Brice estaba en la azotea de su casa, era el único lugar donde tenía permitido entrenar. Su madre tenía malos recuerdos referentes a las artes marciales, todos relacionados a la muerte de su padre. No obstante, al darse cuenta que su hijo seguía sus mismos pasos, con resignación, le dejó un espacio donde no tuviera que sufrir por verlo practicar día y noche. Llevaba perdido en la música y los duros golpes al saco, desde hacía varias horas, sentía que ahora más que nunca debía estar preparado en mente y físico para lo que vendría.
- ¡Brice! - gritó su tía asomándose a la puerta, se llevaban 5 años de diferencia por lo que se trataban con confianza. - Tu madre dice que dejes ese saco en paz y bajes a cenar - comentó levantando los hombros, para restarle importancia.
- ¡Hey! ¿A qué hora llegaste? No me pediste que fuera a buscarte a la estación. - Le reprochó.
- Te escribí hace 30 minutos, como no respondiste, le pedí a Lili que me recogiera en su scooter. - Me imaginé que estabas dando golpeas a ese saco - dijo acercándose al saco para darle unos puñetazos leves. - Tu padre era muy bueno en esto, ¿Sabes? - mencionó con una sonrisa triste.
- Lo sé, he podido ver algunas de sus peleas en la fake web. - Respondió mientras se quitaba los guantes y descolgaba el saco, se dispuso a guardar todo en un baúl.
- ¡Brice! - Casi le gritó - Te he dicho mil veces que dejes de navegar en esa red o te meterás en problemas. He visto como los Safer se llevan a personas del edificio donde trabajo, solo por conectarse a esa m*****a red. ¡Tu madre y yo sufriremos mucho si también te perdemos!
- ¡Vamos Aitana! Te prometo que nada malo pasará, estamos cubiertos. - La consoló haciendo que apoye la cabeza en su pecho.
- Igual no lo hagas, promételo - le exigió, levantando la cabeza de su pecho.
- ¡Lo prometo! - le respondió, aunque ambos sabían que no era cierto.
- Apestas... ¿Lo sabes, no? - Dijo sonriendo - Dome está abajo, tu madre la invitó a cenar... Ya se hizo de suegra y hasta de abuela, me atrevo a decir. - Bromeó, y observó complacida como Brice se iba volviendo un tomate.
- ¡Te odio! - soltó entre dientes y corrió detrás de ella que bajó las escaleras con rapidez, segura que no la seguiría. Sabía del eterno amor de su sobrino hacia Domeka, el estar todo apestoso y sucio no le permitiría llegar hasta donde contaminaría su aire.
La cena se llevó con cierta naturalidad, Dome era muy querida por su familia; de igual manera él por la de ella. Ya todos se hacían consuegros y familiares políticos, mientras ellos luchaban por si deberían dar ese paso o seguir siendo amigos. Todos sabían que se gustaban desde niños; Dome y Brice no se dieron cuenta hasta que cumplieron 15 y 16, respectivamente. En la actualidad con 18 y a puertas de sus 19, no tenían la certeza de si era el mejor momento para adicionarle romance, a la larga lista de objetivos personales que habían escrito en la pubertad.
La casa de Brice no era una mansión, pero gracias a su padre tenían un hogar propio con ciertas comodidades. Cosas materiales que en vida y luego de su muerte les había legado, por las que podían vivir tranquilamente. Sin embargo, la madre y tía de Brice, seguían trabajando para asegurarse que no pasaran necesidad; como en otros hogares se veía a diario. Además de la herencia que le había dejado su padre, a la cual, desde el año pasado tenía acceso. Su madre era dueña de un negocio de pastelería en la zona exclusiva, siendo que las máquinas hacían el 90% de las cosas; aún habían personas que pagaban por productos hechos de forma artesanal. De igual manera, su tía trabajaba en las oficinas del Banco como Asistente. El dinero no les faltaba, pero tampoco les sobraba, la vida se había vuelto muy dura para los de la zona no privilegiada. Brice, por su parte, no había tocado ni un centavo de su herencia hasta el momento, y según le informaba su tía de manera periódica, en todos esos años la herencia había crecido considerablemente. Él, cuando cumplió los 18 se lo quiso entregar a su madre, para que lo invirtiera en su negocio o en la casa, pero ella se había negado rotundamente.
