Con el alba, los empleados de la mansión comenzaron con los preparativos pertinentes para la gran cena de esa noche. Todos conocían perfectamente el mal carácter del abuelo y el padre de Seth: Tarvos y Magnus Winchester. Dos hombres despiadados y sombríos a los que todos les temían. Cuando el reloj marcó la hora de inicio para el banquete y Seth no había aparecido, todos los sirvientes presentes no tardaron en ponerse inquietos ante tal embrollo, conociendo muy bien el caos que se avecinaba.
El reloj marcó las ocho y cinco, cuando Magnus, el padre de Seth abrió su boca para romper el silencio.
—¿Sabes dónde carajos se ha metido tu marido? —Inquirió con autoridad, su voz grave resonando en la habitación.
Amelia bajó la cabeza a la par de su mirada que se posó en sus manos. Ella no se atrevía a mantenerle la mirada ni por un segundo, pero no podía ser descortés, así que respondió como pudo.
—Seth… Él… —Tartamudeó ligeramente—. Él ha estado muy cargado de trabajo estos últimos días.
Magnus frunció el ceño, mirándola con desprecio. Él nunca había aprobado su existencia, era uno más de los que la creían un estorbo para su especie, decía que Mia era un Monstruo de mala suerte, una carga, alguien que jamás debió haber existido. Incluso parecía que en ocasiones la veía como una amenaza para la reputación de su familia.
Mientras que Tarvos, el abuelo de Seth, tenía la misma opinión de ella, pensaba que Mia no servía para nada, que no era capaz de ganarse el corazón de ningún hombre lobo en todo el mundo.
——Eres la peor Luna que he conocido, ni siquiera puedes hacer que tu esposo regrese a casa a tiempo. Seth cometió el peor error al casarse contigo.
Luego se volvió hacia Magnus y dijo:
—Veo que Seth ni siquiera ama a esta mujer, apúrate y consíguele una nueva.
Amelia tragó saliva con brusquedad, recordando como en la última cena familiar, también fue severamente castigada por la ausencia de Seth; Tarvos y Magnus la castigaron obligándola a pasar toda la noche dentro de una tina con agua helada y toneladas de hielo. Con el agua hasta el mentón, cada tanto le empujaban la cabeza dentro del agua y no la sacaban hasta que comenzara a ponerse morada, el agua fría entraba por su nariz, reviviendo en ella esos miedos del pasado que ella misma había encerrado bajo llave en alguna parte de su mente.
A pesar de no tenerle miedo al agua en el pasado, desde aquella noche en que Seth la rescató, ahora le resultaba imposible soportar estar cerca de cualquier río helado. Tal vez, su verdadero miedo no era el de ahogarse, sino que, si caía al agua de nuevo, quizá él ya no la salvaría de nuevo.
—¡Mírame cuando te hablo! —Ordenó Tarvos, dándole un golpe seco a la mesa con su mano abierta.
Todos dieron un respingo al mismo tiempo, Mia alzó su vista mientras su labio inferior temblaba al igual que sus piernas, apretó sus ojos para contener sus lágrimas y en ese momento, Alanys, la misma omega que había hablado con ella la noche anterior, sabía cuánto miedo le tenía la pelirroja al agua, así que dio un paso al frente para intentar defenderla.
—Su alteza, aún quedan algunos platillos por preparar. De inmediato iré a prepararlos, quizá cuando regrese, el alfa Seth ya esté aquí. —Sugirió a media voz.
Sus palabras fueron totalmente nulas para ambos hombres, ninguno de ellos se inmutó.
—¿Por qué intentas defender a esta basura? ¡Guardias, llévensela y ahóguenla en el río! —Farfulló alzando aún más su tono de voz a la par de sus ojos que irradiaron luz roja. —¡Que esto sirva de recordatorio para que no vuelvas a entablar ninguna amistad con ningún empleado! ¡Sabes que eso está prohibido para ti!
Viendo que la situación comenzaba a salirse de control por su culpa, Amelia se levantó decidida y declaró.
—¡Alto! ¡Ella no tiene la culpa de esto! ¡Llévenme a mí! —Suplicó a gritos.
Los guardias sujetaron a Mia por ambos brazos y comenzaron a arrástrala hasta la salida de la mansión, pero en ese preciso momento, Seth cruzó la puerta de entrada, haciendo acto de presencia finalmente; miró a la pelirroja, totalmente confundido por la escena ante sus ojos y preguntó.
