Phoebe
—Tranquilos, que no intento hacer nada en su contra. Solo que me alegra muchísimo verte feliz con tu pareja —comenté con mis manos en mi pecho y sonriendo. Sabía por lo que habían pasado por culpa de una mala mujer. Era el chisme que más se escuchaba en el hospital.
—La verdad es que si estas muy diferente —comentó Alan. Sonreí ante su comentario, era muy evidente que la chica delgada y rubia que él conoció en el colegio había desaparecido.
—Si, la vida nos cambia, también nos premia y castiga por nuestras acciones. A mí me castigó al ponerme el peor de los hombres en el camino y perdiendo a uno muy bueno. Lo siento muchísimo Alan, disculpa que me tome este tiempo, pero nunca me dejaste aclarar la situación. Me tomará un minuto, solo que necesito sacarme esto de mi pecho. Lo he atravesado todos estos años —dije, posiblemente esta sea mi única oportunidad para hacerlo y tenía la necesidad de hacerlo. El parece buscar la aprobación de su pareja.
—Está bien Phoebe, pero tendrás que hacerlo frente a mi esposa. —dijo Alan tomando la mano de su esposa. Ella lo miró con admiración y una tierna sonrisa se dibujó en sus labios.
—Si, por mi está bien. Me imagino que ella sabe lo que pasó entre nosotros —pregunté pues no sabía hasta qué punto ella sabía de lo que sucedió años atrás.
—Veras Alan, yo… —me sentí avergonzada y un poco intimidada al tener esos dos pares de ojos sobre mi—. Yo nunca estuve enamorada de ti. La verdad es que me ganaste dándome todos esos pequeños regalos que me dabas. Yo estuve contigo solo por lo que me dabas y la popularidad que significaba ser tu novia. Luego llegó Steven y puedo decirte que fue amor a primera vista, pero yo estaba contigo. Cometí el error de involucrarme con él y contigo al mismo tiempo. No sé porque no vi el hecho de que él sabía que estaba contigo y no le importó estar conmigo. Fue hasta qué pasó lo de la fiesta, le dije que terminaría contigo esa misma noche y él me dijo que le demostrara mi amor al tener sex0 con él, literalmente frente a todo el mundo. Su meta era solo humillarte a ti, pues él quería tener tu puesto de capitán del equipo y lo entendí esa misma noche que lo busqué y me botó como un perro. Luego intenté hablar contigo, no me excusaré por lo que pasó porque fue algo sin moral de mi parte. También creo que lo inmadura y joven que era no me hizo ver muchas cosas desde otra perspectiva. Cómo terminó el año escolar, pedí mi traslado y no seguí estudiando porque durante el verano descubrí que estaba embarazada.
No sé si era correcto contarles todo esto, pero era lo que necesitaba. Mi mirada fue hasta ellos y los ojos brillantes de la mujer y los ojos sorprendidos de Alan. Me hicieron aclarar la situación rápidamente.
—Antes de que piensen cosas que no, confirmó que no es tu hijo Alan. Mi hijo es de Steven, él me dio la espalda y al son del día de hoy mi hijo tiene 8 años y su única familia son mis padres. —Mentí, en esto último ya no tenía caso hablar negativamente de mis padres. Ellos ya tuvieron lo que merecieron por todo el daño causado—. Mi tía Salomé me apoyó para que retomara mis estudios y mírame soy una enfermera certificada, me dedico enteramente a mis pacientes y a mi hijo. No necesité de Steven y las únicas personas que nos visitan de vez en cuando son sus padres. No te cuento esto para que te sientas mal por mí. De hecho, esto me formó, me hizo ver que el estilo de vida que llevaba no era el correcto. Mi hijo se volvió mi centro y mi fortaleza. Necesitaba pedirte perdón por haber sido parte de su plan para humillarte frente a tus amigos y compañeros. De manera correcta sería disculpa por haberme aprovechado de ti y no ser sincera contigo. Eres increíble y me alegra muchísimo que la vida te premiará con una hermosa mujer y con dos bebés —dije y los ojos de Alan se posaron sobre su esposa. La pequeña de rasgos asiáticos le sonrió en respuesta.
