papá, siendo esa la última vez que lo vio.Tan pronto como la subieron a un auto, supo que el infierno había empezado.Cruzó por su cabeza muchas cosas, preguntándose si ese tipo era un mafioso, alguien a quien su padre le debía mucho dinero, o simplemente un hombre que la compró.Luna sintió el verdadero terror nunca antes experimentado.En el auto, a cada costado suyo, iban esos tipos rubustos y serios. Al volante, Joseph, quién no decía nada.A pesar de querer reclamar al estar allí dentro, no lo hizo sino que permaneció retraída, callada. Sus ojos se volvieron acuosos, en cuanto más se alejaban.Luna se quedó dormida, cuando parpadeó, se halló en una habitación de colores pasteles. No era de noche, sino de día. ¡¿Tan pronto amaneció?! De un salto se levantó de la cama enorme, observando a su alrededor una recámara de ensueño.Todo era demasiado extraño.Creyó que estaría en un cuarto frío y tenebroso, pero estaba ahí, algo completamente distinto, que debía hacerla sentir más tranquila, aún así, seguía en el limbo del presente.Sus pies descalzos avanzaron sobre el suelo pulcro, posada con ligereza y temblor al mismo tiempo.—¿H-hay alguien allí? —titubeó acercándose a la puerta.Nadie le respondió»Luna, solo al sentir la ligera caricia del hombre en su muñeca, supo que debía responder. Miró a los invitados, volviendo rápidamente al frente.Y una débil sonrisa se asomó en sus labios.—Yo, Luna Cavalcanti, te quiero a ti, Ethan Kingsman, como esposo y me entrego a ti, y prometo serte fiel en la prosperidad y en la adversidad, en la salud y en la enfermedad, y así amarte y respetarte todos los días de mi vida.Al terminar exhaló con disimulo, tras deslizar la sortija en su anular, cayendo en cuenta de aquel teatro del que era víctima.—...Puede besar a la novia —incitó el oficiante. Y, la ovasión de los presentes no se hizo esperar.Pero Ethan solo besó su mejilla, casi un ósculo en el aire.—Prepárate, has ingresado a tu propio infierno personal —declaró a su oído, haciendo temblar a la joven.Al separarse, le sonreía como si nada, gesto escalofriante que sentenciaba en donde, "forzadamente", ella fue aventada.Al poco tiempo de contraer matrimonio, Ethan fue nombrado el director de Company Kingsman, una de las compañías más influyentes e importantes del país. Su objetivo ya había sido alcanzado. Odió cuándo tuvo que casarse con alguien a quien no amaba, pero llegar a lo más alto significaba hacer un sacrificio. El nuevo ejecutivo alardeaba de su lugar y los medios de comunicación cubrieron la noticia, dejando en el olvido todos los escándalos que lo salpicaron. Se sentía imparable, en un pedestal. Reinando en la cima. Eso no quería decir que la salidas a clubes o enredarse en las piernas de alguna fémina había terminado; aunque sí lo hacía más cauteloso, para no desatar un escándalo. Y esos días, había estado fuera de casa constantemente. Quedándose a dormir en algún hotel, en casa de alguna aventura. El CEO introdujo la contraseña y tuvo acceso al piso. Aún se bamboleaba de un lado al otro debido a los efectos del alcohol. Las luces se encendieron de pronto, dejando ver a Luna cruz
La chica sentía el crudo invierno en su interior. No tenía dinero. Se le detenía el corazón de solo saber que pasaría trabajo, no pudiendo encontrar dónde alojarse. Ya se imaginaba todo tipo de horripilantes escenarios cuando la noche cayera, era terrible encontrarse vagando por las calles y a medida que pasaba el tiempo, la inquietud crecía colosal.Perdió la cuenta de todos los días que estuvo bajo el mismo techo que Ethan, porque solo salía con él, a ciertos lugares que concurría la alta sociedad, ajeno a su ser. Luna expiró tirando de esa valija, bajo la mirada atenta de las personas, ella, una transeúnte más, seguía en la marcha. Se detuvo frente a una cafetería, ansiando comer tan solo un croissant, un trozo de pan que le ayudara a calmar el apetito voraz que sentía; hizo un puchero. —¡Señora Kingsman! —exclamó esa voz conocida, dejándola completamente fría.Tan solo al girar la cabeza, sintió como se le congeló el alma. ¡Eran los hombres de Ethan! Supo que debía correr, qu
Aunque era increíble, aquel sujeto desconocido ese día le dio diez mil dólares. Aún tenía un poco de ese dinero, con el que pudo alquilar una habitación asequible. Al menos tenía un techo donde pasar la noche, era lo que más importante, no tenía de qué preocuparse por el momento. Luna de pronto le echó una mirada a esas sortijas sobre la mesita de noche, la misma que tiraría a un tacho de basura, pero que era incapaz siquiera de hacer el amago. No podía seguir atenazada por el pasado, y menos ser afectada por una persona que no valía la pena. Si tuviera a su madre con ella, tendría a quien aferrarse; Luna inconscientemente atrapó el colgante que tenía una hoja de arce, un recuerdo de su progenitora. Se levantó de la cama y estiró sus extremidades; eran demasiadas cosas girando en su cabeza. —¿Estás allí, Luna? —llamaron a la puerta. Era Sol, una chica que vivía al frente, esa amable vecina que tan solo al llegar fue dulce con ella. —Un momento —tan pronto pudo, le abrió la puer