—¿Qué sucede aquí? ¿A dónde la llevan? —Cuestionó frunciendo el ceño, con un atisbo de disgusto en su voz.
—Llegas tarde. —Masculló Magnus. —Empecemos la comida. —Ordenó en tono seco.
(***)
Después de cenar, todos se reunieron en la sala de estar para hablar. De pie junto a la ventana, Seth pasó su brazo por detrás de la cintura de Mia y la acercó a su cuerpo, mostrándose repentinamente cercano, al principio ella no lo podía creer, pero luego entendió la intención de Seth: fingir cercanía con ella para ganar la confianza de Magnus y Tarvos.
—¿Puedes dejar de embarrarnos la cara con tu porquería? ¿Realmente amas a esta bestia? ¿Te parece que esta poca cosa es suficiente para ti? —Cuestionó Magnus sin un rastro de piedad en él.
Seth solo se limitó a inhalar profundamente, mientras dejaba escapar un ligero gruñido que solo Amelia pudo escuchar. Sabía que Seth siempre había tenido una mala relación con su familia. Cada palabra que decían podía fácilmente provocar su ira. Tal vez la razón por la que Seth eligió casarse con ella también tenía algo que ver con Magnus y Tarvos, porque ella era el tipo de persona que más odiaban: pobre, débil, y desafortunada.
—Amelia no es como dices, ella es mi asistente más capaz... Seth intentó defender a su esposa, pero rápidamente fue interrumpido por su padre.
—¡No te engañes! ¡Porque a nosotros no nos engañas! ¡No sé por qué sigues con ella! ¡Es obvio que no la amas! —Dijo el hombre, y continuó—. Y no es de extrañar, ¡Ningún hombre puede amar de verdad a una mujer como ella! Tienes que entender que debes casarte con una mujer que te haga entregarte de verdad, y ella... —Gruñó con voz áspera. Pero luego, inesperadamente, bajó el tono—. Ella no tiene derecho... —Añadió a media voz, con su mirada fulminante puesta en los ojos de Amelia.
“Subir al altar”, pensó la pelirroja en su interior, mientras mantenía su expresión de aparente ignorancia. Sabía que este era un secreto ancestral de la manada “Moon Blood”
Hace un siglo, uno de los antepasados de la manada “Moon Blood” había convocado al demonio Aamon para hacer un pacto con él. Los alfas herederos que gobernaban la manada debían entregar su alma y su amor verdadero a cambio del dominio eterno de la manada, poder y longevidad para todos sus miembros. Así, todas las lunas, después de haber dado a luz a un heredero, serían rápidamente sacrificadas, extrayendo su corazón en el altar. Pero era evidente que Seth sentía un amor tan profundo por Lilly, que pensó que podía engañar a Aamon. Entonces proclamó abiertamente su amor por Amelia, e incluso Amelia, al principio, creyó en sus palabras “sinceras”, pensando que sus años de fiel sacrificio hacia él habían valido la pena, siendo finalmente correspondida.
Hasta que, por casualidad, encontró en el ático el diario de la anterior Luna y comprendió toda la verdad, entendiendo que Seth solo quería ponerla en el puesto de Luna, para que ella muriera en lugar de su verdadero amor, Lilly.
Sin embargo, el amor inquebrantable y el miedo a la muerte de la anterior Luna no la habían hecho retroceder. Si no fuera por Seth, ya habría muerto hace mucho tiempo. Ella no sentía apego a este mundo, pero aun así disfrutó de un breve momento de felicidad, lo cual ya era suficiente para ella, comparado con todo lo que había sufrido ya.
—¡Aunque no lo creas, yo amo a Amelia con cada partícula de mi ser! —Proclamó Seth dando voces, mirando a su padre a los ojos con firmeza. Sacando a Amelia de sus pensamientos por sus palabras.
Magnus soltó una fuerte carcajada mientras negaba con la cabeza, demostrando su incredulidad.
—Admito que últimamente he estado demasiado metido en mis labores con la manada y por eso he descuidado a mi preciosa Luna. Pero se lo compensaré pronto… —Explicó para luego inclinarse hacia ella y darle un beso en su mejilla.
Ella bajó la cara y la pegó al pecho del pelinegro, sintiendo la leve vibración de su voz mientras hablaba. Aunque sabía que sus palabras no eran sinceras, ella quiso permitirse a sí misma, disfrutar de ese momento de felicidad ilusoria.
