Hacía un poco de calor y Valentina, quien se encontraba sentada en un elegante sofá de aquel gran salón de ejecutivos, decidió ir por un vaso con agua hasta el dispensador que se encontraba un poco alejado. Era una hermosa joven de atractiva figura, su piel morena y su cabello rizado, simplemente podría ser llamada, Diosa de Ébano. Muchas miradas la recorrieron toda, en especial, la del cirujano plástico George Cosío , quien no quiso perder la oportunidad de cortejarla y, dejando a la mujer con quien estaba llevando una conversación amena, decidió seguir el ritmo de las caderas de Valentina. - ¿Agua? - dijo el Dr., mostrándole una botella con agua que había tomado de una de las mesas. - ¿Disculpe? - preguntó Valentina, al no saber a qué se refería el Cirujano. - ¡Solo preguntaba, si!... ¿Deseas agua?- Dijo el Dr., con una amplia sonrisa. - ¡Si, gracias!, pero prefiero esta que está un poco más helada.- Valentina no recibió la botella que gentilmente él le ofreció y continuó llenan
¡Está bien, Dra.!- dijo Valentina encogiéndose de hombros. Observando a todos los presentes caminó por el gran y elegante salón, buscando la salida, todos la miraban, ella simplemente quería alejarse de aquella gente de apariencia pulcra, pero que en el fondo eran verdaderas aves de rapiña.De camino a la oficina, en un taxi que había tomado en la calle, pensaba en ¿Como hacer para pagar todo el dinero que debía a la Dra. Carolina?, no quería seguir aguantando más humillaciones y malos tratos.Todo comenzó aquella tarde en que fue a inscribirse a la facultad de medicina, tenía ansias de estudiar, pero no le alcanzaba el dinero, su padre era un humilde jardinero y su madre estaba enferma de cáncer y en este momento no podía darse el lujo de pagar un semestre tan costoso. Se había sentado en el restaurante de la universidad para tomar un café, cuando escuchó a Carolina y a otros estudiantes que tenían que hacer muchas tareas y buscaban a alguien que se las hiciera y le pagaban muy bien
Mientras Valentina luchaba día a día para salir de la pobreza y de sus muchos problemas, al otro extremo de la ciudad, y desde la comodidad de la gran sala de su lujosa casa, se encontraba Dayan, la señora de la casa, esposa del Dr. Augusto Carranza, y su suegra, la respetada señora y viuda, Esmeralda de Carranza.Para la esposa del Dr. Augusto, no había felicidad completa, tenía todo el dinero, joyas, propiedades lujosas, mucho dinero, pero ella quería tener un hijo y por supuesto, dar este regalo a su marido, con esto, se aseguraría de tenerlo consigo para siempre, además de sus incontables y extravagantes lujos. El Dr. Augusto, ya tenía dos hijos de su primer matrimonio, que ya eran mayores de edad y estaban estudiando en una de las prestigiosas y costosas universidades de la ciudad y del país. Su hija Carolina, estudiaba medicina y su hijo Sebastián, ya estaba a punto de terminar una Especialización en Cirugía Plástica y Maxilofacial, y ahora se encontraba fuera del país, en un vi
Don Luis, al día siguiente, muy temprano, llegó a su trabajo, con la buena noticia de que, ya había conseguido la joven que alquilaba el vientre, las dos mujeres se emocionaron al saber que pronto darían rienda suelta a este perfecto plan. Esmeralda, quien era la encargada de proporcionar todo el dinero, contrató a un médico de confianza, que debía revisar minuciosamente a la joven, necesitaba que esta cumpliera con ciertos requisitos como: Estar sana era superimportante, alta, delgada, muy bonita, sin defectos físicos y que fuera blanca, de apariencia europea. La joven Valentina cumplía casi todos los requisitos, excepto el de ser blanca. Para el Dr., García, esta joven era perfecta, además de muy hermosa, apenas para lo que habían pedido las señoras, no le importó su color de piel, un poco tostado; con este nuevo tratamiento de inseminación artificial se podía elegir con cierta libertad como querías que fuera tu hijo, la raza, el color de pelo, de piel y ojos, así como la altura y e