—Te estuve buscando durante mucho tiempo, Luna. Créeme que esperé después el mejor momento, considerando que podrías sentirte noqueada por una noticia así. Aunque ahora estás... —¡¿Por qué me dice esas cosas?! —con brusquedad se levantó de la banca y lo enfrentó, aún sin dar crédito a una cuestión como esa, era imposible que fuera su padre —. ¿Ha perdido la cabeza? —Luna... —¡Deje de pronunciar mi nombre! —rugió envalentonada, tuvo que volver a sentarse debido a un mareo de súbito. —Lo siento, tal vez debería irme, no debí decirte la verdad así, lo siento mucho —emitió apenado. —¿Qué le hace pensar que voy a creerle? Usted está inventando todo esto, ¿por qué? —una sonrisa forzada escapó de sus labios. Warren se rascó la nuca. —Para tu madre la hoja de arce se volvió especial, porque nos conocimos en otoño, yo... le di ese colgante que llevas puesto, Luna —explicó, una prueba fehaciente de que sí era su progenitor. Aún así, seguía atrapada en toda la situación. De inmediato toc
A los días, Luna recibió la llamada de Warren. Todavía no podía hacerse a la idea de que era su padre, incluso cuando el sujeto le mostró las pruebas de paternidad, que realizó con su consentimiento. —¿Cómo estás? Puedo pasar a buscarte. —Tal vez debería decidirme pronto, luego no podré hacerlo —emitió tocando su abdomen. La consecuencia habitaba en su interior. Dos meses de embarazo y varios días. ¡Un bebé a la espera, complicando las cosas! —¿Hablas del bebé? —Sí, y no es que sea un error, ese día no bebí la píldora porque no quise hacerlo, Ethan me confundió por un momento, soy tan patética —se acusó a sí misma, resoplando. —Sabes que no debes hacerlo si no quieres. ¿Se trata de dinero? Entonces me encargaré, es lo mínimo que puedo hacer por ti, después de ausentarme mucho. —No quiero molestar, no es tu responsabilidad, solo mía. —Y de Ethan... Pero no es un incordio en absoluto. Deja que te ayude, me sentiré mejor al saberte estable... Supongo que quieres conseguir estudiar
7 años después...A Warren no se le borraba la sonrisa de la cara; ver a su hija convertida en la Creative Design y próxima heredera de la compañía, le inflaba el pecho de orgullo. Llevaba un elegante tafetán negro, recogido y maquillaje apropiado enmarcando su bello rostro. Era ella la viva imagen de su madre, y su mirada se la recordaba. No quería nunca ajar ese brillo y menos quitarle la felicidad que la envolvía. —Padre... ¿cómo me veo? —se acercó a él, con esa carita de ángel y los ojos inyectados de emoción. —Es innecesaria la inquisitiva, estás preciosa, como siempre —aseguró mirándola con amor y llevó una mano a su barbilla, la chica suspiró, el halago de su padre la sonrojaba —. Vale, estás perfecta, más que eso, no hay palabras para describirte. Quiero recordarte que en este día tan importante, estaré siempre allí, así que no te pongas muy nerviosa. —Es inevitable. Mírame nada más, mis palmas no dejan de sudar, incluso se me acelera el corazón de solo pensar en el mar de
En el fondo de su ser, Luna experimentó una serie de sensaciones que la llenaron de enojo; molestia aguda porque lo encontrara demasiado guapo, se suponía que con todo lo que le hizo no debía sino dedicarle acérrimo odio. Por su parte, el CEO, inevitablemente colocó sus ojos sobre la jovencita en medio de todos ellos. Lo más extraño de todo, ¿qué demonios hacia Luna a la par de Baxter? Todo era demasiado loco, no sabía a qué conclusión llegar. —A qué no adivinas quien está aquí —soltó a su padre, mirando fugazmente a su ex. Joseph giró la cabeza a su dirección, lleno de curiosidad. —¿De qué hablas? —Luna Cavalcanti. Su padre se contuvo de no soltar una risotada, no era nada nuevo par él. Ya sabía eso. —Al parecer eres el único que no lo sabe. Y no, ya no es más Cavalcanti, sino Baxter. Casi escupe el vino al escuchar eso.No se lo podía creer. —¿Hablas en serio? —emitió —. ¿Una Baxter? No sé qué clase de chiste has soltado. —Me enteré hace poco. ¿Por qué crees que nunca nece
La mujer se encargó de llevar a la cama a su pequeña hija y se quedó con ella durante algunos minutos, la costumbre de siempre, era habitual para ella permanecer un tiempo allí hasta verla dormir plácidamente, solo así se aseguraba de que descansaría bien. Algo que llegó a pasar es que Hope alguna vez se despertó sobresaltada por alguna pesadilla, entonces como una madre cariñosa se quedaba a dormir a su lado. —¿Quieres que hagamos algo mañana? —Pues... —se llevó un dedo a la barbilla, pensativa —. ¡Quiero ir a la playa! —Oh, eso no me lo esperaba. Sin embargo no será posible cariño, me encantaría llevarte a la isla más bonita del mundo y quedarnos una semana allí disfrutando, pero no será ahora —hizo un puchero —. Sin embargo lo apuntaré. Te prometo que no se me olvidará, mientras tanto, elije otro lugar. —Entiendo, mamá, no te preocupes. Llévame a ver una película.—Hecho, compraré los boletos en línea. Descansa. Cerró sus ojitos y pronto sucumbió al sueño. Luna se levantó de