Desde de llevar a Amelia a su habitación, Seth finalmente tuvo un momento de paz y silencio, la indiferencia de Magnus y Tarvos, como siempre, lo hartaba. “No permitiré que mis futuros hijos crezcan en este ambiente tan desprovisto de amor”, pensó hastiado. Estaba dispuesto a romper el pacto y si era posible, trataría de salvar a Mia de la muerte.
Con la imagen de Amelia en su cabeza, levantó la vista y la vio salir del baño en ese momento. Con su cabellera rojiza húmeda, y su cuerpo pálido, curvilíneo, pero a la vez frágil y delgado; era su esposa, cuidadosamente seleccionada por él. Mia era la mejor opción para él. Ella era tonta y sumisa, necesitada de amor, no tenía familia o amigos cercanos, y cualquier muestra de bondad, por más pequeña que fuera, era suficiente para manipularla.
Hasta el momento, parecía seguir creyendo sinceramente que su matrimonio era una unión de amor. Por eso, había estado esforzándose al máximo para agradar a su familia y a los miembros de la manada. A veces, incluso se desvelaba ocupada preparando grandes banquetes y reuniones familiares perfectas. Y Seth, al ver su esfuerzo, sentía algo de lástima por verla cumpliendo tan bien su papel de Luna. Porque Amelia era una mujer a la que no amaría jamás. No le gustaban las personas que aceptaban pasivamente lo que les toca; para él, el destino nunca había sido justo, y pensaba que se debe luchar con todo por lo que se quiere para uno mismo.
Si alguien quiere hacerte daño, debes defenderte con todo lo que tienes. La diosa Luna les había dado garras y colmillos para que los usaran, no como decoración o accesorio.
“Me pregunto cómo será cuando camine hacia el altar”, pensó Seth. Podía imaginarse a Mia, con el rostro cubierto por sus lágrimas, colmada de resignación. Esa era la expresión que menos le gustaba en ella, como la vez en que la empujaron al río helado. ¿Por qué no luchaba contra eso? ¿Tanto miedo tenía de defenderse? ¿Qué cara pondría si él le confesara toda la verdad antes de su muerte?
Pero pronto desechó esos pensamientos. Fue precisamente por la sumisión de Amelia que ella podía convertirse en una marioneta fácil de manipular para él.
—¿Escuchaste lo que dijo el abuelo esta noche? —Preguntó Amelia interrumpiendo sus pensamientos.
En ese momento, adoptando una pose seductora y una mirada más profunda, se bajó la bata de baño hasta su cintura, dejando a la vista sus redondos pechos prominentes, al tiempo que le sonreía con timidez. Seth de inmediato levantó una ceja con extrañeza.
—¿Me estás tentando? —Preguntó con un atisbo de sarcasmo en su voz, casi riéndose por lo torpe que ella era.
No le gustaba tener sexo con Amelia, porque no solo le hacía sentir que traicionaba a Lilly, sino que también iba en contra de sus principios, ya que no podía evitar disfrutar de como Amelia se retorcía bajo su cuerpo, gimiendo suavemente.
Seth se acercó a ella y rápidamente le terminó de quitar la bata de baño a la pelirroja y con las yemas sus dedos, comenzó a acariciar su cuerpo, descendiendo desde sus hombros, pasando por sus senos, hasta su cintura, para luego llevar sus manos a su espalda, pero al tocarle esa zona notó algunas cicatrices. Inmediatamente, el pelinegro frunció el ceño, sintiéndose incómodo y enfadado. No le gustaba ver las marcas que manchaban la hermosa piel de Amelia; eso solo aumentaba su aversión hacia su gente. ¿Por qué eran tan malvados y codiciosos? Sabían perfectamente el costo de sus largas vidas; después de todo, cada Luna moría inesperadamente después de dar a luz. No podía ser casualidad, pero ellos se negaban a enfrentar la verdad, y en su lugar, aceptaban con avaricia tales comportamientos.
