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UN FUEGO QUE CREÍ EXTINTO

Phoebe

—Tranquilos, que no intento hacer nada en su contra. Solo que me alegra muchísimo verte feliz con tu pareja —comenté con mis manos en mi pecho y sonriendo. Sabía por lo que habían pasado por culpa de una mala mujer. Era el chisme que más se escuchaba en el hospital. 

—La verdad es que si estas muy diferente —comentó Alan. Sonreí ante su comentario, era muy evidente que la chica delgada y rubia que él conoció en el colegio había desaparecido. 

—Si, la vida nos cambia, también nos premia y castiga por nuestras acciones. A mí me castigó al ponerme el peor de los hombres en el camino y perdiendo a uno muy bueno. Lo siento muchísimo Alan, disculpa que me tome este tiempo, pero nunca me dejaste aclarar la situación. Me tomará un minuto, solo que necesito sacarme esto de mi pecho. Lo he atravesado todos estos años —dije, posiblemente esta sea mi única oportunidad para hacerlo y tenía la necesidad de hacerlo. El parece buscar la aprobación de su pareja.

—Está bien Phoebe, pero tendrás que hacerlo frente a mi esposa. —dijo Alan tomando la mano de su esposa. Ella lo miró con admiración y una tierna sonrisa se dibujó en sus labios. 

—Si, por mi está bien. Me imagino que ella sabe lo que pasó entre nosotros —pregunté pues no sabía hasta qué punto ella sabía de lo que sucedió años atrás. 

—Veras Alan, yo… —me sentí avergonzada y un poco intimidada al tener esos dos pares de ojos sobre mi—. Yo nunca estuve enamorada de ti. La verdad es que me ganaste dándome todos esos pequeños regalos que me dabas. Yo estuve contigo solo por lo que me dabas y la popularidad que significaba ser tu novia. Luego llegó Steven y puedo decirte que fue amor a primera vista, pero yo estaba contigo. Cometí el error de involucrarme con él y contigo al mismo tiempo. No sé porque no vi el hecho de que él sabía que estaba contigo y no le importó estar conmigo. Fue hasta qué pasó lo de la fiesta, le dije que terminaría contigo esa misma noche y él me dijo que le demostrara mi amor al tener sex0 con él, literalmente frente a todo el mundo. Su meta era solo humillarte a ti, pues él quería tener tu puesto de capitán del equipo y lo entendí esa misma noche que lo busqué y me botó como un perro. Luego intenté hablar contigo, no me excusaré por lo que pasó porque fue algo sin moral de mi parte. También creo que lo inmadura y joven que era no me hizo ver muchas cosas desde otra perspectiva. Cómo terminó el año escolar, pedí mi traslado y no seguí estudiando porque durante el verano descubrí que estaba embarazada. 

No sé si era correcto contarles todo esto, pero era lo que necesitaba. Mi mirada fue hasta ellos y los ojos brillantes de la mujer y los ojos sorprendidos de Alan. Me hicieron aclarar la situación rápidamente. 

—Antes de que piensen cosas que no, confirmó que no es tu hijo Alan. Mi hijo es de Steven, él me dio la espalda y al son del día de hoy mi hijo tiene 8 años y su única familia son mis padres. —Mentí, en esto último ya no tenía caso hablar negativamente de mis padres. Ellos ya tuvieron lo que merecieron por todo el daño causado—. Mi tía Salomé me apoyó para que retomara mis estudios y mírame soy una enfermera certificada, me dedico enteramente a mis pacientes y a mi hijo. No necesité de Steven y las únicas personas que nos visitan de vez en cuando son sus padres. No te cuento esto para que te sientas mal por mí. De hecho, esto me formó, me hizo ver que el estilo de vida que llevaba no era el correcto. Mi hijo se volvió mi centro y mi fortaleza. Necesitaba pedirte perdón por haber sido parte de su plan para humillarte frente a tus amigos y compañeros. De manera correcta sería disculpa por haberme aprovechado de ti y no ser sincera contigo. Eres increíble y me alegra muchísimo que la vida te premiará con una hermosa mujer y con dos bebés —dije y los ojos de Alan se posaron sobre su esposa. La pequeña de rasgos asiáticos le sonrió en respuesta. 

