OMAR
—Ay, hijo, no te desanimes. La chica solo iba detrás de tu popularidad y de tu fortuna. Sabes que no soy de juzgar sin conocer antes a esa persona, pero no necesito conocerla. Basta con ver de lo que fue capaz para darse cuenta de sus intenciones. —dijo mi madre acariciando mi mejilla, al mismo tiempo que sacaba el vaso de ron de mi mano.
—Enserio creí que era ella, mamá. —dije hipeando, el alcohol ya estaba tomando el control de mis palabras y mi cuerpo. Ver al ex novio de mi hermana y “amigo” junto con la mujer que iba a ser mi prometida, fue un golpe duro para mí.
—Te diré algo, Omar, lo bueno tarda en llegar, porque lo que fácil llega, fácil se va. La mujer que sea para ti será una mujer única con la que sentirás una conexión mucho más allá de la intimidad. Te será difícil de conseguir, porque lo bueno cuesta, hijo mío. Y no hablo de detalles caros o visitar restaurantes caros. Ustedes los hombres son bien idiotas, conquistan a las mujeres con lo material, activándose su lado ambicioso, cuando deberían ser más modestos, ya vendrán las ostentosidades después.
—Escúchala, yo la conquiste con solo invitarla a cenar a la orilla de la playa, hablando de cosas que les gusta a ellas, música, películas, viajes. ¡AUH! —exclamó cuando mi madre golpeó sus costillas—. No dije ninguna mentira.
—No, no lo hiciste. —dijo mi madre cruzando sus brazos y haciendo un puchero.
—¿Entonces qué hice?
—Viniste a interrumpir la plática seria que estaba teniendo con mi hijo. No solemos tenerlo aquí en casa, y tú siempre andas hablando de fútbol y todo con él. Ahora que puedo tener una conversación para que le evité pasar estos malos ratos tu vienes y la interrumpes. —dice y aunque me sentía emocionalmente mal, el show de estos dos me hizo reír.
—Les agradezco a los dos, si su intención era levantarme los ánimos, lo han logrado. —Me puse de pie y tambaleante llegué hasta mi habitación. Me tiré sobre la cama boca abajo. Con mis pies logré sacar mis zapatos y sin ánimo de nada me quedé dormido.
La mañana siguiente me despertó el incesante sonido de mi teléfono. Me reincorporé y tenía llamadas de mis abuelos, de mi agente y mi corazón se aceleró pensando lo peor. Luego recordé que estaba en mi casa y que nada malo había pasado. Me di una ducha rápida y bajé viendo a mi padre un poco alterado al teléfono. Mi teléfono sonó en mi mano y nuevamente era mi agente.
—¿Qué deseas tan temprano Alexis? —dije rodando mis ojos.
—Que viajes para Madrid ya. Ya estuviste en tu evento social, ya viste a tu familia, ahora de vuelta a la realidad campeón. —Sabía que su llamada no era para nada productiva, pero la de mis abuelos sí.
—Si, Alexis, gracias a ti ya tengo un vuelo para dentro de unas horas ¿verdad?
—Así es, y es mejor que te alejes de esa chica que me platicaste, acabo de ver las exclusivas que salieron y una de ellas habla de ella y de Álvaro.
—No me hables de esos dos y desde ahorita te digo, busca la manera de que lo que le haré a ese imbécil se quede dentro de los camerinos.
—Omar, ni se te ocurr... —colgué la llamada. Alexis muchas veces era desesperante, especialmente para recordarme lo que ya sabía. Me acerqué a mi padre, para preguntar porque se miraba preocupado.
—¿Qué sucede? —dije sentándome en el mueble, mi cabeza dolía, pero lo soportaba.
—Tu hermana, desapareció ayer por la noche. —Me puse de pie de un tiro.
—¿Cómo así? ¿y su seguridad? —pregunté sacando mi teléfono para llamar a Lucio.
—Ya la hemos localizado. Está bien, espero esté por llegar, esa jovencita tiene muchas explicaciones que dar.
—Claro que sí. No puede estar jugando con su seguridad. —La verdad es que Aitana siempre disfrutó de mucha libertad. Era responsable e independiente, pero posiblemente al sentirse igual que yo. Haya tomado decisiones que no son las correctas.
A las horas mi hermana apareció y si no fuera por la ayuda de mi madre le habría dado un sermón. Era super evidente de que había pasado la noche con alguien.
—No puedo creer que ustedes dos, iban a ponerse a discutir con Aitana que tiene 30 años. Ya no es una niña que necesita de ustedes para defenderla.
