Phoebe
Zaragoza, España
—No me puedes hacer esto, Steven. Dejé a Alan por ti. He hecho cada cosa que me has pedido. No me puedes dejar sola con esto. —Pedí al idiota enfrente de mí que se negaba a aceptar su paternidad.
—No trates de culparme por tus estupideces. Querías dinero para ayudar a tus padres, te lo dí. Ahora no quieras venir con ese jueguito de que estás embarazada y que es hijo mío, cuando todos aquí sabemos que te has acostado con media colegio.
—Eres el único con el que he estado que no ha usado preservativo. —Sus palabras me dolían porque me daba cuenta que llevaba una vida muy alocada.
—Es decir que admites que te has metido con todos, por lo que cualquiera puede ser el padre de esa cosa. —dijo, viéndome mi cuerpo de pies a cabeza con repulsión—. La verdad es que, debí estar bien dr0gad0 cuando me metí contigo. —Apreté mi puño y cobró vida en mi mano, porque al segundo después se impactó en su mejilla, haciendo que se tambaleara. El fuego en sus ojos caló mis huesos, al punto de hacerme temblar. Se acercó a mí y me dio una bofetada que me envió al suelo. Tomó de mi cabello con fuerza y pude ver como sus amigos se reían de mí.
—¿Qué está pasando aquí? ¡Steven! Suelta a esa muchacha. —dijo una anciana apareciendo en el jardín de la casa de Steven.
—No te metas, abuela. —dijo él volviendo su agarre mucho más fuerte en mi cabello. Podía escuchar mi cráneo crujir. Me levantó con fuerza del suelo y nuevamente me empujó, haciendo que cayera a la piscina. No sabía nadar, por lo que entré en pánico, mis pies no podían tocar el suelo. Mi nariz ardía por el agua que entraba y mi garganta se atragantaba con el agua.
—¡Ayúdenme! ¡No se nadar! —grité una y otra vez cuando lograba salir a la superficie. No fue hasta que mi cuerpo se fue apagando que sentí como alguien tomó mi cuerpo y lo sacó del agua. Miré algunas siluetas rodear mi cuerpo, hasta que mis pulmones liberaron toda el agua en ellos.
Intenté sentarme, pero una mano lo impidió, Steven.
—Quédate acostada. —Negué, no quería quedarme aquí ni un minuto más. Como pude me senté y tomé la mano que me ofrecía la anciana.
—Ven aquí niña, disculpa a mi nieto, esas no son maneras de tratarte. —dijo ella ofreciendo una toalla. La cual no acepté, no deseaba nada de ellos nunca más.
—Se equivoca, señora, le agradezco a su nieto. Pues me dio un nuevo horizonte. —Logré ponerme de pie, un poco mareada y temblorosa. No dije nada solo tomé la pequeña cartera que traía y caminé hasta la salida de la casa.
—Phoebe —dijo Steven antes de que cruzara el umbral de la puerta. Lo miré como si quisiera que su cuerpo explotara en millones de pedazos en ese momento. Esperé a que dijera algo, pero eso no sucedió. Salí de esa casa, con un bebé que no tendría padre porque no andaría rogándole por su atención, dinero y cuánto más su amor.
Todo esto me lo había buscado yo sola, al ser tan inmadura y por no tener fuerza de voluntad y autocontrol.
Mi casa estaba algo cerca, pero no sé por cuánto tiempo caminé con exactitud, sólo sabía que tenía toda la ropa pegada al cuerpo, que varios autos sonaban la bocina al ver mis senos marcados en mi camisa. Agradecí que era verano, por lo que no sentía frío, gracias al intenso sol que me acompañó durante todo el camino.
Llegué a mi casa y no estaba el auto de mi madre, lo cual solo me hizo sentir temor por todo esto.
Mi padre comenzaría a cuestionar y lo que menos deseo en este momento son preguntas, para las que posiblemente no tenga una respuesta elocuente. Tomé el valor suficiente y seguí caminando. Al entrar a la casa, mi progenitor caminaba dando vueltas por la mesa en el centro de la sala. Me miró y me estremecí, era la segunda vez que alguien me miraba de esa manera en el mismo día. Sin embargo, venir de mi padre lo hacía mucho más peligroso.
—Lo preguntaré una vez, y más te vale responder con la verdad. —Levantó la prueba de embarazo que había dejado por descuido debajo de mi almohada.
—Si, es mía. —dije y no pude decir más, su mano impactó con mi mejilla que ya me dolía por ser la misma mejilla que golpeó Steven de la misma manera.