—Me alegra mucho que este reencuentro nos sirviera a ambos. La verdad que no sabía que necesitaba saber todo esto para liberar ese resentimiento que tuve por mucho tiempo en contra de las mujeres. Ahora entiendo cuál fue mi error y el tuyo. Te perdono y de todo corazón. Creo que este fue el cierre a esa relación que me destruyó en todos los sentidos, yo te quería, pero ahora que lo analizo posiblemente no era amor, era más un cariño y atracción física entre nosotros. Por mi puedes estar tranquila, pude romper con esa atadura desde hace mucho, pero esto sí que hace que esa herida quede curada del todo. Me alegra también que hayas podido salir adelante con tu hijo. No cabe duda de que la familia siempre forma una parte muy importante en nuestra vida —Asentí y sonreí. Tal parece que no solo yo necesitaba este momento.

—La verdad es que para mí también. Disculpa por el daño que te causé y nuevamente me alegra que estés por formar tu familia. Les deseo muchas felicidades —dije y puse mi atención de nuevo en el ecógrafo. 

—De hecho, que ya tenemos un pequeño de tres años y los bebés en camino —Comentó Alan tomándome por sorpresa.

—Me alegra mucho, que bueno, ojalá sean las chicas las que vengan. Bueno, debo ir a ayudar con otros pacientes. Un placer conocerte y volver a verte Alan, que te mejores y que todo salga bien con tu embarazo —dije empujando la máquina hasta la puerta. Los volví a ver antes de cerrar la puerta y seguían viéndose como dos adolescentes enamorados. Suspiré y cerré la puerta para comenzar mi camino por el pasillo. 

Sentía como si un enorme peso había caído sobre mis hombros. Alan era la única persona a la que le debía una disculpa por haberme aprovechado de su amor por mi. 

Sinceramente me sentía muy feliz por él, estaba con una chica buena y ya tenían un hijo y pronto se iban a unir dos pequeños miembros más a su familia. 

Ese día llegué a casa y abracé muy fuerte a mi Noah. 

—¿Viendo la repetición? —pregunté tomando asiento a su lado. La televisión mostraba un partido de fútbol entre el Atlético Madrid y el Barcelona. 

—No, está en vivo. Solo que están jugando en otro país y se fue a alargué. Están peleando por la semifinal de la Champions League. —Me explicó sin quitar sus ojos de la pantalla. Miré como en una barrida un jugador del Atlético fue golpeado en la pantorrilla, portaba la camiseta número diez y se apellidaba Guzmán. Mi hijo se paró preocupado al ver como lo rodeaban, pero después el jugador se puso de pie, apretando sus dientes aguantando el dolor. Y que belleza de hombre, sus ojos azules, su piel blanca, su barba corta, cabello castaño, sus fuertes piernas y luego la sonrisa que ponía al mismo tiempo que decía que estaba bien. Después de unos segundos y un spray en su pantorrilla siguió jugando.

—Por eso es mi jugador favorito. Ya vas a ver que dentro de poco anotará un gol. —dijo mi hijo con confianza. Me quedé viendo el partido con él y después de 10 minutos vino el tan esperado gol por parte del jugador. Y sí que me perdí viendo al hombre quitarse la camisa y mostrando su definitivo abdomen. 

—Cuando sea grande quiero ser como él. —dijo mi hijo y sonreí, pero internamente tenía un enorme conflicto. Noah admiraba a un desconocido para ser su ejemplo a seguir. Hice nota mental en que tengo que tomarme el tiempo en investigar cuándo serán los siguientes juegos y mis días libres para poder ir a ver un partido de su equipo. 

La rutina siguió siendo la misma, por las siguientes semanas. Del hospital a casa, de la casa al hospital y una vez a la semana pasaba comprando despensa antes de ir a casa. Agradecí a Aida por su disposición ante echarle un ojo a Noah. 

Mi hijo era muy maduro para su edad y lo amaba porque según él ya estaba en edad de cuidarse solo. Algo que yo no creía así, ante mis ojos seguía siendo un bebé que necesita de mis atenciones. Jamás me perdonaría si le pasara algo quedándose él solo. 

—Todo pinta que será una mañana tranquila. Solo hay dos pacientes en todo el piso. Una tuvo una nena y la otra un nene. El papá de la niña se desmayó en medio del parto… —el cuento fue interrumpido cuando Wendy se puso de pie rápidamente después de contestar el teléfono.

—Retira lo dicho de que será un día tranquilo. Debemos preparar el quirófano porque está por llegar un código rojo. —Nos ponemos de pie y nos preparamos para atender la emergencia. 

—¿Te dijeron de que se trata? —Pregunté lavando mis manos. 