—Estoy de acuerdo madre, pero lo que no deseo es que Aitana salga lastimada. Los hombres hoy en día podemos llegar a ser muy crueles. Ella siempre será la más pequeña de todos, quería jalarle las orejas antes de irme.
—¿Te vas? —moví mi cabeza en afirmación.
—Si, Alexis ya está encima de mí, para que vuelva a Madrid. Creo que por los momentos me concentraré en mi carrera y en los proyectos que he dejado un poco pendiente. Tengo bastantes campañas publicitarias.
—Está bien, mi niño, enfócate en ti y no olvides lo que te dije ayer. No te apresures en tomar decisiones, priorízate por, sobre todo. —Dijo ella acariciando mi mejilla.
—Lo haré, pero me preocupa mi hermana. Ayer el ver a Álvaro con Marina pudo hacer que hicieras cosas por arrebato. —ella tocó mi hombro y negó.
—No creo que lo que haya hecho lo haya hecho por despecho. Basta con ver cómo sus ojos se iluminaron cuando me habló del hombre. Tu hermana desde pequeña ha sido muy desligada emocionalmente de las personas, a Álvaro lo lloró el primer día y no por el hecho que la engañara si ya le había perdonado varios cuernos. Ella lloró por rabia de haber desperdiciado 2 años de su vida intentando sentirse bien con él. Debemos dejarla que ella solo pueda explorar sus sentimientos, que tome sus decisiones y si se llegara a equivocar nosotros estaremos aquí para levantarla, ayudarla, animarla y apoyarla.
—Si que te lanzas buenos discursos motivacionales princesa mía. —dijo mi padre apareciendo por la puerta, se apresuró a venir hasta donde mi madre, la abrazó por la espalda, y escondió su rostro entre el cuello de mi madre.
—Ustedes como los hombres de la casa, estoy de acuerdo que sientan el deber de protegerla, pero ya deben dejarla volar o nadar libre.
—Mi madre tiene razón, bueno señores Guzmán, el deber llama y Alexis también. —dije mostrándoles mi teléfono, mi niñero estaba siendo un verdadero dolor en los huevos.
—Cuídate, hijo, nada de ir a querer romperle la cara a Alvaro. —dijo mi padre entre cerrando los ojos—. Si, ya me llamó Alexis.
—Lame botas, espérate que llegué y le diga que acepte todas las campañas que nos han ofrecido. —dije ellos asintieron. Salí de la casa de mis padres junto con mi seguridad fuimos rumbo al aeropuerto, directo a tomar el vuelo de vuelta a Madrid.
Llegué a Madrid directo a mi departamento, no cabe duda de que el silencio era ensordecedor, así que colocaba mi música de siempre, algo tranquilo y comencé a hacer una rutina de ejercicios. Era muy amante de las canciones de Humbe. A mi madre no le gustaban porque eran muy “depresivas”. Yo soy de la teoría de que la música que nos gusta nos representa muchísimo. Especialmente nuestro estado de ánimo, la música que escuches depende mucho de cómo te sientas.
Acabo de darme una ducha y hacer un poco de limpieza. Cuando mi teléfono sonó, al ver la pantalla no sentí nada de lo que me provocaba ver ese nombre en la pantalla. Contesté la llamada, pero no dije nada.
—Omar, Omi. Discúlpame por lo que pasó ayer, pero es que mi padre me dijo que… —Dejé la llamada en altavoz y seguí poniendo orden. No creí nada de lo que me dijo, por eso después de darle la oportunidad de hablar y explicar, fue mi turno de hablar.
—Si no fui tu primera opción, no me llames para ser la segunda, porque eso no pasará. Espero encuentres lo que tantas andas buscando y que yo no te pude ofrecer. —Corté la llamada. Miré por la ventana las luces de la calle Serrano, respiré profundo y el timbre se escuchó y al abrir la puerta, mis amigos entraron por ella.
—¿Te comprometiste? —preguntó Diego y negué.
—Traje veneno… —dijo Amílcar. Sacando la botella de refresco de la bolsa. Amílcar era el más joven del equipo y siempre nos hacía reír con sus ocurrencias.
—Déjate de joder, Amílcar, que no ves que el pibe necesita algo más fuerte. —dijo Gonzalo.
—Lo siento, pero mañana nos necesitan con piernas frescas en el entrenamiento.
—¿Qué haría yo sin mis mujeres? —dije y ellos sonrieron. Diego se llevó la mano al pecho alzando la ceja.