Amelia, quien había tenido sus ojos cerrados hasta ahora, los abrió al notar que las manos de Seth se detuvieron en su espalda, apretó los labios avergonzada y bajó la cara por un momento. Sabía que a él no le gustaban sus cicatrices, pero ella no tenía su loba, y por eso sus cicatrices sanaban lentamente. Pero no queriendo terminar con el momento, tomó las manos de Seth y las atrajo de nuevo a sus pechos y finalmente lo miró a los ojos con un destello de súplica en ellos.
—¿Quién demonios te hizo esas heridas? —Preguntó él, parecía decidido a no dejar de lado el tema.
Ya había castigado severamente a muchas personas por Amelia, y precisamente esa noche, su padre había comenzado a sospechar de él. Así que necesitaba encontrar una excusa para demostrar la autenticidad de su matrimonio ante todos.
Al día siguiente.
Seth se encontraba trabajando en su oficina, cuando recibió el aviso del guardia de seguridad quien le informó que Amelia había venido a traerle el almuerzo. El pelinegro le hizo un gesto despreocupado con la mano para que su guardaespaldas la dejara pasar, pero después de un rato sin novedades sobre ella, frunció el ceño y pensó en llamar a sus hombres para preguntar qué sucedía. Pero entonces, escuchó la cálida risa de Amelia que provenía de la planta baja.
Seth frunció el ceño aún más y se levantó para mirar por la ventana y ver que estaba ocurriendo afuera. Abajo, Amelia había encontrado a uno de sus amigos, su Beta. No sabía que le había dicho el chico a la pelirroja, pero esta había comenzado a reír felizmente. Nunca la había oído reír así cuando estaba con él, lo cual le enfureció.
—¡Guardias! ¡Traigan al Beta que está abajo con mi esposa! ¡Tengo algo urgente que discutir con él! —Bramó encolerizado.
Poco después, el Beta llegó apresuradamente, seguido por Amelia.
—A su orden, señor. —Musitó el chico entre jadeos. —¿Sucede algo malo? ¿En qué puedo servirle?
—Liam… —Espetó Seth de mala gana y luego le lanzó un informe financiero. —Quiero que redactes un resumen del estado financiero de este ultimo trimestre y lo quiero para hoy mismo. —Exigió.
Liam abrió sus ojos como platos por la incredulidad, ¿En serio lo había llamado con tanta prisa solo para eso? Sin mencionar que no era su trabajo el encargarse de ese informe; su labor real era garantizar la seguridad del alfa.
—Cariño, pero ese no es el trabajo de Liam. No creo que sea competente en esa área. —Comentó Amelia. —Si lo necesitas con tanta urgencia, yo puedo hacerlo y tenerlo listo en una hora.
Seth apretó su mandíbula mientras inspiraba hondo, ahora estaba totalmente cabreado.
—¡No! ¡Yo quiero y necesito que él lo haga! ¡Tú tienes tus propias responsabilidades como Luna, así que mantente al margen!
Liam, confundido, tomó el informe y se fue, dejando a Seth y Amelia en un silencio tenso e incómodo.
—Eres mi esposa y también la Luna de la manada, no deberías estar riendo y hablando con otros hombres —dijo Seth, molesto, rompiendo el silencio. Luego, tiró de Amelia para hacerla sentar en su regazo y besó su frente, mientras se convencía a sí mismo de que su ira inexplicable no era real, que toda la cercanía que mostraba a Amelia no era más que una actuación y una fachada.