—Mujer de 41 años, tiene un embarazo gemelar y cursa el octavo mes, presenta hemorragia intrauterina, y presión arterial inestable. —Me sorprendí mucho al escuchar eso y reviví el peor recuerdo que tengo en mi historia como enfermera. La única vez que uno de los pacientes a mi cargo falleció, horas después de su parto por una embolia pulmonar.

—¡Phoebe! —Me llamó Wendy al ver que me perdí en mis pensamientos y recuerdos. Preparamos el quirófano hasta que llegó la paciente y era una mujer asiática, que venía inconsciente. 

Trate de mantener mi mente calmada y reaccionar a las órdenes que me dan los médicos. Podía escuchar mi corazón en mis oídos cuando el monitor cardiaco mostraba disminución del ritmo cardiaco. El segundo bebé nació y era una nena muy pequeñita. El pediatra la revisó y la situación con la madre parecía empeorar, pero después de que el cardiólogo entrara y tomara el control poco a poco todo fue normalizando con sus indicaciones. Pasó casi una hora después para mover a la madre y a los bebés.

—Son tan hermosos. —dijo Wendy llevando a los niños a neonatología. Yo acompañé a la mujer para instalarla en su habitación. 

—Aitor —Susurraba casi inaudible. Me imagine que así se llamaba su esposo. Al verificar que todo estaba bien ella recobró el conocimiento, lo cual me sorprendió mucho siempre hay un ligero letargo de sueño por unas horas post parto y lo que pasó dentro del quirófano no fue sencillo. Ella parecía tener prisa de despertar, me imagino que la preocupación por sus bebés. 

—¿Mis bebés? —preguntó y yo sonreí, me acerqué un poco y acaricié su hombro. 

—Están bien, primero nació el niño y luego la nena, están muy bonitos. —dije para calmarla. Ella asintió y cerró los ojos. Salí para avisar a los familiares de que ya estaba consciente y tremenda sorpresa me llevé viendo a Susy, la esposa de Alan y a ¿Aitor? Quien tenía sus ojos rojos y llenos de lágrimas. Él corrió hasta la habitación de la señora Jia cuando las palabras abandonaron mis labios. 

La calma estaba volviendo en la sala de maternidad, estaba tomando cobijas tibias para una paciente cuando estaba pasando por el baño y escuché a alguien pidiendo ayuda. Intenté abrir, pero estaba cerrado desde adentro. La voz del otro lado se escuchaba como Susy, por lo que al preguntarle como que pasaba. Ella me dijo que Rebecca estaba allí dentro queriendo hacerle daño. Me alejé de la puerta y fui directamente a llamar a seguridad.

Ellos llegaron unos segundos después, los guie hasta el baño y Susy estaba en los brazos de un hombre mayor llorando asustada. Entré al baño y miré a la famosa Rebeca acostada boca arriba con sangre saliendo de su cabeza. Sus ojos estaban abiertos e inertes. Me agaché para buscar pulso y no lo encontré. Rebeca oficialmente había dejado de ser su enemiga y podrían vivir con la tranquilidad de que ningún fantasma podría empañar su felicidad. 

Susy desde ese momento, se convirtió en mi amiga. Esa amiga que no sabía que necesitaba y que ella también necesitaba. No tenía contacto alguno con Alan, todo era entre nosotras y él no parecía molestarse.

Susy vino a su control prenatal de los 4 meses y personalmente me entregó la invitación para asistir a su boda y cena de ensayo que sería en 3 semanas.  

—¿No tienes miedo a eso de la mala suerte de que este la ex en la boda? —pregunté al ver la invitación. 

—No creo en esas cosas, aparte de que eres nuestra amiga. ¿Qué tal si te encuentras a tu príncipe azul en la fiesta? Mi abuelo invitó a muchas de sus amistades. —dijo con una maliciosa sonrisa.

—Me encanta tu entusiasmo en ser mi casamentera, pero desde el momento en que mencione que soy madre soltera, saldrá corriendo y no estoy para decepciones. Yo mejor sigo siendo fiel a mi pequeño Noah, quien es el único hombre que vale la pena para mí. Aunque eventualmente me cambiará por otra mujer. —ella se ríe. 

—No hagas pucheros, eres hermosa, estas joven, no debes cerrar tu corazón de manera permanente. —Entendía el punto de su comentario, pero de igual manera causaba un poco de temor. 