—Me alegra mucho que este reencuentro nos sirviera a ambos. La verdad que no sabía que necesitaba saber todo esto para liberar ese resentimiento que tuve por mucho tiempo en contra de las mujeres. Ahora entiendo cuál fue mi error y el tuyo. Te perdono y de todo corazón. Creo que este fue el cierre a esa relación que me destruyó en todos los sentidos, yo te quería, pero ahora que lo analizo posiblemente no era amor, era más un cariño y atracción física entre nosotros. Por mi puedes estar tranquila, pude romper con esa atadura desde hace mucho, pero esto sí que hace que esa herida quede curada del todo. Me alegra también que hayas podido salir adelante con tu hijo. No cabe duda de que la familia siempre forma una parte muy importante en nuestra vida —Asentí y sonreí. Tal parece que no solo yo necesitaba este momento.
—La verdad es que para mí también. Disculpa por el daño que te causé y nuevamente me alegra que estés por formar tu familia. Les deseo muchas felicidades —dije y puse mi atención de nuevo en el ecógrafo.
—De hecho, que ya tenemos un pequeño de tres años y los bebés en camino —Comentó Alan tomándome por sorpresa.
—Me alegra mucho, que bueno, ojalá sean las chicas las que vengan. Bueno, debo ir a ayudar con otros pacientes. Un placer conocerte y volver a verte Alan, que te mejores y que todo salga bien con tu embarazo —dije empujando la máquina hasta la puerta. Los volví a ver antes de cerrar la puerta y seguían viéndose como dos adolescentes enamorados. Suspiré y cerré la puerta para comenzar mi camino por el pasillo.
Sentía como si un enorme peso había caído sobre mis hombros. Alan era la única persona a la que le debía una disculpa por haberme aprovechado de su amor por mi.
Sinceramente me sentía muy feliz por él, estaba con una chica buena y ya tenían un hijo y pronto se iban a unir dos pequeños miembros más a su familia.
Ese día llegué a casa y abracé muy fuerte a mi Noah.
—¿Viendo la repetición? —pregunté tomando asiento a su lado. La televisión mostraba un partido de fútbol entre el Atlético Madrid y el Barcelona.
—No, está en vivo. Solo que están jugando en otro país y se fue a alargué. Están peleando por la semifinal de la Champions League. —Me explicó sin quitar sus ojos de la pantalla. Miré como en una barrida un jugador del Atlético fue golpeado en la pantorrilla, portaba la camiseta número diez y se apellidaba Guzmán. Mi hijo se paró preocupado al ver como lo rodeaban, pero después el jugador se puso de pie, apretando sus dientes aguantando el dolor. Y que belleza de hombre, sus ojos azules, su piel blanca, su barba corta, cabello castaño, sus fuertes piernas y luego la sonrisa que ponía al mismo tiempo que decía que estaba bien. Después de unos segundos y un spray en su pantorrilla siguió jugando.
—Por eso es mi jugador favorito. Ya vas a ver que dentro de poco anotará un gol. —dijo mi hijo con confianza. Me quedé viendo el partido con él y después de 10 minutos vino el tan esperado gol por parte del jugador. Y sí que me perdí viendo al hombre quitarse la camisa y mostrando su definitivo abdomen.
—Cuando sea grande quiero ser como él. —dijo mi hijo y sonreí, pero internamente tenía un enorme conflicto. Noah admiraba a un desconocido para ser su ejemplo a seguir. Hice nota mental en que tengo que tomarme el tiempo en investigar cuándo serán los siguientes juegos y mis días libres para poder ir a ver un partido de su equipo.
La rutina siguió siendo la misma, por las siguientes semanas. Del hospital a casa, de la casa al hospital y una vez a la semana pasaba comprando despensa antes de ir a casa. Agradecí a Aida por su disposición ante echarle un ojo a Noah.
Mi hijo era muy maduro para su edad y lo amaba porque según él ya estaba en edad de cuidarse solo. Algo que yo no creía así, ante mis ojos seguía siendo un bebé que necesita de mis atenciones. Jamás me perdonaría si le pasara algo quedándose él solo.
—Todo pinta que será una mañana tranquila. Solo hay dos pacientes en todo el piso. Una tuvo una nena y la otra un nene. El papá de la niña se desmayó en medio del parto… —el cuento fue interrumpido cuando Wendy se puso de pie rápidamente después de contestar el teléfono.
—Retira lo dicho de que será un día tranquilo. Debemos preparar el quirófano porque está por llegar un código rojo. —Nos ponemos de pie y nos preparamos para atender la emergencia.
—¿Te dijeron de que se trata? —Pregunté lavando mis manos.