—No digas esas cosas que… se antoja —dijo acercándose a mí. Nos reímos y me quedé platicando con los que se auto invitaron a mi departamento.
Eventualmente llegarán unas mujeres a nuestra vida que nos pongan en cintura, pero por los momentos seremos los solteros más codiciados de Madrid.
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OMARHabía sido un año tan agotador, lleno de trabajo, entre los entrenamientos, los partidos, entrevistas, nuevos proyectos y problemas que se seguía suscitando en la familia; la vida era cada vez más complicada.—Jamás pensé que esto se vendería como pan caliente. —dijo Alexis al ver las estadísticas del curso fitness en el que participe junto a algunas marcas patrocinadoras.—Si, recuerdo que me dijiste que una persona como yo, no debería vender mi imagen tan mediocremente. Me sentí ofendido y ofendiste a todo el gremio fitness. Tu ni siquiera puedes levantar una pesa de 45 libras y nosotros si trabajamos todos los días para fortalecer nuestros cuerpos y lleva sacrificio y disciplina lograr tener un cuerpo. Así que te voy a pedir que, en tu vida, vuelvas a denigrar ningún tipo de trabajo; honesto y sacrificado a menos que desees dejar de ser mi agente. —Nunca le había hablado así por lo que lo tomó por sorpresa. Elevó sus manos en rendición y asintió.—Si, tranquilo. No volverá a p
OmarNunca había disfrutado de una reunión familiar como esa vez. Ese juego de miradas que teníamos con ese riquísimo bombón me ponía a mil por hora.Esa timidez, inocencia y hasta deseo en su mirada no hacía más que cautivarme. Era como si con una sola mirada me robara la existencia por completo. Si, aquí estaba yo de nuevo intenso por una mujer, pero lo que ella me hacía sentir; era diferente.Era como una historia de hombres lobo cuando encuentran a su pareja destinada; a su luna, con quien pasarán el resto de su vida juntos. En mi caso era un apetecible y exquisito bombón rosa como su vestido.Ella se despide de todos en la mesa y me sentía inquieto. No era el santo de la familia, pero tampoco el mujeriego y quería hablar con ella, pero que no hubiera tantos ojos encima de nosotros, para no incomodarla, especialmente los de su hijo.Ella comenzó a caminar hacia la salida y mi madre me dijo que fuera tras ella. No hubo necesidad de que lo dijera, de igual manera tenía la intención
PHOEBEMis piernas temblaban con tan solo recordar lo que pasó en la fiesta. La vergüenza que sentí por la pregunta del señor Guzmán, no tenía explicación. A eso sumarle las manos del jugador en mi espalda, su manera de decirme que calmara utilizando la palabra “Bombón” fue una bola de fuego hubiera golpeado mi cuerpo. Mi cuerpo entero se quemaba, pero no de la misma manera en cómo lo hacían mis mejillas.Como si eso no fuera lo suficientemente vergonzoso, tener un hijo muy voluntarioso contestando por mí, fue la cereza al postre de mi vergüenza. Le agradecí la intervención de la señora Guzmán y de la señora Jimena, sin embargo, estar entre mi hijo y Omar Guzmán no hacía nada fácil la situación. Trataba de no verlo, pero mi hijo y su “¿Verdad?” hacía que eso fuera inevitablemente.Al despedirnos nuevamente no espere que ese hombre fuera capaz de ir detrás de nosotros y ofrecerse a llevarnos al departamento. Me daba temor, porque él al ser una persona pública lo más probable es que se
PHOEBE—¡Aah! —Gemí y no de dolor si no de placer cuando el señor meloso apretó mi pezón con sus labios.—Si, bombón, no reprimas ningún gemido, quiero escucharte gritar en todas las frecuencias posibles. —dijo para luego hacer lo mismo del otro lado. Omar se puso de pie conmigo rodeando su cadera. Sin el mayor esfuerzo, mis ojos no dejaron los suyos en ningún momento—. ¿Cuál será el lugar perfecto para comer un postre como este? —dijo viendo hacia la puerta de la habitación o la cocina. —Mis postres los disfruto en mi cama viendo una película. —dije apretando mis dientes al sentir como la yema de sus dedos presionaba mi centro. Él sonrió y caminó hasta su habitación para dejar mi cuerpo con delicadeza sobre la cama con sábanas negras. Se separó de mí y comenzó a desabotonar su saco con lentitud. Sin dejar de mirarme con una sonrisa que me tenía disfrutando de la vista. El saco acabó en una esquina de la habitación. —Alexa, pon música para seducir un bombón. —dijo. —Lo siento, eso