En la habitación de Brice, acostados en una alfombra neón puesta sobre un altillo, se estaba proyectando una película en el techo. Uno al lado del otro, disfrutando de unas bebidas y snacks, miraban lo que se reproducía pero sin prestarle real interés. En ese momento sus mentes volaban de forma independiente en los tumultuosos caminos de los sentimientos románticos. Si bien, les encantaba estar juntos, desde hacía un año que el estar solos y cerca les había empezado a causar estragos y ansiedad. Se sentía la tensión cuando rozaban las manos en el boul de snacks o cuando se movían y chocaban los brazos. Sin embargo, en lugar de apartarse, se acomodaban para estar más cerca. Era un baile contradictorio, parecía evidente que deseaban ser algo más que amigos, pero hasta el momento ninguno había tomado la iniciativa; y no era que Dome necesitara que él se declarara primero. Había algo más, una ligera incertidumbre, una sombra acechando su tranquilidad.
- Hablé con él - mencionó Brice rompiendo el silencio. Dome se tensó incómoda. - Quiere que nos reunamos para entregarnos las KeyDrives.
- ¿Lo veremos? - sonó más preocupada de lo que realmente era su intención - ¿Cuándo?
- Él nos avisará, - susurró - pero debemos estar preparados. Ella asintió y se acostó perdiéndose en sus pensamientos. Brice la observó con atención, realmente le parecía la chica más bella de toda su comunidad. Le encantaba estar con ella, lo mejor de todo es que eran amigos y lo sabían todo el uno del otro. O al menos eso era lo que él pensaba.
Domeka se quedó ensimismada mirando la proyección en el techo, parecía estar mirando la película, pero su mente estaba naufragando en mares del recuerdo. La última vez que lo había visto fue cuando tenían 14 años, en la escuela a la que asistían, él siempre había sido indisciplinado. Un niño diferente a los demás, no solo por su aspecto, pues parecía salido de la zona exclusiva; sino por su personalidad sarcástica. Eso fue lo que siempre la atrajo a él, aunque toda su vida había estado enamorada de Brice, no sabía porqué terminaba junto a él. Esa última visita había sido desastrosa, era algo que ella no quería que Brice jamás supiera. Él, que era consciente que su amor no le pertenecía y que todo había sido un error, le juró que jamás se lo revelaría a Brice. ¿Habría cumplido su promesa?
Esa era la razón de su indecisión con respecto a una relación, no saber si realmente lo ocultó o en su despecho le contó todo a su mejor amigo, antes de irse para siempre. Desde hacía un año ellos dos venían conversando, y nunca había preguntado por ella o pedido su "user"; era evidente que le seguía guardando rencor. Dome percibía que Brice mostraba cierta renuencia, o quizás eran solo ideas suyas, no estaba segura; sin embargo, era una intuición.
Brice, que la estaba observando, se imaginaba el torrente de emociones que corrían desbocadas por su amada Dome. Siempre había sabido lo que sucedió entre ella y su amigo. Lo había visto con sus propios ojos, pero también era consciente que había salido vencedor; ella lo había elegido al final. Ese era un secreto, que aunque había dolido, juró jamás decir. Aunque a veces, en silencio, se interponía entre ellos.