—Mujer de 41 años, tiene un embarazo gemelar y cursa el octavo mes, presenta hemorragia intrauterina, y presión arterial inestable. —Me sorprendí mucho al escuchar eso y reviví el peor recuerdo que tengo en mi historia como enfermera. La única vez que uno de los pacientes a mi cargo falleció, horas después de su parto por una embolia pulmonar.
—¡Phoebe! —Me llamó Wendy al ver que me perdí en mis pensamientos y recuerdos. Preparamos el quirófano hasta que llegó la paciente y era una mujer asiática, que venía inconsciente.
Trate de mantener mi mente calmada y reaccionar a las órdenes que me dan los médicos. Podía escuchar mi corazón en mis oídos cuando el monitor cardiaco mostraba disminución del ritmo cardiaco. El segundo bebé nació y era una nena muy pequeñita. El pediatra la revisó y la situación con la madre parecía empeorar, pero después de que el cardiólogo entrara y tomara el control poco a poco todo fue normalizando con sus indicaciones. Pasó casi una hora después para mover a la madre y a los bebés.
—Son tan hermosos. —dijo Wendy llevando a los niños a neonatología. Yo acompañé a la mujer para instalarla en su habitación.
—Aitor —Susurraba casi inaudible. Me imagine que así se llamaba su esposo. Al verificar que todo estaba bien ella recobró el conocimiento, lo cual me sorprendió mucho siempre hay un ligero letargo de sueño por unas horas post parto y lo que pasó dentro del quirófano no fue sencillo. Ella parecía tener prisa de despertar, me imagino que la preocupación por sus bebés.
—¿Mis bebés? —preguntó y yo sonreí, me acerqué un poco y acaricié su hombro.
—Están bien, primero nació el niño y luego la nena, están muy bonitos. —dije para calmarla. Ella asintió y cerró los ojos. Salí para avisar a los familiares de que ya estaba consciente y tremenda sorpresa me llevé viendo a Susy, la esposa de Alan y a ¿Aitor? Quien tenía sus ojos rojos y llenos de lágrimas. Él corrió hasta la habitación de la señora Jia cuando las palabras abandonaron mis labios.
La calma estaba volviendo en la sala de maternidad, estaba tomando cobijas tibias para una paciente cuando estaba pasando por el baño y escuché a alguien pidiendo ayuda. Intenté abrir, pero estaba cerrado desde adentro. La voz del otro lado se escuchaba como Susy, por lo que al preguntarle como que pasaba. Ella me dijo que Rebecca estaba allí dentro queriendo hacerle daño. Me alejé de la puerta y fui directamente a llamar a seguridad.
Ellos llegaron unos segundos después, los guie hasta el baño y Susy estaba en los brazos de un hombre mayor llorando asustada. Entré al baño y miré a la famosa Rebeca acostada boca arriba con sangre saliendo de su cabeza. Sus ojos estaban abiertos e inertes. Me agaché para buscar pulso y no lo encontré. Rebeca oficialmente había dejado de ser su enemiga y podrían vivir con la tranquilidad de que ningún fantasma podría empañar su felicidad.
Susy desde ese momento, se convirtió en mi amiga. Esa amiga que no sabía que necesitaba y que ella también necesitaba. No tenía contacto alguno con Alan, todo era entre nosotras y él no parecía molestarse.
Susy vino a su control prenatal de los 4 meses y personalmente me entregó la invitación para asistir a su boda y cena de ensayo que sería en 3 semanas.
—¿No tienes miedo a eso de la mala suerte de que este la ex en la boda? —pregunté al ver la invitación.
—No creo en esas cosas, aparte de que eres nuestra amiga. ¿Qué tal si te encuentras a tu príncipe azul en la fiesta? Mi abuelo invitó a muchas de sus amistades. —dijo con una maliciosa sonrisa.
—Me encanta tu entusiasmo en ser mi casamentera, pero desde el momento en que mencione que soy madre soltera, saldrá corriendo y no estoy para decepciones. Yo mejor sigo siendo fiel a mi pequeño Noah, quien es el único hombre que vale la pena para mí. Aunque eventualmente me cambiará por otra mujer. —ella se ríe.
—No hagas pucheros, eres hermosa, estas joven, no debes cerrar tu corazón de manera permanente. —Entendía el punto de su comentario, pero de igual manera causaba un poco de temor.
