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Capítulo 3: ¿Cómo compensar una muerte?

EVELYN VALENCIA

Eran las tres de la mañana y lo único que llevaba en el bolsillo del pantalón era mi celular. No sabía a dónde ir o qué dirección tomar, mientras que mi mente se concentraba en pensar en todo lo que deberían de estar haciendo Leonel y su novia sobre nuestra cama. ¿Esta era la manera en la que quería vivir? ¿Era justo que, pese a ser su esposa, me hiciera a un lado de esa manera? ¿A quién engañaba?, él jamás me había amado, ni lo haría, pues solo tenía ojos para ella, yo fui un entretenimiento pasajero.

Las horas siguieron su curso hasta que por fin llegué a los tribunales, ahí debía de estar el juez Galeana.

Me planté ante las grandes puertas, con el corazón latiendo en mi garganta. Alcé la mirada viendo la inmensidad del edificio, era enorme. Con el celular pegado al pecho, inspiré profundamente cuando un grupo de personas salieron de ahí, rodeando a quien parecía ser Dafne. ¿Qué hacia aquí? ¿No se suponía que debía de estar con Leonel arreglando su relación? ¿Cómo era posible que me la volviera a encontrar? ¿A caso tenía la habilidad de teletransportarse o solo se trataba de mi mala suerte y las ganas de joderme la vida?

—Nos volvemos a encontrar… —dijo Dafne viéndome con una sonrisa maliciosa—. ¿Qué haces aquí? ¿Querías información para divorciarte de Leonel? No te preocupes, ya comenzamos el proceso.

De nuevo sus palabras me hirieron, pero intenté mantenerme con la frente en alto.

—Vengo a buscar al juez Galeana… —contesté con la poca fuerza que le quedaba a mi voz.

—¡Claro! Supongo que quieres convencerlo de que no meta a tu hermano a la cárcel de alta seguridad o le de una pena de muerte por haber atropellado y matado a un inocente, estando completamente drogado —agregó con sorna haciendo que todos alrededor empezaran a susurrar entre ellos.

Mi padre no me había dado detalles y yo no los había pedido. Hubiera preferido seguir sin saberlo.

—Solo quítate de mi camino… —quise pasar, pero me bloqueó plantándose frente a mí.

—Él jamás aceptará negociar contigo. No es un juez que se venda, no hay nada que puedas hacer. Sabes que mi padre es reconocido por su mano de hierro y no duda en castigar a quien se lo merece y tu hermano se lo merece.

—Eso no lo sabes…él… —No sabía como defenderlo, pues mi hermano ya llevaba bastante tiempo cometiendo errores.

—Aunque… hay otra opción… —intervino pensativa mientras yo me sumía en la miseria—. Yo puedo hablar con él. No hay nada que me niegue. Lo puedo convencer para que la condena de tu hermano sea mínima. ¿Qué te parece? Creo que ya es ganancia que no muera con una inyección letal o termine años en prisión con gente más mala que él.

—¿Por qué harías eso por mí? ¿Qué es lo que quieres a cambio, que me aleje de Leonel?

—¡Cariño! Leonel es mío. Aunque tu no quieras —agregó riendo junto con toda esa gente que parecía conocerla y tolerar su comportamiento—. Arrodíllate y suplica por la vida de tu hermano. ¿Qué esperas?

Indignada, sintiendo que ya nada valía la pena, que mi vida de pronto había perdido valor y sentido, me hinqué, me doblegué para que me humillara solo un poco más.

—Por favor, Dafne, salva a mi hermano.

—Puedes hacerlo mejor… —respondió curiosa de saber hasta dónde podía pisotear mi orgullo.

—Dafne, no sé que mas quieres que te diga, pero haré lo que sea por mi hermano, por favor —supliqué levantando mi mirada llorosa hacia ella.

—¿Lo que sea? —preguntó reflexionando antes de soltarse a reír—. ¡Bien! Entonces si quieres salvarlo, quiero tu vida a cambio de la tuya.

—¿Cómo? —Me levanté desconcertada y retrocedí.

—Cuando sepa que tu estás muerta… entonces hablaré con mi papá, así de sencillo —contestó entornando los ojos.

—¿Muerta? —pregunté indignada, herida y, sobre todo, desesperada.

—Sí, tu simple existencia me repugna. Así que… ya sabes. El tiempo corre y el juicio se acerca.

¡Ya estaba harta! Quería mandar todo a la m****a. Jamás pensé que llegaría el día en que querría que todo se acabara y por fin estar en paz.

—¡Bien! ¡¿Eso quieres?! ¡Eso tendrás! —grité furiosa, asqueada de tener que lidiar con alguien así y depender de ella para poder salvar a, prácticamente, la única persona que en verdad me interesaba.

Entré furiosa al edificio, escuchando las risas detrás de mí, sabía que no me creían capaz. Evadiendo a la gente de seguridad, subí hasta el techo. Cuando me asomé la altura me intimidó, aun así, me sentía cansada de pelear, cansada de mantenerme con un hombre que no me ama, con un padre que no me aprecia y con esa m*****a bruja jodiéndome la vida.

Saqué mi teléfono una última vez y envíe un mensaje para Leonel:

«Sé que Dafne ya te contó todo sobre mi hermano, o eso es lo que supongo por la estrecha relación que tienen. También espero que, de la misma forma te haya dicho que pidió mi vida a cambio de su libertad. Aunque sé que seguirá esmerando en mostrarme como una mujer imbécil y de una familia miserable, solo espero que cumpla con su parte y libere a mi hermano. Quiero creer que no solo es una bruja abusiva, sino que también tiene palabra».

Posé mis manos en mi vientre, sabiendo que era una egoísta de m****a por decidir atentar con mi vida sabiendo que tenía otra creciendo dentro de mí, quedando como una paria, una madre sin corazón. Una cosa era perder a tu bebé por un accidente y otra muy diferente atentar contra su vida intencionalmente por el capricho de alguien mal, otra prueba de que mi estabilidad mental parecía estarse yendo a la m****a.

«En verdad lo siento mucho, bebé, por hundirte conmigo en esta miseria cuando tu no tenías la culpa de nada. Siento pena por ti y por el asco de madre que te tocó».

De esa manera y desesperada por acabar con esto, me lancé al abismo, sin pensarlo, sin arrepentimientos, dejando que mi cuerpo se estrellara frente a ellos.

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