—¿Cómo fuiste tan idiota? ¿cómo no pudiste evitar embarazarte? —dijo el hombre que me decía que debía amarran a una familia millonaria. —¿Quién es el papá? ¿Alan Galeano? ¿Steven García?
—¿Importa? Lo único que te interesa es que esos idiotas llenen tu cuenta de banco con su dinero, pero para tu mala suerte: eso no pasará. —dije con la rabia saliendo por mis poros.
—¿Qué quieres decir con eso? —dijo acercándose a mí nuevamente. Retrocedí lentamente, hasta que caí sentada en el mueble.
—El padre no se hará responsable. No quiere nada conmigo, ni yo con él. —dije, pero nuevamente explotó.
—Es que son tan estúpidas. Eres igual que tu madre. Solo han venido para arruinarme la vida. —Se acercó hasta quedar muy cerca de mi rostro. Me tomó con fuerza del cuello—. Pues, si no se quieren hacer responsables mucho menos yo de ti y de ese bastardo. Tengo una deuda y si no me ayudas a pagarla, tú serás la moneda de cambio. —Un frío recorrió mi cuerpo ante lo que estaba diciendo.
—No serías capaz. —dije horrorizada. Él apretó más su mano sobre mi cuello. Haciendo que el aire me faltará.
—Sabes que nunca me ando con juegos. —Las lágrimas ya bajaban por mis mejillas. Me sentía tan insignificante para mi padre. Un dolor en mi vientre me hizo gritar y llevar mis manos hasta el lugar.
—Me duele. —dije para que soltara mi cuello—. Por favor, puedo perder el bebé y la oportunidad de ganar mucho dinero con él. —esas palabras lo hicieron reaccionar. Me soltó, pero el dolor no se calmó.
—Auh —dije cuando el dolor se hizo cada vez más fuerte, él me miró con la ceja alzada.
—No me trates de manipular. —dijo dándose la vuelta para alejarse de mí.
—Hablo enserio, por favor, ayúdame a ir al hospital. —Estaba temblando por culpa del dolor, de miedo, ansiedad y por mi ropa que aún estaba mojada. ¿Qué más podía pasar? Solo pedía a Dios que mi bebé no pagara los platos rotos. Sentía que mi cuerpo iba perdiendo su fuerza en el mueble, cuando fui levantada del mueble y llevada al auto—. Gracias, papá. —Susurré. Nunca le decía papá, sabía que podía tocar una fibra sensible en él. Cerré mis ojos perdiendome en la oscuridad de la inconciencia.
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Abrí mis ojos con fuerza, pero la claridad me cegó.
—Qué bueno que ya despertaste, muchacha. —dijo una enfermera tomando mi temperatura. Estaba muy desorientada y no recordaba lo que había pasado.
—¿Qué me pasó?
—Tuviste una amenaza de aborto, pero llegaste a tiempo y fue posible evitar que perdieras a tu bebé. Llevas dormida y con fiebre un día entero. Además, que llegaste en condiciones muy lamentables al hospital. ¿No recuerdas lo que te pasó? —todo llegó a mi mente y me dolía recordar la manera en cómo fui tratada por Steven y mi padre aun sabiendo que estaba embarazada.
Moví mi cabeza en negación.
—De acuerdo, no te estreses, porque eso te puede hacer mal. —Asentí y ella salió. La puerta no alcanzó a cerrarse, pues mi madre entró a la habitación y para mi sorpresa y salvación; mi tía Salomé venía con ella. Mi madre se acercó a mí y como era de esperarse, ella al igual que Steven y mi padre, vino a golpear mi mejilla.
—¡Eres una estúpida! ¿Cómo fuiste a embarazarte? —espeto con molestia.
—Mamá… yo. —dije intentando sentarme.
—Mamá nada, te vas a casar con el señor Benjamín Uclés. Pagarás la deuda de tu padre y harás creer que ese hijo es de él. —la miró horrorizada.
—¡Amelia!, ¿te has vuelto loca? —preguntó mi tía, viendo por fin la verdadera cara de su hermana—. Si bien Phoebe se equivocó al embarazarse tan joven, pero es mayor de edad y no la puedes obligar a nada.
—Pues es eso o abortar a ese niño. No seremos los hazme reír de ciudad, al tener una hija embarazada y soltera. Mucho menos aguantar las humillaciones de los García.
—¿Cómo saben qué? —pregunté y ella sacó mi teléfono de su cartera para lanzarlo sobre mi pecho.