—Entonces… deberían empezar a tener hijos pronto. Criar a un heredero digno lleva tiempo. —Dijo Tarvos finalmente.
—Así será, lo prometo. —Respondió Seth para luego sujetar la mano de Amelia y llevársela a su habitación.
Desde de llevar a Amelia a su habitación, Seth finalmente tuvo un momento de paz y silencio, la indiferencia de Magnus y Tarvos, como siempre, lo hartaba. “No permitiré que mis futuros hijos crezcan en este ambiente tan desprovisto de amor”, pensó hastiado. Estaba dispuesto a romper el pacto y si era posible, trataría de salvar a Mia de la muerte.Con la imagen de Amelia en su cabeza, levantó la vista y la vio salir del baño en ese momento. Con su cabellera rojiza húmeda, y su cuerpo pálido, curvilíneo, pero a la vez frágil y delgado; era su esposa, cuidadosamente seleccionada por él. Mia era la mejor opción para él. Ella era tonta y sumisa, necesitada de amor, no tenía familia o amigos cercanos, y cualquier muestra de bondad, por más pequeña que fuera, era suficiente para manipularla.Hasta el momento, parecía seguir creyendo sinceramente que su matrimonio era una unión de amor. Por eso, había estado esforzándose al máximo para agradar a su familia y a los miembros de la manada. A ve
Amelia sacó de su bolso la comida que había preparado para Seth y se la entregó, luego se preparó para irse. Sabía que Seth odiaba comer con otras personas, y Magnus y Tarvos siempre imponían ceremonias y protocolos en la mesa que podían hacer que hasta la comida más deliciosa se volviera desagradable. Comer con Seth era, de alguna manera, un privilegio de Lilly. Pero al ver la figura decidida de Amelia alejándose, Seth no pudo evitar fruncir el ceño.—¿A dónde vas? ¿Por qué no te quedas? Como su esposa, aparte de en las reuniones familiares, nunca había comido a solas con él. No era de extrañar que su padre y los demás empezó a sospechar. Pero Amelia malinterpretó sus palabras.—Hay cosas que hacer en casa, padre dijo que las ventanas necesitan limpieza. Si empiezo por la tarde, debería poder terminar antes de la noche. Los soldados pueden devolverme los utensilios. Amelia no comprendía el repentino cambio de actitud de Seth, pero como una Luna no reconocida, tenía demasiadas preocup
Llegó la noche del festival del pueblo, aunque más bien era de madrugada porque la celebración debe llevarse a cabo a las tres de la madrugada, el demonio Aamon era muy exigente y desde luego que nadie en el pueblo quería provocar su ira.Amelia se puso el atuendo tradicional de Luna y, junto con Seth, se dirigió a la plaza central del clan. Allí, algunos ancianos que parecían muy jóvenes, pero en realidad habían vivido durante mucho tiempo, se despedían de sus familias, listos para partir hacia el eterno lugar sin preocupaciones ni tristezas. Esta era una tradición del clan Bllod Moon, y cada anciano debía cumplirla. En unos pocos años, Tarvos también llegaría a su momento.Seth se subió a una plataforma elevada, donde pronunció unas palabras de bendición para los ancianos y anunció el embarazo de Amelia, informando que la manada tendría un nuevo heredero. Al escuchar esto, la multitud estalló en vítores, y todos comenzaron a cantar y bailar para celebrar la ocasión. De repente, una
En el callejón que daba al bosque, luego de que Seth y Lilly ya se habían ido, Amelia, escondida detrás de una roca, soltó un bufido desganado al tiempo que se secó las lágrimas con el dorso de sus manos, estaba tan absorta de sí misma que ni siquiera notó cuando comenzó a llorar. Se levantó de la roca con las piernas entumecidas, se sacudió el musgo que se le había pegado en sus rodillas, para luego prepararse para regresar a casa. Pero justo cuando salió de la sombra de la roca, bajo la luz de la luna, una voz joven sonó detrás de ella saliendo de la oscuridad del denso bosque.—No quiero ser entrometido… Pero, parece que tú eres la otra protagonista en esa conversación, ¿Cierto…? —Comentó un joven apuesto y musculoso que saltó desde un árbol con ramas frondosas.—¿Qué? ¿De qué hablas? Yo no… ¿Qué conversación? —Farfulló ella confundida por su repentina aparición, intentando ocultar los secretos de la manada, pero ella era pésima mintiendo y su torpe intento por hacerlo solo empeor