Amelia sacó de su bolso la comida que había preparado para Seth y se la entregó, luego se preparó para irse. Sabía que Seth odiaba comer con otras personas, y Magnus y Tarvos siempre imponían ceremonias y protocolos en la mesa que podían hacer que hasta la comida más deliciosa se volviera desagradable. Comer con Seth era, de alguna manera, un privilegio de Lilly. Pero al ver la figura decidida de Amelia alejándose, Seth no pudo evitar fruncir el ceño.—¿A dónde vas? ¿Por qué no te quedas? Como su esposa, aparte de en las reuniones familiares, nunca había comido a solas con él. No era de extrañar que su padre y los demás empezó a sospechar. Pero Amelia malinterpretó sus palabras.—Hay cosas que hacer en casa, padre dijo que las ventanas necesitan limpieza. Si empiezo por la tarde, debería poder terminar antes de la noche. Los soldados pueden devolverme los utensilios. Amelia no comprendía el repentino cambio de actitud de Seth, pero como una Luna no reconocida, tenía demasiadas preocup
Llegó la noche del festival del pueblo, aunque más bien era de madrugada porque la celebración debe llevarse a cabo a las tres de la madrugada, el demonio Aamon era muy exigente y desde luego que nadie en el pueblo quería provocar su ira.Amelia se puso el atuendo tradicional de Luna y, junto con Seth, se dirigió a la plaza central del clan. Allí, algunos ancianos que parecían muy jóvenes, pero en realidad habían vivido durante mucho tiempo, se despedían de sus familias, listos para partir hacia el eterno lugar sin preocupaciones ni tristezas. Esta era una tradición del clan Bllod Moon, y cada anciano debía cumplirla. En unos pocos años, Tarvos también llegaría a su momento.Seth se subió a una plataforma elevada, donde pronunció unas palabras de bendición para los ancianos y anunció el embarazo de Amelia, informando que la manada tendría un nuevo heredero. Al escuchar esto, la multitud estalló en vítores, y todos comenzaron a cantar y bailar para celebrar la ocasión. De repente, una
En el callejón que daba al bosque, luego de que Seth y Lilly ya se habían ido, Amelia, escondida detrás de una roca, soltó un bufido desganado al tiempo que se secó las lágrimas con el dorso de sus manos, estaba tan absorta de sí misma que ni siquiera notó cuando comenzó a llorar. Se levantó de la roca con las piernas entumecidas, se sacudió el musgo que se le había pegado en sus rodillas, para luego prepararse para regresar a casa. Pero justo cuando salió de la sombra de la roca, bajo la luz de la luna, una voz joven sonó detrás de ella saliendo de la oscuridad del denso bosque.—No quiero ser entrometido… Pero, parece que tú eres la otra protagonista en esa conversación, ¿Cierto…? —Comentó un joven apuesto y musculoso que saltó desde un árbol con ramas frondosas.—¿Qué? ¿De qué hablas? Yo no… ¿Qué conversación? —Farfulló ella confundida por su repentina aparición, intentando ocultar los secretos de la manada, pero ella era pésima mintiendo y su torpe intento por hacerlo solo empeor
Seth llegó a la casa de Lilly y como de costumbre, entró por la puerta trasera para que nadie lo viera llamando a la puerta, al entrar fue directo a su habitación en la segunda planta de la casa y le sonrió al abrir la puerta y verla esperándolo en la cama con su sensual pijama puesta.—Allí estás… —Comentó Seth esbozando una amplia sonrisa.Lilly solo se cruzó de brazos y volteó su cara, soltando un bufido cargado de celos.—Oye, preciosa. No me digas que estás celosa de nuevo… —Comentó el pelinegro en tono divertido mientras se subía encima de ella.—Como no estarlo si últimamente pasas más tiempo con ella que conmigo. —Refutó la rubia frunciendo el ceño.—Cariño. Te aseguro que mi amor por ti jamás cesará. Eso tenlo por seguro… —Respondió Seth con firmeza. —¡Es más! Te prometo que nunca me enamoraré de Amelia.—Claro, por eso es que la proteges tanto ¿No? —Insistió ella fulminándolo con la mirada.—Si lo dices porque paso más tiempo con ella, lo hago porque es mi deber, está embara