—Porque el tal Steven te estaba llamando y al contestar preguntó por ti y le dije que estabas en el hospital, ¿y sabes que dijo? Que te hiciéramos un aborto porque si no su familia nos iba a destruir. Que no querían nada contigo y con ese niño. Así que las opciones son escasas. Te vas a casar con Benjamín y es mi última palabra, porque yo también tengo una deuda y no te gustará saber cómo prostituyen a sus monedas de cambio. —La mujer que me llevó en su vientre nueve meses también me quería ofrecer como moneda de cambio para sus deudas. Ya no aguantaba mi pecho con tanta decepción junta. Ella salió de la habitación maldiciendo.
Mi tía Salomé se acercó a la camilla y se sentó a mi lado. Me regaló un abrazo de esos que solo me regalaba Alan. Él siempre me cuidaba y quiso por cómo era; la chica capitana del equipo de animadoras, que le encantaba tener toda la atención sobre ella, por no poder tenerla en su casa. La chica que buscaba ser amada y querida, pero que se enamoró de la persona equivocada. Me encantaría que existiera la posibilidad de que este bebé fuera de Alan, pero no la hay.
—Ay, cariño. ¿En este infierno has vivido? —preguntó ella y no pude responder solo la apreté más a mi cuerpo.
—Ayúdame tía, no dejes que me vendan. No dejes que maten a mi bebé. —Pedí sin dejar de abrazarla. Mis ojos se nublaban ante las lágrimas que acumulaban y salían de ellos.
—Claro que te voy a ayudar. —La puerta se abrió dejando ver a un hombre con una bata de doctor.
—Hola, Phoebe. ¿Cómo te sientes? —preguntó viendo unos documentos en su mano.
—Todo está normalizado y controlado en tus exámenes. Hemos tratado la ligera deshidratación con la que llegaste, pero lo que más me preocupan son esos golpes en tu rostro y cuello. Si estás siendo víctima de abuso, no debes callarlo. Tienes que denunciarlo, porque pueden morir tu y tu hijo. —Asentí.
—Esta es la alta médica, no has tenido fiebre desde hace unas horas, y si tomas estos medicamentos tu embarazo seguirá con normalidad. Trata de alejarte de situaciones que te pongan en peligro o que causen estrés. —No podía decir nada solo me quedaba mover mi cabeza en afirmación.
—Gracias, doctor, y no se preocupe, la ayuda ya llegó.
—Me alegra mucho. Pueden pasar por administración para cancelar el pago de la cuenta y podrán irse. —Sin más el hombre salió.
—Iré rápidamente a una tienda que miré al lado del hospital. Te compraré ropa y cancelaré la cuenta de hospital. Te irás conmigo a Madrid y eso no está en discusión. Tu madre dijo que iba a ir a no recuerdo donde, pero iba a tardar y tu padre estaba con sus “amigos” en el club. Aprovechemos este tiempo.
—Necesito ir a la casa a buscar unas cosas. No puedo depender de tu dinero solamente, tengo algunos ahorros y cosas que puedo vender para poder ayudarte con los gastos.
—Tu tía gana lo suficiente para mantenerte niña. No perdamos tiempo, iré a hacer esas cosas, espérame aquí. —Ella apretó mis manos y me sonrió.
—Gracias. —dije antes de sollozar de nuevo. No entendía porque me había tocado una vida así, esperaba que con Salomé mi vida fuera para mejor. Ella salió dejándome sola, aproveche este tiempo para meditar en qué hacer con mi vida. Ya no solo debía preocuparme por mí, si no también… un bebé.
—No te preocupes, no es tu culpa que tu madre sea una estúpida y que tu padre no nos quiera. No elegiré esa vida para nosotros, aunque me cueste mucho… Estudiaré y te daré un futuro digno, honesto, de valor, algo muy diferente a lo que yo viví. No me dejes, tu no, mi pequeña roca. —dije acariciando mi vientre, el cual se sentía plano aún. Me puse de pie y fui al baño a limpiar un poco mi cara y arreglar un poco mi cabello.
—¿Lista? —preguntó mi tía al entrar con los documentos y la bolsa de ropa en su mano.
—Agradezco mucho lo que estás haciendo por mí. —dije limpiando mis lágrimas.
—No tienes porque, me duele saber que mi hermana se convirtió en un monstruo. Tú no tienes la culpa de sus ambiciones y adicciones con el juego. Ahora vámonos antes de que ellos regresen. —Moví mi cabeza en afirmación. Salimos del hospital donde minutos después llegamos a la casa, rápidamente tomé un bolso y fui hasta el librero. Mis padres siempre revisaban mi cuarto en búsqueda de dinero, y siempre dejaba un poco debajo del colchón de la cama o en mi mesa de noche, pero el único lugar donde jamás buscaban era en mis libros de la escuela que tenía en un estante. Los que les había hecho huecos en medio para guardar un poco de dinero y algunos regalos de joyería que recibí de Alan. Tomé todo lo de valor y salí de la casa, esta vez fuimos directo hasta la estación de tren. Compramos boletos a Madrid y para nuestra suerte llegamos justo a tiempo para tomar uno que salía en algunos minutos.