Cuando Brice decidió buscar a su amigo perdido hacía varios años, nunca imaginó que lo encontraría convertido en el Hacker más reconocido y mejor pagado de la zona exclusiva. Es más, ni pensó encontrarlo, y no es que estemos poniendo una nota adicional de tragedia, sino que su historia de vida no era muy esperanzadora.El nombre de “Paragon”, no le sonó muy familiar en un inicio, pero al leer un artículo que habían redactado en su honor; se dio cuenta de que era muy probable que se tratara de su viejo amigo. Buscarlo y encontrarlo no fue difícil, que él se dignara a responder sí que lo fue. Paragón tenía una agenda realmente ocupada y siempre respondían sus bots a cada solicitud. Cuando al fin le escribió a través de una conexión segura y aislada de la Hive, es que Brice comprendió que había acertado y realmente se trataba de él.Desde ese preciso momento habían vuelto a comunicarse como en el pasado, era como si nada se hubiera roto entre ellos. Sin embargo, no se sentía igual o era
Los golpes secos se escuchaban por todo el almacén mientras Carter subía las escaleras hasta el piso en el que tenían su espacio, ya sabía que se trataba de uno de sus amigos, pero era más evidente que fuera Dome porque a su madre le desesperaba verla en casa golpeando el saco. Subía los escalones de dos en dos, lo que tenía que decir era realmente importante, el mensaje ya lo había enviado de manera encriptada a través de la “fake web”, solo esperaba todos lleguen a tiempo.- ¡Hey! - Saludó a Dome que estaba mirando hacia él mientras le daba unas fuertes patadas al saco. — ¿Viste mi mensaje? - La chica se quitó los audífonos, una especie de cascos redondos y planos que se adherían en la cabeza, a la altura de las orejas.- ¡No…, hola Carter! Vine porque creo que mi mamá regresó molesta del trabajo y me mandó fuera. — Comentó encogiéndose de hombros y ambos rieron.- Bueno… Tenemos un problema, - indicó nervioso, atrayendo toda la atención de la chica que dejó los guantes sobre la lon
Era aún de madrugada cuando se escucharon los golpes por los cuatro puntos cardinales. Brice saltó de la cama aturdido por los gritos de la gente y el llanto de los niños, miró su reloj de cabecera y eran apenas las 5 am. Se asomó por la ventana y decidió correr escaleras arriba hasta su azotea, desde ahí tendría una vista perfecta de lo que pasaba a ambos lados de la calle. Se quedó petrificado cuando vio los Troockers estacionados a lo largo y ancho de la comunidad o al menos hasta donde le daba la vista. Safers bajaban corriendo de ellos y se metían dentro de las casas, iban rompiendo puertas a diestra y siniestra. Sacaban a rastras a la gente, los golpeaban en la cabeza y rostros; prácticamente, los dejaban inmovilizados. Era una visión terrorífica, de pronto, se emite una luz desde la muñequera que tiene en el brazo, abre un compartimento y saca una especie de tapita plana y lo coloca en su cabeza detrás de la oreja.- ¡Carter! ¿Estás viendo esto? - Pregunta y el nerviosismo es
La Sra. Spencer se levantó rápidamente y corrió a buscar el botiquín, pero entre tanto desastre fue difícil de encontrar. Aitana corrió al baño y trajo una toalla mojada para limpiar la sangre que salía descontrolada de la boca de Brice. La madre, frustrada por ver el estado de la casa se ha quedado llorando en su habitación sin encontrar el botiquín. Los otros dos en la sala la siguen mirando con pesar, pero prefieren dejarla un momento sola. Finalmente, encontraron el botiquín debajo de varios restos de muebles, cauterizaron la herida de Brice, y le pusieron en el pecho un adherente que funcionaba como removedor de sangre coagulada; para evitar contusiones y hematomas. El golpe había sido bastante fuerte, aún lo sentía en el pecho y se quejaba constantemente, así que las mujeres de la casa decidieron que dejara de hacer fuerza y lo enviaron a descansar. Al entrar en su cuarto, la ira se apoderó de él nuevamente, todo estaba destrozado. Ver las escenas de su vida, pisoteadas o desg