Capítulo 8Demonio LoboSeth tragó saliva con brusquedad, bajó su cabeza, ruborizado por la vergüenza y se acercó a Mía, pero cuando estuvo a punto de levantarla, Lilly, de repente se lanzó a sus brazos, llorando desconsoladamente.—¡Mi amor, no sabes cuánto lo siento! —Farfulló entre sollozos ahogados.—Lilly, por favor… Cálmate. —Exigió con firmeza, sin apartar la vista de los ojos de su padre, quien lo miraba con desprecio.—¡Te juro que no quería causar todo esto! ¡Yo solo quería verte y hablar contigo porque te extraño muchísimo y ayer luego de echarte me sentí muy mal! ¡Por favor, perdóname! —Explicó la rubia apartándose un poco para mirarlo a los ojos.Seth al verla a los ojos, los cuales estaban inundados de lágrimas, de inmediato se convenció con su lamento, nunca la había visto así y no puedo evitar que su corazón se estrujara ante la imagen de su amada tan quebrantada, así que la envolvió con sus brazos, pegándole a su cuerpo con pesar.Mientras tanto, Magnus, furioso, cami
Talvez fue porque los gritos de Lilly durante el castigo de Seth fueron tan doloroso y exagerados, que Magnus y Tarvos aceptaron rápidamente su posición, Lilly fue convertida en Luna ante los ojos de todos los habitantes del pueblo, disfrutando de un trato repleto de lujos que Amelia nunca había recibido. Hasta hicieron una fiesta en su nombre, celebrando su nuevo título.Todos con excepción de Amelia asistieron a esa celebración, por órdenes de Magnus y Tarvos ella debía permanecer en la habitación del castillo, bajo llave sin derecho a salir. Pero Seth necesitaba hablar con ella. Podía imaginar la expresión de su esposa, débil y sumisa, en ese momento. Seguramente estaba tan destrozada que ni siquiera podía respirar. Abrió la puerta que la aprisionaba y bajó las escaleras de piedra para encontrarse con ella.—¿Qué haces aquí? —Preguntó Amelia a media voz a penas al verlo.—Quiero hablar contigo, necesito que sepas cuanto siento todo esto. —Respondió lastimero mientras caminaba hacia
Capítulo 10Demonio Lobo—¡Esto tiene que ser una maldita broma! —Farfulló Lilly cruzándose de brazos y poniendo los ojos en blanco, como si de una adolescente se tratase.Seth la miró enarcando una ceja extrañado, pero no le dijo nada más. La rubia se dio la vuelta y salió de la oficina para irse a la casa sin importar las labores que tenía por hacer allí.Estaba resentida por todo lo que estaba pasando, le parecía absurdo que Seth la menospreciara. Culpaba a Amelia, y la odiaba porque como ella aún no había dado a luz al hijo, lo que le impide convertirse en la verdadera Luna y la obliga a permanecer temporalmente por debajo de ella.Lilly era una mujer codiciosa, sedienta de dinero y poder, su fuerte deseo de riquezas, joyas y una vida cómoda era incontrolable. Tal vez sentía algo por Seth, pero eso no lo convertía en el centro de su universo, porque cualquier hombre con la misma riqueza y estatus que él era un objetivo, una presa de caza para ella.Al llegar al castillo, de inmedi
Lilly se puso inmediatamente el anillo que simbolizaba su estatus oficial como Luna y se dirigió a la oficina de Seth. Levantó la cabeza con orgullo y aceptó el saludo de los soldados que estaban frente a la oficina de Seth, sin prestar atención a los intentos de Liam por detenerla, y avanzó directamente.— Señorita Lilly, el Alfa está trabajando. Ha ordenado que nadie lo moleste...Pero Lilly, indiferente, empujó la puerta de la oficina. Frente a la mirada de reproche de Seth, Liam se disculpó con resignación, mientras Lilly se lanzaba coquetamente a los brazos de Seth.— Cuando Amelia muera, quiero que me hagas una gran boda, para que todas las manadas cercanas sepan que me he convertido en tu Luna. —Dijo Lilly, levantando la mano y mirando cómo el anillo de diamantes reflejaba hermosos destellos bajo la luz. Sin embargo, Seth de repente cambió su expresión.—¡¿A dónde vas?! ¡¿Se puede saber qué demonios pasa hoy contigo?! —Oyó el cuestionamiento de su amada a sus espaldas, pero la