Mientras iba viendo como el tren se alejaba cada vez más de Zaragoza, deseaba poder olvidarme de todo en esta ciudad, pero estaba segura de que eventualmente me tocaría volver y enfrentar a todos aquellos que me hicieron daño. No volvería sola y estaría lista para no dejarme pisotear de nuevo.
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PhoebeMadrid, España7 años después.—Mamá, mamá. Despierta, hay alguien tocando la puerta. —dijo mi pequeño Noah, golpeando mi mejilla. Miré mi teléfono y eran las 7:30 de la mañana. —Tranquilo cariño, ahorita voy. —Él se fue de la habitación y me dejó cambiar mi ropa. Tenía un par de horas de haber regresado de mi turno en el hospital. Gracias a mi tía Salomé me logré graduar y estudiar enfermería. Durante ese viaje de tren que nos trajo aquí, una señora se puso de parto y ver como mi tía la ayudó a traer a esa nueva vida al mundo me hizo enamorarme de la labor médica. La carrera como médico era muy costosa, y mi tía ya me ayudaba suficiente al cuidar de Noah y de mí, mientras me dedicaba a estudiar.Dos semanas después de comenzar mi labor en el hospital. Mi tía sufrió un accidente que me la arrebató para siempre, al ser atropellada afuera del hospital por culpa de un automovilista ebrio. Noah tenía 3 años y a pesar de que era pequeño, él siempre me preguntaba todos los días
Phoebe—Tranquilos, que no intento hacer nada en su contra. Solo que me alegra muchísimo verte feliz con tu pareja —comenté con mis manos en mi pecho y sonriendo. Sabía por lo que habían pasado por culpa de una mala mujer. Era el chisme que más se escuchaba en el hospital. —La verdad es que si estas muy diferente —comentó Alan. Sonreí ante su comentario, era muy evidente que la chica delgada y rubia que él conoció en el colegio había desaparecido. —Si, la vida nos cambia, también nos premia y castiga por nuestras acciones. A mí me castigó al ponerme el peor de los hombres en el camino y perdiendo a uno muy bueno. Lo siento muchísimo Alan, disculpa que me tome este tiempo, pero nunca me dejaste aclarar la situación. Me tomará un minuto, solo que necesito sacarme esto de mi pecho. Lo he atravesado todos estos años —dije, posiblemente esta sea mi única oportunidad para hacerlo y tenía la necesidad de hacerlo. El parece buscar la aprobación de su pareja.—Está bien Phoebe, pero tendrás
OMAR—Ay, hijo, no te desanimes. La chica solo iba detrás de tu popularidad y de tu fortuna. Sabes que no soy de juzgar sin conocer antes a esa persona, pero no necesito conocerla. Basta con ver de lo que fue capaz para darse cuenta de sus intenciones. —dijo mi madre acariciando mi mejilla, al mismo tiempo que sacaba el vaso de ron de mi mano. —Enserio creí que era ella, mamá. —dije hipeando, el alcohol ya estaba tomando el control de mis palabras y mi cuerpo. Ver al ex novio de mi hermana y “amigo” junto con la mujer que iba a ser mi prometida, fue un golpe duro para mí. —Te diré algo, Omar, lo bueno tarda en llegar, porque lo que fácil llega, fácil se va. La mujer que sea para ti será una mujer única con la que sentirás una conexión mucho más allá de la intimidad. Te será difícil de conseguir, porque lo bueno cuesta, hijo mío. Y no hablo de detalles caros o visitar restaurantes caros. Ustedes los hombres son bien idiotas, conquistan a las mujeres con lo material, activándose su la
OMARHabía sido un año tan agotador, lleno de trabajo, entre los entrenamientos, los partidos, entrevistas, nuevos proyectos y problemas que se seguía suscitando en la familia; la vida era cada vez más complicada.—Jamás pensé que esto se vendería como pan caliente. —dijo Alexis al ver las estadísticas del curso fitness en el que participe junto a algunas marcas patrocinadoras.—Si, recuerdo que me dijiste que una persona como yo, no debería vender mi imagen tan mediocremente. Me sentí ofendido y ofendiste a todo el gremio fitness. Tu ni siquiera puedes levantar una pesa de 45 libras y nosotros si trabajamos todos los días para fortalecer nuestros cuerpos y lleva sacrificio y disciplina lograr tener un cuerpo. Así que te voy a pedir que, en tu vida, vuelvas a denigrar ningún tipo de trabajo; honesto y sacrificado a menos que desees dejar de ser mi agente. —Nunca le había hablado así por lo que lo tomó por sorpresa. Elevó sus manos en rendición y asintió.—Si, tranquilo. No volverá a p