La nación, desde que ellos la han conocido, ha estado dividida en dos; los privilegiados y los más desafortunados. Ambas partes vivían en una segregación constante y marcada, pocos recordaban cómo se inició, era raro encontrar a alguien que les pudiera decir a ciencia cierta el momento exacto en que se llevó a cabo la separación. Sin embargo, nunca se pudo negar la existencia de esa transformación en la sociedad y cómo empezó a afectar a la nación entera.El Gobierno, no fue partícipe directo, mas tampoco pudo ser el estratega de un cambio que permitiera anular estas diferencias entre ambos grupos. La realidad aunque fuera dura de aceptar, era que se habían perdido por completo los valores dentro de la sociedad como tal y en su lugar se había desarrollado una desigualdad que golpeaba enérgicamente y sin medir consecuencias.Debido a ello, tuvo origen el instante en que los habitantes de la zona no privilegiada se encontraron encerrados al interior de sus muros de pobreza, y fue que co
El día por fin había llegado, Brice y los chicos se estaban reuniendo en el almacén para llegar juntos a la fábrica de las afueras donde los recogería la Van enviada por Gale. Lucían nerviosos y emocionados al mismo tiempo, nunca habían “cruzado al otro lado”, ya que las condiciones de pase eran poseer una tarjeta holográfica autorizada. Los únicos que tenían este tipo de identificación eran los trabajadores esenciales, las personas necesarias para realizar labores de desarrollo dentro de esta zona o empleados de personas importantes de sociedad (como era el caso del padre de Enzo). —¿A qué hora te dijo que estarían aquí? —pregunta Galah mientras se muerde la uña con desesperación.—Tranquila, todo saldrá bien —responde Brice y le pasa un brazo sobre los hombros para reconfortarla —¡Ya están aquí!—. Le hace una seña con la cara hacia una de las esquinas de la enorme fábrica. Todos miran asombrados la lujosa Van, no saben si por ella serán atrapados o les dejarán el pase libre; es muy
Se miran unos a otros mientras están de pie frente a una enorme puerta alta y quizás un poco más angosta de lo normal. La Van transitó por un camino largo rodeado de jardines amplios, con bancas, canchas, piletas y demás. El tamaño del espacio exterior de la casa era casi la cuarta parte de la comunidad donde ellos vivían, definitivamente era algo inaudito tener tanto espacio para que viva una sola persona, o es lo que pensó Carter.La puerta se abrió lentamente, y un androide muy parecido a los Safers apareció frente a ellos. Los miró con cierta ceremonia, les dio la bienvenida y los invitó a pasar al salón de espera, ya que el señor de la casa estaba ocupado en una reunión. El salón era enorme, tenía un amoblado moderno y sofisticado. Tomaron asiento en uno de los sillones, pero no pudieron evitar recorrer el espacio con rostros llenos de asombro, era fantástico ver todo eso, algo a lo que no estaban acostumbrados.Gale caminaba en la habitación iluminada a medias, se veía su siluet
Las habitaciones eran gigantes y espléndidas, estaban en un edificio aparte al del salón. Se encontraba cruzando un jardín con una piscina temperada, era como una casa, tenía todos los ambientes de una, más las habitaciones en los niveles superiores. Cada uno entró al cuarto que les designó el androide, les indicó cómo usar los baños, que se sientieran como en casa y se retiró rápidamente.Empezaron por probar las duchas y eran realmente increíbles, programaban los productos que usarían para el aseo, el nivel de agua y de temperatura en una pantalla integrada a la pared de vidrio templado de la misma; entonces, en la pared interior se abrían unos niveles donde ponian la mano y liberaba el producto elegido con anterioridad. Si no deseaban más debían retirar la mano y así sucesivamente, una maravilla. Al final en el vidrio interior salía una pantalla con opciones de secado y según lo que eligieras te secaba al frío o calor. La vida rodeado de tales comodidades, era mucho más sencilla.