Para una madre soltera como yo, es muy difícil volver a dejar entrar a alguien a mi vida, pues no solo es por mi propia estabilidad emocional, es también el impacto que conlleva traer a un extraño a la vida de mi hijo. No saber si esa persona me tratara bien a mi o de igual manera a mi hijo. Luego que sí y las cosas no salen bien, seremos dos los que tendríamos que lidiar con el corazón roto.
Noah anhela tener más de su padre y me siento mal por no poder darle una familia con una mamá y un papá que se amen y lo amen incondicionalmente.
—Tienes razón, tengo que ponerme a la obra para poder estar a la altura del evento.
—Muchos desearían querer perderse en esas hermosas curvas. Te lloverán los galanes de eso estoy segura. —Negué y nos despedimos.
Todo el día estuve pensando en la invitación al matrimonio de Susy y Alan. Iría, pero debía poner un poco más de cuidado en mi persona si deseaba presentarme ante la alta sociedad.
Llegué a mi casa cansada como todos los días. Quitando mis zapatos estaba cuando mi hijo vino rápidamente con su tableta.
—¡Mamá! Mira… Omar está por lanzar una rutina fitness. —dijo mi hijo emocionado poniendo frente a mí el video promocional.
—Tal parece que en unos días lo comenzaremos. —dije y mi hijo se emocionó. Al venir la boda en tres semanas no iba a ser una diferencia monumental, pero sí más de algo se tenía que notar.
Así fue, el día del lanzamiento mi hijo ya estaba con mi tarjeta de crédito en la mano listo para esperar mi aprobación. Desde el día uno comencé a hacer los ejercicios y a tomar consejo sobre las comidas, las porciones, la cantidad de agua que se debía tomar y entre otros consejos que daba. En muchos momentos donde él hablaba me perdía completamente al verlo sonreír o como sus músculos se aprietan en sus brazos, ese tipo me tenía casi de rodillas a sus pies.
El día antes de la boda llegó, y para mi mala suerte Aida tenía turno durante la cena de ensayo. No iba a dejar solo a mi hijo así que tuve que pasar por el centro comercial después del trabajo buscando algo un poco más a la ocasión para él.
—Por favor, Noah, se prudente, no respondas o digas nada si ellos no te preguntan. —dije cuando nos bajamos del taxi.
—Si, mamá. —lo miré con la ceja alzada ese “Si, mamá”. Podría traer caos. Mi hijo era muy bien portado, pero a la misma vez era muy voluntarioso.
Cuando pasamos al jardín los meseros ya estaban sirviendo la comida. Fuimos recibidos por Susy y Alan, ambos se miraban impecables. Nos llevaron a nuestra mesa y mis ojos fueron hasta cierta figura en la mesa, mi corazón amenazaba con salir de mi pecho.
Alan nos presentó con su familia y luego ellos dos se fueron. Se hizo un silencio incómodo y como le había pedido a Noah que no lo hiciera, mi hijo fue el primero en hablar.
—Sentimos llegar tarde. Mi madre tenía mucho trabajo en el hospital. —dijo él recibiendo el plato de comida que el mesero colocaba enfrente de él.
—¿Trabajas en el hospital? —preguntó la señora de cabello negro y ojos azules. Asentí viendo a la señora Jimena, abuela de Alan, quien ya me ha visto en mi trabajo.
—Si, ella es enfermera en el área de obstetricia del hospital. Ayudó a traer a los pequeños de Aitor y ha estado al pendiente del embarazo de Susy. —afirmo y todos tenían clavada su mirada en mí. Hace mucho tiempo no me sentía tan incómoda teniendo toda la atención de estas personas.
—¡No puede ser! —Exclamó mi hijo por fin, no se había fijado quien estaba sentado a mi lado. Me hice la que no sabía quién era.
—¿Qué sucede, hijo? —pregunté sintiendo como mis mejillas arden.
—Él es Omar Guzmán. Mi jugador de Futbol Soccer favorito y al que miras ahora cuando haces ejercicio. —Sonreí avergonzada hacia el hombre.
—Es un placer para mí, poder conocerlos. —Esa mirada, esa sonrisa y esa voz, derritió una parte de mi cuerpo que llevaba mucho tiempo sin atención. Era como si un hielo se hubiera derretido en medio de mis piernas. Encendiendo un fuego que creí extinto.
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Hola, bienvenidos a esta nueva historia. Espero les guste.