Para una madre soltera como yo, es muy difícil volver a dejar entrar a alguien a mi vida, pues no solo es por mi propia estabilidad emocional, es también el impacto que conlleva traer a un extraño a la vida de mi hijo. No saber si esa persona me tratara bien a mi o de igual manera a mi hijo. Luego que sí y las cosas no salen bien, seremos dos los que tendríamos que lidiar con el corazón roto. 

Noah anhela tener más de su padre y me siento mal por no poder darle una familia con una mamá y un papá que se amen y lo amen incondicionalmente. 

—Tienes razón, tengo que ponerme a la obra para poder estar a la altura del evento. 

—Muchos desearían querer perderse en esas hermosas curvas. Te lloverán los galanes de eso estoy segura. —Negué y nos despedimos. 

Todo el día estuve pensando en la invitación al matrimonio de Susy y Alan. Iría, pero debía poner un poco más de cuidado en mi persona si deseaba presentarme ante la alta sociedad. 

Llegué a mi casa cansada como todos los días. Quitando mis zapatos estaba cuando mi hijo vino rápidamente con su tableta. 

—¡Mamá! Mira… Omar está por lanzar una rutina fitness. —dijo mi hijo emocionado poniendo frente a mí el video promocional. 

—Tal parece que en unos días lo comenzaremos. —dije y mi hijo se emocionó. Al venir la boda en tres semanas no iba a ser una diferencia monumental, pero sí más de algo se tenía que notar. 

Así fue, el día del lanzamiento mi hijo ya estaba con mi tarjeta de crédito en la mano listo para esperar mi aprobación. Desde el día uno comencé a hacer los ejercicios y a tomar consejo sobre las comidas, las porciones, la cantidad de agua que se debía tomar y entre otros consejos que daba. En muchos momentos donde él hablaba me perdía completamente al verlo sonreír o como sus músculos se aprietan en sus brazos, ese tipo me tenía casi de rodillas a sus pies. 

El día antes de la boda llegó, y para mi mala suerte Aida tenía turno durante la cena de ensayo. No iba a dejar solo a mi hijo así que tuve que pasar por el centro comercial después del trabajo buscando algo un poco más a la ocasión para él. 

—Por favor, Noah, se prudente, no respondas o digas nada si ellos no te preguntan. —dije cuando nos bajamos del taxi.

—Si, mamá. —lo miré con la ceja alzada ese “Si, mamá”. Podría traer caos. Mi hijo era muy bien portado, pero a la misma vez era muy voluntarioso. 

Cuando pasamos al jardín los meseros ya estaban sirviendo la comida. Fuimos recibidos por Susy y Alan, ambos se miraban impecables. Nos llevaron a nuestra mesa y mis ojos fueron hasta cierta figura en la mesa, mi corazón amenazaba con salir de mi pecho. 

Alan nos presentó con su familia y luego ellos dos se fueron. Se hizo un silencio incómodo y como le había pedido a Noah que no lo hiciera, mi hijo fue el primero en hablar.  

—Sentimos llegar tarde. Mi madre tenía mucho trabajo en el hospital. —dijo él recibiendo el plato de comida que el mesero colocaba enfrente de él.

—¿Trabajas en el hospital? —preguntó la señora de cabello negro y ojos azules. Asentí viendo a la señora Jimena, abuela de Alan, quien ya me ha visto en mi trabajo.

—Si, ella es enfermera en el área de obstetricia del hospital. Ayudó a traer a los pequeños de Aitor y ha estado al pendiente del embarazo de Susy. —afirmo y todos tenían clavada su mirada en mí. Hace mucho tiempo no me sentía tan incómoda teniendo toda la atención de estas personas.

—¡No puede ser! —Exclamó mi hijo por fin, no se había fijado quien estaba sentado a mi lado. Me hice la que no sabía quién era. 

—¿Qué sucede, hijo? —pregunté sintiendo como mis mejillas arden.

—Él es Omar Guzmán. Mi jugador de Futbol Soccer favorito y al que miras ahora cuando haces ejercicio. —Sonreí avergonzada hacia el hombre.

—Es un placer para mí, poder conocerlos. —Esa mirada, esa sonrisa y esa voz, derritió una parte de mi cuerpo que llevaba mucho tiempo sin atención. Era como si un hielo se hubiera derretido en medio de mis piernas. Encendiendo un fuego que creí extinto.   

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Copyright © 2023 Valery Archaga / Valarch Publishing LLC

Todos los derechos reservados.

Obra protegida por Safe Creative bajo el número 2404227717839

Valery Archaga

Hola, bienvenidos a esta nueva historia. Espero les guste.

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