¡Está bien, Dra.!- dijo Valentina encogiéndose de hombros. Observando a todos los presentes caminó por el gran y elegante salón, buscando la salida, todos la miraban, ella simplemente quería alejarse de aquella gente de apariencia pulcra, pero que en el fondo eran verdaderas aves de rapiña.
De camino a la oficina, en un taxi que había tomado en la calle, pensaba en ¿Como hacer para pagar todo el dinero que debía a la Dra. Carolina?, no quería seguir aguantando más humillaciones y malos tratos.
Todo comenzó aquella tarde en que fue a inscribirse a la facultad de medicina, tenía ansias de estudiar, pero no le alcanzaba el dinero, su padre era un humilde jardinero y su madre estaba enferma de cáncer y en este momento no podía darse el lujo de pagar un semestre tan costoso. Se había sentado en el restaurante de la universidad para tomar un café, cuando escuchó a Carolina y a otros estudiantes que tenían que hacer muchas tareas y buscaban a alguien que se las hiciera y le pagaban muy bien por estos trabajos, Valentina se ofreció a realizarles todas las tareas por dinero, le estaba yendo muy bien, ganaba suficiente dinero, pero el tratamiento de su madre, se hizo más costoso y pidió dinero prestado a la Dra. y así, pidiendo y pidiendo más, cuando se dio cuenta le debía unos buenos millones. Ahora debía trabajar muchas horas para poder pagar esta gran deuda, además estaba terminando su carrera de medicina y quería de inmediato iniciar una especialización.
Llegó hasta la clínica, pagó la carrera al amable taxista y subió hasta la oficina de la gerente para tomar unos documentos y llevarlos a su casa y realizar el informe.Al salir del ascensor hasta su piso, vio a una de las chicas del aseo, sentarse en el piso y se tocaba el abdomen, Valentina corrió hasta ella para ver qué le ocurría.- ¿Qué te sucede?- preguntó angustiada
- ¡Dra., tengo fuertes dolores, pero tengo que continuar, apenas está comenzando mi jornada de trabajo!
- ¡Voy a ayudarte, no te preocupes, haré el trabajo de limpieza!.- Valentina tomó el trapeador y el balde, necesitaba ayudar a su compañera a terminar su trabajo y que no fuera regañada por la supervisora. Ya eran las 6 de la tarde y no quería que se le hiciera tarde para llegar a casa, el tráfico a esta hora era muy pesado.
Augusto Carranza, le había enviado muchos mensajes al móvil de su hija Carolina, pero esta no los veía y tampoco contestaba sus llamadas, necesitaba pedirle algo muy importante y la necesitaba con urgencia. Insistiendo estaba con su móvil en la mano, que no se percató que, enérgicamente de espaldas, venía la señora del aseo con trapero en mano y al parecer con prisa, llevándose consigo al distraído señor Carranza, quien dejó caer su teléfono móvil y su maletín al piso.
- ¡Pero, por Dios, es usted un animal!.- Dijo Augusto Carranza, enfadado.
- ¡Más animal es usted!, ¿acaso no vio que estaba de espalda?- Contestó Valentina, sin percatarse de quién era.
- ¡Ayúdeme a levantar todo este desorden, pero hazlo rápido!
- ¡No, señor, usted solito puede encargarse de recoger sus cosas! ¡Es usted un descarado! ¿Qué tal este?.- Valentina, continuó con sus labores de aseo, sin prestar atención a este señor.
- ¡Usted no sabe con quién está hablando, señorita! - dijo Augusto, más que enojado.
- ¡No me interesa saber quién es usted, y así venga el mismo Dr. Carranza, lo obligo a que limpie lo que ha ensuciado! -dijo Valentina muy segura de sus palabras.
- ¡Eso quiero verlo! - Contestó el mismo Dr. Carranza.
- ¡Ahora, si me disculpa, tengo mucho por hacer! - Valentina tomó su trapeador y continuó su limpieza, dejando al Dr. de pie sin saber qué hacer o decir.- …………………… ¡Padre, disculpa, ayer no pude contestar tus llamadas! ¿Qué era eso tan importante que tenías para decir?