El plan perfecto para Dayán y su amante, el Dr. García, era que, cuando naciera el bebe, ellos se lo arrebatarían a la joven, pues era una mujer campesina que poco o nada sabía de leyes, tampoco sabía quién la había contratado. Ellos regresarían al país cuando la joven, estuviese a punto de dar a luz, así al regresar a casa, llegarían con el nuevo bebe, para continuar engañando y sacándole dinero al padre, ¡El plan perfecto!, - pensaban.La panza de Valentina era bastante grande, ya estaba próxima a cumplir 9 meses y se le dificultaba el trabajo del cuidado de los niños. Su padre, el señor Luis, estaba trabajando con otras familias adineradas del sector, ya que la familia Carranza llevaba muchos meses fuera de la ciudad, él seguía recibiendo su sueldo, esto le daba la posibilidad de trabajar para otros y duplicar el dinero que llevaba a casa para los gastos; su esposa recibía el tratamiento a medias y aunque no estaba del todo bien, si había mejorado.La familia se encontraba cenando,
- ¡Disculpe!, ¿se encuentra bien?. - Alguien le estaba hablando, pero se escuchaba distante.- ¡Señor! ¡Yo…, si, si estoy bien! ¿Qué sucedió?- ¡Estuviste a punto de caer!- ¿Mi bebe? ¿Dónde está mi bebe?- Gritaba Valentina, con desconsuelo.- ¡Tranquila, cálmese, ella está aquí!. Totalmente quieta, se encontraba la pequeña, en brazos de este desconocido.- ¡Ven, acompáñame, quiero que comas algo!. Valentina parecía no saber con exactitud lo que estaba sucediendo, ni quién la estaba ayudando.La cafetería estaba abarrotada de gente, buscaron un lugar y se acomodaron, una mesera vino y su acompañante, pidió traer un almuerzo.Ella devoraba su comida, tenía mucha hambre y la beba también. Para este hombre era aún más triste ver a la pequeña llorar de hambre, fue hasta la mesera y le pidió un favor, el cual compensaría con mucho dinero; rápidamente ella hizo lo que tenía que hacer, salió del restaurante, trajo leche y un biberón, lo preparó para saciar el hambre de la pequeña que lloraba,
Una buena oferta de empleo, llegó por mensaje a su teléfono móvil, debía presentarse al día siguiente muy temprano a su sitio de trabajo. Había llevado su currículum a muchas agencias de empleo y en ninguna al parecer había vacantes, pero esta oferta era más que buena. Era un salario bastante generoso, lo único difícil que vio fue el horario, puesto que debía trabajar 12 horas, desde la 7 de la mañana hasta las 7 de la noche y ella estaba al otro extremo de la ciudad. Debía levantarse muy temprano para dejarle todo organizado a su pequeña y que su madre se encargara del resto, tomar el transporte público hasta la casa donde prestaría sus servicios, era solo por un mes, y necesitaban un médico para atender la salud de una pequeña niña. Su madre se alegró al verla tan entusiasmada con este empleo, ya que estaba trabajando en un hospital, pero los pagos eran muy demorados y ya le debían varios meses de salario.Entrada la madrugada y bien abrigada, fue hasta el paradero de autobuses, es
Sí no hubiera dejado a su hija en casa con su madre, juraría que esta niña era su hija, Linda. - ¡Eres una niña muy hermosa, eres como mi, Linda! - Dijo Valentina acercándose a la niña. El Dr. Augusto, ya se estaba marchando. Esperó hasta que la mujer terminara de darle el biberón y la tomó en sus brazos, ¡En verdad, Susan, era muy parecida a Linda! ¿Sería posible que Susan, fuera su hija?, este pensamiento invadió su cabeza, no era solo casualidad que el Dr. Carranza, estuviese cerca de ella, justo cuando su pequeña desapareció, además Susan podría tener la misma edad que Linda. Debía tomar una pequeña muestra de ADN para saber si sus sospechas eran ciertas o simplemente era un absurdo lo que pensaba. Decidió no seguir el libreto que le había dado el Dr., simplemente actuó como lo haría una madre y ella era una madre que hacía un buen trabajo con su pequeña hija. Organizó el baño de la pequeña Susan, en el libreto había que hacer antes un ritual, para poder bañarla, ¡Que la tempera