OmarNunca había disfrutado de una reunión familiar como esa vez. Ese juego de miradas que teníamos con ese riquísimo bombón me ponía a mil por hora.Esa timidez, inocencia y hasta deseo en su mirada no hacía más que cautivarme. Era como si con una sola mirada me robara la existencia por completo. Si, aquí estaba yo de nuevo intenso por una mujer, pero lo que ella me hacía sentir; era diferente.Era como una historia de hombres lobo cuando encuentran a su pareja destinada; a su luna, con quien pasarán el resto de su vida juntos. En mi caso era un apetecible y exquisito bombón rosa como su vestido.Ella se despide de todos en la mesa y me sentía inquieto. No era el santo de la familia, pero tampoco el mujeriego y quería hablar con ella, pero que no hubiera tantos ojos encima de nosotros, para no incomodarla, especialmente los de su hijo.Ella comenzó a caminar hacia la salida y mi madre me dijo que fuera tras ella. No hubo necesidad de que lo dijera, de igual manera tenía la intención
PHOEBEMis piernas temblaban con tan solo recordar lo que pasó en la fiesta. La vergüenza que sentí por la pregunta del señor Guzmán, no tenía explicación. A eso sumarle las manos del jugador en mi espalda, su manera de decirme que calmara utilizando la palabra “Bombón” fue una bola de fuego hubiera golpeado mi cuerpo. Mi cuerpo entero se quemaba, pero no de la misma manera en cómo lo hacían mis mejillas.Como si eso no fuera lo suficientemente vergonzoso, tener un hijo muy voluntarioso contestando por mí, fue la cereza al postre de mi vergüenza. Le agradecí la intervención de la señora Guzmán y de la señora Jimena, sin embargo, estar entre mi hijo y Omar Guzmán no hacía nada fácil la situación. Trataba de no verlo, pero mi hijo y su “¿Verdad?” hacía que eso fuera inevitablemente.Al despedirnos nuevamente no espere que ese hombre fuera capaz de ir detrás de nosotros y ofrecerse a llevarnos al departamento. Me daba temor, porque él al ser una persona pública lo más probable es que se
PHOEBE—¡Aah! —Gemí y no de dolor si no de placer cuando el señor meloso apretó mi pezón con sus labios.—Si, bombón, no reprimas ningún gemido, quiero escucharte gritar en todas las frecuencias posibles. —dijo para luego hacer lo mismo del otro lado. Omar se puso de pie conmigo rodeando su cadera. Sin el mayor esfuerzo, mis ojos no dejaron los suyos en ningún momento—. ¿Cuál será el lugar perfecto para comer un postre como este? —dijo viendo hacia la puerta de la habitación o la cocina. —Mis postres los disfruto en mi cama viendo una película. —dije apretando mis dientes al sentir como la yema de sus dedos presionaba mi centro. Él sonrió y caminó hasta su habitación para dejar mi cuerpo con delicadeza sobre la cama con sábanas negras. Se separó de mí y comenzó a desabotonar su saco con lentitud. Sin dejar de mirarme con una sonrisa que me tenía disfrutando de la vista. El saco acabó en una esquina de la habitación. —Alexa, pon música para seducir un bombón. —dijo. —Lo siento, eso
OMARPhoebe me había cautivado un día antes de la boda de mi primo, pero su nuevo cambio de imagen, principalmente el nuevo color de cabello y ese vestido; hicieron estragos en mi pecho y entrepierna. La belleza que desborda esta mujer no tenía límites, no podía creer cómo era capaz de mezclar inocencia y sensualidad a la vez. Ella no lo sabía, pero me tenía a sus pies.La noche fue la mejor que he tenido en mi vida. Mi plan era regresar a su casa después de la fiesta, pero al llevarla a mi departamento me dediqué enteramente en disfrutar junto a mi bombón. La suavidad de su piel, sus labios carnosos, sus gemidos, lo maleable de sus pechos, su trasero rebotar contra mi pelvis en cada embestida que le deba en ciertas posiciones abrieron un apetito insaciable por ella.La amé durante toda la noche, casi hasta ver el amanecer.Recuerdo muy bien haberme acostado abrazando su cuerpo, pero amanecí solo sobre la cama y escuchando fuertes golpes en la puerta de mi departamento.Me levanté ráp