Antes que nada, ¡necesito que despidas a la empleada de servicio del turno de la noche!, ¡No hace bien su trabajo!. - Augusto se encontraba sentado en su cómodo escritorio.
- ¡Papá, la empleada del turno de la noche es Carmen! ¿Cómo voy a despedirla?- Carolina conocía muy bien a Carmen y era muy buena trabajadora, pero su padre era el jefe y tenía que cumplir sus órdenes.Al día siguiente, Valentina, llegó a la clínica y encontró a Carmen llorando, estaba muy triste y desconsolada porque había sido despedida de su empleo, empleo que necesitaba, ya que era su única fuente de ingresos.
¿No entiendo por qué el Dr. Augusto despidió a Carmen? ¡Ella es una excelente trabajadora!- Dijo Valentina sorprendida.
- ¡Papá, dice que fue muy grosera con él!- Respondió Carolina, sin importancia.- Valentina se había dado cuenta del error que había cometido, ¡ese hombre a quien había amenazado de ponerlo a limpiar, era nada más y nada menos que Augusto Carranza, el dueño y señor de la Clínica!. Debía arreglar las cosas, Carmencita no podía quedarse sin empleo.- ¡Yo creo que ella debe pedirle disculpas! ¿Dónde está tu padre en este momento?
- Papá, está en la sala de juntas, está reunido con el ministro de salud. ¡No quiere ser molestado y menos para hablar con las señoras del aseo!
Valentina corrió hacia la sala de juntas, necesitaba hablar con el Dr. Carranza y pedirle que por favor le devolviera el trabajo a Carmencita, quiso tomar el ascensor y subir solo dos pisos, pero estaba lleno, subió por las escaleras con cierta prisa, ya en el pasillo se dirigió hasta la oficina, intentó abrir la puerta, pero parecía estar atorada, la empujó con fuerza, con tan mala suerte que el Dr. Augusto, se encontraba detrás y lo golpeó con fuerza, haciendo que este soltara los documentos que traía en una de sus manos.
- ¡Lo siento, lo siento, señor, disculpe! - Valentina se había puesto nerviosa, nuevamente se encontraba en problemas con su jefe.
-¿Usted nuevamente? ¡Usted es un peligro, una salvaje! ¿Acaso quiere matarme? - El Dr. Carranza estaba muy enojado con ella.
- ¡No quiero matarlo, solo quiero que me escuche! .- Valentina lo había tomado por una mano y lo estaba apretando para que no pudiera huir. Mientras que los demás, lo miraban preguntándose ¿por qué le había gritado a esta joven?
¿Está bien, le daré solo un minuto, tengo cosas muy importantes que hacer? - le dijo entre dientes. Se alejaron un poco de los presentes y de inmediato, Valentina comenzó a hablar.- ¡Dr., le pido que por favor no despida a Carmencita, la señora del aseo!- ¡No despedí a Carmencita, la despedí a usted!.- contestó Augusto con prisa.
- ¡Yo no hago aseo, yo…!
- ¡Señora, si no tiene nada más para decirme, tengo prisa, así que ...!- ¡Si tengo más para decirle, usted no tiene corazón, es una mala persona, un mal ser humano…!- ¡Ahora están despedidas las dos, usted y esa tal carmencita!.- Dijo augusto aún más enojado, ya que todos los presentes los observaban y más ahora que le había dicho que era una mala persona. Se marchó al recibir los documentos que uno de sus empleados había recogido del suelo.¿Qué iba a hacer ahora?, no tenía empleo, tenía deudas y no podía dejarle toda la carga económica a su padre y peor aún, también había dejado a Carmencita, sin empleo.