OMAR—Ay, hijo, no te desanimes. La chica solo iba detrás de tu popularidad y de tu fortuna. Sabes que no soy de juzgar sin conocer antes a esa persona, pero no necesito conocerla. Basta con ver de lo que fue capaz para darse cuenta de sus intenciones. —dijo mi madre acariciando mi mejilla, al mismo tiempo que sacaba el vaso de ron de mi mano. —Enserio creí que era ella, mamá. —dije hipeando, el alcohol ya estaba tomando el control de mis palabras y mi cuerpo. Ver al ex novio de mi hermana y “amigo” junto con la mujer que iba a ser mi prometida, fue un golpe duro para mí. —Te diré algo, Omar, lo bueno tarda en llegar, porque lo que fácil llega, fácil se va. La mujer que sea para ti será una mujer única con la que sentirás una conexión mucho más allá de la intimidad. Te será difícil de conseguir, porque lo bueno cuesta, hijo mío. Y no hablo de detalles caros o visitar restaurantes caros. Ustedes los hombres son bien idiotas, conquistan a las mujeres con lo material, activándose su la
OMARHabía sido un año tan agotador, lleno de trabajo, entre los entrenamientos, los partidos, entrevistas, nuevos proyectos y problemas que se seguía suscitando en la familia; la vida era cada vez más complicada.—Jamás pensé que esto se vendería como pan caliente. —dijo Alexis al ver las estadísticas del curso fitness en el que participe junto a algunas marcas patrocinadoras.—Si, recuerdo que me dijiste que una persona como yo, no debería vender mi imagen tan mediocremente. Me sentí ofendido y ofendiste a todo el gremio fitness. Tu ni siquiera puedes levantar una pesa de 45 libras y nosotros si trabajamos todos los días para fortalecer nuestros cuerpos y lleva sacrificio y disciplina lograr tener un cuerpo. Así que te voy a pedir que, en tu vida, vuelvas a denigrar ningún tipo de trabajo; honesto y sacrificado a menos que desees dejar de ser mi agente. —Nunca le había hablado así por lo que lo tomó por sorpresa. Elevó sus manos en rendición y asintió.—Si, tranquilo. No volverá a p
OmarNunca había disfrutado de una reunión familiar como esa vez. Ese juego de miradas que teníamos con ese riquísimo bombón me ponía a mil por hora.Esa timidez, inocencia y hasta deseo en su mirada no hacía más que cautivarme. Era como si con una sola mirada me robara la existencia por completo. Si, aquí estaba yo de nuevo intenso por una mujer, pero lo que ella me hacía sentir; era diferente.Era como una historia de hombres lobo cuando encuentran a su pareja destinada; a su luna, con quien pasarán el resto de su vida juntos. En mi caso era un apetecible y exquisito bombón rosa como su vestido.Ella se despide de todos en la mesa y me sentía inquieto. No era el santo de la familia, pero tampoco el mujeriego y quería hablar con ella, pero que no hubiera tantos ojos encima de nosotros, para no incomodarla, especialmente los de su hijo.Ella comenzó a caminar hacia la salida y mi madre me dijo que fuera tras ella. No hubo necesidad de que lo dijera, de igual manera tenía la intención
PHOEBEMis piernas temblaban con tan solo recordar lo que pasó en la fiesta. La vergüenza que sentí por la pregunta del señor Guzmán, no tenía explicación. A eso sumarle las manos del jugador en mi espalda, su manera de decirme que calmara utilizando la palabra “Bombón” fue una bola de fuego hubiera golpeado mi cuerpo. Mi cuerpo entero se quemaba, pero no de la misma manera en cómo lo hacían mis mejillas.Como si eso no fuera lo suficientemente vergonzoso, tener un hijo muy voluntarioso contestando por mí, fue la cereza al postre de mi vergüenza. Le agradecí la intervención de la señora Guzmán y de la señora Jimena, sin embargo, estar entre mi hijo y Omar Guzmán no hacía nada fácil la situación. Trataba de no verlo, pero mi hijo y su “¿Verdad?” hacía que eso fuera inevitablemente.Al despedirnos nuevamente no espere que ese hombre fuera capaz de ir detrás de nosotros y ofrecerse a llevarnos al departamento. Me daba temor, porque él al ser una persona pública lo más probable es que se