OMARPhoebe me había cautivado un día antes de la boda de mi primo, pero su nuevo cambio de imagen, principalmente el nuevo color de cabello y ese vestido; hicieron estragos en mi pecho y entrepierna. La belleza que desborda esta mujer no tenía límites, no podía creer cómo era capaz de mezclar inocencia y sensualidad a la vez. Ella no lo sabía, pero me tenía a sus pies.La noche fue la mejor que he tenido en mi vida. Mi plan era regresar a su casa después de la fiesta, pero al llevarla a mi departamento me dediqué enteramente en disfrutar junto a mi bombón. La suavidad de su piel, sus labios carnosos, sus gemidos, lo maleable de sus pechos, su trasero rebotar contra mi pelvis en cada embestida que le deba en ciertas posiciones abrieron un apetito insaciable por ella.La amé durante toda la noche, casi hasta ver el amanecer.Recuerdo muy bien haberme acostado abrazando su cuerpo, pero amanecí solo sobre la cama y escuchando fuertes golpes en la puerta de mi departamento.Me levanté ráp
OMAR—¿Quién te crees al decir mi hijo? Noah es mi hijo. —dijo y pude reconocerlo. El tipo se puso de pie y se arregló el saco.—Steven, un hombre como tú no merece ser llamado padre. Nunca te has preocupado o interesado en tu hijo.—Eso no quita que lleve mi sangre y mis genes. No voy a permitir que estés cerca de él, y tu… ya sabes lo que tienes que hacer, no me importaría pelear y recuperar tu patria potestad si es necesario. Este golpe les saldrá muy caro.—Tu firmaste tu patria potestad no puedes quitarme a Noah.—Puede revocarse si un juez así lo cree conveniente para Noah. Tu eres una madre soltera, que lo deja solo o con tu vecina solo para ir a revolcarte con este, un hombre agresivo que fue capaz de golpearme enfrente de Noah. —giré mi cabeza hacia la puerta del departamento donde Noah miraba todo con temor—. ¿Ese es el mejor ejemplo para Noah? Afuera está lleno de reporteros listos para atacarte a ti y a Noah todo por tus malas decisiones. Yo le puedo dar un hogar, estoy ca
PHOEBE—¡Mamá! ¡mamá!. Aparecemos en las noticias. —dijo Noah, interrumpiendo mi siesta de una hora antes de irme a trabajar.—Lo sé, cariño. —dije sintiendo como se subía sobre la cama.—¿Eso quiere decir que Omar será mi papá? —preguntó, provocando que salga completamente de mi letargo.—No, Noah, Omar es un desconocido para nosotros.—Pero tú pasaste toda la noche con él. —«Ay, no. ¿Qué haré con este niño?»—Eso no significa nada, Noah.—Ahora así le dicen. —comentó virando sus ojos.—Lo que sea que esté maquinando tu cabeza; es imposible. —dije acariciando su cabello.—Pero es que yo… —Acaricie su mejilla y golpee mi hombro invitándolo a que se recostara.—Sé muy bien lo que estabas pensando, pero solo me invitó a salir. No significa que sea para toda la vida. ¿Qué tal si solo me quería para no ir solo a la boda y ya no me llamara más? —pregunté y él negó.—No, Omar te mira de una manera muy extraña. No sé, es como ver al gato con botas en la película de Shrek. Se nota que quiere
PHOEBENoah entró de nuevo al departamento y después de mirarme de mala manera se fue directo a su habitación.—¿Viste cómo me miró? —pregunté a Aida.—Yo si fuera él te miraría de la misma manera. —la miré con la ceja alzada—. El malo de su cuento vino de nuevo a arruinar lo que por primera vez podría ser una relación de verdad que te conoce. Sin importar si es un posible felices para siempre o un felices hasta nunca. Sabes que desde hace mucho tiempo Noah idolatra a Omar o la idea de tener un padre y vio una oportunidad de por fin tener lo que tanto ha deseado.—Sabes que no fue mi culpa el que no pudiera darle una familia o un padre como él lo ha querido. —dije sintiendo como mi nariz y mis ojos comenzaban a arder. Aida se acercó a mí y acaricio mi espalda.—Lo sé, pero en este momento debes de pensar en que es lo que quieres hacer tu por el bien de tu hijo. Ese bastardo de tu ex no será el primero ni el último en ser egoísta solo porque eres la madre de su hijo y no quiere verte c