Mientras Valentina luchaba día a día para salir de la pobreza y de sus muchos problemas, al otro extremo de la ciudad, y desde la comodidad de la gran sala de su lujosa casa, se encontraba Dayan, la señora de la casa, esposa del Dr. Augusto Carranza, y su suegra, la respetada señora y viuda, Esmeralda de Carranza.Para la esposa del Dr. Augusto, no había felicidad completa, tenía todo el dinero, joyas, propiedades lujosas, mucho dinero, pero ella quería tener un hijo y por supuesto, dar este regalo a su marido, con esto, se aseguraría de tenerlo consigo para siempre, además de sus incontables y extravagantes lujos. El Dr. Augusto, ya tenía dos hijos de su primer matrimonio, que ya eran mayores de edad y estaban estudiando en una de las prestigiosas y costosas universidades de la ciudad y del país. Su hija Carolina, estudiaba medicina y su hijo Sebastián, ya estaba a punto de terminar una Especialización en Cirugía Plástica y Maxilofacial, y ahora se encontraba fuera del país, en un vi
Don Luis, al día siguiente, muy temprano, llegó a su trabajo, con la buena noticia de que, ya había conseguido la joven que alquilaba el vientre, las dos mujeres se emocionaron al saber que pronto darían rienda suelta a este perfecto plan. Esmeralda, quien era la encargada de proporcionar todo el dinero, contrató a un médico de confianza, que debía revisar minuciosamente a la joven, necesitaba que esta cumpliera con ciertos requisitos como: Estar sana era superimportante, alta, delgada, muy bonita, sin defectos físicos y que fuera blanca, de apariencia europea. La joven Valentina cumplía casi todos los requisitos, excepto el de ser blanca. Para el Dr., García, esta joven era perfecta, además de muy hermosa, apenas para lo que habían pedido las señoras, no le importó su color de piel, un poco tostado; con este nuevo tratamiento de inseminación artificial se podía elegir con cierta libertad como querías que fuera tu hijo, la raza, el color de pelo, de piel y ojos, así como la altura y e
El plan perfecto para Dayán y su amante, el Dr. García, era que, cuando naciera el bebe, ellos se lo arrebatarían a la joven, pues era una mujer campesina que poco o nada sabía de leyes, tampoco sabía quién la había contratado. Ellos regresarían al país cuando la joven, estuviese a punto de dar a luz, así al regresar a casa, llegarían con el nuevo bebe, para continuar engañando y sacándole dinero al padre, ¡El plan perfecto!, - pensaban.La panza de Valentina era bastante grande, ya estaba próxima a cumplir 9 meses y se le dificultaba el trabajo del cuidado de los niños. Su padre, el señor Luis, estaba trabajando con otras familias adineradas del sector, ya que la familia Carranza llevaba muchos meses fuera de la ciudad, él seguía recibiendo su sueldo, esto le daba la posibilidad de trabajar para otros y duplicar el dinero que llevaba a casa para los gastos; su esposa recibía el tratamiento a medias y aunque no estaba del todo bien, si había mejorado.La familia se encontraba cenando,
- ¡Disculpe!, ¿se encuentra bien?. - Alguien le estaba hablando, pero se escuchaba distante.- ¡Señor! ¡Yo…, si, si estoy bien! ¿Qué sucedió?- ¡Estuviste a punto de caer!- ¿Mi bebe? ¿Dónde está mi bebe?- Gritaba Valentina, con desconsuelo.- ¡Tranquila, cálmese, ella está aquí!. Totalmente quieta, se encontraba la pequeña, en brazos de este desconocido.- ¡Ven, acompáñame, quiero que comas algo!. Valentina parecía no saber con exactitud lo que estaba sucediendo, ni quién la estaba ayudando.La cafetería estaba abarrotada de gente, buscaron un lugar y se acomodaron, una mesera vino y su acompañante, pidió traer un almuerzo.Ella devoraba su comida, tenía mucha hambre y la beba también. Para este hombre era aún más triste ver a la pequeña llorar de hambre, fue hasta la mesera y le pidió un favor, el cual compensaría con mucho dinero; rápidamente ella hizo lo que tenía que hacer, salió del restaurante, trajo leche y un biberón, lo preparó para saciar el hambre de la pequeña que lloraba,