PHOEBE—¡Aah! —Gemí y no de dolor si no de placer cuando el señor meloso apretó mi pezón con sus labios.—Si, bombón, no reprimas ningún gemido, quiero escucharte gritar en todas las frecuencias posibles. —dijo para luego hacer lo mismo del otro lado. Omar se puso de pie conmigo rodeando su cadera. Sin el mayor esfuerzo, mis ojos no dejaron los suyos en ningún momento—. ¿Cuál será el lugar perfecto para comer un postre como este? —dijo viendo hacia la puerta de la habitación o la cocina. —Mis postres los disfruto en mi cama viendo una película. —dije apretando mis dientes al sentir como la yema de sus dedos presionaba mi centro. Él sonrió y caminó hasta su habitación para dejar mi cuerpo con delicadeza sobre la cama con sábanas negras. Se separó de mí y comenzó a desabotonar su saco con lentitud. Sin dejar de mirarme con una sonrisa que me tenía disfrutando de la vista. El saco acabó en una esquina de la habitación. —Alexa, pon música para seducir un bombón. —dijo. —Lo siento, eso
OMARPhoebe me había cautivado un día antes de la boda de mi primo, pero su nuevo cambio de imagen, principalmente el nuevo color de cabello y ese vestido; hicieron estragos en mi pecho y entrepierna. La belleza que desborda esta mujer no tenía límites, no podía creer cómo era capaz de mezclar inocencia y sensualidad a la vez. Ella no lo sabía, pero me tenía a sus pies.La noche fue la mejor que he tenido en mi vida. Mi plan era regresar a su casa después de la fiesta, pero al llevarla a mi departamento me dediqué enteramente en disfrutar junto a mi bombón. La suavidad de su piel, sus labios carnosos, sus gemidos, lo maleable de sus pechos, su trasero rebotar contra mi pelvis en cada embestida que le deba en ciertas posiciones abrieron un apetito insaciable por ella.La amé durante toda la noche, casi hasta ver el amanecer.Recuerdo muy bien haberme acostado abrazando su cuerpo, pero amanecí solo sobre la cama y escuchando fuertes golpes en la puerta de mi departamento.Me levanté ráp
OMAR—¿Quién te crees al decir mi hijo? Noah es mi hijo. —dijo y pude reconocerlo. El tipo se puso de pie y se arregló el saco.—Steven, un hombre como tú no merece ser llamado padre. Nunca te has preocupado o interesado en tu hijo.—Eso no quita que lleve mi sangre y mis genes. No voy a permitir que estés cerca de él, y tu… ya sabes lo que tienes que hacer, no me importaría pelear y recuperar tu patria potestad si es necesario. Este golpe les saldrá muy caro.—Tu firmaste tu patria potestad no puedes quitarme a Noah.—Puede revocarse si un juez así lo cree conveniente para Noah. Tu eres una madre soltera, que lo deja solo o con tu vecina solo para ir a revolcarte con este, un hombre agresivo que fue capaz de golpearme enfrente de Noah. —giré mi cabeza hacia la puerta del departamento donde Noah miraba todo con temor—. ¿Ese es el mejor ejemplo para Noah? Afuera está lleno de reporteros listos para atacarte a ti y a Noah todo por tus malas decisiones. Yo le puedo dar un hogar, estoy ca
PHOEBE—¡Mamá! ¡mamá!. Aparecemos en las noticias. —dijo Noah, interrumpiendo mi siesta de una hora antes de irme a trabajar.—Lo sé, cariño. —dije sintiendo como se subía sobre la cama.—¿Eso quiere decir que Omar será mi papá? —preguntó, provocando que salga completamente de mi letargo.—No, Noah, Omar es un desconocido para nosotros.—Pero tú pasaste toda la noche con él. —«Ay, no. ¿Qué haré con este niño?»—Eso no significa nada, Noah.—Ahora así le dicen. —comentó virando sus ojos.—Lo que sea que esté maquinando tu cabeza; es imposible. —dije acariciando su cabello.—Pero es que yo… —Acaricie su mejilla y golpee mi hombro invitándolo a que se recostara.—Sé muy bien lo que estabas pensando, pero solo me invitó a salir. No significa que sea para toda la vida. ¿Qué tal si solo me quería para no ir solo a la boda y ya no me llamara más? —pregunté y él negó.—No, Omar te mira de una manera muy extraña. No sé, es como ver al gato con botas en la película de Shrek. Se nota que quiere