Seth llegó a la casa de Lilly y como de costumbre, entró por la puerta trasera para que nadie lo viera llamando a la puerta, al entrar fue directo a su habitación en la segunda planta de la casa y le sonrió al abrir la puerta y verla esperándolo en la cama con su sensual pijama puesta.—Allí estás… —Comentó Seth esbozando una amplia sonrisa.Lilly solo se cruzó de brazos y volteó su cara, soltando un bufido cargado de celos.—Oye, preciosa. No me digas que estás celosa de nuevo… —Comentó el pelinegro en tono divertido mientras se subía encima de ella.—Como no estarlo si últimamente pasas más tiempo con ella que conmigo. —Refutó la rubia frunciendo el ceño.—Cariño. Te aseguro que mi amor por ti jamás cesará. Eso tenlo por seguro… —Respondió Seth con firmeza. —¡Es más! Te prometo que nunca me enamoraré de Amelia.—Claro, por eso es que la proteges tanto ¿No? —Insistió ella fulminándolo con la mirada.—Si lo dices porque paso más tiempo con ella, lo hago porque es mi deber, está embara
Capítulo 8Demonio LoboSeth tragó saliva con brusquedad, bajó su cabeza, ruborizado por la vergüenza y se acercó a Mía, pero cuando estuvo a punto de levantarla, Lilly, de repente se lanzó a sus brazos, llorando desconsoladamente.—¡Mi amor, no sabes cuánto lo siento! —Farfulló entre sollozos ahogados.—Lilly, por favor… Cálmate. —Exigió con firmeza, sin apartar la vista de los ojos de su padre, quien lo miraba con desprecio.—¡Te juro que no quería causar todo esto! ¡Yo solo quería verte y hablar contigo porque te extraño muchísimo y ayer luego de echarte me sentí muy mal! ¡Por favor, perdóname! —Explicó la rubia apartándose un poco para mirarlo a los ojos.Seth al verla a los ojos, los cuales estaban inundados de lágrimas, de inmediato se convenció con su lamento, nunca la había visto así y no puedo evitar que su corazón se estrujara ante la imagen de su amada tan quebrantada, así que la envolvió con sus brazos, pegándole a su cuerpo con pesar.Mientras tanto, Magnus, furioso, cami
Talvez fue porque los gritos de Lilly durante el castigo de Seth fueron tan doloroso y exagerados, que Magnus y Tarvos aceptaron rápidamente su posición, Lilly fue convertida en Luna ante los ojos de todos los habitantes del pueblo, disfrutando de un trato repleto de lujos que Amelia nunca había recibido. Hasta hicieron una fiesta en su nombre, celebrando su nuevo título.Todos con excepción de Amelia asistieron a esa celebración, por órdenes de Magnus y Tarvos ella debía permanecer en la habitación del castillo, bajo llave sin derecho a salir. Pero Seth necesitaba hablar con ella. Podía imaginar la expresión de su esposa, débil y sumisa, en ese momento. Seguramente estaba tan destrozada que ni siquiera podía respirar. Abrió la puerta que la aprisionaba y bajó las escaleras de piedra para encontrarse con ella.—¿Qué haces aquí? —Preguntó Amelia a media voz a penas al verlo.—Quiero hablar contigo, necesito que sepas cuanto siento todo esto. —Respondió lastimero mientras caminaba hacia
Capítulo 10Demonio Lobo—¡Esto tiene que ser una maldita broma! —Farfulló Lilly cruzándose de brazos y poniendo los ojos en blanco, como si de una adolescente se tratase.Seth la miró enarcando una ceja extrañado, pero no le dijo nada más. La rubia se dio la vuelta y salió de la oficina para irse a la casa sin importar las labores que tenía por hacer allí.Estaba resentida por todo lo que estaba pasando, le parecía absurdo que Seth la menospreciara. Culpaba a Amelia, y la odiaba porque como ella aún no había dado a luz al hijo, lo que le impide convertirse en la verdadera Luna y la obliga a permanecer temporalmente por debajo de ella.Lilly era una mujer codiciosa, sedienta de dinero y poder, su fuerte deseo de riquezas, joyas y una vida cómoda era incontrolable. Tal vez sentía algo por Seth, pero eso no lo convertía en el centro de su universo, porque cualquier hombre con la misma riqueza y estatus que él era un objetivo, una presa de caza para ella.Al llegar al castillo, de inmedi