Una buena oferta de empleo, llegó por mensaje a su teléfono móvil, debía presentarse al día siguiente muy temprano a su sitio de trabajo. Había llevado su currículum a muchas agencias de empleo y en ninguna al parecer había vacantes, pero esta oferta era más que buena. Era un salario bastante generoso, lo único difícil que vio fue el horario, puesto que debía trabajar 12 horas, desde la 7 de la mañana hasta las 7 de la noche y ella estaba al otro extremo de la ciudad. Debía levantarse muy temprano para dejarle todo organizado a su pequeña y que su madre se encargara del resto, tomar el transporte público hasta la casa donde prestaría sus servicios, era solo por un mes, y necesitaban un médico para atender la salud de una pequeña niña. Su madre se alegró al verla tan entusiasmada con este empleo, ya que estaba trabajando en un hospital, pero los pagos eran muy demorados y ya le debían varios meses de salario.Entrada la madrugada y bien abrigada, fue hasta el paradero de autobuses, es
Sí no hubiera dejado a su hija en casa con su madre, juraría que esta niña era su hija, Linda. - ¡Eres una niña muy hermosa, eres como mi, Linda! - Dijo Valentina acercándose a la niña. El Dr. Augusto, ya se estaba marchando. Esperó hasta que la mujer terminara de darle el biberón y la tomó en sus brazos, ¡En verdad, Susan, era muy parecida a Linda! ¿Sería posible que Susan, fuera su hija?, este pensamiento invadió su cabeza, no era solo casualidad que el Dr. Carranza, estuviese cerca de ella, justo cuando su pequeña desapareció, además Susan podría tener la misma edad que Linda. Debía tomar una pequeña muestra de ADN para saber si sus sospechas eran ciertas o simplemente era un absurdo lo que pensaba. Decidió no seguir el libreto que le había dado el Dr., simplemente actuó como lo haría una madre y ella era una madre que hacía un buen trabajo con su pequeña hija. Organizó el baño de la pequeña Susan, en el libreto había que hacer antes un ritual, para poder bañarla, ¡Que la tempera
Una llamada entró al móvil de Valentina, era el Dr. Augusto. Contestó bastante extrañada. - ¡Diga, Dr.! - ¡Necesito que me acompañes, voy para el aeropuerto! - ¡No puedo Dr., Susan se acaba de despertar, por el ruido de mi móvil! - ¡Entonces abríguela bien y que también nos acompañe, viene mi hija Carolina y quiero estar ahí para recibirla de su largo viaje! - En verdad que Valentina, no deseaba ver a la traidora y mala persona de Carolina, no había hecho nada para ayudarla el día que su padre la despidió de su empleo y tampoco le creyó cuando le confesó que su enamorado la había atacado. Pero no podía hacer nada, órdenes son órdenes. En el auto de camino al aeropuerto, Susan, se hizo en el pañal, esto hizo que el silencio que reinaba entre Valentina y Augusto, desapareciera. - ¡Dr. Necesito sus manos! - Augusto la observó por un momento, recorriéndola toda con la mirada. - ¡Susan, hizo caca, así que, necesito de sus servicios! - ¿Yo...? - ¡Sí, usted, Dr.!, esto no tardará si l
Valentina, se sentía muy estresada con la llegada de Carolina y su esposo y, pronto llegaría, la esposa del Dr., su madre y su hijo, esperaba que todo resultara bien, pero presentía que con la esposa del Dr. las cosas se complicarían, ya varias empleadas le habían dicho que era una mujer arrogante y que trataba muy mal al personal de servicio, si no fuera por la pequeña Susan, ya hubiese pasado su carta de renuncia.Muy temprano, Valentina llegó a su sitio de trabajo, escuchó al Dr. desde su habitación maldecir, se dirigió hasta allí para ver qué le sucedía.- ¿Dr. se encuentra bien?- ¡No, no estoy bien!, - Valentina empujó la puerta con suavidad, fue hasta el baño, el Dr. se estaba rasurando y se había cortado una mejilla, sangraba un poco su herida, ella tomó una toalla e hizo un poco de presión.- DR. si me lo permite le puedo ayudar con esto. - Él asintió mirándola, extrañado. Valentina se puso frente a él, y tomando la afeitadora, comenzó con esta delicada tarea, mientras lo hac